Yuyu elecciones edition
El pingüino valenciano
Las coreografías no solo no son complicadas, sino inteligibles en el País Valencià. E, importantes, serenas, normalizadas. Veremos el resultado –electoral–
Guillem Martínez Enviado especial, Valencia , 26/05/2023
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-LA VALENCIANIDAD. Chorrocientas horas –3 o 5, según el estado de ánimo del tren–, invertidas en el trayecto BCN-València. El arco mediterráneo, un eje natural, transitado desde el paleolítico hasta gastar un par de palmos de suelo, es uno de los trayectos más frecuentados y, a su vez, más azarosos en la Península. Al punto que el Corredor Mediterráneo, una meditación no radial del transporte que debería ser un cacharro fundamental en la economía, y que trasladaría mercancías hacia el mercado europeo –muchas más en caso de reindustrialización–, aún no está finalizado. Lo que tiene guasa, y habla, a su vez, del nacionalismo, pero también del neoliberalismo, ese paréntesis que se está derrumbado y que, tras sus ruinas, muestra su obra: ninguna. En el vagón en el que viajo ha desaparecido el niño llorando a berridos y la abuela tomando pan y chorizo, que ocupaban su espacio desde la locomotora de Stephenson –esas dos funciones las cumplen hoy un par de hipsters que tengo frente a mis morros–. También, snif, ha desaparecido del tren una mesa desplegable sobre la que poner el ordenador, e ir currado toda la era geológica del trayecto. Por la ventanita del tren veo pasar Catalunya –ropa colgada en los balcones, de color oscuro–, y veo adentrarse la valencianidad –balcones con ropa de colorines y, en ocasiones, incomprensiblemente pequeña–. Otro estado de ánimo. Los países, las sociedades, o como se digan, son estados de ánimo nítidos, sobre los que se suspenden cosas más gaseosas y opinables. Sea como sea, los viajeros románticos del XVIII y del XIX empezaban a narrar su periplo por la Península únicamente cuando llegaban a València, donde se iniciaba el misterio. El territorio recorrido hasta ahí les recordaba a su país, aquel del que habían salido huyendo. Vaya, ya hemos llegado. València DF. Misterio. Yupi.
-EL MISTERIO VALENCIANO. En estas elecciones el misterio valenciano es su comportamiento electoral. Ganar el Ajuntament supondría una percepción importante, que se podría sumar a otra victoria. La autonómica. Una victoria en ambas instituciones supondría un caloret vital para el PSOE, una vez ha transformado unas municipales y unas autonómicas en –ay, uy– una suerte de primera vuelta de las generales. Pero también sería importante para el PP el doblete, en tanto ambas victorias fabricarían una escenografía avasalladora, sencillamente porque Andalucía –la autonomía más poblada–, Madrid, Murcia y País Valencià, si caen en manos del PP, conforman un paisaje. El Mau-Mau, por ejemplo, nunca tuvo tanto paisaje y tan importante en sus manos, y luego le pasó lo que le pasó. En todo caso, la cosa no está clara. Según las últimas encuestas –deberían ser importantes y orientativas, sino fuera porque los electores, en sistemas políticos terminales y pochos, en los que prima la mentira, suelen, a su vez, mentir, como todo el mundo–, parece que lo gana todo el pack PSPV, Compromís y Podem-IU, me dicen. Vete a saber.
Los votantes más fieles en estas votaciones son del PP –el 92% de su electorado volverá a reincidir– y Compromís –su fidelidad es del 70%–
El Ajuntament es, en ese sentido, una Liga muy reñida. En las últimas municipales, el pack PP-C's-Vox y el pack Compromís –a partir de ahora, C– y PSPV quedaron separados por 6.000 unidades de votos. Poco. Nada. En términos generales, tanto para el Ajuntament como para las Corts, parece estar más movilizada la derecha. En parte, tal vez, porque el PSPV percibió que su electorado estaba satisfecho, y que el interés de la sociedad eran temas locales, por lo que optó por la táctica de no meter tensión al asunto electoral. El CIS explica esa movilización así: 20% de los votantes socialistas está indeciso, mientras que la peperidad indecisa es solo el 11%. Los votantes más fieles en estas dos votaciones son, siempre según el CIS, el PP –el 92% de los votantes de PP en las anteriores elecciones volverán a reincidir–, y C –su fidelidad es del 70%; algo importante si tenemos en cuenta que los pingüinos, esas aves fieles a su pareja hasta la muerte, lo son, también, en el 70% de ocasiones, según asegura la etología–. Sobre los indecisos, así, a lo bruto: un 25% duda qué votar en las municipales, mientras que un 30% no sabe tampoco lo que tiene frente a las autonómicas. Los indecisos serán los que determinen los resultados, como sucede desde el invento del fuego, ese objeto indeciso, que, en ocasiones, incendia un bosque, o se apaga con un soplido.
