En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La estadística nos dice que si después de tirar un dado trece veces, las trece sale el mismo número, lo que tienes que hacer es olvidarte de la estadística. El dado está trucado. O el dado tiene un problema, que para el caso es lo mismo. Podríamos analizar lo que ha pasado esta noche en Almería desde un punto de vista estrictamente futbolístico y sacar la lupa, o el tiralíneas, para elaborar sesudas teorías sobre el rigor defensivo, la posesión y el centro del campo. ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene acudir a la ciencia cuando cada vez que el Atleti ha jugado este año fuera de casa lo que nos ha ofrecido es siempre lo mismo? Es un dado que saca siempre el mismo resultado. Y esto ya no es suerte, ni puede considerarse eventual. Esto es lo que es. Estamos en un punto de la temporada en el que quizá podemos decir ya que es lo que hay. Un equipo que fuera de su estadio transmite muy poco, que se cae con demasiada frecuencia y que pierde el carácter en los momentos en los que el carácter debería salvarlo. Un equipo cansado, mayor, que no adulto, y seguramente excesivamente acomodado. Un equipo plagado de futbolistas con sueldos de jugador top, que probablemente, en el mejor de los casos, sean simplemente buenos jugadores.
Me va a resultar difícil explicar por qué el equipo con el tercer presupuesto de la liga, enfrentándose al colista, un equipo que hace varios milenios que no gana un partido, habiendo marcado gol en el primer minuto del partido, no ha sido capaz de llevarse los tres puntos del Power Horse Stadium. La respuesta corta sería algo así como que el Atleti ha vuelto a ser el Atleti de fuera de su feudo. La respuesta larga viene a continuación.
Este Atleti tiene problemas recurrentes, que seguramente son estructurales
El fútbol puede ser tan caprichoso e impredecible que algunas veces es fácil pensar que lo que ocurre en el campo tiene que ver con una especie de justicia cósmica. Eso he pensado cuando el jugador más discutido del último encuentro, Reinildo, se ha puesto a cabalgar por la banda sorteando rivales, ha llegado a la línea de fondo y ha colgado un balón al centro del área para que Correa lo metiese en la red. Lo malo es que he pensado lo mismo cuando noventa minutos después he visto el resultado final.
Creo que los de Simeone saltaron al césped con la idea de dominar el juego y de hacerlo bien. De hecho, lo hicieron momentáneamente. Así fue, incluso después del gol, hasta el punto de que Barrios pudo sentenciar el marcador si hubiese bajado bien un excelente pase de De Paul, que le dejaba delante del portero. O Memphis, que remató poco después, sin mucho tino, desde la frontal del área. Pero este Atleti tiene problemas recurrentes, que seguramente son estructurales. Más allá de la falta de gol en momentos clave, son todavía peor los bajones de concentración que vemos en cada partido. Mediada la primera parte, el equipo, no sé si por falta de intensidad, de personalidad o de fútbol, perdió el control del juego y, por ende, se complicó la existencia. El Almería aumentó su empuje a medida que su rival se dejaba ir, y las consecuencias no tardaron en verse sobre el campo.
La primera ocasión del equipo andaluz, un disparo desde lejos de Lozano, llegó tras el enésimo error de bulto del cuadro colchonero. Barrios fue esta vez el autor de uno de esos errores de infantil que están salpicando la temporada. No fue el único, desgraciadamente. El canterano mezcló carácter y acciones de mucho mérito con otras que recordaban que es un jugador en formación. De todas formas, no es Barrios precisamente lo que más me preocupa.
Cinco minutos después de la primera ocasión, el Almería volvió a tener otra que esta vez no falló. Pubill y Luka se pasearon por la frontal del área con más tranquilidad de la que corresponde a un partido de primera división y el disparo del último de ellos se coló por la izquierda de Oblak, quizá también con demasiada facilidad. Qué fácil es hacerle un gol a este Atlético de Madrid.
Los rojiblancos intentaron volver a tener el control, pero eso es como ponerse hasta las trancas de ginebra y pretender luego que no te afecte la resaca. Cuando te vas de los partidos es muy difícil volver. Especialmente en equipos de personalidad tan frágil como la del que nos ocupa. Lo que vimos hasta el descanso fue un partido roto, trabado y sin ocasiones. Apenas un disparo desde lejos de Lino, tras una pared con Correa.
Riquelme y Llorente entraron por Lino y Koke, aunque tampoco es que viésemos un cambio significativo en el equipo colchonero. Todo seguía más o menos igual, pero una buena diagonal de Nahuel, tras una jugada de acoso del Almería, habilitó a De Paul para que el campeón del mundo condujese el balón hasta el área y cruzase de “puntín” para hacer el 1-2. En la repetición vimos, sin embargo, que el argentino volvió a resolver mal una jugada de peligro, que es una de sus especialidades. La pelota entró gracias a la ayuda de un defensor almeriense.
El Atleti era impreciso, elegía mal y tonteaba en exceso con la salida del balón
El Atleti no estaba jugando bien. Era impreciso, elegía mal y tonteaba en exceso con la salida del balón. Aun así, mandaba en el marcador. Enfrente tenía un equipo en una situación verdaderamente crítica, pero parecía tener más fe que su poderoso rival de la capital en sacar el partido. Pasaba ya el minuto sesenta cuando Vieira se plantó con el balón cerca del área. Lo suyo en ese momento hubiese sido que De Paul le encimase, pero el argentino debía estar pensando en sus cosas. Con toda la tranquilidad del mundo, el jugador almeriense le metió un buen balón a Luka, al que Reinildo podría haber presionado y que, por lo que sea, tampoco lo hizo. Casi por obligación, el goleador de la noche se convirtió en bigoleador al meter el exterior de su pie y poner el balón en la escuadra.
Simeone metió en el campo a Saúl y Morata, lo que perjudicó al equipo más que mejorarlo. El primero es ahora mismo irrelevante y está en un momento en el que sólo le queda su rigor táctico. Una pena. El segundo es ese mismo jugador que llevamos viendo muchas temporadas. Demasiadas. La lógica nos invita a pensar que es el verdadero. Uno peleón, comprometido, buen tipo, demasiado piscinero y muy deficiente de cara al gol. Ninguno de los dos ocupan el espacio deportivo que marca su ficha y eso es algo muy preocupante a nivel de club.
El final del partido fue descorazonador. Un encuentro roto, un Atleti perdido e incapaz y un Almería alimentándose de la mediocridad de su rival. Juego previsible, precipitación y pésimas decisiones en el área. Con todo, lo peor fue lo de Morata, que falló dos ocasiones impropias del delantero centro de un equipo con aspiraciones. Especialmente sangrante fue la segunda, en el último minuto, cuando a cinco metros de la portería tiró el balón por encima del larguero.
Febrero es un mes complejo, porque es donde las temporadas se bifurcan. El cruce de caminos al que se enfrenta el Atleti tiene muy mala pinta, pero esto es fútbol y puede que el dado no esté estropeado. O puede que tenga arreglo. O puede que todo sea solamente el fruto de mi enfado. Yo qué sé.
La estadística nos dice que si después de tirar un dado trece veces, las trece sale el mismo número, lo que tienes que hacer es olvidarte de la estadística. El dado está trucado. O el dado tiene un problema, que para el caso es lo mismo. Podríamos analizar lo que ha pasado esta noche en Almería desde un punto de...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí