Sophie Muller / Representante de ACNUR en España
“Ucrania no puede hacernos olvidar a los más de 2.000 menores desplazados que llevan dos años en Canarias”
Gorka Castillo 14/03/2022
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La situación humanitaria de Ucrania es objeto de máxima preocupación para ACNUR. 2,7 millones de refugiados y otros dos millones de desplazados internos en tres semanas sitúan a este país en la enciclopedia universal de la infamia. La cifra, reconoce la representante en España del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Sophie Muller (Boynton Beach, Florida, 1976), podría ascender en los próximos días a cuatro millones de huidos. Muller reconoce las enormes dificultades que están encontrando el centenar de miembros de ACNUR que permanecen sobre el terreno. “La población civil se ha convertido en objetivo de las operaciones militares. Eso ha vuelto aún más terrible el escenario pero estamos listos para distribuir apoyo de primera necesidad allí donde sea posible”, afirma con acento francés de Montpellier. Bregada en conflictos monstruosos como el de los Grandes Lagos y una dilatada experiencia en el trabajo de campo que realizan equipos de emergencia humanitaria, Muller sabe bien de lo que habla. “Ucrania siempre ha sido una zona sensible pero nunca llegamos a imaginar que esto se produciría”, reconoce. También se felicita por la rápida respuesta de la Unión Europea para hacer frente a una situación de emergencia humanitaria colosal, pero advierte de los riesgos: “Nos parece bien que se active una tramitación rápida para la salida de los menores ucranianos pero no podemos dejar de lado a los más de 2.000 que llevan dos años esperando en Canarias. Eso no puede ser. Es un riesgo social, político y de protección grave”.
El ejército ruso ha anunciado que facilitará la evacuación de la población civil en varias ciudades ucranianas siempre y cuando se dirijan hacia los territorios bajo su control. ¿No resulta una ironía macabra, especialmente tras dos intentos frustrados de alto el fuego?
Como organización de Naciones Unidas que promueve el principio humanitario de neutralidad necesitamos tener acceso a todos los espacios donde se encuentren personas en necesidad de apoyo humanitario. En algunos lugares está resultando difícil por las condiciones de seguridad que hay. Estoy muy orgullosa del equipo de ACNUR en Ucrania, porque ha decidido mantenerse sobre el terreno pese a las dificultades que estamos encontrando para trabajar sobre el terreno. Estamos preparados para ello. Estamos listos para distribuir apoyo de primera necesidad a través de los corredores humanitarios. Es el primer avance para acceder a determinados lugares y actuar de inmediato.
Pero Ucrania ha calificado la oferta rusa de “inmoral”. A ACNUR, como organización de protección multinacional y asistencia humanitaria, ¿qué garantías le ofrece esa propuesta?
Nosotros defendemos el derecho humanitario porque es la forma de proteger a la población civil que no participa activamente en el conflicto. Y a partir de esa base legal, trabajamos para que las personas puedan sobrevivir en una situación crítica. Ahora mismo no hay acceso a ningún servicio de primera necesidad en muchos lugares del país y nuestros compañeros han tenido que reubicarse dentro del territorio para llegar al mayor número de ciudadanos posible. Los de nacionalidad no ucraniana, quizá por no tener vínculos culturales y no tener la protección que acompaña a los ucranianos, ya han sido ubicados en Kiev. Después, los equipos se han reorganizado para garantizar que la ayuda llegue en cuanto sea posible a la población en riesgo que está bloqueada en diferentes puntos del país.
La situación de seguridad es tan grave que hace muy compleja la asistencia humanitaria
El director de operaciones de Cruz Roja Internacional, Dominik Stillhart, ha asegurado que la carretera por la que debía salir el convoy humanitario de Mariupol estaba minada y que la situación se ha vuelto “apocalíptica”. ¿Tiene constancia ACNUR de delitos de guerra tan aberrantes?
Como observadores internacionales humanitarios somos testigos de que la situación es cada vez peor. La población civil se ha convertido en objetivo de las operaciones militares y eso vuelve aún más terrible el escenario y más difícil nuestro trabajo. La situación de seguridad es tan grave que hace muy compleja la asistencia humanitaria.
ACNUR ya estaba presente en Ucrania, en las regiones de Donbás y Lugansk, antes de la invasión rusa. ¿Imaginaban que se llegaría a esta situación?
Nunca llegamos a creer que podía suceder algo así. Antes de la invasión, teníamos un equipo de 125 personas dentro de Ucrania y otro centenar en los países limítrofes. Lógicamente, todo esto ha cambiado porque todos han tenido que reubicarse varias veces por razones de seguridad. Como un actor internacional encargado de la protección y desplazamiento forzoso de la población, en Donbás estábamos desarrollando planes de contingencia, mirando con detenimiento las relaciones bilaterales y multilaterales que confluyen en esa región. Siempre fue una zona muy sensible, pero después de lo vivido en 2014 comenzamos a plantearnos diferentes escenarios de actuación, desde los mejores a los peores. No puedo decir que barajábamos uno u otro porque faltaría a mi neutralidad, pero sí que nos preparamos para todos los escenarios.
¿Estamos ante la mayor crisis humanitaria en suelo europeo desde la II Guerra Mundial?
Sin duda. Llevamos contabilizados 2,7 millones de refugiados, y dos millones de desplazados internos. Es una cifra vertiginosa. En Ucrania no hay otra opción que la huida. Eso es terrible. Es evidente que la población quiere combatir pero hay miles de mujeres, niños y ancianos que han llegado a las diferentes fronteras en busca de la protección de otro país. Es el comportamiento lógico de la población que sufre un conflicto armado. La gente huye de sus hogares, llega a las fronteras y ahí se organizan como comunidad en campos de refugiados donde aguardan noticias que les llegan de la guerra, cualquier información útil que les sirva para decidir si pueden regresar a su hogar.
Pero también es peligroso que aguarden allí porque pueden volverse un objetivo de guerra e incrementar las tensiones en la frontera.
Efectivamente, pero a veces no hay otra opción. Lo que intentamos evitar en ACNUR es que los países que les dan cobijo mantengan campos de refugiados cerca de la frontera, porque puede crear tensiones entre los propios países e incluso con la población de ese país. Es mejor mirar opciones más alejadas de esos focos para que el refugiado pueda sentirse más seguro y empezar una vida normal dentro del drama que sufre. Nuestro objetivo es trabajar la paz en una situación de refugio para que puedan volver cuanto antes a su hogar y reconstruir lo que la guerra les ha destruido.
Estiman que puede llegarse a los cuatro millones de refugiados si no se produce una desescalada del conflicto en los próximos días.
Sí, esa estimación es el peor de los cálculos del desastre humanitario que ahora vivimos en Ucrania.
Llevamos contabilizados 2,7 millones de refugiados y dos millones de desplazados internos. En Ucrania no hay otra opción que la huida
Y, ¿cómo se organizan para asistir con garantías a tantos millones de personas desesperadas?
Tenemos una trayectoria de 71 años que nos ha dejado experiencias igual de terribles en todos los continentes del mundo. Ahora mismo afrontamos situaciones durísimas en Myanmar, Bangladesh, Yemen o Sudán. Desafortunadamente, nuestro mundo de hoy no es muy estable. Vivimos situaciones de tensión muy alta. En la crisis de Ucrania apoyamos a la Unión Europea, que es quien tiene la capacidad y la autoridad para dar respuestas a este drama. En los países fronterizos hemos activado una ayuda en transición a los refugiados que les cubra las necesidades urgentes hasta la llegada de los servicios de ayuda social que ha habilitado cada Estado. También les facilitamos información y orientación, una herramienta de protección fundamental porque es donde desbordan sus miedos, la angustia y la profunda tristeza que acumulan los refugiados, muchos de los cuales han abandonado sus casas pero también a sus padres y hermanos. Necesitan saber con urgencia dónde dirigirse, cómo protegerse, cuál es la manera de conseguir una acogida digna que les dé un poco de tranquilidad. En este sentido, desde ACNUR agradecemos a los Estados europeos que mantengan sus fronteras con Ucrania abiertas para evitar las colas que se produjeron en el éxodo de los primeros días del conflicto y que no haya discriminación.
¿Cuál es la mayor preocupación de ACNUR en estos momentos?
La paz. Necesitamos que esto pare ya. No tenemos otra preocupación. Podemos seguir organizando la respuesta humanitaria pero necesitamos que llegue la paz ya.
Muchos comienzan a preguntarse qué papel está desempeñando la ONU en Ucrania. La organización surgió después de la Segunda Guerra Mundial y parece haber quedado desfasada.
La complejidad de Ucrania es que ha involucrado a uno de los miembros del Consejo de Seguridad. He tenido la oportunidad de trabajar directamente con el actual secretario general de la ONU, António Guterres, cuando estuvo al frente del Alto Comisionado para los Refugiados, y me consta que tiene una profunda fe en la diplomacia discreta. Yo confío plenamente en su trabajo y en su voluntad. En ocasiones, la discreción es la mejor manera de no estropear las posibles soluciones. En Ucrania hablamos de un juego político de alto nivel, porque participan potencias mundiales y regionales con herramientas de conflicto de una naturaleza compleja, con muchos intereses económicos. Todo eso conforma una mezcla que tiene infinidad de matices. No sólo es un tema de seguridad de las personas. También está la protección de la economía de cada Estado. Y ese planteamiento supera al simple hecho de mantener la paz mundial. Pero que nadie dude de que la ONU mantiene contactos discretos con todas las partes para buscar una solución urgente.
Pero, ¿no cree que urge un replanteamiento estructural de la ONU para no llegar al extremo al que se ha llegado?
Creo que la ONU debe tener un protagonismo crucial. El problema al que nos enfrentamos, en mi opinión, es que las relaciones internacionales viven un momento sin un liderazgo definido. Llevamos 50 años de tensiones y guerras. Sólo el conflicto sirio lleva activo 12 años. ¿De qué solución estamos hablando? Si las naciones no están unidas en el objetivo de la paz, el trabajo de la ONU siempre será difícil. Si miramos los conflictos en los que está ACNUR, en Yemen, Sudán o Myanmar, vemos que la voluntad de los Estados involucrados es decisiva. Es difícil hablar de paz en serio cuando pocos creen de verdad en ella. El discurso y la realidad no caminan de la mano. El Consejo de Seguridad es la piedra en el zapato del funcionamiento de la ONU. Cuando hace unas semanas el Alto Comisionado, Filippo Grandi, y el director ejecutivo de la OCHA dieron una charla informativa para explicar la situación humanitaria y de protección de Ucrania, los discursos que se produjeron en el Consejo de Seguridad no eran sobre seguridad en la región. No se entendían entre ellos. Por eso confío tanto en las habilidades diplomáticas del secretario general de Naciones Unidas fuera de ese consejo, fuera de los focos de la política. Tengo fe en su neutralidad.
Pero cada día de guerra es un puente más que salta por los aires en la difícil convivencia que ya había en algunas zonas de Ucrania. Mire Bosnia. Cuando llegue la paz, la reconstrucción moral será compleja.
No será fácil, no. Hablamos de dolorosas consecuencias que tardarán años en sanarse. Por experiencia sabemos que todo lo que es reparar las conciencias colectivas, reconstruir la cultura de un pueblo y las identidades nacionales siempre tiene un difícil arreglo. Cuando todo esto acabe, muchos ucranianos volverán rápidamente a su país pero habrá otros refugiados que decidan esperar para ver cómo se reorganiza todo, qué influencia habrá en su región de origen. Las personas necesitan seguridad física, moral y socioeconómica para rehacer sus vidas y retomar sus actividades con normalidad. Ucrania tiene una composición compleja y en la reconstrucción habrá que tener en cuenta a todos para que cada uno tenga su propio espacio.
Europa ha decidido activar el sistema especial de acogida para los ucranianos que lleguen a España. Parece una buena medida para evitar un colapso humanitario pero, ¿no puede crear una sensación de discriminación en otros refugiados que huyeron de conflictos tan sangrientos como el ucraniano?
En Ucrania existe una situación de emergencia brutal que requiere una actuación especial por parte de la UE debido al volumen de refugiados y a las características violentas del conflicto. Que se active el sistema especial de acogida en función de esa situación es algo normal en la protección internacional. Ocurrió lo mismo en la guerra de Siria. Los países fronterizos, como Jordania y Líbano, ofrecieron la misma protección a los refugiados que la UE está dando ahora a los ucranianos. Abrieron campos que acogieron a millones de personas. Bienvenida sea esta rápida decisión de la UE, pero ACNUR también pide que no se deje de lado a los otros refugiados. Quizá ahora sea el momento de activar recursos de protección para todos los refugiados que llegan a suelo europeo, porque hay perfiles que necesitan una atención inmediata. Por ejemplo, los menores. Nos parece bien que se active una tramitación rápida para la salida de los menores ucranianos, pero no podemos dejar de lado a los más de 2.000 que llevan dos años esperando en Canarias. Eso no puede ser. Es un riesgo social, político y de protección grave. Nosotras decimos a las autoridades: está bien, organícense para acoger a los ucranianos pero, por favor, que no sea desproporcionado con las personas que vienen de otros lugares y que sufren las mismas dificultades. La percepción de discriminación es un peligro. La gente afectada no se va a quedar quieta, y las organizaciones y la sociedad civil tampoco. Igual es el momento de agilizar el procedimiento de asilo o extender el de protección temporal a todos los solicitantes para que puedan trabajar de forma inmediata. Para ACNUR es un tema de aplicación de derecho.
¿Qué noticia le gustaría escuchar al despertarse mañana?
Es fácil. Que la paz ha llegado a Ucrania.
La situación humanitaria de Ucrania es objeto de máxima preocupación para ACNUR. 2,7 millones de refugiados y otros dos millones de desplazados internos en tres semanas sitúan a este país en la enciclopedia universal de la infamia. La cifra, reconoce la representante en España del Alto Comisionado de la ONU para...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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