1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

the queen

Isabel II, la reina del silencio

La monarca más longeva de Inglaterra, que sabía cuándo debía callar, deja un país acosado por una crisis múltiple y con reticencias hacia su sucesor

Walter Oppenheimer Londres , 13/09/2022

<p>Isabel II, durante la inauguración del Ferrocarril de las Fronteras, en 2015.</p>

Isabel II, durante la inauguración del Ferrocarril de las Fronteras, en 2015.

Gobierno de Escocia

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Isabel II se marchó como vivió: sin hacer apenas ruido. La reina del silencio, la soberana más longeva de Inglaterra, no modernizó la monarquía tanto como el país se modernizó a sí mismo durante sus 70 años de reinado, pero le dio un giro radical muy concreto: aprovechó el avance tecnológico de las comunicaciones –primero la radio, luego la televisión– para darle la vuelta al paradigma monárquico tradicional de que los reyes han de ser invisibles. Isabel II hizo todo lo contrario: vestía colores llamativos para ser el foco de atención y acercó al pueblo al trono a través de miles de visitas personales y de estudiados y cortos discursos por radio y televisión. Sabía cuándo debía hablar o callar y, sobre todo, cómo: discrepando en privado pero guardando siempre silencio en público sobre esas discrepancias y acatando la decisión final de los gobiernos de cada momento. 

Quizás ese es el secreto de que una institución tan rancia y tan antidemocrática como la monarquía siga siendo tan popular en el Reino Unido. Eso y el gusto de los británicos por la pompa y el ceremonial, que se extiende a casi todo: la monarquía, la política pero también el fútbol (en la Premier no se juega el mejor fútbol del planeta pero lo parece gracias al ambiente en los estadios y las retransmisiones de televisión). Todo aquí tiene algo de teatral y los británicos tienen una gran tendencia a creer que lo suyo es siempre lo mejor y, por lo tanto, hay que preservarlo.

Los reyes reinan, pero no gobiernan y el fallecimiento de Isabel II no debería ser un factor de inestabilidad. Y, sin embargo, puede acabar siéndolo. Gran Bretaña vive un momento histórico de incertidumbre. Cuando la ahora fallecida reina llegó al trono, en 1952, aún estaba viva la memoria de la II Guerra Mundial y racionados algunos productos de primera necesidad. Sin embargo, el país y Europa entera, auxiliada por el dinero americano, se encaminaban hacia una época de crecimiento económico y demográfico galopante. Ahora ocurre todo lo contrario y la desaparición de la reina se ha producido tan solo 48 horas después de que llegara a Downing Street una nueva primera ministra, la conservadora Liz Truss, que ha entrado por la puerta de atrás, con un programa de Gobierno refrendado tan solo por una ínfima representación del electorado: los 81.326 militantes tories que votaron por ella en las primarias del Partido Conservador para elegir al sucesor de Boris Johnson.

Los reyes reinan, pero no gobiernan y el fallecimiento de Isabel II no debería ser un factor de inestabilidad

La llegada de una primera ministra de dudosa legitimidad coincide con un momento histórico particularmente delicado: el Brexit está convirtiendo al Reino Unido en un país cada vez más irrelevante y en decadencia económica; el abandono de la Unión Europea ha reforzado a los independentistas en Escocia y también a los partidarios de la unificación de Irlanda en el Ulster; las promesas de Truss para asegurarse el apoyo de los militantes conservadores auguran un empeoramiento de las relaciones ya de hecho muy deterioradas con los socios de la UE; la desconfianza en la economía y la política británicas (junto a factores externos como la guerra en Ucrania) ha desplomado el valor de la libra esterlina frente al dólar a niveles de debilidad no vistos desde 1985; la guerra en Ucrania es un factor de incertidumbre enorme en un país que está particularmente comprometido con la ayuda militar a los ucranianos y en el que la crisis del coste de la vida es especialmente aguda pese a tener una dependencia mucho menor del gas ruso que países como Alemania, por ejemplo.

No es que la reina hubiera podido hacer mucho para amortiguar esos factores de crisis, pero solo los republicanos más recalcitrantes niegan que su presencia era un polo de estabilidad. De la misma manera que son muchos los monárquicos que aceptan que esa estabilidad no está absolutamente garantizada con su sucesor, Carlos III. Las dudas sobre Carlos se basan en dos aspectos: por un lado, una parte notable de la opinión pública aún no le ha perdonado la ruptura de su matrimonio con Diana de Gales. Carlos es visto por casi todos como el causante de aquel fracaso debido a su relación con Camila, su amante (y su amor) de toda la vida, con la que se acabaría casando en 2005 y que, gracias al expreso apoyo público de Isabel II, se ha convertido ahora en reina consorte. El paso del tiempo y los esfuerzos de Carlos y Camila para congraciarse con la opinión pública han suavizado las dudas sobre la popularidad del nuevo rey, pero los jóvenes hubieran preferido como sucesor de la reina a Guillermo, el hijo mayor de Carlos y ahora príncipe de Gales. Algo inconcebible en una monarquía como la británica.

