Tecetipo
Siete vidas tiene el perro
Hay que acabar con el secuestro de la Justicia y lanzar, de una vez por todas, una ley de medios que evite que la ideología del 45% de los votantes de derechas cope el 90% del espacio mediático
Gerardo Tecé 29/04/2024
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No recuerdo cuándo fue la última vez que encendí la televisión a las once de la mañana. Sí que dejé de hacerlo cuando decidí prohibírmelo por salud. Mi estómago empezó a resentirse por el altísimo nivel de odio y bulos emanado por los matinales que marcan la agenda del día en España. Esos que te hacen bajar a por el pan con la certeza de que, al volver, tu casa estará okupada. Hoy volvía a encender la tele. El asunto lo merecía. Se estrenaba el capítulo final de La Decisión, el thriller político inaugurado el 24 de abril por el presidente Sánchez con una carta publicada en X que ha tenido en vilo a todo un país durante cinco días. Cinco días de especulaciones y apuestas con el protagonista desaparecido. Un enigma –no sé si merece la pena seguir– que los aficionados al género policiaco debemos aplaudir como perfecto: analizar con lupa los ingredientes que el presidente había puesto sobre la mesa –la carta, el secretismo, la urgencia, el plazo dado– servía para, en base a un sofisticado proceso de deducción racional, llegar a una conclusión y a su contraria justo un minuto después. Finalmente, tal y como ya pronostiqué en los minutos impares de estas 112 horas de incertidumbre, Pedro Sánchez se queda.
Lo ha comunicado en una declaración institucional, sin preguntas, en las escalinatas de la que seguirá siendo su casa, La Moncloa. Con gesto grave y un discurso que, como el enigma presentado días atrás, también ha sido novedoso. Un speech a la nación que ha puesto la vulnerabilidad personal, el desgaste anímico y la mella que genera el odio y la mentira en el centro de su discurso. También le ha lanzado una pregunta directa a la ciudadanía: ¿queremos esto para España? ¿Queremos una sociedad enfrentada y enfangada por los bulos y el odio? Por supuesto, asentían con la cabeza desde el cuartel general del PP observando la televisión a la espera de que la larga reflexión del presidente derivase de una vez por todas en decisión final. De ella dependería que el discurso público de Feijóo tomase una dirección o la contraria: si dimite, ha insultado a España; si se queda, ha insultado a España. Si no han sido días fáciles para la ciudadanía, tampoco lo han sido para un PP que, según se acercaba la hora definitiva, empezaba a sentir en sus labios una miel que Sánchez ha vuelto a guardar en el tarro con un golpe seco. De cómo Sánchez está jugando con los sentimientos de Feijóo convencido ya dos veces de que La Moncloa era suya, nadie habla. Quien ha perdido un vuelo sabe lo duro que es deshacer la maleta sin haberte movido del sitio.
Los mejores thrillers suelen responder a un guión similar. Uno le da vueltas y más vueltas a las pistas e indicios, hasta confirmar que la sensación tras el primer vistazo a la escena del crimen era la buena. La respuesta de Sánchez –seguiré– ya la teníamos de alguna manera el 24 de abril sobre la mesa. La carta era cierta y su fin último era evidente. Se trataba de sustituir el acoso contra su mujer, las acusaciones permanentes de corrupción y la apertura de un caso judicial basado en nada tangible excepto el odio, por una reflexión social sobre si todo este juego sucio es aceptable. Prueba superada con notable. Buena parte de la sociedad que vivía en la inopia es consciente hoy de que en España no manda tanto el tipo cuya cara aparece sobre el rótulo de presidente como ese entramado formado por medios y pseudomedios de comunicación y jueces corruptos dispuestos a lo que sea, incluyendo la mentira más descarada, para ganar en el fango lo perdido en las urnas. Esto no es un punto y seguido, sino un punto y aparte, ha dicho Sánchez, seguiré con más fuerza si cabe. Y la verdad es que sí que cabe. Cabe bastante.
En primer lugar, cabe hacerse cargo de que la realidad no comienza cuando a uno le afecta, sino mucho antes. Se ha echado en falta que en el discurso de Sánchez apareciesen los nombres de Pablo Iglesias, Irene Montero, Mónica Oltra, Alberto Rodríguez y tantos y tantos líderes catalanes y vascos espiados, acusados falsamente y triturados por la máquina del fango que hoy salpica las paredes de La Moncloa. Cabe también que Sánchez explique lo antes posible cómo hará para “regenerar la democracia”, motivo por el que “seguirá con más fuerza si cabe”. No hay en este momento otra forma de regenerar que acabar de inmediato con el secuestro de la Justicia que no dura cinco días, sino cinco años, y lanzar, de una vez por todas, una ley de medios que evite que la ideología del 45% de los votantes de derechas de este país cope el 90% del espacio mediático. Sí que cabe seguir más fuerza, cabe bastante.
No recuerdo cuándo fue la última vez que encendí la televisión a las once de la mañana. Sí que dejé de hacerlo cuando decidí prohibírmelo por salud. Mi estómago empezó a resentirse por el altísimo nivel de odio y bulos emanado por los matinales que marcan la agenda del día en España. Esos que te hacen bajar a por...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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