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La primera vez que supe de esta imagen, la primera vez que la vi descrita y explicada, fue en las memorias de Leni Riefenstahl, y resultó turbadora, al punto que me ha sido imposible dejar de ver, continuamente y desde aquel momento, aquello que, por otra parte, nunca vi.
Riefenstahl refería esa vivencia para explicar su llegada a Estados Unidos, en ocasión de un viaje previo a la guerra, a finales de los años treinta del siglo XX. El transatlántico, esa palabra perdida y sin sentido, atracó en Ellis Island, ese punto alejado en el que se gestionaban las visas y los permisos de los recién llegados. Como siempre que llegaba allá un barco, cargado con su tercera clase anónima, pero, también, con su lujosa primera clase, los periodistas de New York, que ya conocían el listado de los viajeros, acudía a ese punto en lanchas especiales, fletadas para ellos. Aquellos periodistas eran unos seres decididos y dinámicos, copados por la rutina de su oficio, que consistía en rapidez y diligencia. Todos llevaban, además, y esto llamó la atención de Riefenstahl, una suerte de maleta diminuta, rectangular, misteriosa, en la que no cabía ninguna máquina de escribir. ¿Qué podía contener? Mientras realizaban su trabajo –en ese caso, mientras entrevistaban a Riefenstahl, de la que por entonces se decía que era la amante de Hitler, lo que ocasionó un sinfín de preguntas galantes–, los periodistas no se separaban de esas misteriosas cajas, que depositaban en el suelo y protegían con ambos pies, mientras tomaban notas sin parar. Al terminal aquella rápida rueda de prensa, los periodistas arrancaron de su libreta una hoja con las notas que habían tomado, y la doblaron en mitades cada vez más diminutas. Cuando la hoja apenas ocupaba espacio, cada uno abrió la caja que habían estado custodiando hasta ese momento. En el interior de cada caja, se podía ver en ese momento, había una paloma. Los periodistas ataron a una de las patas de sus palomas las notas y lanzaron la paloma al aire, casi a la vez. Las palomas, liberadas, por fin ellas mismas, dieron un par de vueltas sobre el barco, hasta orientarse. Entonces volaron, con energía, directamente hacia la ciudad, hacia los palomares que cada periódico tenía en sus azoteas. Riefenstahl pierde unos segundos en explicar, precisamente, esa imagen que nunca había visto en Europa: las palomas, en bandada, reducidas a una multitud de pájaros oscuros, sabedores de transportar un destino, volando, a toda velocidad, hacia la ciudad. Esa imagen y esa fascinación aparece en otros testimonios posteriores, casi poéticos, sorprendidos, también, al ver su nombre atado a docenas de palomas, que vuelan a la ciudad, explicando, precisamente, la llegada a la ciudad de nuevos ciudadanos, generalmente exiliados europeos, que huían de lo que Riefenstahl había preferido. La nota que narraba la llegada de esos exiliados suponía, para la paloma, el mismo peso que la nota que explicaba la llegada de Riefenstahl. La turba de las aves en desorden era la misma en cada caso. En breve, supongo, las palomas desaparecieron y dieron paso al teléfono. Luego desaparecieron los transatlánticos. Es muy posible que, en este preciso instante, no quede ningún testimonio vivo de aquellas cajas rectangulares, de aquellas aves. Pero yo no dejo de verlas. Cada atardecer, cuando el sol se va y las aves, de repente humanas y desesperadas, vociferan buscando un lugar para dormir en el frío o en el calor, observo el desorden de su orden, su vuelo caótico y desesperado, su conocimiento del arte de ir a ningún sitio, y me sobrecogen los millones de nombres propios atados a sus piernas. Es la información.
La primera vez que supe de esta imagen, la primera vez que la vi descrita y explicada, fue en las memorias de Leni Riefenstahl, y resultó turbadora, al punto que me ha sido imposible dejar de ver, continuamente y desde aquel momento, aquello que, por otra parte, nunca vi.
Riefenstahl...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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