ANTIBELICISMO
No más armas: alto el fuego y negociaciones
Varias manifestaciones por la paz en Alemania ponen de manifiesto el descontento popular con la guerra y el renacer de un movimiento pacifista dividido, que fractura también al partido de la izquierda, Die Linke
Carmela Negrete Berlín , 26/02/2023
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Un manifestante por la paz coloca claveles rojos en los restos de un tanque ruso colocado frente a la embajada de dicho país.
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Es un poco lioso, pero a veces, o casi siempre, hay que tener paciencia y seguir leyendo para entender lo que sucede. Decir que el sábado en Berlín hacía un frío que se te calaba en los huesos parece un adorno, pero si además mencionamos a los numerosos mayores de setenta y ochenta años que asistieron a la manifestación por la paz celebrada a mediodía en la Puerta de Brandenburgo, comprendemos mejor el porqué se menciona. Varias horas estuvieron de pie, escuchando los discursos de la política de Die Linke Sahra Wagenknecht, de la periodista Alice Schwarzer y del exgeneral Erich Vad. Uno de estos octogenarios decía a CTXT que tenía miedo de que la guerra llegue a su país a causa del envío de armas cada vez más pesadas; otra mujer, con andador, que una confrontación con una potencia nuclear era una pesadilla en la que no queremos despertarnos.
No es una nota de color decir que buena parte de los asistentes, que al final lo que querían plantar era un símbolo por la paz en el centro de la capital alemana, estaban literalmente en medio del barro: “¿Vosotros estáis aquí para oír a Wagenknecht o estáis en contra?”, preguntaba una mujer a tres jóvenes que mantenían una pancarta en la Plaza de París. Ella, que llevaba un cartel encima de un carrito de bebé con la inscripción “Por armas para la defensa, ya que los asesinos no quieren negociar”, seguía: “Lo digo porque ya hoy no se puede decir que uno está a favor de la paz y de que Ucrania se defienda, porque no te dejan ni hablar y te tachan de belicista”. De forma objetiva, esta mujer, que junto a un par de decenas de otras personas protestaron contra la manifestación por la paz, miente sin pudor alguno.
En el barro mediático, metáfora literal frente a la explanada de la protesta, donde los pies se hundían y se acumulaba un sinfín de banderas celestes con la paloma de la paz, se encuentra una minoría cada vez más numerosa que ya tiene detrás casi a la mitad de la población. Su petición es clara en, al menos, tres cuestiones: parar los envíos de armas, declarar una tregua inmediata y comenzar con negociaciones de paz. Ese es el corazón del Manifiesto por la Paz que firmaron Wagenknecht y Schwarzer hace un par de semanas y al que se adhirieron unas 650.000 personas. El texto, que está traducido al español en la web de la redactora jefe de la revista Emma, Schwarzer, condena la agresión e invasión rusa de Ucrania, al tiempo que pide parar los envíos de armas y advierte de que se podría entrar en la Tercera Guerra Mundial de seguir con la escalada belicista.
A Wagenknecht la han puesto de todo menos de bonita, aunque ella ya está acostumbrada porque es lo que hacen casi siempre con el partido de la izquierda, Die Linke. Esta semana le tenían preparada, una vez más, una encerrona en un programa de “debates” llamado como su presentador, Markus Lanz, en el que le acusaban de abandonar Ucrania a su suerte y de, además, no distanciarse de la derecha a la hora de convocar la manifestación del sábado. Tres contra uno, y la que es esposa del expolítico Oskar Lafontaine y de la cual se especula que podría montar su propio partido, pudo defenderse de los ataques, que según ella expresaba en su canal de Youtube habrían sido dirigidos a desmovilizar a la población.
Dos terceras partes de los alemanes creen que son necesarias negociaciones de paz de forma inmediata entre Ucrania y Rusia
“Estoy muy enfadada con nuestro gobierno”, decía una mujer de mediana edad que formaba parte de las alrededor de 50.000 personas (según los organizadores) que asistieron a la protesta. “Nos están metiendo en una guerra y de ninguna manera quiero que mis hijos tengan que ir a luchar”. Ella no está sola: dos terceras partes de los alemanes creen que son necesarias negociaciones de paz de forma inmediata entre Ucrania y Rusia, según una encuesta del instituto YouGov. La consulta, que fue realizada a petición de la agencia de noticias alemana dpa, desvela que más de la mitad de la población cree que el envío de armas a Ucrania convierte al país en parte beligerante del conflicto. Uno de cada dos cree que Ucrania no ganará esta guerra y aún más personas opinan que el conflicto durará más allá de 2023, según otro informe realizado por la televisión pública NDR. Mientras, sin embargo, más de la mitad cree correcto enviar tanques Leopard con el argumento de la autodefensa del país, pero una amplia mayoría rechaza enviar aviones de combate, asegura esta última encuesta.
“Diplomacia en lugar de envíos de armas” o “negociar en lugar de escalar”, rezaban unos cartelitos que repartió la organización y que muchísimas personas mantenían en el aire. El antiguo general de brigada Erich Vad, que fue consejero de la canciller Angela Merkel y ha sido uno de los primeros en firmar el manifiesto, explicaba a las decenas de miles de congregados: “Es ingenuo creer que se puede vencer a Rusia sin llegar a un conflicto nuclear”. Vad, que no es una figura pública muy conocida como el resto, ni tiene práctica en hablar en manifestaciones, no dudaba en decir que “también es ingenuo creer que se puede llegar a la paz tan solo con mandar armas”. Son más de 200.000 víctimas mortales, recordaba el militar (en Alemania se compara al frente de Bachmut con el de Verdún en la Primera Guerra Mundial). Y ocho millones de refugiados. “La invasión de Ucrania se ha convertido, un año después, en una guerra de desgaste”.
Ahí estaban todos, habían mantenido su opinión de venir a manifestarse a pesar de las declaraciones de decenas de políticos a todas horas en muchos canales de radio, televisión, en los diarios, en contra de la manifestación: en ella iban a participar votantes de la Alternativa por Alemania, ya que el partido había animado a sus votantes a asistir. Se quería “confundir a la población”, explicaba el ministro de Energía Verde, Robert Habeck. El sábado, en el escenario de la manifestación, pedían al público hacer un esfuerzo extra y que leyese los subtítulos de un mensaje que enviaba el profesor de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs, que se presentó como exconsejero de los gobiernos de Ucrania, Rusia y de las Naciones Unidas, y en el que explicó los orígenes de la guerra de Ucrania. “Ésta no comenzó con la invasión de Ucrania, sino hace nueve años”. Recordó el papel de EEUU en la caída del presidente ucraniano Janukovich y que éste quería que su país fuera neutral, en lugar de entrar en la OTAN.
“Los EEUU aprovecharon la oportunidad para apoyar el golpe contra Janukovich”. Después, Rusia “tomó Crimea” y “la guerra comenzó en el Donbás”. La OTAN se dedicó a armar a Ucrania, recordaba, y la guerra continuó su escalada. Los acuerdos de Minsk “no fueron implementados por Ucrania, y Alemania y Francia, que se habían declarado garantes de dichos acuerdos, no hicieron presión para que éstos fueran puestos en funcionamiento”. A finales de 2021 “Putin dejó claro que una ampliación de la OTAN a Ucrania sería una línea roja”. Biden y la Casa Blanca se negaron, asegura Sacks, a respetar estas condiciones. “De ese modo tuvo lugar la reprochable invasión de Ucrania en febrero de 2022”.
Sachs hablaba y la gente callaba. Los que estaban más atrás no alcanzaban a leer y es posible que tampoco entendiesen inglés, pero se explicaban con sus palabras la lección que traían estudiada de casa. El experto aseguró que Occidente había bloqueado las negociaciones de paz en marzo y volvió a recordar que ese mismo país es acusado de haber volado el gasoducto Nord Stream. “Ambas partes han mentido y han cometido actos violentos”. La OTAN debería paralizar su intento de incluir a Ucrania y Georgia en su organización, ya que es la línea roja que Putin había puesto en diciembre a EEUU y que estos no habían querido aceptar. “Esta guerra debe terminar antes de afectarnos a todos y provocar un armagedón nuclear”, explicaba Sachs, y ponía así orden o confirmaba los pensamientos de muchos de los presentes, que se estaban quedando congelados.
Uno de los momentos que el público esperaba, al parecer, por el volumen de los aplausos, era la intervención de la política de Die Linke: “No solo somos muchos los que nos hemos congregado aquí”, explicaba Wagenknecht, que tiene cada vez más fans en su país, “sino que comenzamos así a organizarnos porque necesitamos un movimiento por la paz fuerte en estos momentos”. De hecho, el día anterior se había producido otra manifestación algo menor en ese mismo lugar también “por la paz”, pero a favor del envío de armas. A ella acudieron la alcaldesa socialdemócrata de Berlín, Franziska Giffey, y el embajador ucraniano en Berlín. Zelenski mandaba un saludo en vídeo y las banderas de Ucrania llenaban el lugar, en el que se exponían, una vez más, los motivos para armar a Ucrania y luchar hasta “vencer a Rusia” o hasta que “Ucrania gane la guerra”, como se ha dicho sin parar. El movimiento pacifista, es cierto, ha estado noqueado en Alemania. En la tradicional manifestación de Pascua de 2022, celebrada ya en abril con la guerra en curso, tan solo acudieron unos pocos de miles de personas a, por primera vez, dos marchas paralelas. Una a favor y la otra en contra del envío de armas, y por la paz.
El movimiento pacifista ha estado noqueado en Alemania
Esta división tiene otra imagen en la capital que el sábado fascinaba a los pasantes: los restos de un tanque ruso que han colocado frente a la embajada rusa. La acción, pensada para protestar por la actuación de Rusia en Ucrania, ha sido reinterpretada por activistas por la paz con la colocación de cientos de claveles rojos, en memoria a los caídos también dentro del propio tanque. Otros manifestantes que creen que solo Ucrania tiene razón colocaban a su vez banderas ucranianas. Estas dos protestas mayoritarias no fueron las únicas contra la guerra: la coordinadora por la paz Friko Berlin se manifestaba el viernes y la dirección de Die Linke en Berlín, que cogobierna en la capital, no iba ni a una ni a otra, sino que se inventaba una propia: una concentración el viernes ante la embajada rusa para pedir que el país salga de Ucrania.
Dentro de Die Linke hay diferencias sobre las posturas de Wagenknecht que los medios se encargan de exagerar en el lodo del que hablamos todo el tiempo. Algunos de sus colegas de partido han criticado la manifestación del sábado. En el pasado, se le acusó de hacer declaraciones relativas a la inmigración y a las luchas de la izquierda cosmopolita para pescar votos en el margen derecho del arco político. Sin embargo, con el comienzo de la guerra su partido no ha sido tan claro como ella misma. De hecho, hay figuras como el ministro-presidente de Turingia Bodo Ramelow que incluso defiende el envío de armas a Ucrania, asegura, para que el país se defienda.
Es por todo ello que Die Linke ni estaba ni se le esperaba el día en que el canciller Scholz anunciaba el envío de tanques Leopard: el partido realizaba una pregunta sobre pensiones, inconsciente del momento histórico, después de haber despojado a Wagenknecht de la tarea de explicar a la población y preguntar al canciller sobre la guerra. Die Linke, que ha perdido votantes hasta el punto de entrar por los pelos en el Bundestag en las últimas elecciones, debe refundarse en un congreso extraordinario en el que la cuestión principal a debatir sería la guerra de Ucrania y la postura que ha de adoptar al respecto, propone el filósofo Michael Brie, que forma parte de la directiva científica de la Fundación Rosa Luxemburgo.
“Pagados por Putin, amorales, despiadados…”, Wagenknecht enumeraba los insultos que los medios habían publicado sobre su manifestación y el movimiento pacifista que ella quiere liderar y que el sábado en Berlín la arropó mientras constataba: “Algunos han perdido el compás político y aseguran ahora que estar en contra de la guerra es de derechas, mientras azuzar una contienda bélica sería de izquierdas”. No se avergüenzan de que el exembajador ucraniano sea un admirador del colaborador neonazi Bandera, “responsable de la muerte de miles de judíos y ahora vienen y nos acusan a nosotros de andar de la mano con la derecha, no se puede ser más cínico”, decía Wagenknecht. “Tienen miedo de nosotros, miedo de un nuevo movimiento por la paz y por eso estamos aquí, para que no puedan seguir haciendo la política que están haciendo”. Lo más importante: que pare el sufrimiento en Ucrania y dejar de enviar armas al país, que solo provocan más muerte y dolor.
Es un poco lioso, pero a veces, o casi siempre, hay que tener paciencia y seguir leyendo para entender lo que sucede. Decir que el sábado en Berlín hacía un frío que se te calaba en los huesos parece un adorno, pero si además mencionamos a los numerosos mayores de setenta y ochenta años que asistieron a la...
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