Pocas cosas muestran con tanta claridad el carácter machista de nuestra sociedad como las diferencias salariales existentes entre hombres y mujeres. Y gracias al informe elaborado por el Ministerio de Universidades, ANECA y CRUE Igualdad, ahora sabemos que también se da en las instituciones universitarias públicas.

El estudio, titulado ‘Brecha salarial de género en las universidades públicas españolas’, ha logrado incluir a todas las universidades públicas del país, 48 en total (sin contar las dos universidades internacionales por diferencias en el sistema salarial), y sus resultados sitúan la brecha salarial en un 12,7%. Es decir, los hombres cobran casi 130€ más que las mujeres por cada 1.000€ recibidos.

Sorprende la incidencia de una desigualdad tan notable en el sector público, pues las regulaciones en pos del equilibrio entre géneros parecerían estar más presentes que en los negocios privados. Sin embargo, la trampa utilizada en el ámbito universitario permite mantener la brecha sin que haya diferencias reseñables en lo referente al salario base. Si bien existen hasta siete instituciones cuyo salario base presenta una brecha de más del 10%, el panorama general es menos grave –aunque también preocupante–, ya que el sueldo base de los hombres es, de media, un 1,8% más abultado que el de las mujeres.

Así las cosas, son los complementos salariales los encargados de generar la discriminación. Con universidades que llegan a pagar, en concepto de complementos, cantidades superiores a los hombres en más de un 30%, la media estatal se coloca en un 19,1% que explica, en gran parte, ese 12,7% de brecha salarial.

La lógica detrás de este mecanismo perverso está en la base de la estructura patriarcal, que lleva siglos relegando a la mujer al ámbito doméstico y cargando sobre sus espaldas todo el peso de la reproducción social. Los complementos salariales son las retribuciones recibidas por méritos en la investigación o por la participación en proyectos, algo que no supone apenas diferencias económicas en los primeros años de docencia, pero que, llegada la franja de los 30-39 años, alcanza cotas máximas en términos de brecha salarial. Es el propio informe el que destaca lo siguiente: “Es importante señalar que coincide con la franja de edad en la que las mujeres y los hombres suelen iniciar proyectos familiares, pero son las primeras las que ven su carrera y sueldo afectados por ello”.

Las diferencias salariales benefician a los hombres en todos los complementos existentes, destacando dos de ellos por encima del resto. Se trata de los complementos por sexenios, con un 28,5%, y los complementos por proyectos, con un 47,3%. Las autoras del estudio se detienen a detallar el caso de los complementos por sexenios, que definen como “complementos de productividad ligados a la producción científica” y “asociados a las categorías laborales más altas y a la investigación”. El reconocimiento de estos sexenios no solo conlleva una remuneración extra, sino que a través de ellos se accede a proyectos de investigación, direcciones de tesis y oportunidades similares que impulsan las carreras de los y las docentes. “El hecho de que las mujeres tengan un menor número medio de sexenios reconocidos amplifica las diferencias de género en la carrera investigadora y en la consolidación de su trayectoria laboral”, concluyen.