PROCESANDO EL YUYU
El cambio histórico y la época (II): una novela de Barcelona
Trias/Junts tan solo quería gobernar con empresas. Como todo el mundo. La factura de hacerlo hubiera sido carísima. La de no hacerlo también lo será, me temo
Guillem Martínez 25/06/2023
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1- En el momento en el que escribo estas líneas, se desarrolla un golpe de Estado en Rusia. O una Guerra Civil. O algo. O nada. En todo caso, aún en su indefinición, el golpe, la guerra, el algo, la nada, no es algo ejercido por el Ejército, sino por una empresa. Lo que dibuja la época. Las empresas hoy dan golpes, hacen guerras, algo, nada. Como se intuyó en la crisis de 2008, cuando la época empezó a temblar y a disolverse, y cuando se interpuso el beneficio de la empresa financiera alemana no solo sobre el interés nacional de Grecia, sino sobre conceptos más grandes e importantes incluso que Grecia, como la Democracia y los DD. HH. Las empresas, en esta época que hoy tal vez da sus últimos estertores, son más importantes que el Estado. Cuando el Estado se olvida de ello, la empresa lo recuerda, a través de golpes, guerras, algo, nada. Veremos cómo evoluciona esta tendencia ¿golpista?, ¿de intromisión de la empresa en el Estado?, en la época que empieza, que ya no es el neoliberalismo extremo y que, por ello, podría disponer de un Estado, en principio, más fuerte que la empresa. O no.
2- Es espectacular lo de Rusia. Pero lo verdaderamente divertido es que, para que Rusia esté seriamente enferma, usted y yo, por fuerza, no debemos estar muy finos. Lo que nos lleva a hablar, tal y como les aseguraba el último día, de BCN.
3- El pasado 17J, tras constituirse el Ajuntament de BCN y nombrar alcalde, contra todo pronóstico, a Jaume Collboni/PSC, Xavier Trias, de Junts, tomó la palabra.
El candidato Trias había pedido 45 asientos para su familia. Y otros 45 para sus amigos
4- “S’ha de saber perdre amb elegància” (“Se debe saber perder con elegancia”), dijo. Y, en efecto, con elegancia y flema británica, Trias empezó a hilvanar un discurso en verdad templado, sereno y distinguido. Que duró diez segundos. Los que tardó en perder toda compostura, escupir por el colmillo y jurar en arameo. El discurso posterior, breve, pero de una crispación densa, en el que se venía a señalar como ilegítimo al Gobierno –municipal–, finalizó por todo lo alto, con un momento sostenme-el-cubata apoteósico, y con una alocución inquietante. Esta: “Si no sóc alcalde, que us bombin” (“si no soy alcalde, que os den por XXXX”). El discurso, no obstante, fue aplaudido y jaleado por unas voces en off, en verdad nutridas. Se podría pensar, al escucharlas, que el Saló del Consell de Cent estaba copado por seguidores de Trias. Lo que era, de hecho, así. En una situación sin precedentes, unas horas antes del acto, el candidato Trias, en aquel momento el candidato con más posibilidades de ser alcalde, había pedido 45 asientos para su familia. Y otros 45 para sus amigos, a los que se agregaban una veintena de políticos invitados, y otro número variable de empresas –recuerden: golpes, guerra, algo, nada–, entre ellas AGBAR, una de las más beligerantes contra el consistorio saliente, y una de las animadoras del lawfare contra el Ajuntament y contra Ada Colau. La mayoría del Saló era el entorno Trias. Entre otros, se podía ver a Jordi Pujol, a Artur Mas, a David Madir, primer procesista miembro de un consejo de administración del IBEX –el golpe, la guerra, algo…–. Todos, como Trias, ojipláticos, sin saber que la sola presencia de ese grupo formado por ellos mismos era la que, en cierta manera, había determinado que Trias no fuera, tal vez ya nunca jamás, alcalde de Barcelona –no se pierdan el punto 10–. Pero, claro, todo empezó mucho antes de este preciso momento, en el que Trias era el novio en esa boda en la que a la novia la pillan en el WC con el DJ. Pero vayamos por partes.
