Campeona
Las múltiples vidas de una luchadora: Nadia Nadim
La futbolista afgana se ha convertido en una referente para los refugiados tras llegar a lo más alto de su profesión, superando una infancia marcada por el asesinato de su padre y el exilio a Dinamarca
Ricardo Uribarri 2/03/2024
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A sus 36 años, Nadia Nadim confiesa sentir que ha vivido siete u ocho vidas. No es una afirmación que deba extrañar si se repasan todas las circunstancias adversas que ha tenido que afrontar y superar desde que nació en la ciudad afgana de Herat. El destino se ha empeñado en mostrarle su lado más difícil, pero con tesón y esfuerzo, ella ha logrado darle la vuelta hasta alcanzar éxito y reconocimiento a nivel mundial y convertirse en un referente por su historia de superación. Gran parte de todas las cosas buenas que ha conseguido se las debe al fútbol, el deporte que cambió su porvenir. Ahora, afronta la recta final de su carrera con una nueva etapa en Europa al firmar con el Milán, tras dejar atrás Estados Unidos y una grave lesión de ligamentos.
Cuando tenía 11 años, la tragedia llamó por primera vez a la puerta de Nadim. Su padre, Rabani Khan, un general del ejército de Afganistán, fue secuestrado por los talibanes y seis meses después asesinado en el desierto. Viendo la situación, su madre Hamida, una directora de escuela, decidió vender todo lo que tenían y huir del país con Nadia y sus cuatro hermanas. Metidas en una furgoneta pasaron toda la noche viajando hasta cruzar la frontera con Pakistán. Allí estuvieron dos meses escondidas en un piso hasta que, poniéndose en manos de una mafia, consiguieron unos pasaportes falsos para viajar a Milán, en Italia. Apenas unos días después, aparecieron dos hombres con aspecto de Europa del Este que las llevaron hasta un aparcamiento lleno de camiones y les dijeron que se metieran en la parte trasera de uno. Era 23 de abril del año 2000. La idea era viajar hasta Londres, donde su madre tenía familiares. Pero después de varios días de viaje, sin apenas comer ni beber, teniendo que hacer sus necesidades en un cubo, acabaron en una ciudad de Dinamarca llamada Randers, donde las bajaron del camión y las dejaron abandonadas a su suerte.
Su padre, Rabani Khan, un general del ejército de Afganistán, fue secuestrado por los talibanes y seis meses después asesinado en el desierto
Su madre acudió a una comisaría, y desde allí fueron transportadas en tren al centro de acogida de refugiados de Sandholm, situado al norte de Copenhague y que está a cargo de la Cruz Roja desde 1986, donde pidieron asilo político. En él, refugiados de todo el mundo viven en barracas de estilo militar a la espera de que sus solicitudes de asilo sean tramitadas o bien sean deportados. Dos meses después fueron trasladadas a otro centro de refugiados, en Aalborg, más acogedor que el anterior y en el que tenían más libertad para moverse. Allí Nadia y sus hermanas recibieron clases de idiomas y ella tuvo su primer contacto con el fútbol, al jugar con otros niños y niñas en un pequeño campo con las porterías rotas. Para ella fue una sorpresa ver que otras niñas hacían deporte. En su país nunca había visto a una mujer haciéndolo.
Cerca del centro estaba la instalación de un club juvenil, el Gug Boldklub, y solía ir para ver cómo entrenaban. Un día se armó de valor y le preguntó al entrenador si podía jugar. La respuesta fue positiva, y tan buena impresión le dio al técnico que le dijo que volviera al día siguiente. Durante el rato que corría tras el balón, Nadia olvidaba sus problemas. Siete meses después de llegar al centro de refugiados de Aalborg, la familia recibió la gran noticia: su solicitud de asilo había sido aceptada y podían seguir en Dinamarca.
Se quedaron a vivir en Aalborg y ella siguió dedicando tiempo al fútbol, hasta el punto de que, viendo sus cualidades como delantera, el entrenador del Gug recomendó su fichaje al B-52, un club de la ciudad con mayor potencial. De allí pasó al Team Viborg y en 2006 logró firmar su primer contrato profesional con el IK Skovbakken. De sus primeros pasos en el fútbol danés le quedan dos recuerdos a Nadia. El primero es que tardó en quitarse la idea de que estaba haciendo algo malo al jugar al fútbol por el hecho de ser una mujer, pensamiento originado por lo que había vivido de pequeña en Afganistán. Y el segundo es que nunca terminó de sentirse integrada del todo en los equipos por el carácter tan distinto que tenía en comparación a sus compañeras danesas. Ella seguía su instinto e improvisaba, mientras que el resto se limitaba a seguir las reglas y a hacer todo lo que decía el entrenador. De alguna manera la veían como una chica que quería destacar y eso la incomodaba.
Reconoce que aún hay momentos en que no se siente realmente aceptada en la sociedad danesa
En 2006, al cumplir los 18 años, recibió la nacionalidad danesa. Fue entonces cuando la Unión de Fútbol Danesa se interesó por reclutarla para que jugara con la selección nacional. Sin embargo, las reglas de elegibilidad de la FIFA estipulaban que tenían que pasar cinco años desde que obtuviera la nacionalidad para poder competir con Dinamarca. La federación danesa presentó una apelación y consiguió que el organismo hiciera una excepción, permitiéndole jugar con el país desde 2009. Con su debut con Dinamarca en la Copa Algarve de ese año, Nadia se convirtió en la primera jugadora nacionalizada en jugar para la selección absoluta danesa. A pesar de ser un motivo que la enorgullece, Nadia reconoce que aún hay momentos en que no se siente realmente aceptada en la sociedad danesa, porque piensa que muchos la siguen viendo como una foránea. “He sentido eso la mayoría de los días de mi vida”.
En 2012 fichó por el Fortuna Hjorring, con el que debutó en la Liga de Campeones, marcando en su primer partido continental, y logró el título nacional de Liga en 2014. A finales de ese año dejó Dinamarca para dar el salto a Estados Unidos, donde militó año y medio en el Sky Blue. De ahí pasó al Portland Thorns, club en el que se convirtió en máxima goleadora del equipo en la temporada 2016 y ganó el título nacional en la campaña siguiente. En septiembre de 2017 regresó a Europa para unirse al Manchester City, pero no terminó de acoplarse y un año y medio después dejó la entidad inglesa para firmar en enero de 2019 con el Paris Saint Germain. En la capital francesa estuvo dos años y medio, en los que se convirtió en la capitana del equipo, ganó la Liga de la campaña 2020-2021 y alcanzó buenos registros goleadores. En junio de 2021 decidió regresar a Estados Unidos para jugar con el Racing Louisville, donde las lesiones graves la han perseguido.
El término políglota se le queda corto, porque habla hasta 11 idiomas (danés, inglés, alemán, francés, sueco, noruego, persa, dari, urdu, hindi y árabe)
A los pocos meses de su llegada al equipo del estado de Kentucky se rompió el ligamento cruzado anterior, lo que le tuvo muchos meses de baja, aunque se recuperó justo a tiempo para poder disputar la Eurocopa de Inglaterra en el verano de 2022. Sin embargo, en septiembre de ese año, volvió a sufrir la misma lesión y esta vez le costó perderse el pasado Mundial de Australia y Nueva Zelanda. El 2022 fue aciago para ella, porque en el mes de noviembre, y mientras colaboraba como comentarista de una televisión en un partido del Mundial de Qatar, se enteró de que su madre había fallecido con apenas 57 años tras ser atropellada por un camión.
Ese Mundial le creó ciertos problemas de reputación en Dinamarca al convertirse en embajadora del certamen. En octubre de 2023, y tras recuperarse a nivel físico, volvió a jugar con la selección danesa y a finales de enero ha regresado a Europa, donde ha emprendido la que puede ser una de las últimas etapas de su carrera profesional, en las filas del Milán, en esa ciudad que le trae recuerdos del pasado. A lo largo de su carrera, Nadia ha marcado más de 200 goles y ha representado a la selección danesa en 105 partidos.
De forma paralela a su trayectoria como futbolista, Nadia estudió Medicina, graduándose en 2022 en la especialidad de cirugía plástica. El término políglota se le queda corto, porque habla hasta 11 idiomas (danés, inglés, alemán, francés, sueco, noruego, persa, dari, urdu, hindi y árabe). En 2018, Forbes la clasificó como la número 20 en su lista de “mujeres más poderosas en el deporte internacional”, y en 2019 fue designada como campeona de la UNESCO en educación de niñas y mujeres. Su idea siempre ha sido utilizar el altavoz que dispone como jugadora de fútbol conocida para luchar por las causas que cree justas y, especialmente, para dar a conocer los problemas que sufren los refugiados. Al respecto, no duda en afirmar que “la nacionalidad no es tan importante como los derechos humanos básicos. El mundo, después de todo, es para todos”. Una vida como la suya, con tantos matices, con tantas facetas (refugiada, deportista de alto nivel, cirujana, políglota, defensora de causas sociales, feminista y musulmana), merecía ser contada, y por eso en 2021 protagonizó el documental Nadia. En él se hace la siguiente reflexión sobre lo que le espera en relación con lo que ha pasado: “¿Los próximos 30 años de mi vida serán tan intensos?”. Lo que tiene claro es que, venga lo que venga, estará preparada para afrontarlo: “No creo que sea invencible, pero es como ‘mierda, necesitas todo un ejército para derribarme’”.
A sus 36 años, Nadia Nadim confiesa sentir que ha vivido siete u ocho vidas. No es una afirmación que deba extrañar si se repasan todas las circunstancias adversas que ha tenido que afrontar y superar desde que nació en la ciudad afgana de Herat. El destino se ha empeñado en mostrarle su lado más difícil, pero...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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