PINTURA
María Izquierdo contra los muralistas
Cuando lo personal no quiere ser político
Deborah García 8/02/2024
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María Izquierdo (1902-1955) es reconocida por su contribución al arte mexicano y por ser una de las primeras mujeres en destacar en el ámbito de la pintura en su país. Izquierdo se interesó por el arte desde muy joven, y a pesar de las dificultades que enfrentó para acceder a la Academia de San Carlos en Ciudad de México, logró estudiar allí finalmente. Su obra se caracteriza por una fusión de elementos simbolistas y surrealistas, reflejando tanto sus raíces mexicanas como las influencias de movimientos artísticos internacionales. Abarca retratos, naturalezas muertas y escenas cotidianas, a menudo teñidas de elementos mágicos y simbólicos. La pintora también exploró temas sociales y políticos, aunque de manera menos explícita que algunos de sus contemporáneos muralistas. En 1928 María Izquierdo participó en una exposición colectiva que le proporcionó cierto reconocimiento; desde ese momento, continuó exponiendo su obra tanto en México como en el extranjero. En 1940, se convirtió en la primera mujer mexicana en tener una exposición individual en Estados Unidos, en la Galería de Arte Contemporáneo de Nueva York.
La muralista María Izquierdo
A pesar de su relevancia artística, María Izquierdo también tuvo que enfrentarse a dificultades personales y profesionales, incluyendo conflictos con algunos miembros del movimiento muralista. Estos desacuerdos surgieron en gran medida debido a diferencias estilísticas, ideológicas y de género en el contexto del movimiento artístico y político en México durante la primera mitad del siglo XX. Los muralistas, liderados por figuras como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, apostaban por un arte público y comprometido socialmente que reflejara la historia y la realidad mexicana. Su enfoque estaba fuertemente influenciado por el comunismo y el nacionalismo. En contraste, María Izquierdo prefería un enfoque más personal y simbólico en su arte, fusionando elementos surrealistas con temas más introspectivos y místicos. Estas diferencias estilísticas e ideológicas generaron tensiones, ya que Izquierdo no se alineaba completamente con la visión y la estética de los muralistas.
El estilo de María Izquierdo es una fusión de diferentes elementos. Por una parte, el surrealismo enraizado en México. Aunque no fue una surrealista estricta, la pintura de Izquierdo a menudo presenta imágenes oníricas, paisajes imaginativos y figuras simbólicas que evocan un sentido de misterio y magia. Izquierdo utilizaba colores vibrantes y saturados, lo que le permitía crear obras visualmente impactantes. Sus colores a menudo apuntalan el simbolismo, reflejando así sus exploraciones de la mitología mexicana, la cultura popular y la espiritualidad. Aunque no podemos hablar de una adhesión total al muralismo y a su ideología, María Izquierdo sí abordó temas relacionados con la identidad y la cultura mexicana en su obra. Incorporó elementos de la vida cotidiana, tradiciones populares y la mitología prehispánica en sus pinturas, brindando una perspectiva personal y poética. Además, en su obra a menudo veremos figuras de mujeres y retratos en los que explora la condición de la mujer en la sociedad, plasmando su propia experiencia. Estas representaciones a menudo llevan consigo una carga simbólica y emocional. Sus pinturas colocan a la mujer como una figura protagónica. En sus múltiples representaciones de maternidades y retratos, destaca su evolución en la década de los cuarenta, donde plasma a mujeres desnudas, arrodilladas y atadas a columnas en espacios metafísicos y atemporales, rodeadas de lunas y estrellas. Estas representaciones exhiben gestualidades asociadas al dolor y la desesperación, claramente influenciadas por la pintura de Antonin Artaud y coinciden con un periodo de ruptura en su relación amorosa con Rufino Tamayo.
La visión de la mujer en la obra de Izquierdo contrasta de manera significativa con la representación patriarcal y maternal de otros pintores hombres de la época. Estas representaciones femeninas se caracterizan por su anonimato; en muchos casos, los cuerpos han sido decapitados, manifestando una intensa angustia. Lo distintivo de estas imágenes es su descontextualización biográfica, presentándose en espacios metafísicos que subrayan la ausencia, el vacío y la angustia. Aunque las figuras de las mujeres retratadas muestran tormento y sufrimiento, contrastan sorprendentemente con el vibrante colorido de las obras y con otras temáticas más populares. Estas representaciones ofrecen una perspectiva única sobre las condiciones de posibilidad de la mujer en el contexto posrevolucionario, así como las limitaciones y problemáticas que enfrentaban. Otro de los aspectos interesantes de su obra es la vertiente mística y religiosa. Sus cuadros también reflejan una profunda conexión con lo espiritual y lo religioso. Izquierdo incorporó elementos religiosos, mitológicos y esotéricos en muchas de sus pinturas, explorando temas relacionados con la trascendencia y lo sagrado.
Sueños y presentimientos, 1947.
Fue una de las primeras mujeres en destacar en el ámbito artístico mexicano y como mujer artista, sufrió marginación y discriminación. A pesar de su talento y contribuciones al arte, algunos miembros del círculo artístico, especialmente aquellos asociados con el movimiento muralista, menospreciaron su trabajo debido a su género. En los años treinta, María Izquierdo se unió a un grupo antifascista y coordinó los Carteles Revolucionarios Femeninos para Bellas Artes. En la exposición, presentó el cartel “Pulquería El Atorón” junto a artistas como Lola Álvarez Bravo, Regina Pardo y Celia Arredonde. También fue miembro activo de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarias, contribuyendo a la causa de la expropiación petrolera mediante una subasta de arte mexicano. En los cuarenta, escribió para la Revista Hoy sobre las problemáticas de la mujer artista y denunció la falta de reconocimiento hacia el trabajo de las mujeres artistas por parte de otras mujeres. No solo estuvo comprometida contra el fascismo, también contra la discriminación de las mujeres en el mundo del arte.
Para muestra de las dificultades que sufrió está documentado el suceso de 1945. Ese año, a María Izquierdo se le encargó la creación de un mural en el Distrito Federal que narraría la Historia de la Ciudad de México. A pesar de su compromiso en la realización del proyecto, recibió una notificación de cancelación basada en razones técnicas. Posteriormente, se descubrió en una reunión secreta que Siqueiros, Orozco y Rivera habían instado a Javier Rojo Gómez a cancelar el mural, argumentando que una mujer carecía de las cualidades necesarias para llevar a cabo el trabajo. Los bocetos de este proyecto mural son lo único que se conserva en la actualidad. A pesar de denunciar públicamente la situación, María Izquierdo no recibió el respaldo esperado de críticos y artistas de la época, enfrentando en cambio injustos ataques.
María Izquierdo (1902-1955) es reconocida por su contribución al arte mexicano y por ser una de las primeras mujeres en destacar en el ámbito de la pintura en su país. Izquierdo se interesó por el arte desde muy joven, y a pesar de las dificultades que enfrentó para acceder a la Academia de San Carlos en Ciudad...
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Deborah García
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