Supervivencia
“La gente siempre vuelve a su casa, aunque ya sea sólo escombros”
Un bombero de Madrid, que ha cartografiado los bombardeos a la capital durante la Guerra Civil, y una joven palestina, con la familia en Gaza, reivindican la memoria como forma de resistencia
María González Reyes 7/12/2023
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Solo miró para atrás dos veces
La primera para ver lo que habían hecho
La segunda para asegurarse de no olvidarlo nunca
Luego siguió caminando
Despliega un mapa. El fondo es gris. Las calles son grises. Las casas también grises, aunque en un tono más oscuro. Sobre ellas. Sobre las casas y sobre las calles, aparecen zonas marcadas en rojo. Son edificios que fueron bombardeados en Madrid. Entre 1936 y 1939.
Juan M. Redondo cuenta que es bombero. Que decidió comenzar a leer archivos que llevaban décadas sin ser abiertos y que ahí vio escritos y notas sobre lo que vivieron los bomberos en ese momento de la historia. Sobre los lugares bombardeados. Lugares donde vivían civiles. Lugares que se convirtieron en escombros. Escribió un libro: Cuando las sirenas no eran las nuestras. Páginas que cuentan, después de un proceso de investigación, lo que vieron y vivieron los bomberos durante la Guerra Civil. “Cuando todas las personas se metían en los refugios, los bomberos salían para hacer su trabajo”.
En el mapa hay zonas en rojo en casi todas partes de la ciudad. Calles, edificios, barrios enteros. Madrid y las personas que vivían en ella fueron bombardeadas sin miramientos por el bando nacional, apoyado por la aviación alemana e italiana. Bombas sobre casas habitadas por civiles. Juan señala en el mapa el sitio donde se localiza el barrio de Salamanca. Un trozo que sigue siendo el lugar donde habitan personas con poder económico y político. No hay zonas en rojo en esas calles. “Franco dio orden expresa de no bombardear esta zona”, cuenta, “ahí vivían los civiles que le apoyaban”.
El acto en el que participa se llama “Madrid 1936. Gaza 2023”. Ocurre en el salón de actos de un instituto. Hay alumnos y alumnas de secundaria. No son sólo espectadoras. Son quienes han organizado la charla. Forman parte del grupo de Memoria histórica y de otro grupo de alumnado que se comenzó a juntar en los recreos para hablar de lo que estaba pasando en Palestina. Es miércoles por la tarde.
Safiyah Alzaiti lleva un pañuelo palestino sobre los hombros. A veces se le desliza sobre el brazo y ella lo vuelve a colocar. Tiene una voz sutil que contrasta con la contundencia de sus palabras.
Cuenta que ella ha vivido en Palestina todo lo que estamos viendo por la tele. Que no ha comenzado en 2023. Que lleva ocurriendo más de 75 años. Que nadie tiene un mañana allí. Que hace ya mucho tiempo que nadie tiene un mañana. Que solo existe hoy. El día de hoy. Que no hay futuro más allá del ahora.
En Gaza hace ya mucho tiempo que nadie tiene un mañana. Que solo existe hoy
Dice que ha vivido el miedo. “Estás en tu casa tranquila y comienzan a sonar las bombas. Esa imagen de las bombas que caen sobre las casas donde vive gente no la puedes olvidar”.
Vino a España en 2015, con 15 años. Toda su familia sigue allí. Cuenta que les escribe todo el tiempo. Que a veces las respuestas tardan días. Que el mensaje siempre es breve. Que siempre es el mismo. “Sigo vivo”. Estar bien no significa tener comida o tener casa, significa estar vivo, estar viva.
Cuenta que mira imágenes todo el tiempo. Proyecta una en la que sale uno de sus tíos en un barrio que es todo escombros. Dos días después supo que murió. “Volvía de clase y escuché a mi madre gritando ¡Tu tío fue asesinado!”. El resto de la familia estaba herida. Y estar herida significa estar en coma o haber perdido una oreja o tener metralla en los ojos y no poder volver a ver.
Pone fotos de gente viva. Personas a las que ella conocía. Y, al lado, otra foto de esa misma persona muerta. Dice sus nombres, habla de quiénes eran.
Miro a las alumnas y alumnos que están en el acto. Me pregunto si sus oídos son demasiado jóvenes y están ya demasiado atiborrados de lo complicado que es el futuro como para escuchar y ver todo esto. Aunque sé que, en realidad, es exactamente esto lo que puede prepararlos para ese futuro. Recuperar la memoria, comprender lo que está pasando en el mundo, tener la posibilidad de hacer cosas para cambiarlo.
Safiyah cuenta que es un genocidio explicitado por Israel. Que están asesinando a su pueblo y no tienen problema en anunciarlo al mundo entero. Pone otra foto, sale un hombre palestino recostado sobre un colchón que está colocado sobre los escombros de lo que fue su casa. “Piensan que la gente no va a volver, pero la gente vuelve a su casa, aunque le cueste la vida. Vuelven siempre, aunque ya sea sólo escombros”.
“Otro día estaba viendo fotos y me di cuenta que era mi barrio. Casi no lo reconocía porque estaba todo bombardeado. Los dos colegios también. Yo vivía en el norte de Gaza. Sólo quedó la casa donde vivían mis abuelos. Todo el resto de la gente ha muerto. Mi familia tuvo que pasar por encima de los cadáveres de sus vecinos para salir. Israel borra kilómetros cuadrados enteros de casas con la gente que vivía en ellas”.
Termina comentando cosas que se pueden hacer. Hablar sobre esto, difundir, ir a manifestaciones, hacer boicot a las empresas que apoyan a Israel. Después dice con una sonrisa “Lo siento, me extendí más de lo que pensaba”. Luego un aplauso lleno de emociones.
Otra mujer que estaba en el público toma la palabra. Dice que el pueblo palestino necesita la esperanza de quien quiere saber. Que no se puede ser equidistante ante un genocidio. Dice que ningún cambio se da sin sufrimiento. Dice que tiene esperanza. Dice que nunca, en todos los años de masacre, ha visto tanta solidaridad con Palestina.
“Palestina no es un pueblo indefenso. Es un pueblo que sabe cómo resistir”, dice Safiyah.
Para pensar en el futuro que queremos construir hace falta un ejercicio grande e intenso de imaginación. Recuperar la memoria es una forma de imaginar. Esa memoria que nos habla de los pueblos que supieron cómo resistir. Que cuenta cómo, una generación tras otra, hubo personas que se mantuvieron vivas como una forma de no rendirse. Personas que se juntaron y supieron encontrar la manera de decir: “Seguimos vivas”.
Solo miró para atrás dos veces
La primera para ver lo que habían hecho
La segunda para asegurarse de no olvidarlo nunca
Luego siguió caminando
Despliega un mapa. El fondo es gris. Las calles son grises....
Autora >
María González Reyes
Es escritora, activista de Ecologistas en Acción y profesora de Educación Secundaria.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí