1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

CTXT necesita 3.000 suscriptores más para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

ISABEL MELLÉN / HISTORIADORA

“La Ilustración fue un movimiento misógino”

Deborah García 20/03/2022

<p>Isabel Mellén. </p>

Isabel Mellén. 

Cedida.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Isabel Mellén Rodríguez (Vitoria, 1986) es una historiadora, investigadora y divulgadora especializada en el arte románico alavés y en el papel desarrollado por las mujeres durante la Edad Media. En Tierra de damas (Ed. Sans Soleil, 2021) Mellén desmiente lo que la historiografía nos ha hecho creer saber sobre las mujeres del románico y de la Edad Media, y desarrolla una nueva narrativa en la que quedamos incluidas, como cuerpos activos. Sus reflexiones sobre cómo se elabora el discurso de la Historia y de la Historia del Arte, a través de los prejuicios y estereotipos de cada tiempo, se vuelcan hacia un pasado convertido en chivo expiatorio de los males del presente, y todo ello se traduce en una invisibilización de las mujeres en el relato histórico.

Dices al comienzo de Tierra de damas (Editorial Sans Soleil, 2021) que uno de los principales motivos para escribir el libro es rescatar la voz de las mujeres del medievo, y leyendo tu libro que está además documentado en tus investigaciones, no solo se percibe un compromiso por derribar mitos, también el compromiso de construir una Historia más caleidoscópica que incluya lo que otros eliminaron a propósito. 

Para mí ha sido muy dolorosa y reveladora a la vez la constatación con mis propios ojos del nivel de ocultamiento al que hemos sido sometidas las mujeres por la historiografía reciente. La visión que yo percibía de la Edad Media y sus mujeres, cuando leía los documentos de la época, difería radicalmente de la visión oscura y misógina que nos transmiten los libros de texto, los productos audiovisuales y algunos textos académicos. Eran dos mundos que no se tocaban.

Creo que uno de los elementos más interesantes del libro es que desde una cuestión muy concreta, como es el románico alavés, podemos percibir una tendencia dentro de la Historia como disciplina, y es que el pasado en general es una construcción ideológica. 

Descubrir que gran parte de lo que nos han contado no sólo de la Edad Media, sino del pasado en general, es en el fondo una construcción ideológica misógina de nuestra contemporaneidad es una verdad dura por todo lo que implica. Además, nos revela que el patriarcado no es una organización social monolítica y que siempre ha sido así, sino que ha sido variable, más flexible o más severa según las épocas, y que nuestras madres y abuelas no han vivido precisamente en el mejor momento para las mujeres. En contra de lo que nos han hecho creer, la calidad de vida de las mujeres en la Edad Media, dentro de una sociedad que también era machista, era mucho mejor que las que han vivido en el siglo XIX o XX, por ejemplo. 

El patriarcado no es una organización social monolítica y que siempre ha sido así, sino que ha sido variable, más flexible o más severa según las épocas

¿Ese es de hecho uno de los motivos por los que se ha tratado de oscurecer la Edad Media mediante bulos y leyenda negra?

Sí. Implica que se ha utilizado no sólo la Historia, sino todas las disciplinas del saber de una manera interesada, tergiversando, ocultando y mintiendo para transmitir una ideología machista y fomentar la misoginia, lo cual me parece que es de una gravedad absoluta y nos obliga a revisar en profundidad todos los saberes y todas las disciplinas. Y sobre todo revisar el sistema educativo en todos los niveles, ya que en la actualidad se sigue enseñando una Historia androcéntrica que recorta a sabiendas a las mujeres del discurso histórico.

¿Crees que igual que pasa en tu libro, el relato histórico va alejándose poco a poco del punto de vista machista dominante en la academia y en la cultura popular? 

Poco a poco va cambiando. Tenemos el relato histórico que cada tiempo requiere y cada sociedad exige, por ello la voluntad de hoy en día de ampliar los límites del relato de la Historia para incluir a toda la gente marginada hasta el momento (mujeres, sexualidades y géneros no heteronormativos, personas racializadas…) es fiel reflejo de una demanda social que exige una pluralidad de puntos de vista sobre el relato oficial porque quiere una sociedad cada vez más justa e inclusiva. 

En tu libro hay una crítica nada velada también hacia nuestro mundo actual. 

