Negro sobre negro V
Niklas Natt och Dag, el auténtico horror nórdico
Las novelas del sueco son estremecedoras, aunque pueden concluir con un resquicio de esperanza. De hecho, sueña con ser un nuevo Harry Potter
Xosé Manuel Pereiro 20/11/2022
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Esto no va de crímenes espeluznantes cometidos en remotos poblados del norte, en los que durante el verano te comen los mosquitos, en invierno el frío y el resto del año el fanatismo religioso o la desconfianza hacia los foráneos. Tampoco narra, a la par que el desarrollo de la investigación de un crimen también atroz, la cotidianeidad de un funcionario policial entre los restos del naufragio de la antigua sociedad del bienestar. Nada de eso. ¿Se imaginan a Dickens –en concreto un Dickens sueco– escribiendo novela negra tirando a gore? Se lo imaginen o no, 1793, 1794 y 1795, la Trilogía de Estocolmo (Salamandra) de Niklas Natt och Dag (Estocolmo, 1979) es algo así. La Trilogía transcurre en una época algo anterior a la que describió el autor de Oliver Twist, pero, al contrario de lo que afirmaba Tolstoi al comienzo de Ana Karenina (“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”), la miseria extrema en la que vivía la mayoría de la gente en la Suecia de finales del XVIII y en el Reino Unido de mediados del XIX era muy similar.
La Trilogía de Estocolmo tiene tres protagonistas esenciales, que en realidad son cuatro. Anna Stina Knapp, una chica de tantas, condenada por su origen a la prostitución o a ser la criada para todo de una taberna (inclusive el desahogo sexual del dueño y/o los clientes), y Jean Mickel Cardell, un veterano de las guerras contra Rusia que perdió un brazo en una de ellas, y ahora malvive amparado en un uniforme de guardia y con una primitiva prótesis de madera de haya. El tercer/cuarto personaje es Cecil Winge, un abogado enfermo terminal de tuberculosis, que muere al finalizar 1793 y, en cierta manera, se reencarna en su hermano gemelo, Emil, que lo sustituye como mentor de Cardell en su labor de proteger y redimir a Anna Stina.
El otro protagonista es el Estocolmo de finales de aquel siglo XVIII. Todas las novelas transcurren allí, salvo esporádicas incursiones al campo y unos capítulos de 1794 que tienen como escenario una isla tropical, que sirve de marco a la presentación del personaje más absolutamente malvado de una trilogía. Aquel Estocolmo nada tiene que ver con la ordenada ciudad noreuropea actual. Es un conjunto de islas, canales, esclusas y puentes en la que cada estación supera las incomodidades de la anterior, y está habitada por una inmensa mayoría de parias y una minoría de pudientes.
Al contrario que en las novelas de Dickens, en los parias los destellos de bondad son escasos, y entre los pudientes no hay ningún caballero bondadoso que prohije a un infante desposeído. Las fuerzas vivas integran una secta, las Euménides, que alegran sus vidas organizando performances sádicas y orquestan el mal por pura diversión e interés artístico. Por supuesto, el clima político de aquella Suecia no tiene nada que ver con el del desorientado país que dejó huérfano Olof Palme y que describen las novelas de Henning Mankell. Aquí, a quien han asesinado (á la Agatha Christie y á la Verdi, en un baile de máscaras) es al rey Gustavo III, un déspota ilustrado amante de las aventuras bélicas contra todos sus vecinos y enemigo del café (prohibió su consumo por considerarlo un veneno). Las novelas transcurren en el ambiente de conspiraciones y persecuciones políticas que siguieron al regicidio.
Podría considerarse que la Trilogía de Estocolmo no es una obra “negra”. Tiene una apariencia de novela histórica. Y un enorme componente de horror
La vida de los autores no puede ser más disímil. El padre de Dickens estuvo encarcelado por deudas –su familia vivía también en la celda– y él mismo tuvo que ponerse a trabajar en una fábrica de betún a los 12 años. La familia de Niklas Carl Bosson Natt och Dag (“Noche y Día”, significa su apellido) es una de las más antiguas de Suecia. Se presume que en 1030 un Natt och Dag dio asilo al rey Olof Haraldsson el Santo, el apellido ya aparece documentalmente en 1280 y una Noche y Día fue preceptora de la reina Cristina (la de aquel biopic que interpretó Greta Garbo). Al contrario que su padre, un hijo de la contracultura de los 60, Niklas se toma muy en serio su origen. Estudió en Kalmar y trabajó un par de años como editor jefe de la revista Slitz antes de decidirse a trabajar como agente independiente y antes de que la publicación de 1793 le quitase cualquier preocupación que hubiese tenido sobre a qué dedicarse. En Suecia hay 63 “Noche y Día”, hombres o mujeres, aunque las mujeres no pueden ser nobles. De todas formas, desde 1974 los reyes suecos ya no pueden ennoblecer a nadie y en 2003 el Parlamento abolió constitucionalmente la nobleza.
Sin embargo, existe la Riddarhuset, la Casa de la Caballería o Palacio de la Nobleza, una corporación a la que pertenecen aquellos que tienen títulos, y que establece quién tiene derecho a ello. El actual Natt och Dag, Niklas, pertenece, desde luego, a ella. Lo que no es del todo malo, ni siquiera para un escritor de novela negra. “Escribir sobre los privilegios de los aristócratas y sus desmanes y tener a la vez una vinculación de clase, en cierta forma me protege. He hablado con los nobles suecos en el Riddarhuset y ninguno me ha acusado de querer desprestigiarlos. Ahora bien, es inevitable ser consciente de lo privilegiados que fuimos, vivimos cómodamente en medio de la miseria”, dijo cuando se publicó en español 1793 a Elena Hevia en El Periódico.
Podría considerarse que la Trilogía de Estocolmo no es, en rigor, una obra puramente “negra”. Tiene, como El nombre de la rosa (una obra que reconoce que le ha influido), una apariencia formal de novela histórica. Y además, un enorme componente de horror. La trilogía se inicia con el descubrimiento de un cadáver en las pestilentes aguas que rodean toda la ciudad. Más que un cadáver, es un tronco humano, sin extremidades, ni ojos ni lengua. Winge, con sus conocimientos científicos, y Cardell, por su experiencia propia, llegan a la conclusión de que ha sido troceado paulatinamente y curado para volver a ser torturado. Horror en lo que describe y en cómo lo describe: “Muchos de los que se ahogaron en el Golfo de Finlandia volvieron a Suecia meses después, en otoño: los encontramos al pie de las murallas de la fortaleza de Sveaborg, bajo las piezas de artillería. Los que habíamos sobrevivido al tifus fuimos los encargados de sacarlos del agua. Aunque bacalaos y cangrejos los habían mordisqueado por todas partes, los cadáveres seguían moviéndose y hacían toda clase de sonidos: eructaban, gemían. Para colmo, estaban llenos de anguilas, que se habían puesto bien gordas allí dentro, y cuando interrumpíamos su banquete se alejaban culebreando a regañadientes”.
Dickens te podía hacer llorar de pena, Natt och Dag te hace estremecer de horror
Niklas Natt och Dag asegura que las novelas, en realidad, conjuran sus miedos: “Fui un niño tímido, nervioso y solitario. De ahí que mi gran refugio para el aburrimiento fueran los libros. Cuando empecé a leer relatos de terror, a Stephen King, por ejemplo, reconocí allí muchos de mis miedos. Creo que esa es la causa de que haya tantas escenas desagradables”. Un ejemplo, en 1794: “Protege a los niños en su pecho y baja rodando. Al llegar al suelo del vestíbulo descubre que la situación es mucho peor y tiene que reptar de vuelta por la escalera, peldaño a peldaño, reuniendo todo lo que encuentra. Entre gemidos intenta montar a los niños para devolverles su forma original, tratando de traerlos de vuelta a la vida, pero ya ni siquiera puede abrir los ojos y no sabe dónde tiene que colocar las distintas partes. Cada vez que toca los cuerpecitos abre nuevas heridas: son como dos piezas de carne cocidas en un caldero durante toda la noche, grises y tiernas”.
Dickens te podía hacer llorar de pena, Natt och Dag te hace estremecer de horror, aunque los dos pueden acabar sus historias con un resquicio de esperanza. De hecho, Niklas ha dicho que sueña con ser un nuevo Harry Potter.
Esto no va de crímenes espeluznantes cometidos en remotos poblados del norte, en los que durante el verano te comen los mosquitos, en invierno el frío y el resto del año el fanatismo religioso o la desconfianza hacia los foráneos. Tampoco narra, a la par que el desarrollo de la investigación de un crimen también...
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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