Si eres mujer en Castilla y León debes saber que dentro de unos días te van a gobernar quienes boicotean minutos de silencio por mujeres recién asesinadas, ya que eso de la violencia machista es un invento. Si eres homosexual es bueno que te hagas a la idea de que van a tomar decisiones en tu tierra quienes creen que perteneces a un lobby que supone un peligro para los niños. Si eres niño, prepárate, porque te van a gobernar quienes se niegan a que se investiguen los abusos sexuales cometidos durante décadas por miembros de la Iglesia. Si eres inmigrante en Castilla y León, malas noticias, ya que tus próximos gobernantes autonómicos te señalarán como delincuente por haber dejado atrás a tu familia y orígenes para buscarte una vida mejor. Si eres sanitario, siento decirte que en el gobierno de tu comunidad estará sentado el partido que ha mimado a los antivacunas, y si eres profesor, directamente te doy el pésame, ya que dentro de tu gobierno estarán quienes creen que la excelencia educativa se logra haciendo sonar el himno de España a todo trapo por las mañanas o permitiendo que los padres censuren contenidos de primero de derechos humanos en las aulas. Si buscas a un familiar asesinado en una cuneta para darle un entierro digno, olvídate de pedirle ayuda para encontrarlo a los herederos y admiradores de quienes le pegaron un par de tiros, que serán los que repartan el presupuesto. Si te preocupa el cambio climático, enhorabuena, ya que en tierras de Castilla y León oficialmente el cambio climático no existirá, así que no hay nada de lo que preocuparse. Si eres animalista y ves una cabra pasando cerca de un campanario, recomiéndale que se aleje.

En Europa, el líder del PP Europeo, Donald Tusk, ha lamentado el pacto de sus socios españoles con la extrema derecha calificándolo de “triste sorpresa”

Seas lo que seas debes saber que estamos ante la entrada de la ultraderecha, con sus obsesiones, persecuciones, delirios y mentalidad reaccionaria, en puestos de gobierno por primera vez en la historia de la democracia española. Se lo debemos a un PP que, nadie esperaba lo contrario, ha antepuesto mantenimiento de sillones a convivencia y dignidad democrática. Estamos ante un punto de partida, un romper el hielo, que con la conveniente ayuda de los grandes medios de comunicación –que entren trancas y barrancas– nos llevará a que todos estos delirios, persecuciones y obsesiones se intenten clonar con naturalidad en el gobierno de España. También estamos ante la primera decisión del nuevo líder del PP por aclamación, Alberto Núñez Feijóo, que ha decidido hacerse el gallego –si no sabía que su compañero de yate vendía cocaína al por mayor, cómo iba a saber lo que pasaba en la lejana Valladolid– encogiéndose de hombros ante este hito histórico. Señalado hoy como hipócrita por algunos, en su defensa hay que decir que Feijóo prometió moderación en su discurso, no en sus decisiones. En Europa, ese lugar donde no se ve el programa de Ana Rosa Quintana por las mañanas, el líder del Partido Popular Europeo, Donald Tusk, ha lamentado el pacto de sus socios españoles con la extrema derecha calificándolo de “triste sorpresa” y esperando –jajaja– “que esto no sea una tendencia en España”. Es decir, dejando claro que no se puede ser líder del PP Europeo y opinar de España sin tener sintonizado Telecinco.

En el futuro, cuando Vox por fin haya abordado lo que su candidato y próximo vicepresidente señaló como principales problemas de los castellano-leoneses, es decir, suprimir las ayudas a asociaciones de mujeres maltratadas y borrar toda referencia negativa a los crímenes del franquismo, será el turno del PP. Cuando no queden acosos que hacerle a la mujer, al inmigrante o al homosexual desde la institución, será el momento de que Vox, legitimado ya ante la sociedad como opción válida de gobierno, señale al PP de los Mañuecos y los Feijóos por colaboracionistas de la antiEspaña. Pueden preguntarle a Casado si esto no funciona así. Puede Feijóo ir abriendo un libro de historia y llegar él solito a la conclusión de si no ha permitido hoy que se abra una puerta que conduce directamente a la ruptura de la convivencia. Cuando llegue a la conclusión igual, hasta para él, que no es ni homosexual, ni mujer, ni inmigrante, será demasiado tarde para caer da burra.