Sí. En ese sentido la crítica que hago sobre cómo se nos ha contado la historia es también una crítica a nuestro mundo actual y a una ideología todavía dominante que aplasta a las personas que no entran dentro del canon de los hombres blancos ricos, tanto del presente como del pasado.

Se sigue enseñando una Historia androcéntrica que recorta a sabiendas a las mujeres del discurso histórico

Parece que el papel de las mujeres nobles a lo largo de la Edad Media fue pasivo, gracias a tu libro sabemos que no es así, que hubo mujeres que desarrollaron un papel fundamental en muchos aspectos y muy diversos. 

Tengo que aclarar de inicio una cuestión al respecto, y es que mi objeto de estudio principal han sido las iglesias románicas, ámbito en el que estaban involucradas un tipo de mujeres concretas: las damas de la nobleza, ricas, cristianas, con poder y privilegio. En este libro no trato sobre las mujeres trabajadoras, campesinas, judías, musulmanas o excluidas. Es importante tenerlo en cuenta porque no podemos extrapolar su situación al resto de las mujeres de su sociedad.

Cierto, pero tampoco se nos había hablado del papel tan relevante de las mujeres privilegiadas.

Es cierto que, dentro de este grupo de privilegiadas, encontramos mujeres con muchísimo poder que no ha sido suficientemente puesto de relieve. Eran mujeres que participaban activamente en política, que trazaban complejas estrategias político-religiosas que iban a marcar las acciones de sus linajes a veces durante muchas generaciones, que dirigían señoríos, que ejercían de juezas, árbitras y mediadoras en conflictos, que eran grandes mecenas de las artes y construían no sólo iglesias, sino todo tipo de obras de arte que hoy en día son parte de nuestro patrimonio común o están en los museos, y que además eran mujeres de gran cultura que tenían libros (algunas incluso libros de filosofía), que escribían poemas, que bordaban tapices y textiles que en la actualidad consideraríamos auténticas obras de arte y que dirigían poderosos conventos. 

Vista general de Estíbaliz. / Fotografía cedida por la entrevistada.

Mujeres fascinantes haciendo cosas realmente fascinantes. Pensar en el siglo XII y que esto sea una realidad hace que realmente miremos hacia nuestro pasado, pero también hacia nuestro presente, de una forma completamente diferente. 

Mujeres fascinantes que hacen cosas en la Edad Media que eran impensables para una mujer de su misma clase social en el siglo XX. Por ello me parece fundamental rescatar su labor, sus roles de género asociados y sus biografías reales, porque nos ofrecen un buen panorama del poder que las mujeres llegaron a tener y que perdieron paulatinamente a lo largo de los siglos, hasta tocar fondo en nuestra contemporaneidad más reciente.

A menudo parece repetirse esa idea de que la Edad Media fue una época dominada por el dogma estricto de la Iglesia, pero no es así. Tierra de damas bascula en torno a la idea de que en nuestro territorio, y probablemente también en otros, costó mucho asentar los postulados de una Iglesia en ciernes. 

Resulta muy llamativo comprobar lo mucho que habla de sí misma una época cuando narra el pasado. Si vemos misoginia en la Edad Media es porque se ha escrito desde una época misógina y si vemos teocentrismo en el Medievo es porque hasta hace muy poco tiempo la Iglesia tenía un poder inmenso en todos los aspectos de la política, de la sociedad e incluso de la vida privada a través del control de la moral. Los siglos más teocéntricos son, a juzgar por la documentación y las evidencias históricas, el XIX y XX. Es cuando la Iglesia regula todos los aspectos de la vida. 

Resulta muy llamativo comprobar lo mucho que habla de sí misma una época cuando narra el pasado. Si vemos misoginia en la Edad Media es porque se ha escrito desde una época misógina

En la Edad Media la Iglesia no ostentaba tanto poder como en la actualidad y tanto poder como hemos creído que tenía.

Era un agente más dentro de una sociedad muy compleja y plagada de intereses entrecruzados. Digamos que en la Edad Media la Iglesia aspiraba a tener ese poder inmenso, pero todavía le quedaba mucho camino para lograrlo, estaba apenas dando los primeros pasos. En el siglo XII no tenía el control de las iglesias, no recibía todos los diezmos que exigía, no tenía una alianza fija y estable con el poder político, los obispos se enfrentaban a todo tipo de resistencias dentro y fuera de sus filas, todavía no había impuesto y popularizado los sacramentos (por lo que las bodas eran civiles), acababa de imponer un celibato a los sacerdotes y monjes que rara vez cumplían, y desde luego no habían impuesto a los estamentos laicos su moral represiva en torno al sexo. No es de extrañar, por lo tanto, que historiadoras e historiadores hayan proyectado su situación actual sobre un pasado sobre el que se han querido verter infinidad de bulos, pensando que el teocentrismo era un fenómeno de la Edad Media y no de la Edad Contemporánea. 

¿Se ha abusado demasiado de las fuentes eclesiásticas para explicar el pasado? 

Dentro de la visión teocéntrica de nuestro tiempo se ha abusado de las fuentes eclesiásticas para explicar el pasado, usando las opiniones, misoginia y preocupaciones de este estamento social concreto, exclusivamente masculino, como explicación para toda la amplia vida social de la Edad Media. Es como si en el futuro tratasen de explicar el siglo XXI utilizando sólo las opiniones de los incel que esparcen su misoginia por algunos grupúsculos de Internet. Nuestro teocentrismo actual ha llevado a pensar que sólo la opinión de los eclesiásticos debía ser tenida en cuenta para explicar la Edad Media, llegando a conclusiones sesgadas, erradas y profundamente misóginas.

Nuestro teocentrismo actual ha llevado a pensar que sólo la opinión de los eclesiásticos debía ser tenida en cuenta para explicar la Edad Media

A lo largo de las páginas de Tierra de damas y gracias a la documentación comprobamos que en territorio vasco se luchó mucho contra el poder del obispado de Calahorra, es decir, que el poder de la Iglesia no estaba exactamente consolidado. 

Las clases nobiliarias rurales eran las que gestionaban muchos aspectos de la religiosidad de su tiempo. El obispo de Calahorra llegó a excomulgar a toda Álava y no se dejó entrar a ningún obispo ni vicario en Vizcaya hasta el siglo XVI. Creo que son dos datos que reflejan la rebeldía que existía en territorio vasco a la injerencia del obispado en asuntos que hoy en día denominaríamos religiosos y que estas élites consideraban propios.

Me gustó mucho el paralelismo que trazas entre el trabajo de ideólogo de Chillida y el desarrollado por las matronas. Parece que se desprecia, o quizá se desconoce el gran papel que ejercieron las mujeres al ser ellas también propulsoras de diferentes iglesias románicas. Las imaginaron, las diseñaron, les dieron una decoración, algunas incluso participaron en su construcción en la cuadrilla de canteros y después ellas las cuidaron y les dieron un sentido político único. 

La medievalista Therese Martin, cuando habla sobre reasignar el papel de las mujeres en tanto que creadoras en la Edad Media, lo tiene claro. Comenta que hay resistencia en nuestro siglo a aceptar que las mujeres han podido estar detrás de una obra de arte, bien sea como autoras materiales de la misma o como autoras intelectuales. Insiste en que debemos demostrar hasta la saciedad esa autoría, mientras que se asume de forma acrítica que los autores de algo siempre son los hombres. Para ellos no se necesita demostración ni se ejerce la sospecha ni la duda sobre su autoría. Hay un doble rasero y una doble vara de medir en función del género y eso es un prejuicio de nuestro tiempo. 

Detalle con damas en las pinturas de Alaiza. / Fotografía cedida por la entrevistada.

¿A menudo los hombres se suelen mostrar escépticos cuando este tipo de informaciones ven la luz?

Creen que te lo estás inventando y aunque les enseñes la documentación son incapaces de aceptar algo tan básico como que las mujeres trabajaban en la construcción de forma cotidiana. Su prejuicio es más fuerte que la evidencia y suelen reaccionar de manera violenta.

De hecho, hay un rechazo manifiesto en nuestro tiempo a aceptar la autoría de las mujeres.

Producto de la ideología patriarcal tan agresiva que hemos sufrido en los últimos siglos. Por una parte, las autoras sufren la ocultación por parte de las personas que crean el discurso de la historia, pero por la otra además se menosprecia su labor, no se las quiere considerar como autoras de pleno derecho.  Más aún en el caso de las mujeres matronas o que ejercían mecenazgo sobre algunas obras. Aceptamos sin problema que lo que hoy en día denominamos artistas sean únicamente los ideólogos de las obras, como en el caso de Chillida, que sólo diseñó El peine del Viento. Nadie considera autores de la obra a los trabajadores, montadores y demás personal involucrado en colocar las esculturas en esa ubicación tan especial, y sin embargo lo hacemos con los talleres de cantería de la Edad Media. 

