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La batalla de BCN

Colau, que podría repetir alcaldía, y su equipo han protagonizado un fenómeno único en el Estado y en Europa. No es ya el lawfare que ha convocado, sino su grado de intensidad

Guillem Martínez 12/05/2023

<p>Ada Colau, durante el acto de inicio de la campaña electoral en La Paloma (Barcelona) del pasado 11 de mayo. <strong>/ Barcelona En Comú</strong></p>

Ada Colau, durante el acto de inicio de la campaña electoral en La Paloma (Barcelona) del pasado 11 de mayo. / Barcelona En Comú

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1- Se espera en BCN una campaña muy reñida. Esto es, a) ajustada, pero también, literalmente y como el palabro indica, b) a la greña y al chillo. Desde hace meses se respira en el ambiente un triple empate –Comuns, ERC, PSC–, que las encuestas, internas o extrovertidas, han ido matizando. La última, la del CIS de hace unas horas, que presenta como ganadora a Colau –con un 24,8%, casi cuatro puntos más que en 2019–, seguida por Collboni/PSC –22,5%; sube cuatro puntos, indeed–, Trias/Junts –17,3%, lo que es un subidón de siete puntos–, y Maragall/ERC –la primera fuerza en 2019– bajaría, zas, ocho puntos hasta el 13,2%. Sirera/PP, el increíble partido menguante en Cat, concluiría la lista de partidos con representación, con una subidita de dos puntos –hasta el 7%–. El resto, siempre según el CIS, sería naufragio. Así, desaparecerían del biotopo Valents, una escisión de C’s, aún más de extremo centro. Y también lo haría C’s –Anna Grau, su cabeza de lista, sustenta su campaña en un cartel en el que aparece en pelota picada, como Albert Rivera en sus primeras elecciones, lo que conferiría simetría en el principio y en el final de este partido, que, como todo el mundo, nace y muere desnudo–. La candidata Basha Changue/CUP, según este CIS, no lograría entrar en el consistorio. 

2- Como ven, menos el PP, que va a su propia velocidad y juega su propia Liga, el resto de partidos, avanza, con puntuales escapadas personales, en pelotón. Tanto que, como ya es tradicional en BCN, será difícil, barra imposible, que uno de esos partidos gobierne en solitario. Ser el partido más votado parece ser la referencia para futuros pactos de alcaldía, sí. Pero también la capacidad de realizar esos pactos, de facilitarlos, de ser central, de no tener un talante excluyente y crispante. Como, al parecer, fue el caso de ERC tras las pasadas municipales. Partido ganador, no supo ganar –esto es, negociar su victoria–, ni tampoco perder –el mismo día en el que se proclamaba a Colau alcaldesa de BCN por segunda vez, ERC animó, en la Plaça de Sant Jaume, escenas de pura agresividad bisontística; eran, snif, otros tiempos, otro procesismo, otros mitos, y otra ERC–. Sobre el papel, y gane quién gane, y salvo sorpresa iconoclasta, gobernarían Comuns, PSC y ERC. Como hasta ahora. Lo que está en juego es la alcaldía, algo importante en un sistema presidencialista, como lo es el municipal. En esta ocasión no habrá un Valls/deus ex machina, que otorgue o niegue la alcaldía a un tercero. El ex primer ministro francés, que se enfrentó al Frente Nacional galo haciéndolo innecesario, a través de políticas racistas agresivas y propias, regaló gratuitamente la alcaldía de BCN a Colau, en lo que fueron los días más extraños de su carrera política. Recordémoslos. Valls llegó al Ajuntament en un ínterin vital en el que, con Macron, estaba fuera de juego en Francia, su biotopo político. En BCN actuó poco y, se diría, contra los señores de BCN, que ningunearon a su padre, un pintor sin asidero social en una de las ciudades más clasistas de Europa. Posteriormente se casó con una señora de la alta sociedad de una de las ciudades más clasistas de Europa, y desapareció de la política hacia arriba, más contento que una anchoa. Lo que es una novela de Barcelona, pero sin el último capítulo, aquel en el que, al chico que la lía, los señores de BCN le rompen las piernas. Tal vez porque el chico no es un chico, sino un primer ministro francés. 

3- Hola. Martínez. Campaña electoral. Primer día de campaña electoral. Lo que sigue es un dramatis personae, una descripción de las listas del pelotón de BCN. Y, con ello, una descripción también de la capacidad de cada una para, después del 28M, ser centro, ser pacto, ser alcaldía. Vamos que nos vamos. Seguiremos el orden facilitado por el CIS, aunque en casa seamos más del CIS Las Vegas que del CIS Miami.

En el ámbito municipal, Comuns es otro cantar. Es una voz solitaria

4- Colau/Comuns significa, junto a Cádiz, el único ayuntamiento con una relación intelectual y estética con los idus de 2011. La relación del pack comuns con el procesismo –y, me temo, también con el posprocesismo, con las reformas cutres y de escasa calidad democrática en el Código Penal– sesgó las posibilidades de Comuns en el ámbito español –llegó a ser el partido catalán más votado en dos elecciones generales; no es el caso hoy–, y las redujo sensiblemente en el ámbito catalán. No obstante, en el ámbito municipal, Comuns es otro cantar. Es una voz solitaria –sin medios de comunicación acólitos; más bien lo contrario–, importante y respetada en el municipalismo europeo, en el que BCN es una suerte de lo que fue Bologna hasta los 80. Las superilles –en BCN una illa es una manzana de casas; una superilla es la restricción del tráfico y la reurbanización del espacio público en un tramo de manzanas, en el que prima el peatón y el vecino– repercuten en la vida de la ciudad. Son un fenómeno que se exporta a otros municipalismos europeos, como París, y que plantea un tipo de ciudad sin coches, imparable, visto lo visto. Pero también es un fenómeno que repercute en el precio de venta y alquiler en las zonas afectadas. Lo que habla de la dificultad de gestión política del urbanismo y la ciudad en, snif, el neoliberalismo, ese poder constante y no institucional. El Ajuntament de BCN es, a su vez, un fenómeno municipal extraño, único en la Península. Es una suerte de Estado, con competencias en educación, sanidad, vivienda, bienestar... La vertebración de todo ese poder se ha notado en la ciudad en la crisis pandémica, y en la actual crisis. Sobre las políticas municipales emitidas, un dato importante: su recepción. Curiosa, como poco. Colau y su equipo han protagonizado un fenómeno único en el Estado y en Europa. No es ya el lawfare que ha convocado, sino su grado de intensidad. Esta mañana a primera hora Colau, que ha visto cómo se sobreseían más de diez causas judiciales, aún tiene cuatro casos –penales– abiertos. Se trata, fundamentalmente, de causas por el pack urbanismo y vivienda, y otras más variopintas, detrás de las cuales hay empresas de suministros, como lo es el agua. La erosión sufrida por Colau habla de la agenda política del Ajuntament. Y también habla de ello un fenómeno nuevo: cierta crispación inducida, nacida en torno a unos medios de comunicación, muy progubernamentales y verticalizados, como se vio en 2017. En esos medios, en ocasiones a través de una suerte de humor, se vertebran estados de ánimo próximos al odio. Fundamentalmente, ante las restricciones al tráfico. Lo que dibuja cierto negacionismo derechista ante el calentamiento global, menos gore que en Doñana, si bien igual de cafre y reaccionario. La inversión en juicios y en información chunga, y la resiliencia, los buenos resultados esperados, incluso, hablan de Comuns como un grupo central. A pesar de ser el grupo más opuesto al resto de grupos del pelotón, es uno de los que más posibilidades tiene de establecer alianzas amplias y poco restrictivas.

