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En el fútbol de élite, cada vez más físico y cada vez más profesionalizado, la diferencia está en los detalles. En lo que tú tienes y tu rival no. En lo que te hace ser diferente o en lo que consigue vulgarizar a tu contrario. El Atlético de Madrid de Simeone podría valer para escribir una tesis sobre eso de maximizar tus virtudes mientras minoras las del rival. Eso sí, no el de esta temporada. Haciendo muchas cosas bien, algunas bastante mejor que todas sus versiones precedentes, el Atleti contemporáneo parece resbalar en lo que nunca ha resbalado. En lo que no se puede resbalar: en ser contundente y en ser fiable. Sobre todo, cuando llega el momento clave. El Atleti lleva semanas sin ser contundente en los momentos clave, pero es más preocupante lo segundo, lo de no ser fiable. Sí, porque las dos eliminatorias que todavía disputa se han complicado por culpa de dos errores de esos que te sacan de la élite. Dos errores impropios de un equipo que aspira a ganar cosas. Dos errores cometidos además por el mismo jugador. Creo que era Confucio el que decía que si cometes un error y no lo corriges están cometiendo un error todavía mayor.
Y es que, si uno ignora estas anomalías puntuales, creo que el Atleti afrontó bastante bien el partido en Milán. Consciente de la envergadura del rival y de lo que había en juego, pero con la personalidad del equipo que es. Con la cautela que se debe tener ante la expectativa de una eliminatoria larga, pero con la valentía de no abandonar las señas de identidad.
Si uno ignora anomalías puntuales, el Atleti afrontó bastante bien el partido en Milán
Simeone apostaba por colocar a Llorente en la dupla atacante. Quizá por ser uno de los pocos futbolistas de la plantilla con algo de gol. Quizá para poder incrustarlo en la banda a la hora de defender y tapar así las subidas de Bastoni. El caso es que no funcionó. El Inter de Milán, el mejor equipo de Italia ahora mismo, sabía lo que tenía enfrente y colaboró en que el inicio del partido fuese de cierta calma. Jugando muy juntos, con una presión adelantada muy intensa, la escuadra italiana intentó complicarle la vida a un rival que no estaba por la labor de dar facilidades. De hecho, la primera ocasión ocurrió a los diez minutos y fue del Atleti. Una buena jugada de los colchoneros que acabó con Lino encarando por la izquierda y rematando muy cerrado. El balón continuó en el campo tras rozar el larguero, pero el disparo final del propio Lino no cogió puerta.
Y poco más durante la mayoría de la primera parte. El Inter se perdía en la defensa colchonera y el Atleti no conseguía superar la tupida malla italiana. Witsel seguía demostrando que es el mejor central del equipo y Saúl, que su titularidad es un misterio. También volvimos a ver a un Griezmann apagado, seco y poco participativo. La cosa no se animó hasta el final de la primera parte, como consecuencia de algunos errores de los futbolistas rojiblancos. Primero Lautaro se adelantó a Giménez y consiguió rematar de cabeza un centro lateral que acabó en las manos de Oblak. Después vino un remate del mismo jugador, aprovechándose de un error tremendo de De Paul, al perder un balón absurdo en el centro del campo. Finalmente Thuram tiró a las manos del cancerbero rojiblanco tras otra pérdida rojiblanca.
La segunda parte comenzaba sin Giménez, gracias a la enésima lesión muscular del uruguayo, y con Savic en el campo. También con un equipo italiano más incisivo y con un cuadro rojiblanco que no terminaba de encontrarse. No habían pasado ni cinco minutos cuando una jugada excelente de los de Inzaghi, saliendo desde atrás, jugando con velocidad y plantándose en el área rival a base de tocar el balón, acabó en un remate franco de Lautaro que se fue por encima del larguero.
El partido de Lino fue muy bueno, pero ya son varios días en los que observamos una preocupante falta de colmillo
Simeone reaccionó quitando (¡por fin!) a Saúl, retrasando a Llorente y colocando a Morata en punta. El equipo lo agradeció, porque en apenas diez minutos tuvieron una ocasión muy clara que Lino resolvió muy mal, teniendo a su delantero centro libre de marca en el segundo palo. El partido del brasileño fue muy bueno, quitando los últimos minutos en los que se le ha visto cansado, pero ya son varios días en los que observamos una preocupante falta de colmillo a la hora de relacionarse con el gol. Una pena, porque de otra forma sería seguramente el mejor jugador del equipo.
El Atleti llegaba sin demasiada mordiente, con Llorente o Koke disparando desde lejos. El Inter, por el contrario, llegaba con mucho peligro cada vez que conseguía salir de la presión. Así apareció otra ocasión clarísima de Arnautovic, que había salido en el descanso por un lesionado Thuram, y que no consiguió coger puerta cuando tenía un remate claro.
Rondando el minuto 70 el Inter puso piernas frescas en el campo (Augusto, Dumfries y Frattesi) y se notó. El partido se abrió, Barella tomó los mandos del mediocampo y el Atleti empezó a pasarlo mal, quizá por primera vez. Lautaro remataba de cabeza un centro lateral desde la derecha mal cerrado por Lino, pero Oblak atajaba sin problema. El Inter dominaba, pero no daba la sensación de que aquello fuese a convertirse en un acoso. Hasta que salió Reinildo para demostrar que su fiabilidad con el balón en los pies es tan escasa como incompatible con la máxima categoría europea. No es cuestión de hacer sangre, pero los datos son abrumadores. Y habrá quien diga que el error es atribuible a De Paul. Yo no lo veo así. Las carencias, unidas a la falta de confianza generan este tipo de cosas. Un balón perdido absurdamente por el último defensa fue lógicamente aprovechado por el Inter para plantarse delante de la portería rojiblanca. Oblak consiguió detener el primer remate de Lautaro, pero no así el rechace de Arnautovic.
La buena noticia es que lo que parecía que se iba a convertir en un final de partido infernal para el Atleti, que podía haber dado con otro gol local, acabó siendo mucho menos preocupante de lo que se esperaba. Es más, los de Simeone pudieron empatar hasta en tres ocasiones. Primero Lino, con un disparo desde fuera del área que salió desviado, después Morata, que no fue capaz de rematar de cabeza un excelente pase de Correa, y finalmente el propio Morata al no conseguir girarse en el área cuando el partido llegaba ya a su fin.
El resultado, una derrota por la mínima, es malo, pero no definitivo. Es malo porque el Inter de Milán es un gran equipo y será muy difícil derrotarlo en cualquier campo. Pero no es definitivo, porque los de Simeone sólo tienen que ganar un partido en casa, que es lo que mejor se les da esta temporada.
En el fútbol de élite, cada vez más físico y cada vez más profesionalizado, la diferencia está en los detalles. En lo que tú tienes y tu rival no. En lo que te hace ser diferente o en lo que consigue vulgarizar a tu contrario. El Atlético de Madrid de Simeone podría valer para escribir una tesis sobre eso de...
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