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Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.
Federico García Lorca
Juan Habichuela Nieto (Granada, 1988) pertenece a una de las dinastías flamencas más longevas de nuestro país, que comienza con Habichuela el Viejo. Nieto de Juan Habichuela y sobrino de Pepe Habichuela, creció entre guitarristas y otros artistas relacionados con el flamenco del barrio del Sacromonte, en Granada. Enrique Morente, vecino y amigo de la familia, decide llevarlo con tan sólo quince años a recorrer algunas partes del mundo como escudero de su cante. Este viaje será decisivo en su carrera, puesto que Morente se convertiría en su maestro y él asentaría su vocación para dedicarse a la guitarra, que le llevó en 2011 a ganar el Bordón de Oro del Festival de las Minas de La Unión. En 2014, publica con Universal Music su primer álbum, Mi alma a solas, y en 2017, Sentimientos de mi ser. 8 abrazos para Lorca es su último proyecto, una mirada hacia las sensaciones que le produjo leer al poeta durante la soledad de la pandemia.
Me reúno con él en la cafetería de un hotel en Atocha, puesto que pasa por Madrid para continuar con la promoción del disco. Hablamos de la vida, de la música, de Lorca, de Granada, del barrio del Sacromonte, de la poesía y del flamenco en general. Me pregunta qué signo del zodiaco soy, le contesto que Sagitario; le pregunto por el suyo, y me dice que Leo y que en su fecha de nacimiento hay muchos ochos, lo que me hace intuir que sin duda es su número de la suerte (por eso sus abrazos a Lorca son exactamente ocho). Juan Habichuela Nieto tiene una mirada profunda y considera que en sus adentros resuena la zambra y el trabajo de mucho tiempo a solas con la guitarra, su mejor amiga y principal medio de expresión, por la que incluso ha perdido trenes y que habla por él en los momentos de silencio.
Acabas de publicar el disco 8 abrazos para Lorca. ¿Cómo nace esta idea y cómo sientes que se está recibiendo?
La idea del disco empieza desde la pandemia. Yo tenía unos libros que me regaló mi madre en la primera comunión. Siempre me ha regalado libros de poesía, y durante la pandemia empecé a leer a Lorca. Lorca me curó de la soledad. El disco se está recibiendo bien, está teniendo buena captación y le doy gracias a toda la afición.
En el disco has colaborado con otros artistas: Lolita, La Tana, Miguel Poveda, Pitingo, etc. ¿Cómo fue esta experiencia?
Se fraguó todo en mi casa, fue muy cercano. Miguel Poveda vino a mi casa a comer y le dije: “Tengo por ahí una letrita que he sacado, mira a ver si te gustaría, maestro”. Y me contestó: “Vamos a grabarla del tirón”. Lo mismo con Lolita, con Pitingo… Ha sido todo muy cercano en el estudio.
¿Cómo fue este proceso creativo? ¿Qué leíste exactamente de Lorca y qué es lo que más te llamó la atención de él?
Leí varios libros. Leí el Romancero gitano, leí La Casa de Bernarda Alba… pero no quería que el disco llevase poesías de Lorca, sino hacerle un homenaje de lo que yo sentía al leerlo. Poemas literales sólo hay el “Verde que te quiero verde” y “Narciso. Tu olor”.
Alguna vez has comentado que tu familia siempre ha sido muy lorquiana. ¿Cómo te influye Lorca habiendo nacido en una ciudad como Granada? Es uno de los poetas más cantados dentro del flamenco, y también granadino.
Sí. Fíjate, yo he tocado en la Huerta de San Vicente. He tocado también en Víznar. Era como si siempre, sin querer, todo cayera en Lorca. Por tanto, ya necesitaba darle este abrazo.
Tengo el sonido de las zambras del Sacromonte, de los laúdes, la música morisca árabe que es Granada
Aparte de la influencia lorquiana, ¿qué te ha aportado Granada musicalmente como artista?
Tengo el sonido de las zambras del Sacromonte, de los laúdes, la música morisca árabe que es Granada. Creo que los palos de allí son la zambra, la granaína, los tangos, es lo que más resuena en mis adentros.
Tú perteneces a una de las grandes dinastías del flamenco –los Habichuela–. Desde pequeño, no sólo te influyen los artistas de tu familia, sino también sus amigos: Morente, Paco de Lucía, Camarón…
Tuve la suerte de estar con el maestro Morente desde los quince a los veintitrés años, que estuve trabajando con él. De Camarón lo único que me ha contado mi madre es que yo estaba a punto de nacer y esa noche estaba cantando en mi casa, y que al día siguiente dio a luz. A Paco de Lucía sí tuve la oportunidad de verle en varias ocasiones y además tengo un recuerdo muy bello de él, una cejilla.
En tu formación es muy importante la figura de Enrique Morente, tal y como dices. ¿En qué momento te pide acompañarle a llenar auditorios de lugares como Nueva York? Debió conllevar mucha presión.
Cuando eres más joven eres un buscador. Soy una persona a la que siempre le ha gustado mucho el cante. El cante es lo que se lleva por bandera y eso era un sueño para mí. Lo que pasa es que ahora es cuando lo estoy asimilando. Ahora digo: “¡Cómo podía salir! Qué vergüenza” (risas).
¿Cómo es ver la situación del flamenco fuera de España desde tan joven?
Fue curioso porque yo realmente me vine desde Granada a tocar a Madrid e hice un par de noches en Torres Bermejas, y de Torres Bermejas ya toqué en el Teatro Español. Eso era de solista, tenía que prepararme el recital de guitarra, y no supe lo que era la presión hasta entonces. Esa responsabilidad es la que te lleva a estudiar más cada día, a tener más afición, a llenarte de sueños. Y de ahí ya fui a Nueva York e imagínate el salto.
Llamaba la atención ver a Morente allí con un chiquillo de quince años al lado, claro.
¡Claro! Yo quería salir a correr del tirón (risas). Yo veía al maestro y, la verdad, como era una persona tan grata, tan humilde y grande en todos los sentidos, te lo facilitaba todo y te quitaba la presión y el miedo.
Alguna vez has comentado que es de las personas más cultas que ha habido en el flamenco, y que de hecho te sometía a “examen” durante ese proceso, dándote discos para preguntarte después sobre ellos.
Sí (risas), me hacía eso con las malagueñas. Me daba algún disco de malagueñas y me decía “Escúchate esta y dime qué te parece la tercera letra y el tercio este…”. ¡Y luego no existía! No había esa tercera letra (risas).
También colaborasteis en su disco Pablo de Málaga por entonces.
Grabé la bulería de “Pan tostao” y después también grabé “Fedra” con él. Grabamos varias cosas.
De hecho, en tu música le has reivindicado en varias ocasiones. En este nuevo disco hay un homenaje a él en “La Poesía Oculta” y también le dedicaste las bulerías “A mi maestro Enrique Morente” en Mi alma a solas (2014).
Yo le debo mucho al maestro Enrique. No solo en lo musical, sino también en lo personal. Yo era un niñito que iba a cuarto de la ESO que se dedicó a tocar en los escenarios gracias a él, que me brindó la oportunidad de estar a su lado.
¿Cómo es la experiencia de haber trabajado también con Kiki Morente, su hijo? Al fin y al cabo, es estar en contacto con dos generaciones de una misma familia de flamencos.
Kiki es como mi hermano, y eso es una maravilla porque es como si todos compartiéramos el mismo lenguaje. Él ha estado tocando con mi abuelo, con el tío Pepe. Hemos compartido el mismo lenguaje cada vez que hemos tocado en algún concierto. Siempre hemos ido de la mano.
De hecho, la primera vez que él cantó fue contigo en Granada, ¿no?
Sí, Aurora (madre de Kiki Morente) nos hizo la foto para promocionarlo en la escalera de la casa de Kiki. Nos anunciaron y recuerdo que era en el Eshavira, un sitio muy flamenco de Granada. Y, claro, Kiki tendría como catorce años y yo quince. Y ahí es cuando también empezó esa experiencia de los dos juntos.
¿Cuáles son tus influencias musicales? Aparte del maestro Paco de Lucía.
A mí me encanta la música en general. Me gusta mucho la música clásica, como Juan Sebastián Bach. Me encanta escuchar el Concierto de Aranjuez de Paco (de Lucía). Lo mismo escucho heavy o me pongo una rondeña muy alegre, todo es un diálogo. Me pongo al maestro Morente, a Camarón, a Sabicas…
La composición siempre me pilla en la naturaleza o en los viajes en los que me gusta amarrar la guitarra
Por otra parte, ser guitarrista también tiene un lado muy introspectivo, de trabajar y practicar mucho en soledad. ¿Cómo suele ser tu proceso de composición en solitario?
Con la guitarra no utilizas la palabra y estás todo el día en silencio. Al final, lo que intentas contar mediante palabras es música. La composición siempre me pilla en la naturaleza, o en el mar, o en el campo, o en los viajes en los que me gusta amarrar la guitarra porque en esa espera, cuando se te va a escapar el tren, es cuando te llega la melodía, y dices: “Ahora que estoy sacando esto, ¿por qué me tengo que ir?”. He perdido trenes así, porque no quería perder el tema.
Ser guitarrista flamenco tiene otra parte, acompañar a distintos cantaores, tan diferentes entre sí y, a su vez, unidos por el flamenco. Tú has acompañado a los más grandes. ¿Cómo te ha enriquecido esto?
Cada artista tiene su alma distinta. Y te hace aprender muchas cosas bonitas de cada uno. He tenido la suerte de acompañar a grandes figuras del cante y la verdad es que le debo mucho a esa disciplina. Es lo que intento hacer con mi guitarra, cantar.
Tocar la guitarra es, como dices, hablar sin la palabra. ¿Cómo te influyen los sentimientos a la hora de tocar?
A mí me gusta componer mucho y tocar al amor. Soy muy poeta para eso. Me gusta mucho el amor, me gusta reflejar el estado de ánimo. Creo que el estado de ánimo influye mucho en el músico en todos los sentidos. Y si está alegre, toca más alegre; si está más triste, no va a contar la pena entera, pero seguro que la cuenta a medias.
A mí me gusta componer mucho y tocar al amor. Soy muy poeta para eso
¿Es un guitarrista introvertido por naturaleza? El maestro Paco de Lucía se consideraba a sí mismo introvertido y tímido a la hora de hablar.
Totalmente. Es lo que decía el maestro Paco, el guitarrista está todo el día tocando en silencio. De alguna manera tenemos que explotar (risas). Yo soy una persona muy alegre, también soy un poco tímido, pero por eso tengo la guitarra. Te escondes más, cierras los ojos, intentas buscar tu mundo interior.
¿Hay tendencia a ser perfeccionista dedicándose a la guitarra? Sabicas alguna vez dijo que no le gustaban sus discos, que podrían ser mejores.
¡Que lo dijese el maestro Sabicas! (risas). Eso pasa. Cuando no te queda otra y tienes que entregar el disco a la discográfica, debes mentalizarte de que tienes que cerrar el disco, el capítulo. Y ya cuando pasa un mes y lo vuelves a escuchar piensas, “podría haber hecho esto mejor”, y entonces vives siempre en un sinvivir.
Algún poeta dijo que un poema nunca se termina de escribir, sino que se abandona. Con la música pasa igual, ¿no?
Claro, y también son etapas de la vida donde tienes que reflejar esa etapa. Yo le debía a Lorca este disco porque me curó de la soledad de la pandemia. Ahora que estamos viendo que nos podemos abrazar, que podemos estar hablando juntos como estamos aquí, cerca… Ahora es otra experiencia de la vida donde la música te empieza a envolver de otra manera, con esa alegría de ir a tocar a los conciertos. En ese momento de la pandemia necesitaba tranquilidad. Antes estaba de gira y, quieras o no quieras, para grabar necesitas mucha concentración. Como estés actuando y grabando a la vez, se te va la cabeza.
Yo le debía a Lorca este disco porque me curó de la soledad de la pandemia
¿Cuál es la situación del flamenco actualmente? Hay muchos artistas que cada vez se atreven más a fusionarse con otros géneros, y que han conquistado grandes festivales que acogen cada vez música más variopinta.
Se está innovando, se están haciendo cositas nuevas y creo que también, nosotros, los que somos más jóvenes, debemos dar un pasito más adelante con el respeto, el cariño y la afición al flamenco. Yo me alegro mucho de lo que están haciendo artistas como Israel Fernández, a quien quiero y admiro. Y me encanta todo lo que hace Kiki Morente, Rancapino Chico, toda la juventud, y guitarristas como Diego del Morao, Antonio Rey. ¡Unos monstruos! Me encanta disfrutar de todo lo que se está haciendo hoy día, creo que hay mucha preparación y se lo debemos también a esas horas de estudio, de sacrificio.
Tú te has definido como purista, pero a la vez también vanguardista. Por ejemplo, en “La Poesía Oculta” rescatas a Morente mientras Lolita recita, estableciendo un diálogo entre música de antes y de ahora.
¡Sí! Por ejemplo, también he buscado rescatar el bolero. Rescatar lo de detrás y ponerlo hacia delante, con todo el cariño y el respeto a los maestros. Pero sí que me gusta a mí cambiar cositas, que se toque la soleá, que se toque la seguiriya, pero también hay que actualizarse… como el iPhone (risas).
Para terminar, ¿qué proyectos tienes a corto y medio plazo?
Tenemos la gira de este disco y estaremos en el Festival de la Guitarra de Granada, en el Festival de la Guitarra de Málaga, también en la Suma Flamenca aquí en Madrid. Y además estaremos en Berlín, estamos preparando gira afuera también. Ideas para un siguiente álbum ya hay, pero todavía hay que elaborarlas y darles ese punto y ese cariño que requiere la música.
Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.
Federico García Lorca
Juan Habichuela Nieto (Granada, 1988) pertenece a una de las...
Autora >
Irene Domínguez
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