El 67% de las interacciones sociales de los adultos jóvenes españoles se establecen cara a cara. El resto están mediadas por la tecnología: un 19% se producen a través de aplicaciones de mensajería como WhatsApp, un 11% por llamada o videollamada y el otro 3% a través de las redes sociales. Así lo indica un estudio del comportamiento de 257 jóvenes durante cuatro semanas realizado por investigadores de las universidades de Navarra y Gante con el apoyo del Observatorio Social de la Fundación La Caixa.

De acuerdo con los encuestados, que tienen entre 18 y 25 años, las llamadas y videollamadas son la forma de comunicación que requiere un mayor esfuerzo. A continuación sitúan las conversaciones cara a cara y por último los mensajes de texto. Por otro lado, consideran que las interacciones cara a cara son las que implican un mayor nivel de cercanía, seguidas de las llamadas o videollamadas.

En ocasiones, el móvil también está presente en las conversaciones cara a cara. Los encuestados afirman que lo utilizan en un 30% de ellas. Lo hacen de forma intensa en un 5% de las ocasiones. El uso del móvil es menos frecuente en las conversaciones que los encuestados consideran de mayor “calidad”, pero su papel es ambivalente. Puede tener una función social, como ayudar a obtener información, o una función antisocial, de distracción.

Los autores aclaran que el hecho de que solo un 3% de las interacciones registradas fuesen a través de las redes sociales no significa que estas no sean un “lugar social”, pues contribuyen a “hacer presentes” y visibles las relaciones y es muy probable que su uso conduzca a interacciones por otros canales.

Los investigadores también han estudiado con quién y para qué interactúan los adultos jóvenes. Concluyen que la gran mayoría de las interacciones, concretamente un 81%, se dan con amigos o familiares. Otro 16% son con otras personas conocidas y solamente un 3% se da con desconocidos.

En cuanto a los objetivos, las interacciones sociales más frecuentes de los jóvenes (un 54% del total) son aquellas que sirven para mantener las relaciones interpersonales: pasar el rato, ponerse al día, cotillear o bromear. Las segundas más habituales (un 34%) son las que buscan conseguir un fin práctico, como las relacionadas con el trabajo y los estudios, hacer planes o pedir información. Con una frecuencia mucho menor (9%) se producen las interacciones que contribuyen a fortalecer las relaciones, como las conversaciones “significativas” y las muestras de cariño. Los conflictos y quejas solo suponen un 3% del total de interacciones.

El ámbito laboral o educativo es el espacio donde se producen más interacciones con personas que no son familiares ni amigas, sino que se consideran solo conocidas o desconocidas. En este contexto, solo el 30% de las interacciones son con familiares y amigos, muy por debajo del 81% de media. El entorno laboral es, pues, aquel en el que los jóvenes interactúan con personas que no consideran cercanas.

Mostrar cariño es la interacción que conlleva los niveles de cercanía más altos, y también la que implica un menor esfuerzo. Las dos interacciones negativas (conflicto y queja) son las que más esfuerzo conllevan, ya que comportan un mayor coste de energía personal. Además, estas suelen producirse con personas poco cercanas.

Las interacciones para conseguir un fin práctico están en el promedio de esfuerzo requerido, excepto aquellas relacionadas con cuestiones educativas o de trabajo, que cuestan un poco más. Las conversaciones para mantener las relaciones requieren, en general, menos esfuerzo que la media. La excepción es cotillear, que supone un esfuerzo algo mayor.