CINE
Tu belleza no estaba hecha para los ojos de los hombres
Sobre ‘La Chimera’ de Alice Rohrwacher
Deborah García 28/04/2024
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Alice Rohrwacher es conocida por su estilo, que mezcla aspectos claves del neorrealismo y la fantasía en sus películas, las cuales exploran temas sociales y políticos de manera poética y a menudo surrealista. Su debut como directora llegó en 2011 con la película Corpo Celeste, que recibió elogios de la crítica por centrarse en la adolescencia y la religión en el sur de Italia. Sin embargo, fue con su trabajo Le meraviglie, estrenado en 2014, cuando Rohrwacher se catapultó a la fama internacional. Esta película narra la historia de una familia que vive en una granja apícola en la Toscana y ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes, consolidando así la reputación de Rohrwacher como una de las voces más prometedoras del cine italiano contemporáneo. En 2018, presentó su tercer largometraje, Lazzaro felice, que también fue aclamado por la crítica y le valió el premio al Mejor Guion en el Festival de Cine de Cannes. Lazzaro felice relata la historia de un joven campesino cuya inocencia y bondad lo llevan a vivir una serie de experiencias surrealistas y a menudo desgarradoras en el campo italiano.
Las películas de Rohrwacher a menudo presentan elementos de realismo mágico y una atención meticulosa a los detalles del entorno rural italiano. Tiende a situar sus filmes fuera de las grandes urbes, explorando las vidas de personajes que viven en pueblos agrícolas marginales, donde se enfrentan a límites y tensiones sociales. Su cine se centra en estos lugares y en una serie de personajes variopintos, además de en las tradiciones y tensiones sociales de Italia; los abraza dentro de su estilo visual distintivo y su narrativa poética. Esta elección temática refleja su interés en la realidad social y económica de Italia, así como en las tradiciones y tensiones que persisten en estas comunidades.
Rohrwacher tiende a situar sus filmes fuera de las grandes urbes
La Chimera comienza como un sueño, donde la cámara sigue a Arthur Harrison, un hombre con un extraño don para encontrar artefactos. A modo de zahorí, se guía por las ramas rotas para encontrar la tierra horadada de la que extrae antiguos artefactos de la cultura etrusca. Cuando da con el lugar indicado, Arthur sufre una especie de catarsis, su cuerpo convulsiona, yace sobre las hojas y la tierra que pretende expoliar. Cuando se mantiene horizontal sobre la tierra parece que dialogara con el mundo, a veces me pregunto si no es exactamente esa la imagen que buscamos a lo largo de toda la película.
Él y su banda son los tombaroli, un grupo de desarrapados que buscan tumbas de las que sacan objetos valiosos que luego venden a un tipo llamado Spartaco. Expolio, ventas ilegales, dinero a espuertas, una manera rápida y en cierto sentido sencilla para que las vidas de todos ellos puedan ser más dignas. Arthur parece estar a medio camino entre el sueño y la vida. Es una suerte de fantasma. Todo es extraño en él: ese traje medio gastado de lino, sucio, lo destaca entre sus compañeros; parece un aristócrata venido a menos, pero vive en una casucha que se ha construido entre los árboles, pegada a las paredes de una antigua muralla y en las noches pasa frío aunque enciende un camping gas para calentarse.
Arthur está pero no está. Se mueve continuamente y pasa mucho tiempo en la villa de Flora (Isabella Rossellini), una especie de matriarca italiana, una antigua profesora de música y madre de la mujer omnipresente pero ausente que nuestro protagonista persigue en este y en todos los mundos, Beniamina. Igual que Arthur afirma al final de la película que la belleza antigua no está hecha para los ojos humanos, al parecer Beniamina tampoco está hecha para nuestros ojos. Solo la vemos a través de la memoria de Arthur, en una secuencia inicial que recuerda a la icónica escena de Sans Soleil de Chris Marker de una carretera perdida en Islandia. Otra Quimera. ¿Cuál es la imagen de la felicidad? Una pantalla negra. Una nebulosa oscura entre dos imágenes luminosas. Todo parece tener forma de trayecto, de vagabundeo, un caminar con paradas. ¿Qué busca realmente Arthur? Quizá comunicarse con el más allá, o quizá es simplemente en ese performar una búsqueda, el acto de la búsqueda que no cesa, el lugar en el que quiere existir.
El cine de Rohrwacher está plegado a la tierra, pero es una tierra que existe ensoñada
El cine de Rohrwacher está plegado a la tierra, pero es una tierra que existe ensoñada. El relato parece estar unido a la marginación, a contar una forma de vida que está desapareciendo, que ya fue, pero los relatos se encuentran siempre tensionados por lo fantasmático, por la ilusión, el truco, por cierta magia. Las imágenes de La Chimera se inscriben así en una tradición fílmica que no rechaza, que más bien abraza y resignifica. Hay en el cine de Rohrwacher un recuerdo para los directores toscanos Hermanos Taviani, sobre todo la escena de la discusión entre los tombaroli, pero, también, guiños al cine de Pier Paolo Pasolini y de Federico Fellini, dos cineastas que de maneras muy diversas explotaron el límite, en este sentido mucho más Pasolini, pero también el pasado patrimonial clásico de Italia y la miseria de posguerra. La secuencia inicial de la apertura de La dolce vita, de una estatua de Cristo que es llevada por el aire, tiene aquí sus propios ecos con una antigua estatua encontrada a la sombra de una fábrica. Sin olvidar tampoco la escena del metro de la película Roma, que casi puede resumirse con esa misma frase de Arthur pronunciada ante la imagen de la diosa antes de lanzarla al agua: tu belleza no estaba hecha para los ojos de los hombres. Parafraseo.
Una de las características del cine de Rohrwacher que más aprecio es que presta una atención meticulosa a los detalles del entorno y a la composición de cada escena, creando una experiencia cinematográfica sensorial y evocadora. La prueba es que es imposible desligarse de estas imágenes una vez ha finalizado la película. Imágenes porosas que se mantienen con nosotras mucho tiempo después. Existen en nuestra memoria como existe en la memoria de Arthur la imagen inalcanzable de Beniamina, una imagen en definitiva posible, pero que puede o que no puede ser.
La Chimera no es diferente a las propuestas anteriores de Rohrwacher, se inscriben en una misma línea estilística pero también política, a menudo utiliza la historia y la cultura italianas como telón de fondo, incorporando referencias a la mitología, al folclore y las tradiciones locales. Es habitual que la directora introduzca elementos de realismo mágico en sus películas, salpicando con momentos surrealistas o fantásticos que se entrelazan con la narrativa principal. Estos elementos a menudo sirven para resaltar otros temas subyacentes, o para explorar la relación entre lo real y lo imaginario. Las canciones típicas del folclore italiano, la cámara que juega a perseguir a los personajes, los slapstick, la velocidad acelerada; todo convierte a La Chimera en una opereta que va desgarrándose y nos desgarra. A medida que avanza el metraje, Arthur se vuelve más melancólico y taciturno, como si todo fuera discordante. Ni siquiera la incipiente relación con Italia, la sirvienta estudiante que vive con Flora, parece reconciliar a nuestro protagonista con el mundo. Arthur parece moverse en otra dimensión todo el tiempo, como si desenterrara objetos antiguos, no para venderlos, explotarlos y sacar dinero, sino para existir completamente en el acto de buscarlos. Su sitio parece estar entre todos esos objetos antiguos, como si su lugar ya no fuera de este mundo, como si su vida perteneciera tan solo a la memoria.
Alice Rohrwacher es conocida por su estilo, que mezcla aspectos claves del neorrealismo y la fantasía en sus películas, las cuales exploran temas sociales y políticos de manera poética y a menudo surrealista. Su debut como directora llegó en 2011 con la película Corpo Celeste, que...
Autora >
Deborah García
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí