ALMA COLCHONERA
A este lado de la vida
Atlético de Madrid 0 - Manchester City 0
Ennio Sotanaz 14/04/2022
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Ninguna derrota es dulce, pero hay derrotas que enferman y otras que sanan. Esta creo que es de las segundas. De las que cosen heridas, ensanchan el corazón y acortan la distancia entre los que sienten parecido. El de esta noche es uno de esos partidos que te hacen recordar que no hay razones para agachar la cabeza.
La derrota contra el Manchester City, empate en realidad, se recordará en el imaginario colchonero como un nuevo baile irlandés, sin lluvia, pero con mucho orgullo. Será una de esas noches en las que pudo ser y no fue, pero en la que uno se fue a dormir sabiendo que estaba en el lado correcto de la vida. Después de meses recibiendo metralla adulterada y de tener que justificarnos delante de mercenarios de pacotilla o de personajes caducados y ávidos de casito, estas cosas saben a gloria. Sí, porque todos esos artesanos de la falacia oficial han visto que el fútbol es más transversal y universal de lo que pregonan. Los supuestos poetas de la verdad, los ángeles portadores de la estética, resulta que son tan pedestres como cualquier otro. El problema es que, como reza un proverbio árabe, quien no comprende una mirada tampoco comprenderá nunca una larga explicación.
El Atleti demostró que es un animal de competir, se crece en los momentos clave y tiene la personalidad intacta
El Atlético de Madrid ha caído eliminado de esta edición de la Champions League con los pies por delante, que es como suelen caer los equipos campeones. Lo ha hecho con la sensación de que podía no haber sido así y de que la suerte volvió a serle esquiva. Sí, porque al final la eliminatoria ha estado mucho mucho más igualada de lo que vaticinaban los especuladores de la información. Lógico, estando el equipo de Simeone de por medio. El Atleti ha vuelto a demostrar que es un animal de competir, que se crece en los momentos clave y que tiene la personalidad intacta. Que es un equipo de autor, genuino y consolidado, al que habría que proteger y no denigrar.
El partido comenzó con un ambiente espectacular en la grada y mucho respeto en el campo. La excitación de un Metropolitano lleno y eufórico caía sobre dos equipos que se conocían muy bien. Los de Simeone, expuestos por el resultado adverso de la ida, decidieron adelantar la presión y tratar de ir a robar arriba, pero los ingleses tardaron apenas un cuarto de hora en regular el empuje inicial. Los rojiblancos lo intentaban con pasión y diligencia competitiva, pero poco a poco fueron cayendo en la trampa de los de Manchester, que no sólo anularon el ímpetu rival, sino que además les quitaron también el balón.
La primera parte pasó como una exhalación y sin apenas ocasiones. Un par de arranques mal resueltos por la parte colchonera y pequeño barullo en el área rojiblanca que acabó con un disparo de Gundogan al palo de Oblak. Ya en la ida la propuesta del Manchester City me pareció muy conservadora y en la vuelta me lo ha vuelto a parecer. Piensen en cuántas ocasiones han tenido en los dos partidos. En el cómputo global de la eliminatoria, creo que el equipo de Guardiola ha arriesgado entre poco y nada. Su poderío físico, la velocidad del juego y la capacidad para marear el balón les ha valido para hacer que no pasase nada la mayor parte del tiempo.
En la segunda parte, los de Simeone anularon a un equipo que es una máquina de generar ocasiones, pasando por encima de él
Pero la segunda parte ha sido otra cosa bien distinta. Una especie de epifanía colchonera que los que la hemos vivido en directo vamos a tardar en olvidar. Los de Simeone no solo anularon a un equipo que es una máquina de generar ocasiones y de hacer goles (basta darse un paseo por sus partidos de la Premier), sino que pasaron por encima de él. Reinildo, Savic y Felipe se hicieron los guardianes de un muro impenetrable. Kondogbia se erigió en señor del centro del campo y todos los balones fueron suyos. Y el resto se puso a remar con el corazón entre los dientes y la victoria entre ceja y ceja.
Y a punto estuvieron de conseguirlo. Llegadas, acumulaciones en el área, tiros desviados, malas elecciones a la hora de rematar… El gol no llegaba, aunque solamente existía un equipo en el césped. La epifanía colchonera se tropezó entonces con el barro del ángel caído. Aquellos que durante años parecían haber estado sudando colonia, o eso nos decían, los que hablaban del rival con la superioridad moral del que se siente un privilegiado, los que cuestionaban la forma de sentir de los que son diferentes, resulta que también necesitan deponer, sonarse la nariz y mancharse las manos. Los defensores de la pureza resulta que acabaron recurriendo a la suciedad más sucia para poder sobrevivir. ¡Oh, sorpresa! Humanos haciendo de humanos. Curiosa forma de morir con las ideas puestas, eso sí. Los de Guardiola no sólo se dedicaron a perder tiempo como el equipo más tosco de la última categoría de la Liga del Ayuntamiento, también acabaron ofreciendo el repertorio completo del fútbol más chabacano.
El Atleti llegaba para estrellarse con la mala suerte. De Paul, Correa, Savic de córner, tiros de Lemar o de Kondogbia… nada
El Atleti llegaba y llegaba para estrellarse con la mala suerte. De Paul al poco de salir, Correa liándose en el último momento, Savic de córner, tiros de Lemar o de Kondogbia… nada. Los de Simeone escupían fuego y el City solamente podía quitárselos de en medio a base de comedia y jugando a no jugar. Fue ahí, en una de esas performances denigrantes, con un esteta del City haciendo la croqueta para meterse dentro del campo y continuar allí con su particular interpretación de los monólogos de Otelo, cuando a Felipe se le fue la cabeza dándole argumentos al colegiado para echarlo del campo. Algo difícil de justificar por parte del brasileño y que creo que debería controlarse mejor desde el vestuario. Aun así, con diez y el tiempo de descuento apretando en la coronilla, el Atleti volvió a poder marcar por dos veces.
No era el día.
El Atleti cae de pie, con el orgullo intacto y más cerca de su propia esencia que antes. O esa es al menos mi sensación, viendo un Metropolitano completamente lleno diez minutos después de haber sido eliminados y con miles de rojiblancos aplaudiendo a sus jugadores y aupados en la alegría de sentirse parte de esa comunidad. ¿Por qué hacen eso?, dirá algún desubicado. Pues porque así es como se entiende el fútbol en este lado de la vida. Habrá quien no lo asuma y tendremos la mala suerte de que sean además los que tienen el oligopolio de la verdad o los fabrican la realidad televisada. Nos llamarán estúpidos por hacer algo así después de perder, pero como decía Oscar Wilde, lo único capaz de consolar a un hombre por las estupideces que hace es el orgullo que proporciona hacerlas.
Ninguna derrota es dulce, pero hay derrotas que enferman y otras que sanan. Esta creo que es de las segundas. De las que cosen heridas, ensanchan el corazón y acortan la distancia entre los que sienten parecido. El de esta noche es uno de esos partidos que te hacen recordar que no hay razones para agachar la...
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