El PSC es el único partido catalán que no ha cambiado su discurso desde 2017, lo que es, visto lo visto, un patrimonio, perceptible en los barrios humildes

4- El PSC de Illa es uno de los PSC más cercanos a los negocios en años. Es muy sensible a los intereses inmobiliarios –metáfora: Joan Clos, penúltimo alcalde PSC de BCN, es el jefe de la patronal del ramo; se dice rápido–, y a los turísticos –lo que es importante, pues BCN es una ciudad próxima a la saturación turística, y también a los problemas habitacionales que el turismo, los apartamentos turísticos, suponen–. El PSC es, en ese sentido, un partido antipático, que compensa ese hecho con este otro: es el único partido catalán que no ha cambiado su discurso desde 2017, lo que es, visto lo visto, un patrimonio, perceptible en los barrios humildes. Jaume Collboni, el candidato a la alcaldía –por tercera vez; lo que son muchas veces sin ganar; lo que configura esta vez como una posible última vez–, parece crear su imagen distanciándola de Colau, con la que ha gobernado cuatro años. Se presenta como candidato del orden –el orden es el gran qué en Catalunya, que ha tenido muchos partidos de orden; todos; ERC lo fue hasta 1936, cuando empezó a verse sustituido en ese rol por PSUC; en democracia, CiU fue el orden, si bien PSC no fue el desorden–. En ese sentido, Collboni ha planteado un posible pacto postelectoral con Trias/Junts. Poco probable, en tanto sería una tesitura demasiado neoliberal incluso para el PSC, una desregulación dentro de la desregulación de la vivienda y del turismo. Por otra parte, Puigdemont, líder espiritual de Junts, caería, sí o sí, sobre el Ajuntament Junts-PSC de BCN, en ausencia de otra institución cachas en su poder. Supongo que el titular periodístico de una asociación con Trías es necesario, en campaña, para alejarse de Colau. Indicio/dato importante: se da el caso de que la alcaldía del BCN no es, o no fue, un objeto previsto por el PSC. O, al menos, la candidatura del PSC se ofreció a otro político. Iceta, me dicen, que pasó de todo. 

Más que crecer en el lado Junts, la candidatura de Trias parece crecer de lo que le manga a ERC

5- Xavier Trias pidió tres condiciones, me dicen, para ser el candidato de Junts a la alcaldía. A saber: a) poder absoluto en la lista, b) una encuesta fiable sobre sus posibilidades en BCN, y c) buen rollo ecuménico en todos los partidos del procesismo. De las tres demandas, no se ha cumplido ninguna –pero es que ninguna: a) Trias no corta el bacalao en su lista o, al menos, las bases de Junts han votado, con el 84% de votos afirmativos, que no se podrán establecer pactos postelectorales sin ser aprobados en consulta por los militantes; vamos, que es sumamente dudosa la realización de un pacto con Collboni; por lo demás, dudo de que Junts b) tuviera pasta para una encuesta preelectoral, y del c) buen rollo en el procesismo, mejor no hablar–. Lo que nos lleva a la pregunta, dos puntos, ¿por qué Trias se presenta a las municipales? Y la respuesta solo puede ser, dos puntos, porque es su carácter. Esto es, llegó a ser alcalde de BCN, pero desapareció del Ajuntament como un ninja, zas, sin plantear combate, cuando Colau ganó las elecciones. No intentó, vamos, un pacto. Que es lo que está intentando ahora. La lista de Trias, en todo caso, siendo Junts, no se llama Junts. Trias no se aguanta con Puigdemont, ni con Borràs. Trias es una pieza antigua, convergente, en una máquina que ya no posee esas piezas. Por lo mismo, lo suyo es un intento –ya van varios; todos fallidos– de reconstruir Convergència en otro punto. En un procesismo conservador, si bien menos trumpista y majara que el de Junts. Y se ha de decir que no lo tiene bien. Por primera vez en la historia de la convergencionalidad, no hay aparatos. Lo poco que queda está en PDeCAT, una pieza sin cash y en trance de ser abandonada o/y devorada por Junts. Quizás es el momento de la desaparición de Convergència. Esto es, de la cesión de su rol de partido de orden, una vez que ya no lo es, a un partido con aparato: ERC. Veremos. Desde 2012, cuando empezó a realizarse ese relevo, ERC no ha parado de dificultarse ese relevo, en el que le va la vida. Por ahora, en todo caso, todo sigue revuelto en el área que pretende liderar Trias en BCN. Clara Ponsatí –Junts– ha hecho un llamamiento a la abstención, en tanto no hay ningún partido procesista puro en BCN, esa Babilonia impura. Trias, a su vez, no podrá rentabilizar las estridencias de Borràs, que culminarán estos días, con su expulsión del Parlament, ese paraíso –salarial–. Más que crecer en el lado Junts, la candidatura de Trias parece crecer de lo que le manga a ERC. Al contrario de la vez que fue alcalde, parece que, en esta emisión, no será votado por personas alejadas del catalanismo. Es dudosa, por otra parte, una coalición con ERC, en tanto necesitarían aún un tercer partido —sería PSC; las bases, lo dicho, pasarían, si no la lían en plan bestia, a lo Vistalegre –, y en tanto Junts y ERC no se tragan –las bases pasarían más; en la Catalunya no metropolitana, por cierto, ese enfrentamiento es absolutamente determinante y fiero, más allá de la política–. 

6- Ernest Maragall tenía la razón histórica de darle para el pelo a un PSC que le dio para el pelo a su hermano, Pasqual Maragall, absolutamente ninguneado por su partido en su último tramo de vida política. Pero no ha conseguido darle para el pelo a nadie, salvo a sí mismo. No fue alcalde por ERC en las pasadas elecciones, lo dicho, por la incapacidad de negociarlo. En estas elecciones, al parecer, se resiente de aquel fracaso. Y de otros que ha ido consolidando: a) es una suerte de señor gruñón en la política, donde ya hay varias toneladas de tipos con ese perfil. Por otra parte b) se ha esquerrizado. Esto es, es percibido con esa sombra de incapacidad con la que es percibido un Govern en minoría, y que no suele dar pie con bola. La última: la convocatoria de unas oposiciones multitudinarias, que no se llegaron a realizar por desorganización y pitote. Por último, Maragall no deja de ser para el procesismo, esa construcción reaccionaria, c) un chico PSC, por lo que una parte de su anterior voto se va a Trias, un objeto más derechista y nítido. El discurso municipal de ERC para BCN no deja, por otra parte, de competir con Trias y con PSC en su anticolausismo, en la inseguridad en las calles, en la necesidad de ser orden, en la necesidad de denunciar desorden, donde no lo hay de manera notoria.

7- Daniel Sirera / PP es aparato, esa cosa pequeñita, pero efectiva, en el PPC. Presidente del PP en sustitución de Piqué, diputado, senador, toda la pesca. En momentos de sequía de votos, estuvo de asesor en una comunidad autónoma PP. Las comunidades autónomas PP cachas –Madrid siempre, Valencia en tiempos, y hoy Andalucía y Murcia– fueron/son muy generosas con las vías territoriales muertas, como lo es el PPC. Siempre han mantenido calientes a sus usuarios, hasta que se les asigna otro lanzamiento en paracaídas en Catalunya. Como es el caso. Lo normal de Sirera/PP sería colaborar, modestamente, en una opción afín, como la de Trías. Pero, como saben, todo eso es imposible.

8- Y así hasta el 28M.

1- Se espera en BCN una campaña muy reñida. Esto es, a) ajustada, pero también, literalmente y como el palabro indica, b) a la greña y al chillo. Desde hace meses se respira en el ambiente un triple empate –Comuns, ERC, PSC–, que las encuestas, internas o extrovertidas, han ido matizando. La...

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Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).

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