entramado conservador
Poner a Madrid en su sitio
No puede tolerarse el actual batiburrillo capitalino entre empresas del Ibex, cloacas del Estado, ‘dumping’ fiscal, dopaje encubierto de inversiones, cúpulas judiciales politizadas y medios regados con dinero público
Fray Poll 28/04/2024
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Nadie duda de que detrás de la reciente ofensiva contra Pedro Sánchez está el entramado conservador madrileño. Un bloque político, mediático, judicial y empresarial que domina el país. La minoría más poderosa que ha pisado la península. Mandan más que los romanos, los godos, los omeyas o los validos de los Austrias juntos. Más que el abuelo Paco. Todos ellos tenían que “territorializarse” y delegar en los caciques locales. La red caciquil hispana era, a su manera, un entramado vertebrador, una vía de conexión real entre el centro y la periferia. Reflejo de ello ha sido la poderosa prensa de provincias o la tradicional fortaleza de las identidades locales. Ahora, en esta fase de acelerada digitalización, los nodos centrales extienden sus comunidades y ganan influencia. Los acentos regionales se van perdiendo, los caciques cogen el AVE y los bulos de los medios ultras madrileños llegan a todos los smartphones en cuestión de milisegundos.
Una Ayuso delirante nos decía, más acertada que el carajo, que “Madrid es España dentro de España”. La neomarquesa daba en el clavo. El proyecto de Madrid es tragarse al país entero. Nos ordenan la vida cada mañana. Nos dice qué pensar, qué temer, a quién querer, a quién odiar, a qué boda hay que ir o a quién hay que encarcelar. Está claro que las capitales son influyentes. Pero el desequilibro es evidente. La capital española es relativamente pequeña en términos demográficos en comparación con el resto del país y, además, no tiene compinches. Trabaja sola. Desde su isla artificial en el centro peninsular “teledirige” en remoto. Entre ella y la periferia cada vez hay menos estructura de mando. Es todo intangible y simbólico. Hay, en definitiva, un enorme vacío.
El Congreso de los Diputados, por su parte, refleja mejor el territorio. Aunque sobrerrepresenta a las despobladas castillas, tiene escaños catalanes, vascos, gallegos o canarios que, mira por dónde, otra vez resultan decisivos. La aritmética parlamentaria es así. A veces te obliga a repartir poder. El año pasado invistió a Pedro Sánchez. A la élite madrileña esto le ha sentado como una patada en los genitales. Llevan años atacando en modo brutísimo a todo lo que se mueve en la órbita de la izquierda o la plurinacionalidad. Ahora salen a degüello contra un presidente del PSOE. Cosa que ya han hecho otras veces, pero es que el PSOE de ahora, que renunció hace años a dar la batalla por la capital, está más cercado que nunca en su sede de Ferraz.
¿Qué salidas hay? Pocas o ninguna. El trasfondo es que no controlan el Congreso. Pues a por él van. Necesitan que volvamos a elecciones hasta que les salga una mayoría que refleje exactamente lo que piensan de España y entonces volverá “la paz”. El problema es grave. Están tensionando gravemente al país, metiéndonos en una crisis política sin precedentes. Aunque suene a disparate, si estuviera en mi mano presentaría un proyecto de reforma constitucional. Su objeto sería convertir Madrid en un distrito federal, manteniendo a su alcalde, pero redefiniendo mucho a la comunidad autónoma con importantes limitaciones. En definitiva, sería una propuesta para que el Congreso y, por tanto, la periferia tuviera capacidad para tutelar parcialmente al centro y poner límites a su poder. No prosperaría, obviamente, pero al menos explotarían algunas cabezas. Sería una oportunidad para señalar el problema, para que deje de ser silencioso. No puede tolerarse el actual batiburrillo capitalino entre empresas del Ibex, altos funcionarios, cloacas del Estado, bulocracia, dumping fiscal, dopaje encubierto de inversiones, cúpulas judiciales politizadas y medios regados con dinero ayusista. Si en este país no revisamos el desaguisado madrileño y tejemos alianzas para repartir de manera efectiva el poder en el territorio, cuando venga la próxima crisis económica, cuando a Madrid le toque de nuevo repartir miseria, es muy probable que reviva el independentismo, con más fuerza y cargado de más razones para mandarles (y muy fuerte) a la mi****.
Nadie duda de que detrás de la reciente ofensiva contra Pedro Sánchez está el entramado conservador madrileño. Un bloque político, mediático, judicial y empresarial que domina el país. La minoría más poderosa que ha pisado la península. Mandan más que los romanos, los godos, los omeyas o los validos de los...
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