NUEVA FASE
Hezbolá y el equilibrio de la guerra
La milicia más poderosa de Oriente Medio ataca la mañana del sábado uno de los principales centros de inteligencia israelíes en el norte como respuesta “inicial” al asesinato de Saleh Al-Arouri en Beirut
Marta Maroto Beirut , 6/01/2024
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La respuesta “es inevitable”, y “dependerá de la situación en el terreno”, dejaba abiertas las opciones Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, a cómo contestará la milicia el asesinato de Saleh Al-Arouri, número dos de Hamás, ocurrido el pasado martes 2 de enero en Beirut en el primer ataque de tal magnitud desde la guerra de 2006. En su segunda intervención esta semana el jefe islámico, erigido en portavoz del Eje de la Resistencia, se ha explayado en detalles sobre los triunfos históricos de la milicia contra Israel en su frente norte. El conflicto, de intensidad moderada, sostiene desde hace tres meses un delicado equilibrio que el ataque atribuido a Israel en Dahie, corazón de la comunidad chií y zona de control de Hezbolá, podría hacer saltar por los aires.
“En Líbano, en Turquía o en Qatar”, filtraba hace un mes una emisora israelí las declaraciones del director general del Shin Bet, servicio de inteligencia interno de Israel, que prometía perseguir a Hamás en “cualquier lugar” y aunque “tome años”. Este martes, antes de las seis de la tarde, un ataque con dron destrozaba el tercer piso del edificio en el que se reunían líderes de Hamás y de la facción libanesa Jihad Islámica, matando a siete de ellos en total. Entre los tres asesinados de Hamás se encontraba Saleh Al-Arouri, que participó en el intercambio de rehenes y el acuerdo de tregua en la guerra de Gaza, y fue una figura clave en la reconciliación entre Hezbolá y Hamás en 2017.
La respuesta no ha sido inmediata y ha empezado a tomar forma el sábado 6 por la mañana, con el anuncio del lanzamiento de 62 proyectiles sobre la base de vigilancia aérea de Merón, principal centro de inteligencia y control israelí en el norte, desde el que también se coordinan las operaciones áreas en Líbano y varios países del entorno, así como parte del Mediterráneo, según ha informado Hezbolá en un comunicado. Tras una semana de fuerte incremento de los ataques a ambos lados lados de la línea azul –durante las siguientes 24 horas al asesinato Hezbolá anunció la muerte de nueve combatientes, la cifra más alta hasta la fecha– la guerra en esta zona ha entrado en una nueva fase de intensidad.
La muerte de Al-Arouri, atribuida a Israel, sobrepasa las líneas rojas de las reglas tácitas que rigen las hostilidades entre Hezbolá e Israel
Ya en agosto Nasrallah previno a Israel de llevar a cabo asesinatos en suelo libanés. La muerte de Al-Arouri, atribuida a Israel pese a que no hay confirmación por parte de su Ejército, sobrepasa las líneas rojas de las reglas tácitas que rigen las hostilidades entre Hezbolá e Israel desde el 8 de octubre. Esto es, ataques en su mayoría a posiciones militares y estratégicas a ambos lados de la línea azul, que hasta ahora habían tenido un alcance de en torno a los cinco kilómetros en el interior del Líbano.
La diferencia de este conflicto con los anteriores, sacaba pecho el viernes en su discurso televisado Nasrallah, es que la guerra también ha llegado a Israel: más de 200.000 personas han tenido que abandonar sus casas en el norte por la amenaza que supone Hezbolá, cuyos bombardeos han provocado el cierre total de los asentamientos. El líder de la milicia insistía en los logros –“el enemigo no reconoce bajas y heridos en sus filas como parte de su estrategia”– y ponía cifras a la guerra: con casi 500 objetivos alcanzados, Nasrallah citaba a organizaciones israelíes al afirmar que había 12.000 soldados con lesiones que no les permitirían volver al campo de batalla. Públicamente Israel solo ha reconocido la muerte de nueve soldados, frente a las 150 de miembros de Hezbolá.
Nasrallah ha reivindicado que estas victorias, que ha calificado de “históricas”, van encaminadas a cumplir con el objetivo de “presionar al enemigo para que pare la agresión en Gaza”, desviando recursos –más 100.000 soldados apostados en la frontera norte de Israel, también según Nasrallah– que de otra manera estarían concentrados en masacrar Gaza. “El objetivo de Hezbolá es agotar a Israel y causarle pérdidas millonarias. Una guerra a mayor escala modificaría estas metas militares. Hezbolá está siendo pragmático y en sus cálculos tiene en cuenta la situación económica, de infraestructura y la cohesión social del Líbano, que no pueden permitirse una guerra”, sostiene Jihad Jneid, periodista libanés.
Hezbolá está marcando sus tiempos y evitando tomar decisiones precipitadas. “Históricamente, Hezbolá ha preferido desarrollar de manera gradual y a largo plazo sus capacidades militares en lugar de responder inmediatamente. Sin embargo, la guerra actual y el ataque, que supone una escalada, obligarán al movimiento [la milicia] a actuar rápidamente para disuadir futuras agresiones israelíes. Una respuesta clara será la única manera de restaurar el equilibrio”, comenta en un artículo de opinión Amal Saad, especialista en política y relaciones internacionales por la Universidad de Cardiff, una de las mayores expertas en Hezbolá.
Aunque es complicado prever cómo y cuándo será la respuesta –también cabría la posibilidad de que lo hiciera Hamás en el Líbano– no es seguro que el asesinato de Al-Arouri en Beirut haga escalar el conflicto, explica a CTXT David Woods, analista senior de International Crisis Group en Líbano. “Nasrallah se muestra abierto a evitar una guerra completa contra Israel y no compromete su respuesta”, continúa el experto.
Woods considera que Nasrallah incluso abre la puerta a una posible negociación. En su cuarto y más reciente discurso, el líder ha introducido por primera vez que al terminar la guerra en Gaza Hezbolá tendrá como objetivo recuperar los territorios ocupados por Israel dentro del Líbano –las granjas de Shebaa y Kfar Shuba, entre la frontera siriolibanesa y los Altos del Golán–. Con los esfuerzos diplomáticos por desescalar la violencia por parte de Estados Unidos y de la Unión Europea, con la visita el sábado del líder de la diplomacia europea, Joseph Borrell, esto podría ser un punto de arranque pese a la negativa de la milicia, que vincula sus operaciones en la frontera con lo que sucede en Gaza.
Con la vista puesta en el genocidio en Palestina, donde Hamás ha parado las negociaciones de tregua e intercambio de rehenes por el asesinato de Al-Arouri, y el incremento de la inestabilidad en Oriente Medio –con asesinatos a figuras relevantes también en Iraq e Irán, movilizaciones masivas en Yemen y bombardeos constantes sobre objetivos sirios– el Líbano, y la milicia islámica Hezbolá, vuelven a tener un papel fundamental en el desarrollo de una guerra que aunque es improbable que se extienda a todo el país está, de nuevo, muy cerca de estallar.
La respuesta “es inevitable”, y “dependerá de la situación en el terreno”, dejaba abiertas las opciones Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, a cómo contestará la milicia el asesinato de Saleh Al-Arouri, número dos de Hamás, ocurrido el pasado martes 2 de enero en Beirut en el primer ataque de tal magnitud desde la...
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