EL SALÓN ELÉCTRICO
La paz cogió su fusil
“¡Eres un valiente! Ve a atravesar las líneas y no olvides que, mientras estás arriesgando la vida entre tiros y metralla, nosotros estaremos pensando en lo idiota que eres”. Un recorrido por las mejores películas pacifistas
Pilar Ruiz 18/03/2022
![<p>Fotograma de 'La chaqueta metálica'.</p>](/images/cache/800x540/nocrop/images%7Ccms-image-000028957.jpg)
Fotograma de 'La chaqueta metálica'.
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
No puedo parar la guerra; he pagado por adelantado el alquiler del campo de batalla.
Sopa de ganso (Hermanos Marx/Leo McCarey, 1933)
Si vis pacem para bellum es una frase fake. Un bulo milenario. De entrada, no lo dijo Julio César, señor famoso que sale en muchas películas, sino un desconocido llamado Vegecio allá por el año 390. Aquel tipo, amante de la precisión y la claridad como todos los romanos, escribió Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum. Traducido: “Quien deseara la paz, (por lo tanto) debiera prepararse para la guerra”.
La frase original está construida en forma de hipótesis, no en imperativo. Pero, ¿a quién le interesan los subjuntivos de una lengua muerta? Es más: ¿queda alguna lengua viva? Miles de lenguas –posiblemente más muertas que vivas– arengan hoy a las masas para que entren en guerra. Belicismo: nueva moda y vieja receta para sacar a las sociedades de las crisis y reactivar la economía –de algunos–. No son tiempos para Gandhis, no intenten imitar a ese señor pusilánime que no consiguió nada frente a un imperio. Borren de sus mentes todo lo que aprendieron en la infancia y adolescencia, la paloma de la paz de Picasso, el “haz el amor y no la guerra”, los cuentos y películas que te decían que la guerra era una cosa muy mala. Todo obsoleto. Para que estén ojo avizor, aquí tienen un puñado de ejemplos de mensaje antibélico escondido taimadamente en el mundo de las imágenes, acechando tras un golpe de clic o la programación de madrugada.
¿Guerra nuclear? Si fueron ustedes adolescentes en los 80, ni se les ocurra ir de nostálgicos por la vida y ver con sus hijos o sobrinos Juegos de guerra (Badham, 1983) que, además de adoctrinar a los niños ochenteros para convertirse en hackers dosmileros, nos dejó traumados por culpa de aquel Def con Dos. Fíjense que a algunos, como César Strawberry, les ha llevado por muy mal camino.
“La única manera de ganar es no jugar” Acojona, ¿eh? Pues tranquilos, que es pura propaganda y tan poco sutil como la astracanada de Kubrick en Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú (1964) que además se mofa de los sabios y ponderados gobernantes occidentales poniéndolos al mismo nivel que los malvados rusos soviéticos. Vergonzoso.
“La única manera de ganar es no jugar” Acojona, ¿eh? Pues tranquilos, que es pura propaganda y tan poco sutil como la astracanada de Kubrick en Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú
Por cierto, ¿les suena Vietnam? Hace unos días, un tertuliano –de esos que cada día se nos opinan encima– afirmaba que lo que más daño haría a la invasora Rusia sería la “vietnamización del conflicto” (sic) y los demás aplaudían. Estos lumbreras no son cinéfilos, benditos sean. Así que cuidadito con revisar Hair (Forman, 1979), no le vayan a confundir con un jipi: esta vez no cuela la excusa del musical. Y por mucha fama que tenga, ni se le ocurra tocar ese panfleto anti OTAN llamado Apocalypse Now (Coppola, 1979) ni con un palo. Nacido el 4 de julio (Stone, 1989) tampoco merece la pena: la historia –real– del soldadito condenado a una silla de ruedas de por vida, no es más que propaganda derrotista. Tampoco Platoon (1986) del mismo Stone. Aunque le hirieran dos veces en Vietnam y condecoraran con el Corazón Púrpura, qué va a saber ese menda de la guerra. También deben evitar aquella patochada de La chupa de chapa, más conocida como La chaqueta metálica (1987) por culpa de Stanley Kubrick, un pacifista de la peor especie; ya verán que su fementido nombre sale mucho por aquí.
¿Y la guerra civil? ¿No caen? También llamada “la guerra de la fosa del abuelo” por un tal Casado –caído en singular batalla–. Ahí tienen La vaquilla, esa película antibélica de Berlanga. El mismo Franco dijo del valenciano que era algo peor que comunista: “Es un mal español”; epíteto muy de moda y del agrado de los rocabareistas como el político profesional Josep Borrell, esa estrella rutilante. Ya ven que todas las modas vuelven: también la de 1939.
¿Por qué guerra íbamos? Ah, sí. La ola pacifista desatada tras la Primera Guerra Mundial acabó fatal: en la Segunda, sin ir más lejos. Todo por culpa de esos autores empeñados en llorar sus penas a la población de sus respectivos países, ya fueran vencedores o vencidos. Luego vino el cine a hacer caja: en Italia, La gran guerra (Monicelli, 1959); en Francia, La gran ilusión (Renoir, 1937) y Capitán Conan (Tavernier 1997) adaptación del Goncourt Vercel, otro veterano del Somme. Y el best-seller del soldado alemán Erich Maria Remarque Sin novedad en el frente’se hizo película en Hollywood (Milestone, 1930). El más famoso de estos libelos es la prohibidísima en España –estrenada en 1986– Senderos de gloria (Kubrick, 1957), novela del exsoldado y guionista Humphrey Cobb que comienza con la cita: “Los senderos de gloria no conducen sino a la tumba" poema del que dicen fue hombre más culto de su tiempo, Thomas Gray (1716-1771). Muestra de que no hay que fiarse de los intelectuales. Ni de nadie que haga cine, no hay más que ver La cortina de humo (Levinson, 1997).
¿Que no quiere usted ir a la guerra? ¿Tampoco que vaya su hijo o su nieto? ¿Tendría usted el valor de desertar? No son preguntas pertinentes para los valentones mediáticos: hay que armar a todo Cristo hasta los dientes aunque no hayan visto de cerca ni una escopeta de feria, porque de esta no se libra ni Dios o lo que es lo mismo: Gary Cooper haciendo de cuáquero pacífico en La gran prueba (Wyler, 1956). Y que sepan que lo de refugiado tampoco cuela.
Para película que se lleva la palma –y un premio del jurado en Cannes– de mala follá, la muy retorcida Jhonny cogió su fusil (Trumbo, 1971). Luis Buñuel se emperró en dirigirla y menos mal que no lo consiguió: ¿se imaginan la historia de un soldado sin cara, ojos, brazos ni piernas en manos de ese aragonés subversivo? Finalmente quien llevaría al cine su propia novela fue el mismo Trumbo, Trumbo (Roach, 2015): el guionista de Hollywood cazado y encarcelado por bruja comunista. Pues encima, pacifista: un tipo de lo peorcito.
Aquí en España no hay mucha cinematografía sobre la Gran Guerra: se nota que fuimos neutrales a pesar de que Alfonso XIII tenía su corazoncito germanófilo. Por cierto, que la rajada española hizo florecer la economía en aquellos años y se amasaron fortunas vendiendo caro a las potencias en conflicto. Ganancias colaterales. Pero en Inglaterra cayeron como moscas y la gente se mosqueó. Hasta en The Kingsman (Vaughn, 2021), reciente adaptación del cómic homónimo y tan británica como Jack el Destripador, encontramos pacifismo a espuertas. Y eso que los villanos son de cómic: todas las figuras históricas del Mal –como la cúpula del partido Republicano en los Simpson– que se necesitan los unos a los otros para arrastrar al mundo a la destrucción bélica. Una tontería, pero en la que se cuela la lectura de uno de los poemas más antibelicistas de la Historia de la Literatura, aquí en la voz shakespeariana de Ralph Fiennes:
(…) Si pudieras oír, a cada tumbo, la sangre
Vomitada por pulmones de espuma corrompidos,
Obsceno como el cáncer, amargo como pus
De viles llagas incurables en lenguas inocentes,
Amigo mío, no contarías con tanto entusiasmo
A los niños que arden ansiosos de gloria
Esa vieja mentira: Dulce et decorum est
Pro patria mori.
¿Es dulce y honroso morir por la patria? El poema de Wilfred Owen dice que no. Robert Graves, también insigne poeta y autor de Yo Claudio, contó en sus memorias –Adiós a todo eso– que “Owen, convaleciente tras ser herido en batalla, no hacía otra cosa que repetir que había sido injustamente acusado de cobardía por un oficial superior.” Owen cayó en el frente de Francia, una semana antes del armisticio.
Ah, la cobardía, esa cosa con plumas. Blancas, como en Las cuatro plumas (Korda, 1939), película pacifista a su pesar, como la mayoría del cine de aventuras y/o bélico.
¿Y los otros conflictos? Tranquilo, no vamos a hablar de Yemen, Haití, Etiopía, Malí o Myanmar, sino de Irak, mucho más popular gracias al cine
¿Y los otros conflictos? Tranquilo, no vamos a hablar de Yemen, Haití, Etiopía, Malí o Myanmar, sino de Irak, mucho más popular gracias al cine. En tierra hostil (Bigelow, 2008) retrata personajes que van camino del Hades y que pagan cada día su óbolo al barquero Caronte a modo de mordida. Soldados sin odio ni sentido del deber ni, por supuesto, patriotismo, sino atrapados en la inercia, el vacío. La Nada es el verdadero rostro del dios de la guerra. Bueno, y la propaganda: guerra justa y armas de destrucción masiva, la libertad contra la tiranía –tipejo pasa de amiguete tolerado a villano en cuestión de días–, protección de la democracia y sus intereses geopolíticos y energéticos porque el petróleo y los derechos humanos y nuestros valores, no me hables de jeques, hombre, es que estos se parecen a nosotros y en cambio los de Melilla… CORTEN. Nada, no han leído nada. Como tampoco han leído nada sobre ese país… Afganis¿qué? No existe, es un lugar inventado, como Libertonia.
Dicho de forma mucho más brillante y con la sabiduría marxista de Sopa de Ganso: “¡Eres un valiente! Ve a atravesar las líneas y no olvides que, mientras estás arriesgando la vida entre tiros y metralla, nosotros estaremos aquí pensando en lo idiota que eres.”
Si no es usted un valiente, si tiene alguna duda, que nadie lo note. Disimulen gritando muy alto: ¡Viva Libertonia!
No puedo parar la guerra; he pagado por adelantado el alquiler del campo de batalla.
Sopa de ganso (Hermanos Marx/Leo McCarey, 1933)
...
Autora >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí