Negro sobre negro (I)
David Peace. No había futuro
El novelista británico no escribe historias de fantasmas, pero su obra resulta aterradora por la realidad que describe
Xosé Manuel Pereiro 25/09/2022
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JOHN SHARK: Mujeres, ¿eh? No podemos vivir con ellas, pero no podemos matarlas. Salvo en la zona de Chapeltown.
The John Shark Show. Radio Leeds. Domingo, 29 de mayo de 1977.
Ambrose Bierce cuenta en su Diccionario del Diablo la anécdota (“relato generalmente falso”, tal como él las definía) sobre un escritor, W.C. Morrow, que escribía en San José (California) cuentos de fantasmas “que daban al lector la sensación de que un tropel de lagartijas, recién salidas del hielo, le corrían por la espalda y se le escondían entre los cabellos”. En esa época, los habitantes de San José estaban atemorizados por la creencia en el fantasma de un bandido llamado Vásquez. Una noche particularmente oscura, dos amigos caminaban por un sitio solitario cuando se encontraron con un tercero. “¿No tiene miedo de estar fuera de noche?”, le preguntaron. “Tengo miedo de estar dentro”, les contestó, “llevo en el bolsillo una de las novelas de Morrow y no me atrevo a acercarme donde haya luz suficiente para leerla”.
Los hechos sobre los que construye los libros fueron los asesinatos del llamado Destripador de Yorkshire, un individuo que asesinó de forma salvaje a trece mujeres
David Peace (Dewsbury-Osset, West Yorkshire, 1967) no escribe cuentos de terror ni de fantasmas. No roza el género, ni cae en esa absurda tendencia de libreros y editores holgazanes –y también buenos escritores como John Connolly– de mezclar churras con merinas y etiquetar negra y fantástica. Pero el lector de cualquiera de las partes de su obra maestra (m-a-e-s-t-r-a con sus siete letras), la tetralogía Red Riding Quartet (El cuarteto de Yorkshire, Alba Editorial), sentirá que recorren su mente las lagartijas gélidas de Morrow y acabará los libros (1974, 1977, 1980 y 1983) tan desazonado como si se hubiese encontrado con el fantasma de Vásquez. Lo que en Peace mete miedo, o más exactamente fulmina cualquier esperanza de un mundo normal, es la realidad que describe.
Los hechos reales sobre los que se construyen los libros –sobre todo los tres primeros– fueron los asesinatos del llamado Destripador de Yorkshire, un individuo que, entre 1975 y 1985, asesinó de forma salvaje a trece mujeres (la mayoría prostitutas y la mayoría en Leeds) y agredió al menos a otras once. “Este libro está dedicado a las víctimas de los crímenes atribuidos al Destripador de Yorkshire y a sus familias. Este libro también está dedicado a los hombres y mujeres que intentaron detener esos crímenes. Sin embargo, no deja de ser una obra de ficción”, comienza 1977.
Al Red Riding se le suele comparar con el Cuarteto de Los Ángeles, de James Ellroy, y desde luego tienen en común la escritura sincopada, el gusto por las reiteraciones y las aliteraciones. La narración avanza casi siempre mediante relatos en primera persona de distintos protagonistas (recurrentes en los cuatro libros), que a veces son descriptivos y a veces un monólogo interior.
“Leeds, maldito Leeds:
Medieval, victoriano, de hormigón. Maldito Leeds.
Decadencia, asesinatos, infierno.
Una ciudad muerta:
Sólo los cuervos y la lluvia.
El Destripador se ha ido.
Los cuervos y la lluvia, sus huesos picoteados.
Leeds, maldito Leeds.
El Rey ha muerto, viva el Rey”.
Peace comparte también con Ellroy la descripción de unos cuerpos de seguridad corruptos hasta el tuétano. “Esto es el Norte. ¡Hacemos lo que queremos!” Pero si en las novelas del californiano los policías son crueles y no reparan en medios para enriquecerse o para perseguir a los delincuentes que les interesa, en Peace son todo eso y, además, ineptos. De hecho, en la realidad, la policía interrogó nueve veces al que resultó ser el asesino, Peter Sutcliffe y únicamente logró detenerlo cuando un agente de prácticas observó que un coche que estaba parado con una pareja en su interior tenía matrículas falsas. Hubo sospechas de que la policía no se tomó demasiado en serio la persecución, mientras las víctimas fuesen prostitutas. “Ha dejado claro que odia a las prostitutas. Mucha gente lo hace. Nosotros, como fuerza policial, seguiremos arrestando a prostitutas. Pero el Destripador ahora está matando a chicas inocentes. Eso indica tu estado mental y que necesitas atención médica urgente. Has llegado al límite. Entrégate antes de que muera otra mujer inocente”, proclamó un portavoz oficial de la policía de West Yorkshire en 1979. En las páginas de Peace, un alto cargo policial hace una declaración muy similar. En un pasaje de 1980, una de las incursiones de la realidad es el asesinato de John Lennon. “No se pierde mucho, ¿no?”, dice un detective. “Aquí a esos nunca se les ha hecho demasiado caso”. Al áspero nordeste de comienzos de los 80 no había llegado el swinging London de los 60.
Peace escribió la tetralogía en los primeros años de este siglo desde Tokio (donde residía entonces y donde vive desde hace una década), pero no encontró quien se la publicase en su país. “No nos vuelva a mandar nada más”, fue alguna de las respuestas que obtuvo, así que las editó en Francia. No en vano, el Red Riding Quartet tiene descripciones crudas y no es precisamente de lectura lineal, pero, sobre todo, destila rabia y desesperación: cualquier personaje que intenta hacer lo que cualquiera –o al menos los lectores– consideraríamos correcto, acaba devorado por el entorno. “Creo que la novela negra tiene el potencial para ser la forma de ficción más apropiada para narrar el cinismo y la inmoralidad del comportamiento humano, o incluso, para ser más precisos, para exponer la maldad y la corrupción que existe en el corazón de nuestro sistema capitalista. Desde luego, la mayoría de las novelas negras reniegan de esta responsabilidad y oportunidad y prefieren asumir el papel de la pornografía: un género lleno de fantasías sádicas y voyeuristas que solo sirven para perpetuar el sistema”, dijo hace tres años en una entrevista en El Confidencial.
David Peace escribió seguidamente GB84, una novela de alto contenido político centrada en la lucha entre los mineros liderados por Arthur Scargill y el gobierno de Margaret Thatcher (1983 está trufado de titulares de la campaña que la mantendría en Downing Street). Después, publicó dos libros sobre el mundo del fútbol (Maldito United, no ficción sobre los 44 días en los que Brian Clough entrenó –y casi hundió– al Leeds y Rojo o muerto, sobre los quince años que Bob Shanckly dirigió al Liverpool). Posteriormente, publicó la Trilogía de Tokio, con el escenario de la ocupación de la capital japonesa en la posguerra. Pero va a ser difícil que consiga reeditar la crudeza y la acidez de su tetralogía del nordeste posindustrial británico.
“Las ramas han roto el cristal.
La lluvia entra a chorros.
No hay esperanza para Gran Bretaña”.
JOHN SHARK: Mujeres, ¿eh? No podemos vivir con ellas, pero no podemos matarlas. Salvo en la zona de Chapeltown.
The John Shark Show. Radio Leeds. Domingo, 29 de mayo de 1977.
Ambrose Bierce cuenta en su Diccionario del Diablo...
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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