Las promesas de Truss para asegurarse el apoyo de los conservadores auguran un empeoramiento de las relaciones ya de hecho muy deterioradas con los socios de la UE

El otro aspecto que genera dudas sobre Carlos es su capacidad de ser un rey políticamente neutral. En su larga espera como sucesor ha defendido tenazmente sus ideas personales, en especial en materias como arquitectura y urbanismo (con una visión muy conservadora) y en medioambiente (el tiempo le ha dado la razón y le ha convertido en uno de los pioneros de la lucha contra el cambio climático). En sus primeras horas y días en el trono, Carlos III ha puesto especial énfasis en dejar claro que conoce muy bien la diferencia entre ser príncipe de Gales y ser rey y que va a ceñirse siempre a sus obligaciones constitucionales, entre las que figura la neutralidad política.

Pero ser políticamente neutral no significa no tener opinión sobre las cosas. La diferencia entre Isabel II y su hijo es que ambos tenían opiniones pero mientras él las expresaba en público, ella lo hacía solo en privado. La reina silenciosa no siempre estaba callada, pero sus querellas con los primeros ministros del momento no se basaban en política de partidos.

Algunas de esas querellas son conocidas. Por ejemplo, su malestar por la invasión del canal de Suez en 1956. O su oposición a recibir en visita de Estado al dictador rumano Nicolae Ceausescu, en 1978. Una resistencia inútil porque el primer ministro de la época, el laborista James Callaghan, insistió y Ceausescu fue recibido con honores de Estado y a lo largo de su visita firmó un contrato por valor de 200 millones de libras con British Aerospace, considerado entonces el mayor acuerdo en aviación comercial entre dos países.

Los desencuentros entre Isabel II y Margaret Thatcher fueron numerosos y profundos y se explicaban en parte por la misoginia de ambas y por la competencia que se estableció entre ellas. La reina, que sentía que la primera ministra se comportaba a menudo como si fuera la soberana, no le ocultó su malestar por la radicalidad de su enfrentamiento con los mineros o los experimentos del Gobierno conservador al auspiciar el desempleo masivo en el bienio 1981-82. Pero quizás las disputas más legendarias fueron a cuenta de las políticas racistas de apartheid en dos territorios del viejo imperio: la entonces Rhodesia y Suráfrica. En agosto de 1979 la reina desoyó los consejos de su primera ministra y asistió a la cumbre de la Commonwealth en Zambia, que puso las bases para el acuerdo que pondría fin al apartheid en Rodesia del Sur y daría paso a la independencia de lo que ahora es Zimbabwe a partir de la igualdad racial. En 1985, la reina y la primera ministra chocaron por la oposición de Thatcher a la imposición de sanciones a Suráfrica por el apartheid. No es que Thatcher defendiera esa política racista, pero pensaba que sería más fácil suprimirla por la vía del acuerdo que de las sanciones.

Los desencuentros entre Isabel II y Thatcher fueron numerosos y se explicaban en parte por la misoginia de ambas y por la competencia entre ellas

Retratar a Isabel II como una líder del antirracismo puede ser excesivo, pero las posiciones antirracistas de la reina han sido públicas y notorias. Tan notorias como la extraordinaria sintonía que tuvo con Nelson Mandela. Quizás había detrás de ello sobre todo una querencia por el modelo de entendimiento y hermandad que a juicio de la reina emanaba de la Commonwealth, pero Isabel II se comprometió en público de forma asidua. Quizás una de las ocasiones más notables fue cuando transformó su tradicional discurso de Navidad de diciembre de 2004 en un poderosísimo alegato antirracista de la mano de la parábola del Buen Samaritano, “una historia imperecedera de un hombre víctima de un robo que fue ignorado por sus propios compatriotas, pero ayudado por un extranjero; por cierto, un extranjero despreciado”, dijo. Un mensaje lanzado cuando las tensiones raciales habían vuelto a las calles de varias ciudades del Norte de Inglaterra. 

El recurso de Isabel II a ese tipo de mensajes no solo se ha ceñido a la Navidad. Quizás uno de los discursos que más impacto ha tenido en sus 70 años de reinado fue el que pronunció en abril de 2020, cuando el Reino Unido estaba en cuarentena por la pandemia de la covid, pésimamente gestionada por el Gobierno de Boris Johnson hasta la aparición de las vacunas. “Aunque es posible que todavía tengamos que soportar más cosas, llegarán días mejores: estaremos otra vez con nuestros amigos; volveremos a estar con nuestras familias; nos reuniremos de nuevo”, vaticinó.

La propia reina vivió en carne propia los efectos de la pandemia. Su marido, el duque de Edimburgo, que falleció un año después de aquel discurso, no murió a causa del virus pero la reina tuvo que asistir sola a su funeral debido a las restricciones que aún estaban en vigor. Luego se supo que en Downing Street se había celebrado la noche antes una de esas fiestas prohibidas que acabaron precipitando la caída de Boris Johnson. La foto de Isabel II, sola, enlutada y enmascarada en la capilla del castillo de Windsor, circuló con fuerza al descubrirse la coincidencia de fiesta y funeral.

La reina evocó en aquel mensaje sobre la epidemia el primero que había lanzado, cuando tenía solo 14 años, en 1940. Un mensaje dirigido a los niños que estaban abandonando el país para refugiarse de los bombardeos nazis. La guerra sin duda marcó el carácter de Isabel II de la misma forma que ha marcado al conjunto del Reino Unido, que oculta a menudo su declive como potencia mundial detrás de épicas referencias a la resistencia frente a Hitler y a su papel clave en la reconquista de la Europa invadida por las tropas nazis. La propia Commonwealth parece creada para enmascarar la pérdida del Imperio Británico. Ahora, la guerra ha vuelto a su cita regular con la vieja Europa.

¿Qué pasará a partir de ahora con la monarquía británica? Su fortaleza parece indiscutible y los temores que suscita la sucesión de Isabel II por su hijo Carlos III parecen exagerados. Sin embargo, la monarquía británica ha entrado en crisis con relativa facilidad en el pasado más o menos reciente. La primera, en 1936 con la abdicación de Eduardo VIII, precisamente el factor que acabaría convirtiendo a Isabel en reina de Inglaterra al cambiar la línea de sucesión. La segunda, con la irrupción de Diana de Gales y, sobre todo, su repentina e inesperada muerte en 1997. La reina mostró entonces su cara más estirada y elitista en una reacción que sus defensores atribuyen a su deseo de proteger a sus nietos Guillermo y Enrique, que acababan de perder a su madre, pero que la población británica interpretó como un desdén a la princesa muerta. 

Pero la reina reaccionó a tiempo y las dudas desaparecieron con tres gestos: viajar a Londres, dirigirse a los británicos en directo “como reina y como abuela” para rendir homenaje a Diana y, aunque de forma brevísima, inclinando la cabeza con respeto al paso del féretro con los restos de la princesa. Desde entonces, su popularidad y la de la monarquía no han dejado de crecer. 

En UK, los problemas personales están en la base de dos crisis, la abdicación y Diana, y el acceso de Carlos III al trono plantea interrogantes sobre su neutralidad

La supervivencia está en los genes de la familia real británica, que en realidad es alemana. La reina Victoria hablaba el alemán con tanta facilidad como el inglés. Los Mountbatten eran originariamente Battenberg y los Windsor no existieron hasta 1917, cuando el rey Jorge V cambió el nombre original de la actual dinastía, Saxe-Coburgo-Gotha, para distanciarse de Alemania en plena I Guerra Mundial. El rey Jorge VI, padre de Isabel II, se llamaba en realidad Alberto, un nombre demasiado germánico para el gusto de Winston Churchill, que le convenció para que reinara como Jorge, el santo patrón de Inglaterra.

La facilidad con la que la monarquía británica es capaz de entrar en crisis existenciales invita a los paralelos con la monarquía española, cuya fragilidad ha llevado a sus reyes al exilio y dado paso a dos repúblicas. En la España de hoy, Juan Carlos I ha tenido que renunciar al trono por sus abusos personales y Felipe II se ha visto muy cuestionado tras romper la neutralidad política en los momentos más conflictivos del auge del independentismo en Catalunya. En el Reino Unido, los problemas personales están en la base de las dos crisis mencionadas, la abdicación y Diana, y el acceso de Carlos III al trono plantea interrogantes sobre la neutralidad futura de su monarquía.

En UK, los conservadores de Truss no tienen votos que perder si endurecen su oposición a un segundo referéndum de independencia en Escocia

Es curioso también que ambos países coincidan en los problemas territoriales, tanto de independentismo como de desigualdad. Un paralelo de especial relevancia política es que los partidos dominantes de la derecha en el gobierno central (el PP en España y los conservadores en el Reino Unido) apenas tienen presencia electoral en los territorios más afectados por la cuestión independentista. En España eso es especialmente cierto en Catalunya y explica en gran medida la radicalidad del PP frente al nacionalismo catalán, que está en el origen de su rechazo al Estatut de 2006 y, como consecuencia, el auge del independentismo. En Reino Unido, los conservadores de Liz Truss no tienen votos que perder si endurecen su oposición a un segundo referéndum de independencia en Escocia y crispan así las relaciones entre Londres y Edimburgo.

¿Qué tiene que ver Carlos III con todo eso? Directamente, muy poco. Indirectamente, mucho más: hace más patente la necesidad de que aporte estabilidad para que los británicos no empiecen a echar de menos a su madre y desear que su hijo Guillermo le sustituya cuanto antes. Por eso ha de demostrar que es capaz de ser el rey del silencio, algo a lo que no está acostumbrado.

Isabel II se marchó como vivió: sin hacer apenas ruido. La reina del silencio, la soberana más longeva de Inglaterra, no modernizó la monarquía tanto como el país se modernizó a sí mismo durante sus 70 años de reinado, pero le dio un giro radical muy concreto: aprovechó el avance tecnológico de las comunicaciones...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Walter Oppenheimer

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí