EDITORIAL
Unidad (ya) o barbarie: último intento
5/04/2023
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Las cosas no han empezado bien. Que el acto de presentación de una plataforma política que se llama “Sumar” arrancara sin la presencia de Podemos indica un fracaso colectivo, de Sumar y de Podemos. Ninguno de los dos grupos ha mostrado la flexibilidad, generosidad y altura de miras que son necesarios en este tipo de circunstancias. Traten de explicarle a una persona que no siga la política muy de cerca, pero a la que le preocupan los asuntos públicos, que en el lanzamiento de la candidata propuesta en su día por Podemos, Yolanda Díaz, no haya estado Podemos. Y que esa misma candidata, en una entrevista publicada al día siguiente, no considere que la ausencia de Podemos sea un fracaso.
Cuéntenle a esa misma persona que la razón última del desencuentro es la excusa para la falta de acuerdo no sobre los grandes proyectos o las políticas que encarnará Sumar, sino sobre las primarias, sobre el método de elección de los candidatos. Y todo ello a menos de dos meses de que se celebren unas elecciones municipales en las que las derechas vienen bastante crecidas.
La política tiene sus propios códigos y hay una parte importante de ella, la relativa a los partidos y sus conflictos internos, que se desarrolla en la penumbra. Pero cuando las miserias de las luchas por el poder salen a la superficie, los ciudadanos no pueden sino enojarse y alejarse.
El mandamiento supremo de la política debe ser actuar de acuerdo con criterios que la ciudadanía pueda compartir. Si esos criterios sólo sirven para los afiliados, los inscritos, los analistas, los periodistas o cualquier otro grupo especial, pero no para la ciudadanía en general, el divorcio entre los ciudadanos y la política está asegurado. Y la desafección crece. Y la desmovilización es segura.
Los ciudadanos de izquierdas no van a entender que Sumar y Podemos no se presenten juntos a las generales. Pero tampoco entenderán que Sumar apoye a unos partidos en las municipales y autonómicas y a otros no. Si sucede así, y no se remedia la ruptura o si la negociación se aplaza meses y meses, los partidos de izquierda van a sufrir un castigo notable. Sabemos que los incondicionales de cada formación votarán a los suyos pase lo que pase, pero aquellos otros que no tienen una identificación tan sólida ni emocional van a tener ganas de abstenerse o de votar a otras fuerzas. Y estos últimos son muchos más que los primeros, aunque hagan menos ruido.
Por mucho que el sistema haya maltratado a Podemos, por mucho que Podemos haya cambiado para bien la política española, mucha gente no va a perdonarles que se reviente el proyecto de Sumar. Y por mucha ilusión que transmita Sumar y Yolanda Díaz, la gente no va a perdonarle que no integre a Podemos en su plataforma. Ni Podemos ni Sumar pueden obligarnos a tener que elegir. La gente demanda entendimiento, y las encuestas muestran que solo un frente amplio podrá frenar a las derechas y permitirá ir más lejos de lo que se ha hecho en estos años de gobierno de coalición con el PSOE. No nos fastidien más, por favor. Si siguen como hasta ahora, van a hacer un ridículo histórico y la gente no se lo va a perdonar durante mucho tiempo. Si son capaces de escuchar a la ciudadanía en cuyo nombre suelen hablar, no les queda más remedio que encontrar un acuerdo. Y que no se produzca un minuto antes (o un minuto después) del cierre de plazo de presentación de las candidaturas, por favor.
De hecho, ya vamos tarde. Como dijimos el pasado mes de enero, lo ideal sería que las fuerzas llamadas a formar el Sumar estatal pactaran confluencias para las autonómicas y municipales allá donde todavía no se ha hecho. En Madrid y en Valencia, especialmente, sería un suicidio político acudir divididos y favorecer que las derechas arrasen en las urnas, porque esos resultados marcarían una tendencia difícilmente reversible en las generales.
Primero, sumas generosas para las autonómicas y municipales. Y luego, a negociar los detalles de la coalición para las generales. Pensar que sin lo primero puede ser factible lo segundo es, en el mejor de los casos, un autoengaño. Salvo que lo que se busque sea provocar un cisma que nos llevaría, sin duda, a un largo periodo de gobiernos (locales, autonómicos y estatales) de la derecha y la ultraderecha.
Las cosas no han empezado bien. Que el acto de presentación de una plataforma política que se llama “Sumar” arrancara sin la presencia de Podemos indica un fracaso colectivo, de Sumar y de Podemos. Ninguno de los dos grupos ha mostrado la flexibilidad, generosidad y altura de miras que son necesarios en este tipo...
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