MUSEO NACIONAL
La Casa de la Arquitectura, un museo en ciernes
Importancia, desafíos, errores y enfoques
David García-Asenjo Llana 11/02/2024
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Se ha inaugurado en Madrid un museo dedicado a la arquitectura. Es posible que el lector no conozca dónde se encuentra ni sepa de su existencia. Si se queja Juan Antonio Bayona de la poca presencia del cine en la portada de los periódicos es porque no ha comparado la exposición mediática de su disciplina con otra que también acumula éxitos de sus profesionales en premios internacionales y que requiere, como el cine, del trabajo de grandes equipos de personas y de importantes cantidades de tiempo y presupuesto.
Apenas comprendemos el alcance de una práctica como la arquitectura, que configura el entorno que nos rodea y define la calidad de los espacios en los que vivimos. La arquitectura puede ser una disciplina que se entienda como un concepto abstracto, pero produce, entre otras muchas cosas, los edificios y los elementos que conforman el diseño urbano de nuestras ciudades. Esta arquitectura (y también el urbanismo que la dispone en el territorio) es de todo tipo, desde la que figura en la historiografía y ha sido publicada y tomada como ejemplo hasta la anónima, mucho más abundante que la anterior, pero que con su presencia constante dota de carácter a la ciudad. La Casa de la Arquitectura, que es el nombre del museo, tiene como uno de sus objetivos mostrar la importancia que puede tener la arquitectura en el día a día de los ciudadanos. En las últimas décadas se ha producido una desconexión entre la profesión de arquitecto y la sociedad, acentuada por la burbuja inmobiliaria y su posterior crisis y la proliferación de obras públicas con presupuestos desorbitados y dudosa utilidad. Entidades como los Colegios de Arquitectos llevan tiempo tratando de acercar la disciplina a los ciudadanos que la necesitan para obtener una licencia de obras. Tratan de mostrar que el arquitecto no es un trámite burocrático, sino que su aportación permite mejorar sus condiciones de vida, incluso su economía. Así que las principales preguntas que se debería plantear quien decida los contenidos de la Casa de la Arquitectura podrían ser ¿qué entiende la sociedad que es un arquitecto? y ¿qué queremos transmitir los arquitectos sobre nuestra profesión? En esta segunda se entiende que serán arquitectos quienes puedan especular sobre el discurso del museo.
Diversas iniciativas europeas han destacado en los últimos años la importancia del entorno construido como configurador de una cultura, y la necesidad de mantener el patrimonio como un factor determinante para la cohesión de la sociedad. En este contexto se promovió en España la Ley de Calidad de la Arquitectura, que se aprobó casi unánimemente en 2022, seguramente por su carácter meramente propositivo y sin apenas requisitos económicos. Fue un empeño personal de Lluís Comerón, presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, que consiguió que desde el ámbito político se reconocieran estos valores, y se aceleró su impulso con las políticas de impulso económico planteadas tras la pandemia. Comerón no pudo contemplar su aprobación, por su repentino fallecimiento, pero había logrado poner en marcha un proyecto muchas veces paralizado. En esa ley se destaca el valor de la arquitectura como bien de interés general y reconoce el potencial transformador que la disciplina tiene en la sociedad a través de la configuración del entorno construido. En un contexto de crisis climática y energética, la arquitectura tiene herramientas para configurar de un modo más sostenible nuestros edificios y ciudades.
Todo este potencial transformador de la disciplina tiene que verse reflejado en un museo que pretenda explicarla. La Casa de la Arquitectura, creada en una de las primeras decisiones políticas de la nueva legislatura, comienza su andadura enfrentada a estas cuestiones. Es la culminación de un proceso largo que se originó con la recuperación del Ministerio de la Vivienda en el año 2004, que planteó la creación de un Museo Nacional de Arquitectura y Urbanismo, y que finalmente se ha materializado cuando se ha vuelto a independizar la Vivienda de la actual versión del ministerio de Fomento. En el camino se ha caído el Urbanismo, una de las dos categorías en las que se dividía el museo para mostrar la calidad de la creación española en estos ámbitos. Las competencias en urbanismo están transferidas a las comunidades autónomas, por lo que un museo nacional podría tener problemas para tener un contenido propio. Además, los arquitectos han dejado de tener protagonismo en el diseño urbano frente a otras disciplinas relacionadas con lo infraestructural o lo económico.
El proyecto ha comenzado de un modo que podríamos calificar de precario (el escaso alcance que ha tenido su inauguración podría confirmarlo, pese a tratarse de un Museo Nacional), aunque al menos cuenta con una sede estable, en un espacio que ofrece muchas posibilidades. El Museo Nacional de Arquitectura y el Urbanismo que se planteó en 2006 se desdoblaba en dos sedes: Salamanca, donde se ubicarían las colecciones de Arquitectura, y Barcelona, que alojaría el urbanismo. Para la sede de Salamanca se había elegido el edificio del antiguo Banco de España en la ciudad, para cuya reforma se convocó en 2007 un concurso nacional de proyectos. La crisis que arrasó el sector de la construcción, y con él a la economía nacional, hizo que estos proyectos se olvidaran y que dejaran de ser una prioridad política. La Casa de la Arquitectura se sitúa ahora en la Arquería de Nuevos Ministerios, en dependencias del Ministerio de Fomento que tienen una larga tradición de alojar exposiciones de arquitectura (durante los años noventa se pudo disfrutar en ellas de las creaciones en las antípodas ideológicas de los constructivistas rusos y de Giuseppe Terragni, o de los interesantes comienzos de la obra de Calatrava). En 2003 fue adaptado como centro de documentación de arquitectura y aulario por Jesús Aparicio y Héctor Fernández Elorza, y tras un par de décadas con uso intermitente, se ha convertido, aprovechando una nueva intervención sobre el espacio realizada por Frade Arquitectos, en la sede definitiva de una entidad que se dedicará a eso, a documentar la arquitectura, y a servir de foco de difusión de las potencialidades que ofrece la disciplina. Parece sensato no quedar condicionado de nuevo a la adecuación de un nuevo edificio, y utilizar un lugar que ya ha estado vinculado a las exposiciones de arquitectura.
El proyecto ha comenzado de un modo que podríamos calificar de precario
El museo se ofrece, según el real decreto que lo crea, como un lugar que fomente la “investigación y generación de conocimiento interdisciplinar en el ámbito de la arquitectura promoviendo la innovación como respuesta a los grandes retos colectivos”. Suena interesante, aunque vacío, de momento. Existen otros lugares de posible diálogo entre disciplinas, como los colegios profesionales y la universidad, que es donde realmente se están produciendo iniciativas multidisciplinares de reflexión y de producción. Que un organismo como el Ministerio de Vivienda apueste por estas cuestiones parece un paso lógico, pero habrá que esperar a que se materialicen estos deseos.
Si la Casa de la Arquitectura se plantea como un lugar de difusión e intercambio de ideas, conviene no olvidar algunas de las funciones primordiales de un museo, la exposición y el archivo. Esto nos lleva a plantearnos la cuestión que ha estado presente en el origen de cada museo de arquitectura, ¿cómo se puede exponer un edificio? La propia naturaleza de la arquitectura y del urbanismo limita extraordinariamente la incorporación a los espacios expositivos de sus testimonios materiales. Difícilmente se podrán trasladar al interior de un museo un fragmento de edificio o de ciudad, que además quedarían descontextualizados. Son otro tipo de contenidos, también de naturaleza arquitectónica, como planos, maquetas o fotografías, los que pueden exponerse, y ayudarnos a entender el proceso de pensamiento, vinculado en muchas ocasiones a una determinada forma de trabajo material. Pero lo importante será el discurso en torno a la creación arquitectónica que se quiera transmitir al poner en marcha este museo. Inevitablemente estará anclado a la influencia que las estructuras económicas y de poder tienen en el proyecto, construcción y vida de los edificios. Uno de los objetivos de este proyecto es dar a conocer los valores sociales y culturales de la arquitectura española, por lo que es importante establecer el punto de vista desde el que se aborda. Si la arquitectura es una “prestación intelectual, artística y profesional al servicio de toda la ciudadanía”, será interesante revisar las últimas décadas de producción arquitectónica para entender si el trabajo de la profesión en las últimas décadas ha resuelto estas cuestiones. Aunque hemos situado el arranque de la Casa de la Arquitectura en la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, hay que señalar que desde 1943 existía el proyecto de Museo Nacional de Arquitectura. En esos años ya se planteaba un centro que se dedicara al estudio de la arquitectura, a través del archivo de materiales históricos y de los documentos generados por la práctica profesional. Y tenía como una de sus prioridades estudiar el problema de la vivienda. Este sigue siendo ochenta años después una de las principales cuestiones que debería resolver la sociedad. Un museo que pretenda ser un lugar de debate sobre la arquitectura y las disciplinas con las que convive tiene que abordar este problema, no limitarse a ser un repositorio de proyectos más o menos afortunados o vistosos.
