1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

CTXT necesita 3.000 suscriptores más para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

desde sus voces

“Conseguimos que no fuera un cuento de cuatro curas y una monja”

La religiosa mexicana Leticia Gutiérrez Valderrama narra su trabajo con migrantes en las fronteras de su país y el intento de documentar las violaciones de los derechos humanos, cosa que no gustó en la iglesia

María González Reyes 27/05/2024

<p>Leticia Gutiérrez Valderrama. / <strong>Cedida por la entrevistada</strong></p>

Leticia Gutiérrez Valderrama. / Cedida por la entrevistada

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Habíamos quedado en una estación de metro que, a esa hora, estaba llena de gente que volvía del trabajo. Aún así, no nos costó encontrarnos.

En poco más de cinco minutos llegamos a una cafetería. Elegimos una de las mesas del fondo donde sólo había que elevar levemente la voz cuando, una de las dos camareras que atendían el establecimiento, ponía en marcha la máquina de calentar agua. Café capuchino y té negro.

Sólo le hice una pregunta: ¿de dónde te salió el impulso para dedicar tu vida a luchar por los derechos de las personas migrantes?

Después habló durante un tiempo que, aunque fue mucho, se me quedó escaso. Es una excelente narradora. Se llama Leticia Gutiérrez Valderrama. Todo su entorno la llama Lety.

Desde pequeña supo lo que era ser migrante. Ella nació en Guadalajara, México. Es la octava de nueve hermanos y hermanas

Cuenta que, desde pequeña, supo lo que era ser migrante. Toda su familia lo era. Ella también lo fue. Su padre trabajaba en la construcción de grandes obras así que sus hermanos nacieron en distintos lugares. Eran una familia itinerante. Ella nació en Guadalajara, México. Es la octava de nueve hermanos y hermanas.

“A veces ocurren en la vida algunas cosas que hacen que todo cambie, mi padre murió en un accidente en la construcción a los 42 años, mi madre tuvo que empezar a trabajar en un negocio familiar. Mis hermanos mayores también dejaron los estudios porque hacía falta dinero para comer. El tercero y el cuarto de los varones se fueron como migrantes a Estados Unidos. Migraron como menores no acompañados. Un tiempo después se fueron el sexto y el séptimo, con la misma edad. Finalmente migró mi hermana menor, también de adolescente. Todos sin papeles. Todos menores”.

Dice que así comenzaron sus vivencias con las migraciones, con un dolor que se guardó en silencio. En su familia no se habló del desgarro de la separación. Sus hermanos y su hermana nunca contaron todo lo que pasaron hasta llegar a Estados Unidos, aunque, años después, ella pudo imaginarlo con bastante nitidez. Mandaban dinero siempre desde allí.

Su madre no fue nunca a la escuela. Aprendió a leer y escribir con más de 60 años. “Pero se puede ser mujer analfabeta y tener un liderazgo fuerte”. Cuando murió su padre reunió a todas las hermanas y hermanos y les dijo: “Si se comprometen a estudiar podrán vivir en esta casa, esta es la herencia que tienen, decidan si la usan o no”. Estudiaron tres de los nueve. Lety fue una de ellas.

Su madre no fue nunca a la escuela. Aprendió a leer y escribir con más de 60 años. “Pero se puede ser mujer analfabeta y tener un liderazgo fuerte”

Eligió la carrera de Comercio Internacional. Quería tener casa, coche e independizarse. “Los mismos sueños que te empujan a tener siempre”. Trabajó un tiempo en la aduana sin pensar lo que supondría después para ella conocer esos lugares de frontera.

“Mi familia era católica pero no practicante. Un día una amiga de la universidad me invitó a un encuentro espiritual. Conocí a gente diferente que creía en un dios distinto al que yo había conocido hasta entonces”. Poco después de ese encuentro ocurrió otra de esas cosas que hacen que todo lo que parecía inmutable cambie. “A mi madre le dio un ictus, nunca antes se había dado el permiso de enfermarse”. Mientras la cuidaba fue a las fiestas de un barrio, uno de los barrios complicados donde viven chavales con vidas muy difíciles, muchos eran adictos a distintas sustancias. “La excusa era juntarse por la Virgen de Guadalupe, pero lo que hacían las personas que estaban con ellos era buscar una manera de que se reintegrasen en la comunidad”. Cuenta que escuchar a esos chicos le puso un espejo, que se dio cuenta de que ella también era clasista, que también los consideraba, de alguna manera, seres humanos de una categoría diferente a la del resto. “Después de escucharlos pensé que tenía que hacer algo, no era un tema de fe sino de dignificación para ellos y para mí misma”. Comenzó a trabajar en ese barrio, a reconocer a las personas independientemente de lo que hubieran vivido, a trabajar con la gente que “no vale”, a escuchar la voz de los chicos que pertenecían a bandas en los barrios periféricos. 

Dejó el trabajo y se fue a vivir con un grupo de unos veinte chavales que estaban en proceso de desintoxicación e integración. A su barrio

“Me habían tocado tanto las vidas de estos chicos que tuve que tomar algunas decisiones”. Dejó el trabajo y se fue a vivir con un grupo de unos veinte chavales que estaban en proceso de desintoxicación e integración. A su barrio. Dice que no tenía miedo, que no se hizo esa pregunta. “Ahí tuve la oportunidad de conocer a las personas que vivían esas realidades”, comenta. “Un día un chico con una adicción fuerte a drogas muy baratas me dijo que me había traído algo, era un plato de comida. Yo sabía lo que significaba un plato de comida en ese lugar, no podía irme”.

Pero hubo un momento en que la situación se puso peligrosa para ella. Era la única mujer en esa casa de acogida. Pasó a participar en otros lugares y, un día, una amiga le invitó a un encuentro en Tijuana, era una casa para migrantes llevada por religiosas. “Ahí me di cuenta que mi camino estaba por ahí”. Cuenta que, en ese lugar, se hicieron pasar por migrantes que querían cruzar la frontera “Para poder actuar teníamos que conocer primero la realidad de ese lugar”. Así supieron qué redes se movían, dónde iban a prostituir a las mujeres, en qué taxistas podían confiar y en quiénes no. “La persona que más información nos dio fue una mujer que vendía estampitas delante de la catedral, nos enseñó cómo funcionaba toda la red criminal contra las personas migrantes”. Así fue cómo conoció los sitios por los que se cruzaba a Estados Unidos. Así conoció la frontera.

“Estuve en esa casa para migrantes donde se acogían a mujeres con niños y niñas. En ese lugar fue donde me di cuenta de lo que habían pasado mis hermanos”

“Estuve en esa casa para migrantes donde se acogían a mujeres con niños y niñas. En ese lugar fue donde me di cuenta de lo que habían pasado mis hermanos y mi hermana cuando migraron a Estados Unidos. Todas las cosas que vivieron y no contaron. Las preguntas no hechas. El silencio de la familia”. Cuenta que también conoció a una parte de la iglesia que no se conoce apenas. “Y menos en Europa”, puntualiza. Que ahí decidió hacerse hermana. “Era una forma de permanecer en un lugar donde podía escuchar y hablar con todas esas mujeres”.

Dice que conocer a todas esas personas en tránsito fue lo que le hizo convertirse en defensora, que quería denunciar abusos e injusticias. Los chicos de los barrios de Guadalajara, las personas presas en cárceles con las que también trabajó, las personas migrantes.

Ya como hermana tuvo la opción de hacer algo que no hubiera conseguido de otro modo: viajar a Roma y estudiar filosofía en ese país. Allí entró en contacto con otra realidad de las migraciones. Mujeres de muchos países que estaban en tránsito. “Cuando volví a México tenía claro que era necesario que las y los migrantes contaran sus historias con voz propia”.

Recorrió su país de un lado a otro conociendo las vidas de muchas personas en tránsito. “La realidad es compleja en todos los sentidos. Recuerdo un día que me llamó Alejandro Solalinde, un cura defensor de los migrantes. Me contó que había un grupo de pobladores que, con tanques de gasolina, querían quemar el albergue donde había muchas personas migrantes. Después de eso tuve la convicción clara de que teníamos que buscar más espacios para hacer públicas y visibilizar las violaciones, las muertes y las masacres a los migrantes”, y añade, “las denuncias siempre fueron mal recibidas, dentro y fuera de la iglesia. Nos tachaban de rojos y a mí, por ser mujer, todavía me violentaban más. Teníamos presiones del gobierno, de los obispos y de los grupos criminales. Todos querían que callásemos, pero cuando has aprendido que las personas no son mercancías no hay nada que te tape la boca”.

“Las denuncias siempre fueron mal recibidas, dentro y fuera de la iglesia. Nos tachaban de rojos y a mí, por ser mujer, todavía me violentaban más”

Ella y Alejandro tuvieron un juicio, los acusaban de narcotraficantes. “Además de ese juicio había otro, el juicio popular de toda la gente que nos esperaba fuera del juzgado llenos de ira porque no querían que hubiese migrantes en ese lugar”. Fue la primera vez de muchas posteriores. “Ahí pensé, todavía con más fuerza, la importancia de que fueran las personas migrantes quienes contasen desde su voz y de que esa voz fuera escuchada”.

Lety sabe que yo conozco parte de su historia. Que sé que tuvo que venir a España no sólo por todas las amenazas de muerte que tenía. Que hubo un momento en el que se rompió, como se rompen incluso los troncos de los árboles más fuertes cuando los zarandean desde todos los lados con mucha virulencia. Que tuvo que alejarse de la violencia que veía cada día. 

Mira el reloj, queda poco tiempo. Sé que va a contar algo que para ella es difícil.

“En ese momento estaba en la zona por donde pasa el tren que llaman la bestia. Secuestraron a dos chicos que eran hermanos, el mayor antes de cruzar llamó a su madre y le dijo que iban a tomar ese tren, por eso nos enteramos. Ese hermano mayor negoció con los secuestradores que le hicieran a él todo, que dejaran a su hermano pequeño, pero les hicieron de todo a los dos, aunque al mayor más”. Hace una pausa. “Les hicieron de todo”, repite. Yo dejo de escribir y escucho lo que significa “de todo”. Luego me cuenta que los dejaron en las vías del tren pensando que estaban muertos, “para que el tren los arrollase”, pero el mayor seguía con vida y alguien los encontró. Eran de Honduras. “Vi muchas personas asesinadas, también defensoras, pero el caso de estos dos hermanos me dejó una herida profunda”. 

“En esa época, los migrantes no podían poner una denuncia fuera de su país si no tenían papeles. Nosotras recogíamos los testimonios pero no podíamos hacer mucho más. Con el hermano mayor no pudimos hablar, lo repatriaron aunque era peligroso para su estado de salud. El cuerpo del pequeño no lo pudieron llevar a su país. Si estás muerto no tienes derecho a que te devuelvan al sitio que te vio nacer aunque tu familia lo suplique”, continúa. “Hablamos con el padre de los chicos y nos contó que hasta él había llegado a pensar que sus hijos debieron hacer algo malo para que les pasara todo eso, como si fuera válida la violencia por entrar de manera irregular en un país. Ahí pensé que teníamos que movilizar mucho más para conseguir algo más que llevar un registro de todas las violaciones de los derechos humanos, que había que conseguir meter todos esos casos por vía judicial”.

Esto no gustó en la iglesia. “Llegó un momento que conseguimos que no fuera un cuento de cuatro curas y una monja, llegamos a hacer incidencia política y que se reconociera el delito de secuestro y denuncia en espacios internacionales, obviamente no sólo nosotros, hubo más apoyo de más gente para lograrlo, fueron fundamentales todos los testimonios vivos de las personas migrantes testigos de muertes y secuestros”.

“Habíamos conseguido algunas cosas pero cuando fue la masacre de los 72, ya no pude más”. Se refiere al asesinato masivo de personas migrantes en San Fernando, cerca de la frontera con Estados Unidos. “No podía parar de escuchar las noticias. Llegué muy temprano a la oficina ese día, el abogado me preguntó si ya me había enterado. No pude contestar. Me desplomé. No podía parar de llorar. Cuando pude hablar le dije al abogado que quería ir allí, que es allí donde teníamos que estar, que el gobierno mexicano iba a tapar esto igual que otras cosas, que no podíamos decirle a los familiares de las víctimas que no podíamos hacer nada. Y no podía parar de llorar”.

“No puede regresar todavía”, le explicaron los médicos cuando les dijo que quería volver

Después se vino a España, “ya no era capaz de gestionarme, si pasaba una mosca lloraba”. Tuvo que alejarse temporalmente de los obispos que le llevaron a no estar ligada a la conferencia episcopal, que le decían monja roja y arrojaban contra ella toda su misoginia. Alejarse de los grupos criminales que la amenazaban de muerte, de las comunidades locales que no querían a los migrantes cerca, del gobierno mexicano. “No puede regresar todavía”, le explicaron los médicos cuando les dijo que quería volver.

Ese “todavía” duró bastante tiempo pero, ahora, en pocas semanas, va a volver. Va a regresar a otro lugar de frontera en América después de haber recorrido otras fronteras en Europa y África. Va a El Paso, en Estados Unidos. “Yo no hago cosas para las personas migrantes, yo camino y aprendo con ellas en un mundo en el que, poco a poco, van conquistando un espacio para que se escuchen sus historias, sus vidas, contadas desde sus voces”.

Nos levantamos para despedirnos. “Espero que vaya muy bien el regreso”, le digo. “Es ahí donde quiero estar”, responde. Nos abrazamos.  

Habíamos quedado en una estación de metro que, a esa hora, estaba llena de gente que volvía del trabajo. Aún así, no nos costó encontrarnos.

En poco más de cinco minutos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

María González Reyes

Es escritora, activista de Ecologistas en Acción y profesora de Educación Secundaria.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. juan-ab

    Siempre que viene María González Reyes nos trae un testimonio ejemplar. Gracias!

    Hace 3 meses 1 día

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí