En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
El conjunto de Simeone vuelve a perder fuera de su estadio. Es la sexta vez que ocurre esta temporada. ¿Ha jugado mal? No exactamente ¿Ha sido peor que su rival? No lo creo. ¿Han faltado ganas o profesionalidad? No me lo ha parecido. ¿Entonces? Pues el problema creo que está en el hecho de que el equipo es ahora mismo una bonita escopeta sin balas, que es como una escopeta inútil, si lo que se pretende es cazar. El Atleti es un equipo agotado, sin frescura en la cabeza y sin energía en las piernas. Con sus pilares exhaustos y sus promesas todavía lejos de ser realidad. ¿Tiene fácil solución? No me lo parece, aunque esto, afortunadamente, es fútbol.
Hace unos días escuché a David Trueba decir que él era partidario de los spoilers. Según su teoría, conocer el final de la historia facilitaba el poder disfrutar del camino. Interesante. A mí no me gusta que me destripen los finales, pero sí creo que es preferible sacrificar el final antes que el camino. Sí, porque en el camino es donde pasamos la vida. Llevo muy mal el histerismo que rodea al mundo del fútbol últimamente. Un histerismo que, desgraciadamente, también ha llegado al entorno del Atlético de Madrid. Esa obsesión asfixiante por los resultados, por los objetivos y por la inmediatez. Por el final. En los últimos años, cada vez que le meten un gol al Atleti siento como si las tropas alemanas estuviesen entrando en Polonia. Hoy ha vuelto a ocurrir. Me da miedo la reacción de mi propio entorno. Gente cabal, a la que quiero, que se transforman en gremlins que hubiesen comido después de medianoche. Ahora todos los partidos son finales a vida o muerte. Cada resbalón, no digo ya cada derrota, se convierte en una tragedia de proporciones épicas, que indefectiblemente necesita explicación quirúrgica, sangre y culpables. Sinceramente, no sólo me parece insoportable, sino que está impidiendo que seamos capaces de disfrutar de uno de los mejores Atletis de la historia. Yo me niego. Déjenme soñar con que el Atleti lo ganará todo, pero déjenme hacerlo desde la alegría del que cree y no desde la histeria triste y limitante del que teme enfrentarse a la realidad.
Y es que el Atleti no encaró mal el partido. Mucho mejor que lo que viene siendo habitual en los partidos fuera del Metropolitano. Intentó tener el balón, e igualó el empuje rival. Apareció Gabriel Paulista en el centro de la zaga y ha dejado buenas sensaciones. Eso sí, antes de los primeros cinco minutos ya vimos el principal problema que está lastrando al equipo de Simeone en las últimas fechas: la ausencia total de gol. Morata no es ahora el que hemos visto a lo largo de esta temporada. Es el que vimos durante todas las temporadas anteriores. Trabajador, normalmente mal posicionado, demasiado tiempo en el suelo y muy deficiente de cara al gol. En el minuto 2 tiraba mal por encima del larguero. En el 3 remataba en fuera de juego. Y así lo siguió haciendo hasta que, lamentablemente, tuvo que salir del campo al filo del descanso por una lesión muy preocupante.
El Sevilla se veía fuerte, que es lo que ocurre cuando te llegan y no te meten gol. A pesar de estar en una posición complicada en la tabla, los de Quique salían intensos y metidos en el partido. Óliver Torres movía a su equipo e Isaac movía a su rival, buscando las cosquillas entre la defensa y el centro del campo colchonero. Llegando el primer cuarto de hora, Acuña puso a prueba a Oblak con un gran disparo desde lejos que acabó en una excelente parada. Pero el córner que vino a continuación consiguió poner el epílogo deseado para los sevillanos. Ocampos prolongó de cabeza adelantándose a sus rivales, e Isaac remató en el segundo palo, haciendo el único gol del partido. ¿Error? No lo creo. Yo lo calificaría más como una preocupante falta de concentración en los detalles. Otra de esas suertes que le está costando muchos puntos a los de Simeone.
El gol paralizó mentalmente a los colchoneros. No es que el rival se hiciese con el control del partido, porque no lo hizo, pero se les vio muchos más metidos, más atentos y más convencidos de que iban a ganar. Sobre todo porque el Atleti se instaló en lo que vienen siendo sus señas de identidad en los últimos partidos: falta de brillantez al construir, falta de rigor táctico en defensa y absoluta falta de contundencia en ataque. Aun así, tuvo sus ocasiones. Hermoso primero, después Morata, que remató al palo, y también Lino desde lejos. Mucha más mordiente tenían las llegadas del Sevilla. Isaac remató primero al larguero después de su enésima diablura. Poco después, volvía a exigir a Oblak tras un error en el despeje de Barrios.
El Atleti terminaba la primera parte sin chispa y descolocado, lo que dejaba demasiado espacio para el contraataque hispalense. Aun así, Morata tuvo otra ocasión clarísima antes de salir lesionado, desperdiciando delante del portero una excelente triangulación de su equipo.
Simeone aprovechó el descanso para dejar en el banquillo a un desdibujado y errático Barrios e incorporar a Memphis y Nahuel. Y los cambios funcionaron, porque el equipo se adueñó completamente del partido y sometió a su rival a una suerte de acoso… estéril. Memphis primero. Memphis después, tras un pase al área excelente de De Paul. Griezmann, tras un pase lateral de Nahuel. Hermoso de cabeza, tras un balón colgado de DePaul. Memphis, otra vez. Nada. El mismo peligro que un parque de bolas. El equipo sevillano pudo haber hecho el segundo tras un contraataque de Isaac, que aprovechó la conocida capacidad de los rojiblancos para no terminar las jugadas y puso a prueba a Oblak. El esloveno tuvo que volver a lucirse. Corría sólo el minuto 60, pero ya sabíamos que el Atleti, como ocurrió hace unos días en Copa, sería incapaz de meter un gol.
Simeone intentó meter más pólvora metiendo a Correa por Koke y no funcionó. Es más, creo que ocurrió lo contrario. Afectado quizá por el cansancio, el equipo bajó la velocidad y entró en una fase de preocupante mediocridad y juego plano. Griezmann remataba como un jugador malo. Lino no sabía qué hacer con el balón en el área… Y así, entre la desesperación de la grada local por la falta de empatía del colegiado y la evidente inoperancia de un conjunto rival físicamente muerto, se acabó el partido.
Si yo fuese Simeone, intentaría recuperar física y anímicamente a las fuerzas vivas de esta plantilla, cerraría las ventanas y pensaría únicamente en el siguiente partido. Por suerte para el mundo yo no soy Simeone, así que estén tranquilos. Seguramente hará lo que sea mejor para cambiar la dinámica. Al fin y al cabo, es lo que ha hecho siempre.
El conjunto de Simeone vuelve a perder fuera de su estadio. Es la sexta vez que ocurre esta temporada. ¿Ha jugado mal? No exactamente ¿Ha sido peor que su rival? No lo creo. ¿Han faltado ganas o profesionalidad? No me lo ha parecido. ¿Entonces? Pues el problema creo que está en el hecho de que el...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí