Según una encuesta reciente, realizada por el Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente de la Universitat de Barcelona, la violencia en las relaciones de pareja entre adolescentes afecta al 18,4% de las chicas y chicos, ya sea como víctimas o como agresores. En 2023, un 13,6% de los jóvenes de entre 14 y 17 fueron víctimas de violencia por parte de su pareja (16,9% en el caso de ellas y 10,5% en el de ellos). En cambio, la tasa de agresores fue del 4,8% (6,6% en chicas y 3,1% en chicos). El estudio, además, ha detectado un comportamiento determinado como superposición víctima-perpetrador, por el cual hasta un 2,9% de los chicos y chicas han actuado como víctimas y como perpetradores simultáneamente.

Para la realización del estudio, el grupo de investigación dispuso de una muestra de 4.004 jóvenes escolarizados (el 51,2% chicas, el 46,2% chicos y el 0,9% autoidentificados como “otros”) de 14 a 17 años. En cuanto a la orientación sexual, el 81,9% declararon ser heterosexuales, el 9,5% bisexuales y el 2,8% homosexuales. Además, el informe realiza una división en la tipología de la violencia en las relaciones sentimentales entre adolescentes como prácticas de control, agresión física y agresión sexual, ya sea amenaza de su uso o práctica real de ellas. Según esta división, el 10,1% de los jóvenes declaran ser víctimas de conductas de control. El 4,1% se consideran víctimas de agresión física y el 4,3% de agresión sexual.

El estudio muestra que las principales víctimas de conductas de control y de agresiones sexuales son ellas

Si atendemos al análisis desde una perspectiva de género, el estudio muestra que las principales víctimas de conductas de control y de agresiones sexuales son ellas. Según los datos recogidos en el informe, la prevalencia de victimización de conductas de control es seis puntos mayor en el caso de ellas, con un 13,3% en las chicas y un 7,1% en los chicos. Con respecto a este tipo de violencia, el grupo de investigación advierte sobre la tendencia a infravalorarla en los estudios, debido a que muchos adolescentes pueden percibir estos comportamientos como aceptables o deseables al identificarlos como actitudes de protección, y no de control nocivo. Mientras que las agresiones sexuales, y a pesar de que la tasa es mucho menor, se triplican en el caso de las chicas, con cifras de un 6,6% frente al 2,1% que afecta a los chicos. Datos que en muchas situaciones deben tomarse con cautela debido al estigma social y la incapacidad de denunciar este tipo de agresión.

Por su parte, las agresiones físicas son inusuales en las parejas adolescentes en España, con una tasa de victimización del 4,1%; un 3,6% en el caso de ellas y un 4,5% en el de ellos. Sin embargo, y pese a que los chicos sufren en mayor medida este tipo de violencia, el informe señala que en España se dan diferencias de género significativas según la gravedad de la agresión, y que las chicas informan de mayores lesiones, tanto por agresiones físicas como sexuales.

En cuanto a los agresores, se observan conductas de control en el 3% de los adolescentes, de agresión física en el 2,2% y de agresión sexual en el 0,6%. Pese a que puede parecer contradictorio en base a los datos de las víctimas, las chicas son el grupo que más declara haber perpetrado conductas de control (4,2% en chicas y 1,9% en chicos) y agresiones físicas (3,3% en ellas y 1,1% en ellos). Desde el grupo de investigación insisten en señalar cómo el sesgo social puede ocasionar una infradeclaración de la agresión física en los adolescentes y de la agresión sexual en ambos géneros, donde la tasa se sitúa en un 0,3% en las chicas y un 0,9% en los chicos. De un modo similar, algunos estudios señalan que los roles de género tradicionales pueden ocasionar un mayor reporte de perpetración de violencia por parte de las chicas debido a una socialización diferencial de género, por la cual las mujeres tienden a reconocer con mayor transparencia esta conducta.