Espectro del imperio
Se multiplican los impulsos republicanos en la Commonwealth
La Mancomunidad de naciones es apenas un singular conglomerado diplomático, casi una ficción del pasado, un relato ceremonial –más que político o comercial– y unos juegos internacionales de interés deportivo
Paco Audije 14/09/2022
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El jueves 8 de septiembre, en Londres, tuvo lugar el anuncio oficial: “The Queen died peacefully at Balmoral this afternoon”.
Ese deceso descrito como tranquilo sucedió en Escocia, donde, dos días después, el titular del principal diario, The Herald, fundado en el año 1783, era como un directo al mentón del sentimentalismo de los últimos días: “Charles III, Union’s saviour or last King of Scotland?” ¿Salvador de la unión (es decir, del Reino Unido) o último rey de Escocia?
En junio, Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia (jefa del Gobierno escocés) explicó ante el parlamento de Edimburgo su plan para convocar un segundo referéndum sobre la independencia que debería tener lugar el 19 de octubre de 2023.
Está por ver si constitucionalmente eso es factible y si Londres lo acepta, como hizo en 2014.
Menos de dos días después del fallecimiento de Isabel II, el primer ministro de Antigua y Barbuda declaró que trabajaba ya en el proceso de transición hacia la república
También menos de dos días después del fallecimiento “en paz” de Isabel II, en el pequeño archipiélago de Antigua y Barbuda, su primer ministro, Gaston Browne, declaró que trabajaba ya en el proceso de transición hacia la proclamación de la república, “para completar el círculo de la independencia y para garantizar que somos una nación soberana de verdad”.
Crecen las dudas sobre el futuro de la Commonwealth –organización heredera del extinto Imperio Británico– tras el fallecimiento de Isabel II.
Y los Estados miembros que siguen reconociendo que su Jefatura del Estado reside en Buckingham están impacientes por romper con la monarquía. Giran hacia su izquierda institucional.
De todos modos, en el siglo XXI, la Commonwealth es apenas un singular conglomerado diplomático, casi una ficción del pasado, un relato ceremonial –más que político o comercial– y unos juegos internacionales de interés deportivo, que son a su vez remedo restringido de los Juegos Olímpicos.
Ahora incluso esos grandes eventos deportivos quedan en entredicho, a pesar de ser un elemento de gran impacto popular en los países implicados. Los últimos se celebraron recientemente en Birmingham, del 28 de julio al 8 de agosto.
Por esas fechas, Menaka Guruswamy, feminista y jurista india, publicó un gran artículo en el diario Indian Express donde cuestionaba la participación de los atletas indios en los Juegos de la Commonwealth: “Lo que tenemos en común los países participantes en estos Juegos es que Gran Bretaña nos arrebató nuestra riqueza. Esa ‘riqueza común’ [significado literal de Commonwealth] es ahora riqueza británica”.
Guruswamy es una joven y prestigiosa abogada que se ha destacado en causas relacionadas con los derechos de las mujeres y con los derechos civiles en general. Formó parte del equipo que impulsó ante el Tribunal Supremo de India una modificación legal de lo que ella describió como “liberación de los indios LGTBTQI de la siniestra sección 377 del Código Penal Indio” que estaba vigente desde 1860, es decir, desde los días del Raj, es decir, del dominio británico. El cambio supuso la despenalización de la homosexualidad en la India. Para Guruswamy fue sencillamente el fin de 150 años de “beatería” colonial.
Hasta en Londres, algunos cuestionan el peso político de Carlos III en la Commonwealth, al mismo tiempo que critican que –en medio de una multiplicación de las crisis de la energía, del coste de la vida y de otras colaterales– la actividad del Gobierno y del Parlamento hayan quedado suspendidas para dar paso a dos semanas de ceremonias medievales.
Lejos de Londres, la opinión pública de grandes países como India o Australia ve con estupefacción el proceso sucesorio y sus rituales. Incluso sus élites perciben que la Commonwealth no es otra cosa que “un club postcolonial de escasa influencia en el mundo moderno” [BBC dixit]. Una cáscara vacía.
De los 56 países miembros, sólo quince siguen considerando al soberano británico como su propio Jefe de Estado. Y aunque entre estos están Canadá, Nueva Zelanda y Australia, no hay que olvidar que en el último ya hubo un referéndum sobre la forma de Estado. El movimiento republicano es muy fuerte allí y el gobierno actual sugiere que habrá otro referéndum, en el que la opción favorable a la república será menos confusa que en 1999, y tendrá mayores posibilidades de ser entendida por los ciudadanos.
De los 56 países miembros, quince siguen considerando al soberano británico como su propio Jefe de Estado. Entre ellos están Canadá, Nueva Zelanda y Australia
Cuando asumió su cargo, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, encargó al viceministro y diputado Matt Thistlethwaite que preparara el día después de Isabel II, es decir, la promoción de la república.
También es republicana Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, donde las demandas de desvinculación de la Corona no faltan. Incluso se plantea el cambio de nombre del país, que sería renombrado de forma que pudiera recordar sus orígenes anteriores a la europeización y a la época colonial, con un respeto mayor hacia sus minorías indígenas.
En Canadá, los indígenas mantienen sus demandas de reparación y los francófonos nunca estimaron a la Corona por representar históricamente la discriminación y el predominio anglófono. Sin embargo, hay allí una dificultad legal para que Carlos III deje de ser también el rey de Canadá: todos los gobiernos provinciales tendrían que aceptarlo. A esa unanimidad imprescindible se une el hecho de que los canadienses son refractarios a relanzar un período de crisis constitucional, que ya sufrieron en décadas pasadas.
En Jamaica, en marzo, durante una visita oficial del príncipe Guillermo, el primer ministro jamaicano, Andrew Holness, ya afirmó que su país se convertiría pronto en una república. Un editorial del diario The Gleaner da el pésame a la familia Windsor, pero subraya “el absurdo de que el Jefe de Estado de la isla sea el soberano de otro país mientras los jamaicanos no pueden decir nada sobre el asunto”. El periódico insiste en que se trata de “un anacronismo que exige una rápida revisión constitucional”. Sondeos de opinión y manifestaciones periódicas dejan claro que más de la mitad de los jamaicanos desea acabar con la actual monarquía.
En otro país del Caribe, el mismo Carlos III –siendo entonces príncipe de Gales– asistió a los actos que convirtieron a las islas Barbados en república. Eso sucedió el 30 de noviembre de 2021. El todavía heredero fue noticia porque se durmió durante el acto solemne que los ciudadanos de Barbados consideraron último paso en el proceso de descolonización de su país.
De los 56 miembros de pleno derecho de la Commonwealth, 36 son repúblicas y cinco tienen un soberano distinto al proclamado en Londres. Entre los quince que aún hoy reconocen a Carlos III como Jefe del Estado están los que hemos citado. En todos ellos el impulso republicano parece inevitable.
No se trata únicamente de grandes países, como India o Australia, sino de los miembros más minúsculos. The Guardian recoge el testimonio del ciudadano López Adams, propietario de un café en la isla de Vanuatu (excolonia franco-británica hasta hace 42 años) que lo ha resumido así: “Compartimos la tristeza de su familia, pero para nosotros prevalece el sentimiento de haber sido olvidados por los colonizadores, que se llevaron lo nuestro. Somos independientes ahora y no hemos visto rectificación alguna de su parte”, afirma.
Así que lo más probable es una evolución generalizada de la Commonwealth en un doble sentido: primero, acelerando cada país sus propios cambios constitucionales para constituirse en república; y segundo, proponiendo la elección o alternancia en la jefatura [simbólica] de la Commonwealth, que ya perdió su adjetivo inicial, British, hace 73 años.
Cabeza de la Commonwealth
Entre sus numerosos títulos, la soberana difunta mantuvo durante siete décadas el de Head of the Commonwealth, pero al ser refundada ésta como tal (en 1949) desapareció el calificativo de ‘británica’, al mismo tiempo que quedaba atrás el protocolo previo del juramento de lealtad a la Corona.
El nuevo rey hereda ese otro título de Jefe o Cabeza de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth of Nations), según un acuerdo de 2018. Pero la consideración hacia su persona está lejos de la que disfrutó su predecesora.
Y aunque no es probable su disolución completa, está claro que la Commonwealth afronta interrogantes muy serios. Pocos países de esa organización están convencidos de que deban permanecer fieles al espectro del difunto Imperio Británico.
Hasta Carlos III sabe bien que, al menos en la Commonwealth, se acerca el fin de los viejos automatismos hereditarios.
El jueves 8 de septiembre, en Londres, tuvo lugar el anuncio oficial: “The Queen died peacefully at Balmoral this afternoon”.
Ese...
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Paco Audije
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