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Lo mejor para creer en algo es tener una prueba de que ese algo es verdad. La fe está bien y es sin duda una buena prueba de fidelidad, pero no viene mal tener alguna certeza de vez en cuando. El mismo San Agustín decía que creía para comprender y que comprendía para creer mejor. Creo que el partido del Atlético de Madrid contra el Betis es esa prueba que los aficionados estaban reclamando para renovar su fe; la demostración de lo que puede ser este equipo cuando juega equilibrado, cuando tiene a sus futbolistas remando en la misma dirección y cuando el talento se suma al esfuerzo en lugar de competir contra él.
Llegaba el Betis al Metropolitano con la etiqueta de equipo revelación. Los de Pellegrini han comenzado la temporada de forma espectacular y la ilusión se veía en los cánticos de los muchos sevillanos que había en el fondo norte del estadio. Comenzaron bien el partido; bien plantados, dificultando la salida de los rojiblancos y llegando a lanzar a puerta con un fuerte disparo de Carvalho. Pero eso fue todo. El Atleti juntó las líneas, Correa y Griezmann se acercaron a la construcción y De Paul se colocó el traje de director. El argentino gana crédito a marchas forzadas dentro de esta plantilla. Primero con su buen pie, su generosidad en el esfuerzo y su capacidad para equilibrar el equipo; pero también, lo que es más importante, con su personalidad. En este nuevo Atleti plagado de estilistas hace mucha falta el aporte anímico de los que tienen capacidad para repartir carácter. De Paul es uno de esos. Y Savic, que volvía al equipo, es otro. El montenegrino, sin estar todavía en su plenitud física, transmite tanta seguridad que hace mejor a todos sus compañeros.
Con todas las cosas en su sitio, el Atleti se puso a jugar al fútbol. Y eso lo hace muy bien. Tocando rápido, siendo muy dinámico y ensanchando el campo. Incorporando jugadores con criterio, construyendo sociedades interesantes al borde del área y potenciando lo que mejor sabe hacer. Correa avisó con un derechazo cruzado. Griezmann dejó otro recado con la derecha pero Bravo hizo la mejor parada del partido. Carrasco no perdonó. El belga, que hizo una primera parte soberbia, regateó al borde del área pequeña para armar su zurda y descargar todo su poder en la escuadra. Es una pena que no aproveche más ese disparo seco que tiene, porque es una de sus mejores armas.
El manido fantasma del “pasito atrás” comenzó a planear sobre un Metropolitano casi lleno y donde no dejaba de caer agua, pero el equipo de Simeone no estaba por la labor de festejar Halloween. Los colchoneros bajaron el nivel de riesgo sin poner en compromiso la forma de jugar. Compactaron el bloque sin renunciar a jugar al fútbol. Mucha culpa de que les saliese bien la tuvo el que los dos protagonistas en ataque, Correa y Griezmann, lo fuesen también en defensa. Apoyando en la banda para que el rival nunca tuviese superioridad y ayudando en el centro cuando Koke y De Paul no podían con todo. Cuando el Atleti defiende así es otro equipo.
La segunda parte comenzó sin noticias del Betis, que seguía aturdido y a mucha distancia del rival que tenía enfrente. Para su desgracia, se toparon con la mejor versión del equipo madrileño en esta temporada. Hermoso marcó tras saque a balón parado, pero el señor colegiado decidió seguir alimentando el discurso ficticio de sus colegas anulándolo por fuera de juego… de otro jugador. Sí, del que no había rematado. Las cosas de ese VAR manejado por integristas. Luis Suárez avisó después con un buen desmarque cuyo remate desvió Bravo a córner y el fútbol, que es así de caprichoso, quiso que el premio llegase tras ese saque de esquina con un cabezazo en propia puerta de Pezzella.
Nada hacía indicar que el partido pudiese cambiar de signo, pero el aficionado colchonero ha pasado por muchas fases en lo que al aspecto anímico se refiere y no es muy común que viva los partidos con demasiada placidez. Afortunadamente para ellos, en esta ocasión pudieron hacerlo gracias a un gol de João Felix, que vino a matar cualquier opción de sufrimiento gratuito. Un gol que, por supuesto, intentó anular el señor colegiado. Desgraciadamente, el VAR no encontró esta vez nada que luego pudiese justificar con alguna interpretación peregrina.
En definitiva, muy buena imagen de un Atlético de Madrid renacido y reafirmado. Ahora ya sabemos lo que puede hacer este equipo. Ahora ya existe una referencia en la que sustentar la fe. Y eso es bueno porque, como decía Larra, el corazón del hombre necesita creer algo; y cuando no encuentra verdades, lo que hace es creer en mentiras.
Lo mejor para creer en algo es tener una prueba de que ese algo es verdad. La fe está bien y es sin duda una buena prueba de fidelidad, pero no viene mal tener alguna certeza de vez en cuando. El mismo San Agustín decía que creía para comprender y que comprendía para creer mejor. Creo que el partido...
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