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En 1969 Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr (los míticos Beatles) se reunieron, ya en la fase final de su carrera como grupo, para grabar el álbum que debía haberse conocido como Get Back. La intención de McCartney, instigador de la iniciativa, era fundamentalmente recargar la banda con el entusiasmo de los primeros trabajos, algo de lo que estaban necesitados después de unos años sin tocar en público, tras haber grabado el White Album (1968), y sobre todo tras el fallecimiento en 1967 del mánager de la banda, Brian Epstein.
Para este trabajo se planteó también la filmación de todo el proceso creativo, que fue llevada a cabo por el director Michael Lindsay-Hogg, y que tuvo como resultado –un tanto forzado por las circunstancias– la película documental Let it be (1970). Toda la filmación –mucho más larga que el escueto documental de Lindsay-Hogg– ha vuelto a ser noticia porque en 2019 Apple Cops (la compañía que fundaron los Beatles en 1968) puso en manos del director Peter Jackson todo el material disponible, y Jackson trabajó en un nuevo documental mucho más extenso. Mientras que la película de Lindsay-Hogg no llegaba a los noventa minutos, el documental de Jackson se ha traducido en tres capítulos de un total de casi siete horas y media. Así surgió Get Back, título de la película de Jackson, que se estrenó en una plataforma digital en 2021 y ha desatado la curiosidad de los millones de fans del conjunto. El interés de la película –del episodio histórico en general– radica en la posibilidad de observar de manera directa el proceso creativo de la que fue probablemente la banda de pop-rock más importante del siglo XX, y de comprender la amalgama de circunstancias que pudieron motivar la disolución del grupo solo un año después.
El interés de la película radica en la posibilidad de observar de manera directa el proceso creativo de la que fue probablemente la banda de pop-rock más importante del siglo XX
Aprovechando este contexto, puede que a más de un fan de la arquitectura, y no solo de los Beatles, haya llamado la atención la presencia en la película de una imagen fotográfica muy particular utilizada para ilustrar determinados momentos de la grabación –en audio– en los que George Harrison decide abandonar temporalmente la banda e irse a su casa. Lo que muestra la imagen es la vivienda del propio Harrison, que no era otra que la mansión gótico-victoriana conocida como Friar Park, en Henley-on-Thames, cerca de Londres.
La casa tenía origen en una construcción de 1878 cuya remodelación se había iniciado en 1889 por parte del excéntrico abogado Sir Frank Crisp (1843-1919), procurador de contratos comerciales internacionales, cercano a la nobleza y al partido liberal, pero también coleccionista de microscopios y aficionado a la jardinería y a la horticultura. Algunos seguro que ya habrán asociado su nombre a la canción Ballad of Sir Frankie Crisp (Let It Roll), que Harrison le dedicó como tributo en su álbum de 1970 All Things Must Pass.
Friar Park fue diseñada por Robert Clarke Edwards, un arquitecto británico poco conocido, educado en la oficina de Habershon & Pite, establecido inicialmente en Londres y más tarde en Dorset. En clara connivencia con los gustos de Crisp, Clarke Edwards diseñó “una mezcla colorida y excéntrica del gótico flamígero francés en ladrillo, piedra y terracota, que incorpora torres, pináculos y grandes ventanales con tracería”, tal y como se recoge en las reseñas de la época. Al fin y al cabo, un artefacto cercano al revival ecléctico de algunos de sus contemporáneos pioneros del movimiento Arts & Crafts. Fue construido por el contratista local Charles Clements, responsable de buena parte de los edificios de la localidad –y alcalde del municipio nada menos que en seis ocasiones–.
Una de las particularidades de la propiedad –al margen de la majestuosidad de la construcción principal– es el diseño de los jardines que ocupan sus terrenos. En 1889 Frank Crisp había comprado diferentes propiedades en los límites de Friar Park, lo que le permitió disponer de una extensión más que considerable para la práctica de la jardinería, una de sus aficiones favoritas. Crisp contactó con Henry Ernest Milner, un reputado ingeniero civil y paisajista, hijo del también arquitecto del paisaje Edward Milner, conocido por trabajar con Joseph Paxton en el Crystal Palace y otros proyectos. Henry Ernest Milner ayudó a Crisp a definir una distribución extraordinaria de jardines que combinaban lo extravagante con lo monumental y lo pintoresco, entre el ecléctico jardín francés y el jardín romántico inglés.
Milner era toda una referencia en el tema. En 1890 había publicado el manual The Art and Practice of Landscape Gardening, y su trabajo en Friar Park junto a Crisp demuestra la capacidad de ambos para combinar paisajes exóticos, desde parterres, estanques y fuentes clásicas de perspectiva monumental, hasta la reproducción literal de modelos figurativos como montañas alpinas (incluyendo una réplica del monte Cervino). El entusiasmo de Crisp por su creación le llevó a abrir al público sus jardines, llegando incluso a publicar una guía para visitantes y un mapa plegable como guía de la visita, que encargó al caligrafista e ilustrador británico Alan Tabor. La visita incluía la observación de los espacios más hilarantes del proyecto, como esculturas con mensajes humorísticos o lo que Crisp denominaba “optical delusions”. Crisp nunca abandonó su afición por la jardinería, que junto con su entusiasmo por la historia medieval inglesa le llevaría a escribir el libro Mediaeval Garden, publicado de manera póstuma en 1924.
Tras la muerte de Frank Crisp, en 1919, tanto la casa como los jardines fueron vendidos al coleccionista de cerámicas orientales Percival David, quien permaneció en la propiedad hasta 1953. La casa principal fue adquirida por las Hermanas Salesianas de San Juan Bosco, quienes albergaron una escuela del Sagrado Corazón hasta finales de la década de 1960. En 1970, con el edificio un tanto degradado, George Harrison se hizo con la propiedad, instalando su propio estudio de grabación FPSHOT (Friar Park Studio, Henley-on-Thames), y grabando allí sus álbumes a partir del Living in the Material World de 1973. Varias canciones, videoclips, entrevistas y portadas de discos contaron con Friar Park como protagonista. El propio Harrison consideró el lugar, en su autobiografía I, Me, Mine, como “un sueño para la persona adecuada en el momento adecuado”.
Como dato anecdótico, puede destacarse –para finalizar esta mirada curiosa al lugar– que, gracias a Friar Park pudo llevarse a cabo una de las comedias más importantes del cine británico del siglo XX, La vida de Brian (1979). George Harrison se había convertido en un gran amigo de los Monty Python, especialmente de Eric Idle, en cuyo programa Rutland Weekend Television había participado y, en cierta medida, había sido el origen de los Rutles, un grupo parodia de los Beatles que obtuvo gran éxito y llegó a publicar varios álbumes a finales de la década de 1970. La amistad con Idle y con el resto de componentes de los Monty Python llevó a que Harrison se implicara en la producción del film. Al parecer, poco antes de iniciarse el rodaje en Túnez, la productora consideró que el guión era excesivamente sacrílego, lo que supuso un conflicto que ponía en riesgo la película. Conocedor del proyecto, Harrison hipotecó Friar Park y su estudio de grabación para fundar su propia productora y facilitar los tres millones de libras que costaba el proyecto.
Como más tarde comentaría Eric Idle, podemos acabar diciendo que, entre otras cosas maravillosas, Friar Park fue la entrada de cine más cara de la historia.
En 1969 Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr (los míticos Beatles) se reunieron, ya en la fase final de su carrera como grupo, para grabar el álbum que debía haberse conocido como Get Back. La intención de McCartney, instigador de la iniciativa, era fundamentalmente...
Autor >
David H. Falagán
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