El origen, la intención y el deseo por lo tanto de todos estos templos y construcciones habría que encontrarlo en el contexto vital de aquellas mujeres nobles.

Cuando queremos saber el significado de una imagen de una iglesia románica no deberíamos preguntarle al que talló la pieza, sino a la mujer mecenas que encargó la obra. Estos estaban bajo las órdenes de las damas que construían sus iglesias a su gusto, que elegían la decoración, que les decían cómo debían representarlas y qué escenas escoger. Del mismo modo que si queremos saber qué significado tiene El peine del Viento, es absurdo que se lo preguntemos al obrero de la fábrica de la que salieron las esculturas de acero, tendremos que preguntárselo a Chillida. 

El problema sería que a las mujeres les ha sido negada la autoría y la importancia.

Muchas de las interpretaciones que se han vertido sobre el románico no tienen ni pies ni cabeza porque nos negamos a considerar las autorías y los matronazgos femeninos.

Es curioso que siga existiendo el prejuicio de que la Edad Media fue una época oscura y de censura, cuando vemos gracias a tu libro y a investigaciones como la de Gorka López de Munain que las serpientes a menudo asociadas al pecado de la mujer son exvotos que nos hablan de fertilidad y nacimiento. Háblanos un poco de la visión que había en estos templos sobre el cuerpo y los genitales. 

Me parece curiosísimo que se siga defendiendo esa supuesta moral represiva medieval cuando las iglesias románicas nos muestran todo lo contrario. En ellas nos encontramos mujeres y hombres enseñando los genitales, practicando coitos y todo tipo de escenas sexuales sin censura. El intento de censura llegó, sin embargo, hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, momento en el que se produjeron actos de iconoclasia en las iglesias para borrar, disimular o eliminar definitivamente esas escenas, muchos de ellos liderados por párrocos que querían imponer una moral represiva en torno al sexo. 

Es indicativo de en qué punto de la historia nos encontramos esa moral asustada por el sexo

Imágenes que por otra parte hasta el siglo XIX no habían generado tensiones y que encima estaban situadas bien visibles en las iglesias.

Es indicativo de en qué punto de la historia nos encontramos esa moral asustada por el sexo. Desde nuestra época, en la que todavía pervive en gran medida esa moral, se trata de justificar la aparición de estos coitos y desnudos en los templos ofreciendo varias teorías, todas ellas contempladas desde un punto de vista exclusivamente masculino. Todas ellas hipótesis no demostradas y simplistas que se contemplan bajo una mirada masculina, evidente en el modo en el que se ha llamado a estas representaciones. 

El llamado románico obsceno y después románico erótico. 

Pero no son ni algo obsceno ni algo erótico. Hay que tener en cuenta que muchas de las mujeres que enseñan su vulva, por ejemplo, son damas de la nobleza. Lo sabemos por el tocado que las identifica como tales. Si unas señoras con prestigio que están pagando su iglesia deciden representarse de ese modo no es para mostrarse como pecadoras ni tampoco para ser objeto de deseo de la mirada masculina. Esos son problemas de nuestro tiempo. Lo harían porque, de un modo que quizá hoy en día se nos escapa, eso les generaba cierto prestigio (no debemos olvidar que las iglesias eran lugares que aprovechaban para desplegar todo el aparato de propaganda de su familia y su linaje). 

Detalle del capitel de Estíbaliz con la imagen de la mala madre. / Fotografía cedida por la entrevistada.

Sin duda todo cobra más sentido si ponemos el foco sobre las damas, si realmente analizamos su posición, y como decíamos antes, sus preocupaciones.

La respuesta nos lleva de lleno a una de sus grandes preocupaciones: la fertilidad. Tenían la obligación moral de traer descendencia al mundo para perpetuar el linaje, pero al mismo tiempo era una actividad de riesgo porque muchas morían en el parto. Eso les generaba poder social (los hijos e hijas eran posteriormente piezas de ajedrez que ellas manejaban dentro del tablero de las relaciones de poder de la época) pero al mismo tiempo miedo. El hecho de que se representen desnudas, pariendo, teniendo sexo… en sus iglesias, y que muestren a sus esposos del mismo modo quizá sea una suerte de exvoto, una manera de exhibir el poder de dar vida y perpetuar el linaje, pero al mismo tiempo una manera de pedir protección divina en esa difícil empresa. 

¿Algo parecido podemos intuir en las llamadas mujeres serpientes?

Éstas no aluden al mal ni al pecado, no son lujuriosas las damas bien engalanadas que se muestran con serpientes, ni tampoco los hombres que aparecen en posturas semejantes con estos animales. Tienen más sentido como representaciones de la fecundidad, de la capacidad de dar vida, de la creación de un largo y fructífero linaje.

Como alavesa e historiadora y como apasionada del arte no dejo de maravillarme con iglesias como la de Estíbaliz o las pinturas de Alaiza. Mucha gente puede pensar que es un libro “local”, o asociado a Álava o al País Vasco, pero lo que también deja claro Tierra de damas es que fue una época más global de lo que se pensaba, el arte se replicaba y se hacía en función también de unos intereses. 

El apelativo de “local” es algo ideológico. Locales son todos los estudios que tenemos sobre cualquier época, porque se basan en datos extraídos de la zona concreta que controla la o el historiador de turno. Me hace mucha gracia que a los grandes medievalistas no se les considere locales: Émile Mâle, George Duby, Jacques Le Goff… Básicamente nos hablaron de Francia y consideramos que su saber es extrapolable a toda la Edad Media y a todos los lugares por igual. Y si hay algo diverso es la Edad Media, con su pluralidad de reinos, leyes, gentes, costumbres… Suelo poner de ejemplo que incluso variaba la manera de computar el tiempo en un reino y otro. Si cruzabas la frontera con Navarra estabas en otro año distinto. No era lo mismo ser mujer en Castilla que en un reino de Taifas.

Dama en castillo, canecillo de Armentia. / Fotografía cedida por la entrevistada.

¿Crees que a menudo se nos olvida que la realidad de aquellas era tan diversa como la nuestra?

Sin duda. Por ello yo tenía dos opciones ante esta investigación: centrarme en el caso de estudio que conozco y domino bien –porque manejo el terreno, conozco personalmente las iglesias de las que hablo, controlo las fuentes existentes–, y abrir una ventana a un pasado en el que puedo profundizar y buscar matices, o hacer una panorámica del matronazgo y su relación con las iglesias románicas, describiendo algunos ejemplos de distintas localizaciones de las que es imposible controlar todo el contexto que las rodea. Opté por la primera opción. El fuerte posicionamiento de la nobleza al mando de sus iglesias privadas me permitía acercarme a la voz de las damas, cotejando documentación con imágenes para poder ver así su mundo sin interferencias de otros poderes. Damas poderosas como Toda y María Lopez estaban jugando en la liga de las altas esferas, en contacto con reinas y reyes, y haciendo estrategias político-religiosas en territorio vasco cuyas ramificaciones llegaban incluso hasta la Borgoña francesa. 

Se trata por lo tanto de un caso local, pero que nos permite entender la globalidad e interconectividad del mundo medieval. 

Considero que en la Edad Media es preferible hilar fino y estudiar casos particulares para no incurrir en generalizaciones que funcionan en Francia pero no en Aragón o en León. También estos estudios locales representan esa historia diversa y plural que ahora demandamos, con sus matices, excepciones, particularidades… pero que al mismo tiempo participa en la globalidad de su tiempo y nos permite extraer algunas conclusiones más o menos universales o, mejor dicho, transversales.

Escenas de la vida cotidiana en la portada de Tuesta. / Fotografía cedida por la entrevistada.

¿Crees que este tipo de papel tan importante de las mujeres en diferentes niveles pudo darse en otros lugares de la Península Ibérica?

Y en toda Europa y en más épocas. Los estudios sobre matronazgo están apenas comenzando, pero a mi juicio son muy prometedores. Hasta ahora hemos analizado las obras de arte desde muchos puntos de vista, pero rara vez teniendo en cuenta a las mujeres que las hacían posibles y los intereses políticos que tenían detrás para ejecutarlas. 

La verdad histórica es un acto de rebeldía ante nuestro presente, que sigue perpetuando un patriarcado atroz

¿Podríamos considerar al matronazgo  como la puerta de entrada a un mundo de poder de mujeres silenciado hasta la fecha?

