A BOCAJARRO
Me tenías con el ‘hola’
Se empieza a jugar el partido y vemos un Atleti que puede ganar o perder, pero que lo va a hacer –acaso por primera vez en la temporada– con la cabeza alta
Felipe de Luis Manero 16/03/2022
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Que sí, que usted vio el partido del Atlético contra el Cádiz y pensó que eso no puede ser, que no puede venir el antepenúltimo a tu casa y dominarte, hacerte correr, llevar el peso del partido, que da igual que luego ganes porque la imagen es de un equipo enclenque, sin orgullo, que lo de las últimas semanas igual fue una entelequia, que el mensaje de Simeone ya no cala de igual manera en los chicos, que algunos de esos chicos han costado millones y juegan muy mal, que todas las odas del mundo para el Cholo, pero que ya no vale y que bla, bla, bla.
Me lo creo porque yo también lo pensé y no lo dejé escrito por aquí simplemente porque no me tocaba columna. Pero luego llega el partido más importante del año y usted prende el televisor con una esperanza furtiva e inconfesable, pero real. Una confianza que emana de aquel aroma extraño e inenarrable que instila este equipo desde hace unos años. ¿Es el aroma de la historia? No exactamente: es el olor de la historia más reciente, de la última década, la sensación de que, aunque todo vaya mal, tal vez el rival se lleve un buen susto. Y ellos, los de enfrente, también lo saben, básicamente porque ven a un tipo delgado y vestido de negro que se mueve frenéticamente a lo largo de la banda y que grita y que gesticula y que protesta, y sienten que ese tipo entrena a un equipo peligroso. Es una sensación que usted, por ejemplo, no tenía con Abel Resino o con Javier Aguirre. Ni usted, ni yo, ni nadie.
Y se empieza a jugar el partido, ya digo, y usted nota cómo sus nervios se atemperan porque lo que ve en el televisor le gusta. Le gusta ver a un equipo competitivo, ordenado, de sangre caliente y cabeza fría, un equipo punzante en cada ataque, un equipo que decide de manera certera en qué momento lanzar esas dentelladas que cada vez son más letales, un equipo aplicado en su área, con unos centrales de jerarquía, con un portero que vuelve a ser asombroso, un equipo, en definitiva, que puede ganar o perder, pero que lo va a hacer –acaso por primera vez en lo que llevamos de temporada– con la cabeza alta.
Y usted mira al banquillo y ve a un hombre que toma decisiones, que empieza a perfilar un once, que resucita (o directamente descubre) a un estratosférico Lodi, que es capaz de sentar en el banco una y otra vez a un peso pesado de la historia planetaria como es Luis Suárez y que –por las milagrosas reuniones con Gil Marín y compañía, porque ha sufrido una suerte de epifanía o por lo que sea– pone siempre en el campo al mejor jugador del equipo. E incluso usted comprueba que ese futbolista –João Félix– caprichoso y displicente de antaño se ha convertido en un jugador hambriento, sonriente, con gol y sin tapujo alguno para remangarse la camiseta e integrarse en la numerosa formación marcial que, instalada en la mismita línea del área propia, espera sin miedo la embestida del rival.
Y es entonces cuando termina el encuentro y usted se marcha a la cama con una mueca de placer y unos bichejos revoloteando por su pecho que no le hacen daño, sino cosquillas. Y piensa en el Cholo, en los jugadores, en la camiseta a rayas rojas y blancas y se dice a sí mismo antes de dormir que las cosas están bien así, que no hace falta cambiar nada, que de alguna manera los indulta a todos, sobre todo al míster, porque por mucho que lo critique tiene la certeza de que cuando se vaya todo va a ser gris y complicado.
Y quizá, solo quizá, a usted se le venga a la cabeza una de las escenas finales de una película que hace años protagonizó Tom Cruise. El representante de jugadores de fútbol americano, Jerry Maguire, se presenta por sorpresa en una reunión de mujeres despechadas que se entretienen poniendo a caldo a los hombres (esto es algo machista, pero la película es de 1996, indultémosla también). Allí está su esposa, a la que ha medio abandonado después de casarse sin excesiva ilusión. El marido arrepentido, sabedor ya de que en realidad ama a esa mujer, se planta en el salón, bajo la amenazadora mirada de todas aquellas hembras heridas, y lanza un discurso excesivo, empalagoso, cargado de aspavientos y coronado –tal vez esto no ocurrió– por varios golpes con la mano abierta sobre su pecho. Entonces su mujer (Renée Zellweger) emite una sonrisa cálida y responde con una frase maravillosa: “Ya me tenías con el ‘hola’ ”. Igual que el Cholo, igual que el Atlético, igual que el mismo fútbol.
Que sí, que usted vio el partido del Atlético contra el Cádiz y pensó que eso no puede ser, que no puede venir el antepenúltimo a tu casa y dominarte, hacerte correr, llevar el peso del partido, que da igual que luego ganes porque la imagen es de un equipo enclenque, sin orgullo, que lo de las últimas semanas...
Autor >
Felipe de Luis Manero
Es periodista, especializado en deportes.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí