A bocajarro
El futuro del fútbol
El Real Madrid quiere la Superliga para gozar de mayores privilegios de los que ahora tiene y el PSG no la quiere para ser el único que disfrute de estas prerrogativas
Felipe de Luis Manero 17/02/2022
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
A mí los villanos me suelen caer bien, eso que vaya por delante. Una cosa que valoro mucho en ellos es su sinceridad. Son malos, malísimos, pero van de cara. Quieren matarte a ti, quieren cargarse a todo el mundo, quieren destruir el planeta. Pero te lo dicen y al final, cuando no lo consiguen, incluso sientes un poco de pena por ellos. Pobres, alguna vez se merecen ganar. La cosa cambia si el malvado en cuestión representa otro papel y no reconoce de manera abierta sus pretensiones. Entonces me empieza a tocar un poco la moral. No me gusta que me engañen.
Antes del partido entre el PSG y el Real Madrid y después de la tradicional comida entre directivas, Nasser Al-Khelaïfi dijo ante las cámaras de Canal + Francia: “No lo voy a ocultar, casi no tenemos relación con el Madrid. No voy a dar marcha atrás en lo que pasó. Creo en el fútbol accesible para los clubes pequeños y ellos no piensan lo mismo”. Cualquier persona desconectada de la actualidad futbolística internacional pensaría que ese hombre preside uno de esos clubes pequeños o, en su defecto, es uno de esos extrañísimos directivos que, bien por su pasado como jugador o entrenador, bien por un carácter indómito y soñador, tiene adheridos a su piel los valores ancestrales que han acompañado a este deporte y se rebela ante cualquier tipo de injusticia que se presente en el horizonte.
La realidad es bien distinta: Al Khelaïfi es la cabeza visible de un club-Estado, un empleado del emirato de Qatar que, al oponerse con firmeza desde el primer minuto al proyecto de la Superliga, se granjeó la simpatía inmediata de la UEFA, reflejada primero en su nombramiento como presidente de la ECA (Asociación de Clubes Europeos) en sustitución de Agnelli –presidente de la Juventus y uno de los impulsores de la Superliga–, y después en la garantía tácita de que el estricto cumplimiento del fair play financiero se aplicaría con una sonrojante laxitud en el caso del club parisino. Esos antecedentes, unidos al afán indisimulado del Real Madrid por hacerse con los servicios de la estrella más rutilante de esta constelación que es el PSG, explican con mayor claridad la mala relación entre las dos entidades.
Florentino Pérez, posiblemente para restar minutos a un almuerzo en el que se habló de todo menos de lo importante –como cuando quedas para comer con tu ex–, llegó veinte minutos tarde a la cita. Desde algunos sectores de la prensa nacional se nos dijo que el duelo entre el PSG y su Real Madrid iba a ser algo así como una batalla entre el salvaje capitalismo, hacia el que inexorablemente avanza el fútbol, y una cuadrilla de honestos revolucionarios que peleaban –en inferioridad de condiciones, pero con sumo valor– por hacer regresar al deporte rey a su forma más primaria. En definitiva, un combate entre el maligno fútbol del futuro y el añorado fútbol de siempre.
El relato me hubiese parecido vagamente verosímil si el comensal que compartiera mesa con Al-Khelaïfi fuera, por poner un nombre, José Silvano, presidente de la Ponferradina. O cualquier otro dirigente de la multitud de clubes que miraba –y mira– con recelo a ese monstruo que emerge del subsuelo llamado Superliga. Pero desde luego ese discurso no puede ser creíble si quien lo abandera es uno de los ideólogos de este proyecto elitista que terminaría por hacer añicos al fútbol tal y como hoy lo conocemos. En realidad, ninguno de los clubes que se sumaron a esta propuesta (aunque luego dieran marcha atrás por las circunstancias) podrá nunca arrogarse el papel de salvador.
Y como colofón a todo esto está el más que probable fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid, una operación legítima y hasta envidiable, pero que convendremos que no está al alcance de ningún club pequeño, siquiera mediano.
Esa es más o menos la realidad: el Real Madrid quiere la Superliga para gozar de mayores privilegios de los que ahora tiene y el PSG no la quiere para ser el único que disfrute de estas prerrogativas. Si el futuro del fútbol solo puede transcurrir por uno de estos dos caminos, no parece muy alentador.
Por el momento, la batalla en el césped dejó patente la superioridad del equipo de las estrellas ante una escuadra insegura, roma y atemorizada. Además, claro, de la exhibición del exuberante Mbappé, que sí apunta a goleador de época, vista los colores que vista. Eso es lo que de verdad debería importar, lo que pasa dentro del terreno de juego. Lo de fuera siempre es peor.
A mí los villanos me suelen caer bien, eso que vaya por delante. Una cosa que valoro mucho en ellos es su sinceridad. Son malos, malísimos, pero van de cara. Quieren matarte a ti, quieren cargarse a todo el mundo, quieren destruir el planeta. Pero te lo dicen y al final, cuando no lo consiguen, incluso sientes un...
Autor >
Felipe de Luis Manero
Es periodista, especializado en deportes.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí