Amenazas
Escala la violencia entre Hezbolá e Israel
El gobierno israelí dice tener planes para invadir el sur del Líbano y pide a la milicia chií que se repliegue hacia el norte, invocando la resolución 1701 de la ONU que terminó con la guerra en 2006
Marta Maroto Beirut , 23/12/2023
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Persianas de comercios a medio bajar, por las prisas en huir o por los impactos de los cascotes de edificios destrozados en las explosiones. Hay zonas residenciales de las que solo quedan escombros en Aita Al Chaab, a escasos dos kilómetros de la frontera entre el Líbano e Israel. Hogar de unas 12.000 personas antes del comienzo de las hostilidades, este pueblo ahora fantasma se ha convertido en una de las zonas cero de la destrucción en la parte libanesa del frente entre Israel y Hezbolá, que durante los últimos días presencia una escalada de la violencia.
Aliada de Hamás y de Irán, Hezbolá inició el intercambio de fuego el 8 de octubre, un día después del inicio de la guerra en Gaza, con el objetivo, según la milicia chiíta, de obligar a Israel a desviar recursos a un nuevo frente de batalla y mermar la letalidad de los ataques sobre la Franja. Los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos y Francia –que no se retiró del Líbano hasta 1946 y sigue influenciando la política libanesa– no han impedido la intensificación de los ataques, que hasta ahora se habían centrado en posiciones militares pero que ya tienen también como objetivos zonas civiles. Hay por lo menos 50 pueblos afectados en el sur del Líbano y más de 60.000 desplazados internos.
Israel ha empezado a atacar pueblos del sur del Líbano donde se celebraban funerales de combatientes de Hezbolá, eventos que hasta ahora habían sido respetados gracias a los esfuerzos de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas, Unifil, encargada de la seguridad en la frontera que está en contacto con el ejército israelí y el libanés. En los últimos días, una anciana ha fallecido en su casa por el impacto de un misil israelí, y un hombre que se salió de la carretera por una avería en su coche ha sido abatido por francotiradores israelíes en Kafr Kila, pueblo libanés pegado a la frontera.
Los ataques a zonas civiles en el sur del Líbano comenzaron a mediados de diciembre
Estas muertes elevan la cifra de civiles fallecidos desde que comenzó la guerra a una veintena, entre los que se encuentran tres periodistas y un soldado libanés. El número de muertos entre las filas de Hezbolá ya supera el centenar. Del lado israelí, según fuentes oficiales, cuatro civiles y siete soldados.
Los ataques a zonas civiles en el sur del Líbano comenzaron a mediados de diciembre, coincidiendo con la petición de Israel de que Hezbolá –y por extensión, el Líbano– cumpla con la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el acuerdo que terminó con el último enfrentamiento entre ambas partes en 2006. Este documento implica el desarme de Hezbolá y establece una zona de contención entre la línea azul, frontera temporal entre ambos países, y el río Litani, que corre en paralelo a esta demarcación a unos 30 kilómetros hacia el interior del Líbano.
“Hay dos maneras de hacer esto: por la vía legal o por la fuerza”, declaró el Ministro de Asuntos Exteriores israelí, Eli Cohen, el pasado domingo. Un cambio en la narrativa de la guerra relacionado con presiones internas por parte de los cerca de 80.000 evacuados de decenas de asentamientos cercanos a la frontera al principio de la guerra. Israel les ha prometido que “hará todo lo posible para defender a sus ciudadanos y permitirles regresar seguros a sus casas”, para lo que necesita acabar con la amenaza que supone Hezbolá para su seguridad.
La milicia ha empezado a contestar de “manera recíproca” a los ataques israelíes a zonas civiles. El aumento de la inseguridad y de la destrucción ha provocado que el jueves las autoridades cerraran por completo las entradas y salidas de los asentamientos del norte de Israel.
Israel ya tiene planes para invadir el Líbano
El incremento de las amenazas y de la retórica bélica forma parte de este conflicto de baja intensidad, que se vincula al desarrollo de la guerra en Palestina. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en una visita a las tropas del frente norte llegó a decir que si Hezbolá escalaba el conflicto, convertiría Beirut, la capital libanesa, en Gaza. Según publicó The Times el 18 de diciembre, Israel ya ha declarado tener un plan para invadir el sur del Líbano. “Los planes y los tiempos están listos”, ha recogido el periódico británico sin dar más detalles de la posible operación.
Netanyahu llegó a decir en una visita a las tropas del frente norte que convertiría Beirut en Gaza
La sombra de la invasión es, sin embargo, remota, asegura a CTXT Joe Macaron, analista libanés. Hezbolá no es Hamás. La milicia comandada por Hassan Nasrallah cuenta, según declaró su líder en 2021, con 100.000 efectivos y armamento que supera las capacidades del ejército regular libanés. Ambas partes están siendo cautas, conscientes de que un despliegue a mayor escala podría tener consecuencias devastadoras: “Israel está sobrecargado militarmente y prefiere no abrir un segundo frente y Hezbolá está limitado por las dinámicas internas del Líbano, que no son favorables a una guerra”, comenta Macaron.
Ambas partes están respetando lo que se llama “reglas del compromiso”, un acuerdo tácito que delimita las dinámicas en las que se escenifica la guerra: ataques a posiciones militares en una zona muy acotada a la frontera, un rango de alrededor de 10 kilómetros a ambos lados. Las amenazas tanto de Hezbolá como de Israel y el riesgo que supone este frente en el conflicto regional pivotan en torno a que uno de los lados rompa esta dinámica, provocando la respuesta del enemigo.
Hasta ahora ambas partes están respetando las “reglas del compromiso”, un acuerdo tácito que delimita las dinámicas de la guerra
Estados Unidos pide contención a su socio, temeroso de que la guerra se extienda en Oriente Medio, y Francia continúa con sus esfuerzos diplomáticos para evitar un aumento de las tensiones. En una visita a Beirut el lunes, la ministra de Asuntos Exteriores francesa, Catherine Colonna, también se refirió a la resolución 1701: “Ninguno de los dos lados la está implementado pese a que ambos la aceptaron. Necesitamos el compromiso de alguna forma de desescalada”.
Ambas partes reconocen la dificultad de regresar al statu quo previo al 7 de octubre. El acuerdo de 2006 llegó tras 33 días de un violento estallido entre Israel y Hezbolá, en el que fallecieron alrededor de 1.200 libaneses y 165 israelíes, y que provocó fuertes daños a la infraestructura libanesa, ya que los bombardeos aéreos llegaron hasta las zonas de Beirut bajo el control de Hezbolá.
El viernes 22 de diciembre, el primer ministro en funciones libanés, el multimillonario Najib Mikati, contestó que para que la resolución se cumpla Israel debe retirarse primero de las zonas que mantiene ocupadas en el sureste del Líbano, Shebaa y Kfar Shuba, un movimiento también contemplado en el acuerdo 1701. Hezbolá no se ha pronunciado de manera oficial sobre estos planes. En diferentes apariciones públicas sus líderes han insistido en que este segundo frente depende de lo que ocurra en Gaza.
Persianas de comercios a medio bajar, por las prisas en huir o por los impactos de los cascotes de edificios destrozados en las explosiones. Hay zonas residenciales de las que solo quedan escombros en Aita Al Chaab, a escasos dos kilómetros de la frontera entre el Líbano e Israel. Hogar de unas 12.000 personas...
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