-LO REÑIDO. En el entorno de la Estació Joaquin Sorolla, mientras voy hacia el centro, los comercios import-export mayoristas me hablan del futuro. Este veranete las señoras-itas llevarán unos vestiditos de algodón breves y muy bien calculados y a un precio en verdad competitivo. Por lo demás, también los escaparates apuntan a ello, puede ser que se vendan banderas españolas –fabricadas en China; los nacionalismos ya no son serios– como polos. Socorro. En la Plaça de l’Ajuntament, por cierto, me encuentro de morros con Joan Ribó, alcalde de València, junto a Íñigo Errejón que, en un catalán perfecto, explica que los resultados serán muy reñidos. Se trata de un acto electoral canijo. Por lo visto, C está apostando por eso. Actos inmediatos, cortos, con poco aforo. En las antípodas del rellenado de plazas de toros del PP. El centro de València, por cierto, es PP, mientras que las corones, los barrios concéntricos al centro –como en todas las ciudades y en el Inferno de Dante– son proclives a las izquierdas, en tanto han visto algo que, durante las casi tres décadas de Ajuntament PP, no vieron: inversiones. Pero, de hecho, no hemos venido aquí a hablar con Ribó o Errejón, sino con tres personas, chicos listos/as de C, de Podem y del entorno PSPV, a los que, en tanto que no quieren mostrar sus caras, presentaré a partir de sus pies. Esto es, de sus zapatos. Se trata de Deportivas Blancas, Deportivas Negras y Taconazo Leopardo, ese animal “endémico en el País Valencià”, me apostilla. Son personas listas –periodistas, asesores, intelectuales– ubicados a la izquierda del PSOE, y a las que suelo consultarles cosas sobre su biotopo y, en ocasiones, biotopos más grandes, como lo es el mundo.
20% de los votantes socialistas está indeciso, mientras que la peperidad indecisa es solo el 11%
-“Y SOLO TÚ / Y SOLO YO / SABEMOS TODOS LOS SECRETOS DEL AMOR”. “El PP parece estar remontando en los últimos días. Es algo inesperado, pero a ver si llega a ser categórico”, me explica un señor con deportivas blancas. Sobre lo inesperado: “El Botànic, el gobierno de izquierdas, se ha esforzado en no rozarse con el PP”. No ha cargado las tintas, no han polemizado, no han maltratado al PP. Por ejemplo, “no se ha hecho nada con la tasa turística”. Y, a su vez, el PP tampoco se ha calentado mucho. De hecho, “si hubieran visto la oportunidad, el momento de plantearse la victoria electoral, hubieran puesto de candidato autonómico a González Pons, en modo loco, diciendo esos fakes que dicen cuando quieren ganar”. Y no, no lo han hecho. “Parece ser que la campaña del PP ha cambiado, junto a sus expectativas iniciales, con la campaña. Tal vez intentan aprovechar algún fallo, del PSOE o/y del PSPV, con el que el PP no contaba”. En el centro hay carteles del PP en las marquesinas, muy de luxe –o, en valenciano, de categoria–, con el rostro de Carlos Mazón, el candidato PP autonómico. Antiguo vocalista del grupo pop Marengo, que, en lo que es una declaración de principios, versionaba versiones que en su día ya parecían versiones.
-SONDEOS E INTERPRETACIONES. “Yo votaré Podem-IU”, me dice Deportivas Negras, un joven muy serio, que habla un catalán absolutamente normativo, divertido y certero y que, por cierto, no es de Podemos. Simplemente quiere reforzar ese voto. Podemos, según las últimas encuestas, lo tiene muy justito para entrar en las Corts. Si no llega al 5%, según un sondeo, solvente, aparecido en El País, peligra el Botànic y, a medio-corto plazo, el Gobierno de coalición PSOE-UP. Algo que matiza Deportivas Negras, desde su experiencia: “Sí, lo tienen justito. Pero en las anteriores elecciones, las expectativas de voto de Podem también eran más bajas que el resultado final. Es normal, o al menos tradicional en ese grupo, ir de menos a más”. Por lo demás, afirma Deportivas Negras, “Podem no existe, es una cáscara vacía”. De hecho, explica, “los candidatos, coaligados con IU, son escisiones de IU”. ¿Y por qué ha habido tanto lío para arrejuntarse con IU, entonces? “Pareces tontito. Pues precisamente por eso. Porque vienen del mismo sitio. Es rollo PC, ese sitio en el que todos se caen mal”.
Si Podemos no llega al 5% peligra el Botànic y, a medio-corto plazo, el Gobierno de coalición PSOE-UP
-EL PROYECTO SUMAR. “Podem ha perdido 2/3 de sus votos en dos periodos, 2015-16 y 2016-19”, me explica Taconazo Leopardo. Aventura que ello responde a a) “la percepción de que se practicaba lo de siempre, politiqueo, esa cosa de la que ya teníamos mucho”, y a b) “lo del chalet”. “Es posible que, sin toda esta movida de Sumar, Podem hubiera desaparecido del País Valencià en estas elecciones, no lo sé”. “C es más estable, en todo caso, que Podem. Tanto que lo normal hubiera sido que C hubiera sido absorbido por PSPV, y no lo ha sido”. “Pero C, dentro de su estabilidad, no ha crecido en los últimos 10 años. Y todo lo que no crece, lo que no recibe incorporaciones que compensen a los votantes salientes, pues chungo”. ¿Por aquí no hay Más País? “Cuatro gatos. Al punto que se integraron en C”. C es un partido que recibe voto dual, según las elecciones que sean. “Según la convocatoria, el votante C puede votar C, PSPV o Podem. Es así”. ¿Es malo, resta, es un desastre que haya dos listas diferentes –C y Podem-IU– para el Ajuntament y las Corts? “En absoluto. Es bueno. Dos listas mejor que una, y más cuando recogen percepciones diferentes ante el nacionalismo y el hecho valenciano. Dos listas son una buena forma de rentabilizar votos que, de otra forma, no se produciría. Los electos resultantes, además, están obligados a entenderse, a pactar en las instituciones”. Esta forma de hablar, tan poco traumática, tan alejada del tono calderoniano madrileño, sobre perspectivas relajadas de coalición o de separación de proyectos, que luego concurrirían juntos a unas generales, nos lleva a hablar de Sumar. “La idea de Sumar sería apostar por una lista única solo en las generales, nunca en autonómicas o municipales”. No sería complicado, por otra parte, construir esa lista, máxime cuando “los mejores resultados de C en unas generales fueron en una lista con Podem, cuando aún no habían desaparecido del todo esos 2/3 de sus votantes. De una manera u otra, cuando bajen los calentones, algún tipo de arreglo en unas generales cercano a eso es lo que pasará, supongo, si bien también es cierto que todo el mundo está mu loco”.
-LOS CALENTONES. Mientras estoy en València, e Íñigo Errejón pasea de la manita –es un decir– con Ribó, Yolanda Díaz va a un acto a Alacant, de apoyo a Illueca, cabeza de lista autonómico de Podem-IU. Luego irá a València, donde apoyará a Ribó, candidato a la alcaldía de C. Un día después, Pablo Iglesias vendrá a València, para apoyar al pack IU. Las coreografías no solo no son complicadas, sino inteligibles en el País Valencià. E, importantes, serenas, normalizadas. Veremos el resultado –electoral–.
-LA VALENCIANIDAD. Chorrocientas horas –3 o 5, según el estado de ánimo del tren–, invertidas en el trayecto BCN-València. El arco mediterráneo, un eje natural, transitado desde el paleolítico hasta gastar un par de palmos de suelo, es uno de los trayectos más frecuentados y, a su vez, más...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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