MÚLTIPLES CONCIENCIAS
¿Acaso no soy humanx?
Entre el 26 de junio y el 3 de julio salieron miles de personas a la calle pidiendo verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. El hashtag #masacremelilla ha sido denunciado en redes, impidiendo así su difusión
Silvia Albert Sopale 5/07/2022
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Cuando abracé a Moussa (nombre ficticio) todo él temblaba. No era capaz de contener las lágrimas. Su dolor a sus pocos 22 años es inabarcable para mí. Hace más de 4 años, salió de su país en la zona central de África con la esperanza de poder ayudar a su madre y escapar de la pobreza que los ahogaba. Hasta ese momento, en una plaza de Barcelona, había visto morir a demasiadas personas de forma violenta. Había pasado hambre, se había alimentado algunos días únicamente con chucherías o bollería dura que conseguía de la basura. Había dormido en la calle. Le habían pegado en Argelia, en Marruecos y en España. Ha vivido situaciones que no puede contar porque la herida es demasiado reciente y profunda. Porque no sabe cómo hacerlo. Porque no sabe para qué servirá. El remordimiento le acompaña cada día. Se arrepiente (a pesar de tener trabajo) de haber venido. Se arrepiente de haber incitado a otros a venir; otros que se perdieron en el mar, de los que no sabe nada y cuyas madres continúan preguntando por ellos. Continúan esperando que regresen. Mientras lo abrazaba e intentaba sostenerlo, pensaba en las madres. En todo lo que somos capaces de hacer por nuestrxs hijxs. En los sacrificios, en las situaciones y relaciones que aguantamos por ellxs. Pensaba que cada una de esas 37 personas que fueron asesinadas tuvieron madres. Madres que soñaron para ellxs un mejor futuro, como hacemos todas las madres del mundo. Desear lo mejor para nuestrxs hijxs y respetar que han de escoger su camino aunque no siempre sea el que nosotras escogeríamos. Pero los dejamos ir, porque así es la naturaleza humana. Para que se conviertan en las personas que quieran ser en “libertad”. Porque la juventud viene con fuerzas renovadas para cambiar el mundo que lxs adultxs ya vamos dando por perdido. Y confiamos en que lo aprendido durante esos años que estaban pegadxs a nosotras y nos eran mucho más fácil proteger, les sirva allá donde vayan. Y esperamos a que regresen, esperamos que sean felices, esperamos que llamen. Esperamos…
También pensaba en la juventud española racializada. En si podría afectarles ver esta doble vara de medir a los refugiados ucranianos (los rubios con ojos azules) por un lado, y los africanos (los negros) por el otro. Como cuando tu madre trataba de forma diferente a tu hermano que a ti. En el dolor que sentías y en cómo eso afectó a tu autoestima. Pero el Estado no es nuestra madre. A nuestra madre no la podemos cambiar (si ella no quiere), es la que nos ha tocado y hemos de amarla (si es que se puede) porque nos dio la vida. La vida; esa vida que tanto les importa a algunas personas y partidos políticos que se oponen al aborto, a la eutanasia y a las relaciones sexuales, pero que poco les importa cuando son otrxs lxs que mueren en su país. Claro que esxs otrxs no son vistxs como humanxs desde hace más de 500 años. El Estado debe cuidar a lxs ciudadanxs. Me pregunto si la juventud racializada siente que es importante en este Estado-nación o ha normalizado la injusticia. Me pregunto si esa juventud racializada sabe el poder que tiene para cambiar las cosas, que las reivindicaciones sociales sirven y que transforman el mundo. Espero que esto no les hunda en la tristeza o la impotencia que siente Moussa, porque apenas puede hacer más; ya hizo su parte. Ahora está agotado, al límite. Ellxs tienen privilegios que él no tiene, ellxs tienen derechos reconocidos constitucionalmente que pueden exigir. Ellxs, espero, serán capaces de transformar su dolor en fuerza. Que entiendan que el problema no son ellxs sino este sistema racista y opresor.
El sistema quiere que nos desilusionemos. Nos lanza bulos para que nos enfrentemos. Nos dice que los migrantes cobran ayudas que nosotrxs no cobramos y nos lo creemos. “¿Si lo dice la tele o lxs políticxs será verdad, no?”. El sistema sabe que, si nos organizamos, aceptamos nuestras diferencias y dejamos de pelear entre nosotros, caerá.
Entre el 26 de junio y el 3 de julio salieron miles de personas a la calle en todo el territorio Español pidiendo verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. El hashtag #masacremelilla ha sido denunciado en redes, impidiendo así que la noticia se difunda.
Cuando abracé a Moussa (nombre ficticio) todo él temblaba. No era capaz de contener las lágrimas. Su dolor a sus pocos 22 años es inabarcable para mí. Hace más de 4 años, salió de su país en la zona central de África con la esperanza de poder ayudar a su madre y escapar de la pobreza que los ahogaba. Hasta ese...
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Silvia Albert Sopale
Actriz, directora teatral, creadora y activista feminista antirracista española, vive en Barcelona. Ha escrito y representado No es país para negras, una obra que explica qué implica ser mujer y afrodescendiente en España.
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