
Claveles rojos en recuerdo de las víctimas de la tragedia de Melilla. / Abriendo Fronteras
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I
Un día antes del aniversario de la masacre de Melilla del 24 de junio de 2022, la Caravana Abriendo Fronteras sale de distintos territorios camino al puerto de Algeciras.
Abrazos de reencuentro en un acto de denuncia frente al Congreso de los diputados en Madrid.
II
La humedad se queda pegada a la piel. Las flores van cayendo al mar. Una a una vuelan desde la proa del ferry. Se hunden rápido. Sorprendentemente rápido.
Suenan gritos de rabia. Gritos rotos. Gritos. “No más muertes en el Mediterráneo”. “Ningún ser humano es ilegal”. “No son muertes, son asesinatos”. Se ve la tierra a lo lejos. ¿Qué sentirán las personas que tratan de llegar en patera cuando consiguen ver algo además de agua?
Hay gente que viaja en el barco junto a las personas de la Caravana. Miran en silencio. Es difícil saber qué están pensando.
Las gaviotas jóvenes confunden las flores con los peces que sueltan los barcos pesqueros. Prueban su sabor. Luego dejan que se hundan.
III
La mañana en Melilla comienza con una mesa redonda por la justicia del 24J.
Cuentan que han tenido dificultades para encontrar un espacio para realizar ese encuentro. “Es por el tema que tratamos”, dicen. Melilla es una ciudad encajonada. A un lado el mar, al otro la frontera con forma de valla.
“Estamos aquí para conmemorar, no para celebrar”, dicen. Hay 37 personas muertas. 77 desaparecidas. Muchas heridas. Solo querían ejercer su derecho a migrar. Las imágenes de la policía española y marroquí actuando conjuntamente atragantan la respiración. Devoluciones en caliente. Golpes. Asesinatos.
IV
Un año después no hay responsables de la masacre.
Un año después las familias no han identificado ni enterrado a sus muertos.
Un año después las víctimas se han convertido en cartas de juego, en bolas de ping pong que los políticos lanzan de un lado a otro.
Un año después un activista sudanés dice que la mayoría de las víctimas eran de su país, eran personas que pedían refugio.
Un año después se repiten las imágenes de unos cuerpos sobre otros mientras otros cuerpos vestidos de uniforme miran, pegan, tiran piedras a las personas subidas en la valla, dejan morir.
Un año después los familiares y los movimientos sociales continúan preguntando quiénes son los responsables de tanta barbarie y el gobierno no dice nada.
Un año después siguen estando publicadas las imágenes que muestran lo que sucedió a pesar de que, justo ese día, en la parte española de la frontera decidieron que la cámara que grababa ese lugar estuviese apagada.
Un año después en Melilla se siguen vulnerando derechos fundamentales.
Un año después todo el mundo sabe que las personas deshumanizadas y masacradas son siempre negras, racializadas.
Un año después ya no quedan rastros de sangre ni trozos de ropa sobre la valla.
Un año después las personas migrantes dicen que si quienes construyen las fronteras siguen expoliando impunemente sus bienes naturales, seguirán saliendo de sus países porque migrar es un derecho.
Un año después queda claro que poner muros y vallas no impide que las personas quieran llegar a un lugar seguro.
Un año después una abogada saharaui dice que la dignidad se pierde cuando te dejan morir en una valla, cuando a las que han conseguido pasar se les hacina en un campo, cuando la ropa que tienes para vestirte te queda grande y descompensada con el cuerpo.
Un año después queda claro que existen mecanismos para poder migrar de otra forma, como muchas personas refugiadas ucranianas.
Un año después recuerdan que nadie quiere despedirse por última vez de sus familiares ni quedarse en medio del mar agonizando.
Un año después se continúa exigiendo que se puedan atravesar fronteras de una manera digna, legal y segura porque migrar es un derecho.
Un año después nos juntamos porque tenemos la obligación de asumir nuestras responsabilidades y dignificar sus vidas.
Un año después sabemos que el miedo y el odio se combaten juntándonos.
V
Nos acercamos a la orilla del mar. Un mar lleno de silencios. De mentiras. Necesitado de justicia.
La Caravana Abriendo Fronteras este año puso el foco de su denuncia en la masacre ocurrida en Melilla en el 2022. / C.A.F.
VI
Hay silencios que sobrecogen. Este llegó sin buscarlo. Los gritos acabaron en un llanto que llamó al silencio. Ocurrió justo cuando la manifestación llegó al lugar de la valla de Melilla donde, un año antes, un grupo de personas trataba de encontrar un lugar seguro.
Es difícil saber cómo se consigue saltar una valla como esa, con concertinas hechas para rasgar la piel.
Se leen los nombres. Es lo único que podía romper el silencio. Hay personas que desaparecieron en esta masacre que no están en la lista. No se han identificado. No se conocen sus nombres. Están en una fosa común.
Alguien lee el manifiesto en árabe. Las personas que no comprenden ese idioma solo entienden las palabras Fernando Grande-Marlaska. Devoluciones en caliente.
Se nombran artículos de leyes que no se cumplen. Ningún responsable ha sido investigado. Gritan “verdad, justicia, reparación y no repetición”.
Varias mujeres han traído hasta allí la “manta de la memoria”, donde han ido bordando los nombres de personas que desaparecieron en su viaje migratorio. Con un hilo rojo. Para que no se olviden. El dolor de las familias en distintas fronteras es el mismo.
Un trozo de dignidad queda colocado en ese pedazo de valla cuando se llena de flores. Es un intento de reparar parte del daño. De romper una esquina de la impunidad. Las flores quedan de este lado. Los cuerpos vivos y muertos que no han podido pasar, del otro.
Las personas migrantes van tomando la palabra. Hablan de dolor y de buscar la justicia con dignidad. De pie. De luchar por una vida mejor para todas las personas.
Dicen: mientras las políticas europeas se basen en rechazar y no en acoger nos seguiremos juntando para atravesar las fronteras porque ninguna persona es ilegal.
VII
A este lado de la valla hay un olivar. Brisa suave. Suficiente para hacer respirar un poco el calor del asfalto.
Un cernícalo sobrevuela de un lado a otro de la frontera. Sin pedir permiso.
Sería insoportable venir a este lugar sola. Solo mantienen sujetas las lágrimas el estar rodeada de gente que siente la misma rabia y tristeza.
Todas las fronteras tienen un color semejante. Sucio. Tramposo. Descosido.
El sol va bajando. Las puestas de sol son bonitas excepto si las tienes que ver a través de una valla como esta.
Venimos para que no se olvide la memoria violenta de las fronteras.
Aplausos.
VIII
Lugar seguro. Dicen que vienen buscando un lugar seguro.
Dicen que un lugar seguro es aquel donde se desobedecen las leyes injustas.
Un lugar seguro es no dejar a nadie a la intemperie.
Un lugar seguro es generar conflicto ante la barbarie.
Un lugar seguro es juntarte para romper las estructuras de poder.
Un lugar seguro es deshacerse de la impotencia.
Un lugar seguro es crear lazos de comunidad.
Un lugar seguro es mantenernos vivas. Todas.
Un lugar seguro es conservar la memoria de quienes no pudieron llegar.
Un lugar seguro es un mundo sin fronteras.
Un lugar seguro es no rendirnos a imaginar cómo derribarlas.
I
Un día antes del aniversario de la masacre de Melilla del 24 de junio de 2022, la Caravana Abriendo Fronteras sale de distintos territorios camino al puerto de Algeciras.
Abrazos de reencuentro en un acto de...
Autora >
María González Reyes
Es escritora, activista de Ecologistas en Acción y profesora de Educación Secundaria.
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