La Casa de la Arquitectura debería de ser un lugar que propiciara el debate, la reflexión y la investigación
Aquí surge otro dilema ante la creación de la Casa de la Arquitectura. Entre sus funciones destaca “posicionar la excelencia de la arquitectura española como referente nacional e internacional.” ¿Qué es la arquitectura excelente? Las distintas aproximaciones a la historia de la arquitectura han creado un canon de obras y de autores que podrán ser tomados como base para seleccionar el material para alojar en su interior. Elegimos la palabra alojar, ya que no todo el contenido de un museo ha de ser expuesto, sino que gran parte de los fondos que una entidad de este tipo acoja permitirá un estudio sobre la disciplina sin que necesariamente tenga una presencia pública. Estos materiales serán relevantes si permiten definir nuevos modos de entender la disciplina y la historia narrada hasta ahora, y si aportan nuevas miradas con las que entender los procesos arquitectónicos. Otros espacios, como el Museo de la Fundación ICO, plantean exposiciones de arquitectura con una acertada selección de temas y comisarios que introducen enfoques diversos sobre la disciplina y su práctica. Pero la Casa de la Arquitectura debería de ser un lugar que propiciara además el debate, la reflexión y la investigación.
Los contenidos del museo se nutrirán de los fondos del Ministerio de Vivienda, que cuenta con una interesante colección que recorre la arquitectura española del siglo XX. Los Premios Nacionales muestran qué se ha valorado desde lo institucional en las últimas décadas. El Ministerio promueve también la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo, con exposiciones itinerantes que se pueden recuperar para entender la producción arquitectónica más relevante. Y también participa en la Bienal Hispanoamericana y en la Bienal de Venecia, cuyas propuestas en muchos casos es difícil conocer si no se cuentan con los medios para trasladarse a esta ciudad. Los pabellones presentados por España han tenido una buena valoración internacional en muchas ocasiones. Este amplio abanico temporal y de diversidad de propuestas puede ayudar a valorar el trabajo que realizan los arquitectos en España y decantar, con el paso del tiempo, la validez de sus aportaciones.
La primera exposición que ha acogido es La construcción de un país. Maquetas de arquitectura española desde la transición hasta nuestros días, comisariada por Moisés Puente. Se centra en “aquellas arquitecturas que han marcado la historia reciente de la arquitectura española, tanto por la calidad y la singularidad de su propuesta como por el legado que ha podido dejar en obras y generaciones posteriores”. En un lugar privilegiado, por encima de la sala principal, se encuentran una serie de proyectos que fueron “fruto del entusiasmo de la construcción de un nuevo país democrático, en una época en la que el arquitecto no solo gozaba de un respeto en la sociedad, sino que todavía contaba con un gran poder de decisión, un poder similar al que se tenía durante final del régimen franquista”. No compartimos las palabras del comisario, que señala esta época como una “especie de ideal inalcanzable para las generaciones actuales, una suerte de arqueología de un pasado no tan lejano en el tiempo, pero sí en sus logros”. ¿Se quiere mostrar una arquitectura proyectada y construida sin la necesaria reflexión sobre los intereses de la sociedad? ¿La figura del arquitecto debe seguir manteniendo un gran poder de decisión, cuando la Casa de la Arquitectura quiere ser un lugar de diálogo interdisciplinar? ¿Es el régimen franquista ejemplo de algo?
El resto de la exposición es una selección de maquetas, acompañadas por fotografías del edificio construido, que muestra una amplia gama de aproximaciones al proyecto de arquitectura, la mayor parte de ellas muy interesantes, pero que vistas en conjunto vuelven a abrir más cuestiones que sería importante resolver. Si se quiere mostrar la aportación de la arquitectura a la sociedad, convendría poner en contexto muchas de estas realizaciones. Si se entiende el proceso arquitectónico como un trabajo en equipo, hay que entender cómo se han realizado muchas de esas obras expuestas. También qué profesionales pueden dedicar recursos a construir su práctica a través de grandes maquetas. ¿En qué condiciones trabajan los equipos que producen este material? Es necesario reflexionar sobre la situación laboral de los arquitectos en España. Como señala José María Echarte, debería ser obligatorio presentar los contratos de trabajo del personal de los estudios que quieran exponer o presentarse a premios. También nos puede mostrar qué arquitectos realizan su profesión fuera del proyecto y la arquitectura por cuestiones como la conciliación familiar o por la búsqueda de una estabilidad económica, y descubriremos en qué lugar están las arquitectas (por primera vez aparece este término en su versión femenina, cerca del final del texto). En una profesión que está cada vez más feminizada, como destacó la ministra de Vivienda en la inauguración, es necesario reflejar las múltiples dimensiones de la disciplina, todas ellas válidas para la sociedad.
Solo en uno de los 63 proyectos expuestos una arquitecta firma en solitario
En la primera exposición, no aparece ninguna arquitecta entre los proyectos realizados en el periodo de transición a la democracia, mientras que en la segunda parte de la exposición el comisario ha hecho un esfuerzo para que sí estén representadas, con la mitad de los proyectos (27 de 53) en los que al menos una arquitecta es autora. Eso sí, solo en uno de los 63 expuestos una arquitecta firma en solitario, lo que ayuda a visibilizar algunas de las cuestiones sobre las condiciones en las que se realiza la práctica profesional del proyecto y obra en nuestro país. Las arquitectas son las principales investigadoras académicas, y muchas de ellas han conseguido importantes puestos docentes en universidades internacionales. Sus proyectos de investigación están mostrando la aportación de las mujeres a la profesión a lo largo del siglo XX, ocultadas tras las figuras masculinas que figuran en las principales historias de la arquitectura. También apuestan por trabajar desde la perspectiva de género, otro de los objetivos de la Casa de la Arquitectura.
Los espacios se han diseñado desde una posición de privilegio que ha dejado de lado a grandes capas de la población, acentuando, desde la configuración de la ciudad, muchas de las desigualdades de la sociedad. Las otras dos exposiciones con las que arranca el museo, Ecosistemas.zip y Nameless models, se centran en la práctica profesional de jóvenes arquitectos.
Hay que destacar que el proyecto de la Casa de la Arquitectura ha arrancado con una interesante página web, su herramienta más engrasada hasta el momento, que permitirá acceder a una importante cantidad de información gracias a un cuidado diseño y una inteligente selección inicial de contenidos. Las dos facetas del museo, la física y la virtual, se encuentran en proceso de selección de los comisarios que desarrollarán su trabajo. El equipo del Ministerio de Vivienda también está trabajando para que las universidades estén presentes en este espacio, para potenciar la relación de la arquitectura con la sociedad, en este caso, a través de las prácticas docentes. Una de las imágenes más destacadas de la inauguración de la Casa fue el taller de arquitectura para niños, realizado por el equipo de Chiquitectos, en el que se fotografió el presidente del Gobierno. Comenzar a concienciar desde pequeños de las enormes posibilidades de transformación de los espacios con las que contamos, y de la importancia de la construcción de un buen entorno físico para nuestro desarrollo, con las implicaciones que puede tener en el bienestar mental.
Destaca Ana Fernández-Cebrián estas palabras de Carmen Martín Gaite en El cuarto de atrás: “Lo más excitante son las versiones contradictorias, constituyen la base de la literatura, no somos un solo ser, sino muchos, de la misma manera que tampoco la historia es ésa que se escribe poniendo en orden las fechas”. Nos acompañan en El Ministerio de CTXT artículos sobre lo mejor del año en las distintas manifestaciones culturales. La Casa de la Arquitectura podría ser el lugar que albergara una exposición con lo mejor de la disciplina a lo largo de 2023, pero sería más interesante si además proporciona las herramientas para poder entender esa arquitectura del momento y las claves para anticipar la que se producirá en un futuro próximo. No solo tendrá que mostrar las realizaciones más destacadas en el ámbito del proyecto y obra, el tradicional en el que se ha movido la arquitectura, sino que también debería hacer hueco a otros modos de ejercer la profesión, así como a prácticas emergentes que se muevan en los límites de la disciplina, muchas veces en contacto con otras actividades culturales e intelectuales. Es importante señalar el valor de la arquitectura para mejorar la sociedad, pero también será necesario destacar los momentos en los que la disciplina ha olvidado este papel. La historia de la arquitectura ha estado contada desde una mirada concreta, y deberían favorecerse nuevos puntos de vista que permitan llegar a soluciones distintas, más imbricadas en la mejora de la sociedad y de las condiciones de vida de los habitantes de sus espacios.
Se ha inaugurado en Madrid un museo dedicado a la arquitectura. Es posible que el lector no conozca dónde se encuentra ni sepa de su existencia. Si se queja Juan Antonio Bayona de la poca presencia del cine en la portada de los periódicos es porque no ha comparado la exposición mediática de su...
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David García-Asenjo Llana
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