5- Los contactos de Trias con PSC, con PP y con ERC empezaron muy pronto. Pero también, los contactos con el empresariado barcelonés –la cosa inmobiliaria, la cosa turismo, la cosa business friendly, que lo mismo te alicata la cocina que te vende dos millones de mascarillas–. La empresa –el golpe, la guerra, algo…–. Bueno, según Manel Pérez, de La Vanguardia, para el 17J, día en el que Trias, recordemos, deseó una fructífera relación anal a todos aquellos que le habían obstaculizado su acceso a la alcaldía, Foment –la asociación empresarial más antigua de España; una suerte de Asociación Empresarial de Orce– iba a a redactar un documento dando las gracias por su generosidad a un PP que iba a facilitar la alcaldía a Trias. Lo que es importante, pues para entonces ya era sabido que Trias/Junts había pactado con ERC. Estaba a punto de suceder algo histórico. Las derechas de BCN –Junts, PP e, implícitamente, Vox; no se pierdan el punto 9–, siempre cercanas en las cosas importantes, accedían a un pacto, independientemente de si eran procesistas o españolistas. Algo inusitado, si bien no contra natura.
6- La cosa parecía estar ya decidida. De hecho, ya no quedaba otra opción que ese Govern Junts-ERC, apoyado por el resto de derechas. La opción sociovergencia, la favorita por parte de la empresa –el golpe, la guerra, etc.–, murió muy pronto. Una semana antes, cuando Collboni y Trias no se entendieron, al parecer, por tan solo una exigencia de Collboni: dos años de alcaldía para él, y otros dos para Trias. La otra opción de alcaldía posible –un alcalde PSC con los votos PP– se diluyó, aparentemente, el 15J, cuando el PP sector Feijóo abrió negociaciones desde MAD con PSC, con Illa, sin Collboni. Y, al parecer, tampoco se entendieron por una condición que el PSC no asumió: que en toda la legislatura no hubiera pacto con Comuns. Según Manel Pérez, una vez descartada la sociovergencia, y la gran coalicioncita municipal, el empresariado consideró asumible, lo dicho, un frente procesista Junts-ERC. Lo que es importante, y lo que hubiera sido mucho más importante, si hubiera participado PP, conocedor, como lo era, de la adscripción no indepe de Trias, y de su intento de reedificar una suerte de CDC en BCN, e imposible, aún, de plantear en CAT, o en el grupo en el Congreso de Junts. ¿Qué pasó? Supongo que el raje del PP. Un partido que llevaba semanas defendiendo que ETA existía no podía pasar a explicar que el procés tampoco. Y no lo hizo.
7- Veamos cómo fue la cosa por el lado de las izquierdas.
8- Colau, inmediatamente después del 28M, empezó a reunirse, por separado, con PSC y ERC. ERC parecía dispuesta al pacto tripartito. Y Collboni/PSC, no. De hecho, la cosa no evolucionó por la negativa de Collboni a una reunión a tres bandas, que nunca se produjo. El jueves 15J se hizo público el pacto Trias-ERC, hasta cierto punto una sorpresa. Desde que salió, parecía que esa sería la opción más plausible, en tanto era difícil imaginarse que Comuns votara con PP, en el caso de que, en efecto, PP votara a Collboni y no a Trias –votar a Trias era, al parecer, la opción del PP hasta el viernes 16J–. ¿Qué motivó el giro de opinión en Comuns? Al parecer, no fue una cosa en concreto, sino tres.
Colau, inmediatamente después del 28M, empezó a reunirse, por separado, con PSC y ERC
9- Fueron tres momentos, me dice por el pinganillo Comuns. El primero fue la renuncia de Vox a un recuento de votos –el 14J– que, todo indicaba a ello, podría haber hecho ganar a Vox un concejal, en detrimento, precisamente, del PSC. Con esa decisión de Vox, quedaba claro que a) el Ajuntament se constituiría el 17J, y no el 7 de julio. Y que b), Vox tenía prisa. Temía algo, o no quería dificultar algo. El segundo momento fue la noche del 15J, cuando ERC anunció que consultaría a las bases –ese trámite rapidito, testimonial por aquí abajo– lo del pacto con Junts. La cosa se precipitaba. Había que hacer algo. ¿Pero qué? ¿Qué podían hacer? Y, en eso llegó el momento tres. Sin duda el más divertido. No se lo pierdan.
10- Ese momento fue el mismísimo 17J. Un día antes, el 16J aún hubo una última reunión PSC-Comuns, en la que Collboni ofreció uno de sus famosos pactos secretos, que fue rechazado. Estaba claro, ya desde entonces, que Trias sería alcalde. Pero, en eso, Comuns tuvo acceso a la lista de invitados de Trias, para lo de su coronación. “Estaba todo el 3% y toda la lawfare”. De forma rápida, pero efectiva, decidieron dar su voto, sin condiciones ni pactos, a Collboni. Esto es, decidieron liarla. Crear un nuevo mapa. Eso fue a las 15:00h. del 17J. A las 16:00h. se hizo pública la decisión en un comunicado. A las 17:00h., empezaba el acto de constitución del Ajuntament. Collboni, sumamente despistado, un líder que no había liderado o facilitado ningún pacto, y que se había descontado a sí mismo con los múltiples pactos secretos que había ofrecido, asistió al acto con dos discursos preparados. Uno como líder de la oposición, esa cosa que no existe en un Ajuntament. Y otro como alcalde. Inopinadamente, para él, tuvo que leer el segundo. Viendo lo poco eléctrico que resultó, debería haber leído, ahora que lo pienso, el otro.
11- Ha ganado Collboni. ¿Qué ha ganado?
12- En primer lugar no ha ganado Trias. Por lo que no ha ganado la empresa. Trias, un alcalde bajo cuyo mandato –2011-15– BCN fue expuesta a un neoliberalismo riguroso, lo que llevó a la sombra de la fractura social, a enfrentamientos violentos con la policía, a polémicas actuaciones políticas tendentes a facilitar negocios con la empresa –el golpe, la guerra…–, y a la condena, por corrupción, de la mano derecha de Trias. Ha ganado Collboni, un político sin mucha solidez, que protagonizó unas polémicas elecciones primarias en 2015, en las que planeó la sombra de la irregularidad, y que no posee ni la confianza ni un gran apoyo por parte del PSC. Un político que no supo evitar con pactos la victoria de Trias y que, incluso, los dificultó. Un político que se define como abierto a las empresas –el golpe…–. Y que ahora tendrá que decidir con quién pacta todas y cada una de sus medidas. Hasta, es un decir, el 23J.
El resultado, en todo el Estado, del 23J determinará la forma final del Ajuntament de BCN
13- El resultado, en todo el Estado, del 23J determinará la forma final del Ajuntament de BCN. En caso de victoria de PP-Vox, la forma del Ajuntament será la izquierda, muy ecuménica. Costará evitarlo. Sería una suerte de unión de todas las izquierdas, procesistas o no, frente a unas derechas que no tuvieron problemas en unirse, durante algunas horas, en todo este rocambolesco proceso de pacto para la alcaldía de BCN.
14- El procesismo, no obstante, se ha sentido muy humillado por lo vivido el 17J. No aludo al ridículo del discurso de Trias, sino a su derrota. La derrota significa el fin de la derecha ecuménica, española y catalana, en contacto con la empresa –el golpe…–, defendida por Trias. Eso supondrá un repliegue notorio en Junts, que aprovechará esa derrota para emitir guerra cultural, para explicar pactos de Estado que alejaron a Junts de una alcaldía que, de hecho, no supo pactar. ERC, al menos hasta el 23J, está nuevamente en modo procesista. En ocasiones, incluso, llevan el carácter ilegítimo del Ajuntament de BCN, más lejos que Junts, que, en principio, es la extrema derecha local. Voces del staff ERC hablan, además, de Junts como un partido que ha evolucionado, que ya no es aquel de cuando Borràs. Por lo que hay que volver con ellos.
15- El 28M subió la extrema derecha –PP-Vox– en todo el Estado, como saben. Lo que quizás no saben es que el mayor municipio gobernado por la extrema derecha está en CAT. Es Ripoll, una capital deprimida de comarca deprimida, que posee unos 11.000 habitantes. La lista de Aliança Catalana, una lista racista, esencialista y supremacista, más en la estela posfascista que en la de la nueva extrema derecha, pudo llegar a la alcaldía gracias a Junts, ese partido que, en efecto, glups, ha evolucionado.
16- Trias/Junts, tan solo quería gobernar con empresas –el golpe–. Como todo el mundo. La factura de hacerlo hubiera sido carísima. La de no hacerlo, también lo será, me temo.
17- El 17J, BCN aplazó –poco, mucho; poco ya es mucho– una mayor intimidad con la empresa –el golpe, la guerra, algo, nada–.
1- En el momento en el que escribo estas líneas, se desarrolla un golpe de Estado en Rusia. O una Guerra Civil. O algo. O nada. En todo caso, aún en su indefinición, el golpe, la guerra, el algo, la nada, no es algo ejercido por el Ejército, sino por una empresa. Lo que dibuja la época. Las...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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