En el matronazgo o mecenazgo de obras artísticas femeninas se concitan muchas cosas: poder político, poder social, estrategias de pacificación o mediación, propaganda personal o de linaje, poder religioso, preocupaciones o deseos personales. Cada vez conocemos más nombres de mujeres a las que les debemos muchas de nuestras obras, queda darles un contexto y buscar el porqué de cada una, desgranar sus intereses particulares para descubrir ese poder femenino que se manifestaba a través del arte. Pero es un fenómeno que se ha dado casi hasta nuestros días, era un rol de género femenino asociado a las clases altas.

A menudo nos han dicho y han repetido que las mujeres de la Edad Media carecieron de relevancia social y jurídica, y en tu libro destacas el papel que jugaron algunas damas como representantes de la paz en conflictos. O la existencia del mismo lenguaje inclusivo. Como mujer que escribe sobre Historia y sobre Arte, ¿no te da auténtica rabia sentir que nos han querido borrar, que nos han querido sin pasado para en cierta forma dejarnos un poco desnortadas y justificar las tropelías actuales?

El primer sentimiento es rabia, por supuesto, pero descubrir todo el pastel y revelarlo creo que es también ejecutar una especie de justicia tanto para las mujeres del pasado como para las del presente. Y además creo que es nuestra obligación como historiadoras o historiadoras del arte. Allá donde nos han encubierto, donde nos han ignorado deliberadamente, donde han tergiversado el discurso es donde debemos poner el acento, para sacar a la luz esa verdad incómoda que no quieren que sepamos. La verdad histórica es un acto de rebeldía ante nuestro presente, que sigue perpetuando un patriarcado atroz apoyándose (entre otras cosas) en un relato histórico inventado o sesgado para perpetuarlo. 

Tomar conciencia de nuestro pasado nos empodera, nos da herramientas para dejar de tragarnos las mentiras y violencias que sostienen nuestro sistema actual

Parece que el hecho de que estudiemos la Edad Media produce cierta incomodidad, parece que al desvelarla liberamos un poder que nos incumbe en exclusiva a las mujeres. Diría que sentirnos fuertes y sabernos fuertes en aquel contexto histórico nos empodera y mucho.

Me encanta que la Edad Media auténtica produzca incomodidad, porque creo que es el primer paso para rasgar el velo de Maya y descubrir todos los trucos (muchos de ellos pueriles y poco sofisticados) que se han utilizado para ocultarnos en el relato de la Historia e imponer el patriarcado actual. Hay una correlación entre cada verdad incómoda que se desvela y un punto débil del patriarcado actual, porque si no, no se habrían tomado la molestia de tratar de cubrir con bulos esos hechos o simplemente de negarlos. Para mí el conocimiento es poder. Tomar conciencia de nuestro pasado nos empodera, nos da herramientas para dejar de tragarnos las mentiras y violencias que sostienen nuestro sistema actual, quiebra su supuesta justificación histórica y nos permite comprender que los derechos de las mujeres se pueden tanto ganar como perder, por lo que la lucha es perpetua. 

Para terminar querría destacar lo necesario que es que haya más estudios e investigaciones serias con perspectiva de género. Tierra de Damas es buena prueba de ello. 

Es poner las cartas sobre la mesa y evidenciar cosas como que en la Edad Media las mujeres vivían mejor que en otras épocas, que la Ilustración fue un movimiento misógino que terminó de hundir a las mujeres, que la historia es progresiva y lineal para los opresores pero no para las personas oprimidas, que la idealizada antigüedad romana se sustentó sobre una violencia y ausencia de derechos brutal para las mujeres. Nos revela la otra cara de la historia, lo cual es emocionante por la cantidad de descubrimientos trascendentales que se están produciendo, pero al mismo tiempo revela una contemporaneidad desoladora. Sólo sabiendo a lo que nos enfrentamos con cierta perspectiva podremos derrotarlo, así que es algo doloroso, emocionante, y absolutamente necesario.

Isabel Mellén Rodríguez (Vitoria, 1986) es una historiadora, investigadora y divulgadora especializada en el arte románico alavés y en el papel desarrollado por las mujeres durante la Edad Media. En Tierra de damas (Ed. Sans Soleil, 2021) Mellén desmiente lo que la historiografía nos ha hecho creer saber sobre...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Deborah García

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí