Alma colchonera
Lo nuevo que no es tan nuevo
Está bien empezar a andar así. Por mucho que sea simplemente la primera jornada y que faltan muchas piezas por decantar en muchos sitios, el espíritu que transmite este equipo no es el del año pasado
Ennio Sotanaz 16/08/2022
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Leía el otro día que Pitchfork, una prestigiosa revista estadounidense especializada en música independiente, decidió el año pasado cambiar algunas críticas que habían publicado en su día. Lo que en 2007 había sido un humillante 5,2 para el Sky Blue Sky de Wilco, por ejemplo, en 2021 pasaba a ser un majestuoso 8,5. Eso es trampa, pensará algún lector. Y esa fue también mi primera impresión. ¿Seguro?, pensé después. ¿A quién no le ha pasado alguna vez algo parecido? ¿Quién no ha cambiado de opinión con los años? ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlo?
La anécdota me ayudó a reflexionar sobre lo inestable y poco sólidos que suelen ser los cimientos sobre los que construimos la crítica que juzga escenarios intangibles desde las emociones y el contexto particular de cada uno. El fútbol podría encajar perfectamente en esa definición y, quizá por ello, me he acordado de esta historia precisamente hoy, viendo a este Atleti que pocos meses atrás parecía una hoja caduca y que ahora parece una máquina bastante bien engrasada de hacer fútbol. Ni una cosa ni la otra, seguramente. Escribir es reescribir, decía el editorial de Pitchfork para justificar que somos humanos. Me vale. Uno puede enamorarse o desenamorarse de Reinildo, perdonar a Griezmann o enfadarse con las lesiones de Giménez, pensando al mismo tiempo que es el mejor central de la plantilla. Sí, porque uno es humano y cambia y se equivoca. Y a mucha honra. Así que hoy, quizá por el efecto del verano, me apetece tener fe en este nuevo Atleti, que en realidad no es tan nuevo.
Como el que no quiere la cosa, en pleno agosto, ha comenzado ya una nueva Liga. La 2022/23. Descafeinada, injusta, asimétrica, gobernada por una extraña entente cordiale que aúna grupos de poder con una idea muy precisa de lo que es bueno para todos, pero de la que no podemos prescindir los que tenemos inoculado el veneno del fútbol. Es así. Una que el Atleti encara con una plantilla parecida a la del año pasado, con un Witsel que promete, con el inquietante retorno de Saúl y Morata (de momento), sin centrales suficientes y con la esperanza de que las lesiones nos permitan dilucidar el verdadero potencial de este equipo. Intuyo que nos vamos a divertir.
Simeone decidió empezar el torneo con el mismo once que pasó por encima de la Juventus en pretemporada. Dato interesante, porque en él había dos jugadores de vuelta, que aparentemente no quedaron muy bien con el argentino. Fue buena idea, porque la imagen del equipo en esos primeros veinte minutos resultó fabulosa. Muy parecida a la del verano, por cierto. Presión adelantada, agresividad, ayudas constantes, salida desde atrás con el balón controlado, velocidad en el desplazamiento, creatividad y definición. Firmo porque el Atlético de Madrid sea siempre eso. Es más, quiero creer que eso es precisamente lo que aspira a ser el Atlético de Madrid. Que salga o no, es otra historia.
Los rojiblancos no solamente transmitían buenas vibraciones, sino que dominaban realmente todas las facetas del juego. Y claro, en ese caldo de cultivo es más fácil que salgan las cosas. En una de esas combinaciones electrizantes que tanto echábamos de menos, João Félix dejó un pase marca de la casa para que Morata abriese el marcador con un remate certero de zurda, desde el borde del área. Ni en los mejores sueños. Todo era alegría por el lado rojiblanco.
Pero el gol cambió las cosas, desgraciadamente. Nunca sabremos si lo hizo por culpa del empuje del rival o por esa pesadilla recurrente que sufrimos los seguidores colchoneros de ver al equipo bajar los brazos con el marcador a favor. El caso es que la posesión se igualó, el Atleti rebajó la presión y el Getafe cogió aire. Demasiado, seguramente. Tampoco es que Oblak sufriese un acoso a partir de entonces, pero las sensaciones fueron diferentes. Los jugadores se marcharon al descanso con el 0-1 en el marcador, aunque podía no haber sido así si un buen centro lateral de los azules, rematado por Borja Mayoral, no hubiese pegado en el larguero.
La charla en el descanso debió tener efecto, porque el tono fue distinto tras el receso. Aunque seguía faltando algo de velocidad en la circulación colchonera, la posesión del balón estaba más repartida y el control del partido volvía a tener color rojiblanco. Entonces, el Getafe hizo lo que nunca debe hacer un equipo que juega contra un Atleti inspirado: tener un error en la salida del balón. Menos todavía, si el robo acaba en los pies de João. El portugués, que ha cuajado un gran partido, es un genio. Así, sin necesidad de decorarlo con mucha más poesía. Cuando la humanidad veía un pase claro al espacio libre, él vio uno mucho más complicado, pero bastante más letal. Morata recogió el caramelo y metió el balón en la portería rival como solo los grandes delanteros saben hacer. Crean lo que digo, porque es verdad.
Y ahí murió el partido. El Getafe entregó las armas y el Atleti decidió meter solamente otro gol más. Uno muy significativo, además, porque lo hizo Griezmann con un gran tiro desde fuera del área, tras otro pase de, cómo no, João Félix. Si el francés se suma a la fiesta y empieza a meter goles, me temo que las crónicas de este año van a oler a miel y ambrosía.
Está bien empezar a andar así. Por mucho que sea simplemente la primera jornada y que faltan muchas piezas por decantar en muchos sitios, el espíritu que transmite este equipo no es el del año pasado. Quizá sea porque esta vez hubo pretemporada. Quizá sea porque todavía no hay demasiados lesionados. No lo sé. Pero lo sabremos.
Aquí les espero otro año más.
Leía el otro día que Pitchfork, una prestigiosa revista estadounidense especializada en música independiente, decidió el año pasado cambiar algunas críticas que habían publicado en su día. Lo que en 2007 había sido un humillante 5,2 para el Sky Blue Sky de Wilco, por ejemplo, en 2021 pasaba a...
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