La brecha de género sigue muy vigente en nuestro país, y uno de los principales ejemplos son las grandes diferencias entre el salario medio de hombres y mujeres. Según el último informe publicado por UGT sobre brecha salarial, la ganancia media de los hombres fue de 28.388,69 euros y de las mujeres de 23.175,95 euros en 2021. Una diferencia de unos nada desdeñables 5.212,74 euros, que representa una brecha salarial de género del 18,36%.

Desde 2012 la brecha salarial se ha reducido en más de cinco puntos. Sin embargo, entre 2020 y 2021 esta se disminuyó en tan solo 0,36 puntos, una cifra muy lejana a la tendencia que desde el sindicato insisten en señalar que se debe a la efímera subida de 15 euros del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de ese año. En 2021 el SMI pasó de 950 euros brutos mensuales a 965 euros. Esta discriminación se debe en gran medida a que las mujeres representan el 69% de los tres millones de personas de nuestro país con sueldos no superiores a los 965 euros. Lo que muestra cómo ellas siguen ocupando peores trabajos, peor remunerados y en su mayoría a tiempo parcial.

Uno de los grandes problemas a los que se enfrentan las mujeres es la parcialidad. El 23,25% de las mujeres con empleo poseen un contrato de trabajo a tiempo parcial, en el caso de los hombres esta cifra se reduce al 6,7%. Hablamos de casi dos millones de mujeres que perciben un salario medio de 11.650,36 euros, mientras que en el caso de los hombres esta cifra se reduce a 576.000 trabajadores con un sueldo medio de 12.888,85 euros. Una limitación que en muchos casos se debe a un mercado laboral que no permite compaginar el trabajo con los cuidados. España ocupa el cuarto lugar en la UE de trabajo a tiempo parcial involuntario. Únicamente Grecia, Italia y Bulgaria presentan porcentajes superiores.

El 23,25% de las mujeres con empleo poseen un contrato de trabajo a tiempo parcial

De los casi dos millones de mujeres con trabajo a tiempo parcial, el 89,22% tienen profesiones vinculadas a la hostelería, la venta, la limpieza o el trabajo doméstico, empleos para los que se requiere poca formación académica y por los que generalmente la retribución se sitúa por debajo del SMI. Sin embargo, otras mujeres contratadas como técnicas, generalmente vinculadas a la salud y la educación, a las que sí se les exige altos niveles de formación, también sufren esta situación. Lo que muestra cómo, independientemente del nivel de estudios, el trabajo a tiempo parcial se ha convertido en la principal vía de inserción laboral.

Otra de las causas de la brecha salarial se debe a la discriminación por edad. Una mujer de entre 25 y 34 años cobra de media 3.364,17 euros menos que sus compañeros de la misma edad, a pesar de que el 54,4 % poseen un título universitario, frente al 43,1 % de los hombres de su misma edad. Una sobrecualificación de esta franja de edad que no se transforma en una mejora salarial para ellas. Es más, si atendemos a la diferencia de sueldos de los jóvenes con respecto a la media la brecha pasa del 18,36% al 19,5%.

La brecha de edad también las discrimina pasados los 65 años. A pesar de que es la única franja de edad en la que hay más mujeres trabajando que hombres, el 56,07% de las personas empleadas son mujeres, la diferencia salarial se dispara hasta el 27,73 %. Una diferencia de más de 8.600 euros anuales. Esta franja de edad, que en principio da acceso a una pensión de jubilación, muestra cómo en muchos casos las mujeres son obligadas a alargar su vida laboral para percibir una futura retribución digna, o simplemente percibirla.  Así, la brecha salarial en pensiones se eleva hasta el 33,13%. Una diferencia marcada por el tipo de prestación. Mientras que en el Régimen General de jubilación, donde se encuentra el mayor volumen de perceptores, el 37,9% de ellos mujeres, el principal problema se encuentra en la brecha salarial del 28,83%, con una pensión media de 1.335,19€, en el Seguro de Vejez e Invalidez (SOVI) esta diferencia se sitúa en una altísima presencia de ellas (90,72%). Una prestación mensual de 402 euros que reciben las personas que no cotizaron lo suficiente a la Seguridad Social.