La crisis habitacional es una de las cuestiones más acuciantes en España, principalmente porque su incidencia funciona como vector de entrada para infinidad de problemas que van mucho más allá del derecho constitucional a una vivienda digna. Así, Unicef ha publicado un informe en el que evidencia la relación entre “vivienda, pobreza y derechos de infancia” titulado ‘Yo también vivo aquí’.

Con la lupa puesta en la pobreza infantil, los y las investigadoras a cargo de este trabajo concluyen que los altísimos precios de la vivienda y las enormes barreras levantadas por la mercantilización de los hogares suponen un incremento de hasta diez puntos porcentuales en los “ya muy altos niveles de pobreza infantil existentes en nuestro país”, que alcanzan el 38,6%. Así, la situación actual del mercado inmobiliario en España impone unas “tasas de sobrecarga en el gasto de vivienda” que “superan a la mayoría de los países europeos” y hacen que el grupo de niños y niñas pobres aumente en 780.000 individuos, cuya carestía está directamente relacionada con la crisis habitacional.

La precariedad de los hogares con niños y niñas en España es palpable: mientras que esta configuración familiar supone solo el 33,5% del panorama residencial total, representa casi el 60% de la población que vive de alquiler. Como referencia, esta cifra en Europa se sitúa en un 47%. Es decir, la existencia de hijos e hijas en edades tempranas multiplica notablemente los impedimentos para acceder a una vivienda en propiedad.

La precariedad de los hogares con niños y niñas en España es palpable

El alza de los precios ha alcanzado cotas privativas, hasta el punto de que la vivienda y sus suministros (luz, agua, etc.) representan hoy el 32,5% del gasto de los hogares. Hace menos de dos décadas, en 2006, el porcentaje estaba en el 25%. Para mayor gravedad, “este peso es mucho mayor en el 20% de los hogares con menos ingresos, en los que el coste de la vivienda y sus suministros supone un 42% de su presupuesto”.

Del total de población menor de 18 años en España, un 15,3% reside en hogares que han tenido que hacer frente a atrasos en los pagos de servicios relacionados con la vivienda. Además, casi uno de cada cinco hogares con niños y niñas (16,7%) “no puede mantener una temperatura adecuada durante el invierno”. En el caso de las familias monoparentales o monomarentales con presencia de niños y niñas, esta proporción aumenta, de manera preocupante, hasta el 26,9%.

Es importante señalar que la existencia de un hogar no es, en sí misma, garantía de que se están cubriendo las necesidades básicas de la infancia. El concepto “vivienda digna” incluye un epíteto que debe cumplirse. En el informe se apunta que el tamaño adecuado del lugar, “para evitar el hacinamiento”, la existencia de espacios de juego y de estudio o la protección de la intimidad son factores determinantes de esa dignidad necesaria.

La diferencia entre tener un techo bajo el que dormir y contar con acceso a una vivienda digna se entiende bien atendiendo a la existencia –o no– de un lugar adecuado para estudiar. El porcentaje de menores de 16 años que no disponen de un espacio para estudiar es del 4,2% en el primer quintil de familias con menos ingresos, cifra que triplica las del resto de quintiles de población.

Entre las páginas de la publicación se pueden encontrar también menciones a otros estudios que apuntalan las tesis expuestas. Destaca, por ejemplo, una investigación que reveló que los niños y niñas inmersas en situaciones de inestabilidad residencial sufrían una o más hospitalizaciones en un porcentaje muchos más elevado, en concreto, el 46% más que aquellos y aquellas que cuentan con un hogar estable.