editorial
Cinco años después, por un feminismo para el 99%
8/03/2023
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No se equivoquen. La imagen que ofreció ayer el Congreso, con las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales completamente solas mientras se debatía si había que reformar la ley del ‘Solo sí es sí’, aprobada hace apenas unos meses, es un regalo para quienes llevan tiempo buscando por todos los medios explotar las diferencias surgidas dentro del movimiento feminista y en el gobierno de coalición. Pero la foto solo representa una parte de la realidad: la de la reacción ante las radicales transformaciones sociales que genera el feminismo. La sesión, que acabó con el PSOE y el PP aprobando con el PNV y el PdCAT la proposición de ley socialista contra su propia reforma legislativa, se produce en una fecha muy señalada, la víspera del 8M. Pero hoy habrá de nuevo miles y miles de mujeres en las calles, demostrando la potencia imparable del feminismo.
La escena electoralista vivida ayer en el Parlamento es otro síntoma de una democracia de baja calidad, puesto que la votación corona la campaña mediática y judicial lanzada por la derecha y la ultraderecha contra el Ministerio de Igualdad y los avances feministas aprobados en los últimos años. Y supone además una traición del PSOE, que se encargó de diseñar la escala de penas del ‘Solo sí es sí’ desde el Ministerio de Justicia, a las decenas de miles de mujeres que exigieron tras la sentencia de la Manada una reforma clara e integral de la legislación contra las violencias sexuales. Los socialistas, instalados en el punitivismo populista, argumentan que las reducciones de penas suponen un intolerable agravio a las víctimas. Toca recordar, una vez más, que las penas más altas no implican un descenso de los delitos, y que el mayor agravio es que solo se denuncien el 9% de las agresiones sexuales que suceden en España.
La escena electoralista vivida ayer en el Congreso es otro síntoma de una democracia de baja calidad, puesto que la votación corona la campaña mediática y judicial
Se trata en todo caso de una victoria pírrica de ese grupúsculo de veteranas feministas cercanas al PSOE (y demasiadas veces a los argumentos de la extrema derecha), que tanto ascendiente tienen en los principales medios de comunicación. Si se pone un foco más amplio, es preciso recordar lo que ha pasado en el país en el último lustro. Hace apenas cinco años, en 2018, una marea morada inundaba las calles contra la violencia machista y la desigualdad de género. Pero no solo. El objetivo era también visibilizar la explotación de las mujeres en el ámbito laboral y el trabajo reproductivo. “Si nosotras paramos, se para el mundo”, fue el lema de aquella movilización acompañada de un paro laboral que situó a España a la vanguardia del movimiento internacional por la igualdad.
En enero de 2018, un manifiesto firmado por Angela Davis, Nancy Fraser y Cinzia Arruzza, entre otras, marcó el camino. El texto, que llevaba por título “Un feminismo para el 99%: por eso las mujeres haremos huelga este año”, concluía: “El 8 de marzo será un día de feminismo para el 99%: un día de movilización de las mujeres negras y morenas, de las cis y bi, de las lesbianas y las mujeres trans, de las pobres y las de bajos salarios, de las que hacen trabajos de cuidado no remunerados, de las trabajadoras sexuales y de las migrantes”.
En los años que han transcurrido desde entonces, la sociedad española ha conseguido avances feministas que han consolidado al país como un referente mundial en la materia. Se han aprobado la reforma de la ley del aborto, la ley que penaliza el acoso a las mujeres que acuden a abortar, la que mejora la protección de las víctimas de la violencia de género, la ley Trans y la ley sobre la Garantía Integral de la libertad sexual, además de otras no específicas, como las subidas del salario mínimo o la de la protección a la infancia.
Pero la fuerza del movimiento feminista y las transformaciones a las que está dando lugar no están contenidas en fórmulas partidistas y van más allá de las leyes, porque las desborda y están en otra parte: en los cambios culturales, en las y los jóvenes que ya no entienden el mundo sin el feminismo, en las nuevas organizaciones, en las amistades y alianzas entre mujeres blancas y racializadas que se forjan en las luchas de base... Todo eso ha llegado para quedarse, es irrepresentable e independiente de la contienda parlamentaria.
La explotación, la pobreza, el racismo salen de la ecuación en la que unas pocas tratan de blindar sus privilegios y su poder
El 7 de marzo, el PSOE presentó, casi por sorpresa, una ley de paridad. La vicepresidenta Nadia Calviño la anunció en una conferencia de prensa en la que no estaba presente Irene Montero, la ministra de Igualdad. Sin tener en cuenta cuestiones como la clase o la interseccionalidad, este tipo de medidas nos devuelve a ese escenario en el que el ‘feminismo’ pelea por los derechos de una minoría privilegiada. La precariedad, la explotación, la pobreza, el racismo salen de la ecuación en la que unas pocas, en nombre de ellas mismas, tratan de blindar sus privilegios y su poder. Ante la imposibilidad de parar el movimiento, buscan domesticarlo y hacerlo presentable para las estructuras de poder.
En ese sentido, la detención arbitraria de dos activistas feministas que protestaban pacíficamente el 7 de marzo en Madrid nos recuerda también la necesidad imperiosa de derogar de una vez la ley Mordaza. Es de esperar que las izquierdas hagan de este asunto su prioridad absoluta, porque es un acuerdo del gobierno de coalición y porque parece bastante probable que la deriva derechista del PSOE acabe poniendo una alfombra roja al triunfo del PP y de la extrema derecha en las elecciones generales.
Tras las masivas movilizaciones feministas vividas antes de la pandemia, el 8 de marzo necesita recuperar el grito global de las mujeres. Mientras la ofensiva del neoliberalismo y el neofascismo continúa su marcha, el feminismo del 99% seguirá en primera línea de la batalla en defensa de los derechos de todas las mujeres. De todas.
No se equivoquen. La imagen que ofreció ayer el Congreso, con las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales completamente solas mientras se debatía si había que reformar la ley del ‘Solo sí es sí’, aprobada hace apenas unos meses, es un regalo para quienes llevan tiempo buscando por todos los medios explotar...
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