1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 1341 Conseguido 66815€ Objetivo 140000€

Retratos de genocidas (II)

“No pude preguntarle si participó en secuestros, muertes, torturas o robos de bebés”

Javier Vaca es activista por la memoria y la justicia, además de hijo del genocida Omar Vaca, que murió sin rendir cuentas por sus crímenes

Ritama Muñoz-Rojas 5/09/2024

<p>Javier Vaca. / <strong>Foto cedida por el entrevistado</strong></p>

Javier Vaca. / Foto cedida por el entrevistado

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Las expresiones “atando cabos” y “haciendo memoria” son el resumen de esta conversación con un hijo que tuvo un padre que participó en todo lo participable para doblegar a jóvenes universitarios de ideas progresistas, involucrados en luchas a favor del socialismo o la justicia social. Jóvenes a los que, en el mejor de los casos, eso les costó el encuentro con la picana eléctrica recorriendo las partes más sensibles de su cuerpo, día y noche, sin saber si era día o si era noche, y conociendo, reconociendo, el terror y el dolor en forma de gritos desgarradores en la habitación contigua a la suya en alguno de los centros clandestinos de detención durante la dictadura militar argentina. Fueron muchos los que desaparecieron y a otros les desaparecieron sus bebés. Con alguno de esos instrumentos de tortura despiadada y salvaje se encontró el joven Javier por su casa. “Papá, ¿qué es esto?” Después se puso a atar cabos, a hacer memoria, y así se convirtió en el hijo de un genocida, al mismo ritmo que se le helaba el corazón. Un genocida, Omar Vaca o Antonio Venecia, que era el nombre de guerra, al que no se pudo juzgar, entre otras cosas, por el robo de bebés, y murió impune. Toda la información sobre su actividad había desaparecido en 1984, justo un año después del término de la dictadura militar argentina.

Comienza su relato. “Mi historia en relación con la dictadura militar transcurre en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Mi padre trabajaba en el destacamento de inteligencia del ejército. Él fue quien organizó toda la represión durante la dictadura en lo que se conoce como litoral argentino, que es lo que transcurre a lo largo del río Paraná hacia el interior de Argentina, y que abarca varias provincias, la de Santa Fe, Tres Ríos, Corrientes y Misiones. Es una región enorme”.

¿Cuáles eran las funciones de su padre como miembro del destacamento de inteligencia del ejército?

Eran la búsqueda e identificación de opositores; secuestros de personas que en muchos casos eran llevadas a centros clandestinos de detención. Organizaba toda la represión a través de la logística de persecución, de secuestros, de traslados, de encontrar lo que ellos consideraban terroristas subversivos, que, en realidad, tenían más que ver con personas que militaban en las izquierdas, referentes sindicales o estudiantiles. Perseguir a todos los que, de una u otra manera, pensaran distinto. Mi padre se ocupaba de hacer el ambiental, y eso consistía en identificar a las personas que iban a secuestrar, a torturar o a matar; saber dónde y cómo vivían, cómo estaba compuesta su familia, cuáles eran sus horarios de entrada y salida, y ubicar el momento correcto para secuestrarles o ir a matarles.

¿Exactamente en qué participó su padre?

¡En todo! No sé si él fue a sacar a alguien de su casa para torturarle. Yo sé que él organizó toda la logística para que eso ocurriera, para mandar asesinar, para mandar violar, esconder los cuerpos. No sé si él lo hizo personalmente, pero un genocida es el que organiza todo para que eso ocurriera.

¿Cómo era la vida familiar?

Mi padre siempre fue bastante cerrado en relación a lo que hacía en su trabajo; nunca comentaba nada, era muy difícil saber lo que hacía. Mi familia era lo que yo consideraba una familia normal, con padre, madre, dos hermanas mayores y yo, que soy el pequeño. Todo normal, aunque sí que nos habían dicho que no contáramos a lo que se dedicaba nuestro padre. Estamos hablando de los años setenta, antes del golpe del 76, y ya se nos advertía de que no dijéramos a qué se dedicaba nuestro padre, que no contáramos que era miembro del ejército, porque él iba siempre de civil. Estoy hablando de la época de Isabel Perón; la derecha represiva ya se estaba armando, ya sabían lo que iban a hacer, y se estaban preparando para ello.

Y llega ese momento en el que usted es consciente de quién es su padre.

En la universidad empiezo a militar en un socialismo democrático. Así llegan los enfrentamientos

Sí, llega ese momento, pero al cabo de mucho tiempo, cuando empiezo a estudiar en la universidad Ciencias Políticas. Es entonces, en los años ochenta, cuando tomo conciencia de lo que había ocurrido en la dictadura militar [1976-1983], que ya había terminado, claro; pero una cosa era que hubiera acabado la dictadura, y otra que yo tomara conciencia de lo que había pasado en ese régimen en el que participaba mi padre. Hasta ese momento, yo no pensaba que la actividad de mi padre era la de un genocida.

Llego a la universidad y empiezo a militar en un socialismo democrático. Claramente, a él eso no le gustó, ni tampoco que estudiara Políticas, y así empiezan los enfrentamientos con él, enfrentamientos en los que yo le cuestionaba la dictadura militar, pero no a él, porque por entonces yo no tenía conciencia de su vinculación con ella.

Omar Vaca muestra un arma a otros militares. / Foto cedida por el entrevistado

Ni se lo imaginaba.

No. Para mí, mi padre hacía trabajo de oficina, que era lo que nos decía siempre, ¡en el mayor centro de represión de una región y donde se organizaba la represión! [se ríe].

Mi familia era una familia militar, todo era normal, nada nos llamaba la atención. Después, atando cabos y haciendo memoria, empiezo a darme cuenta de que había algunas cosas que sucedían en mi casa y que ahora les he encontrado una explicación. Por ejemplo, además de tener el arma provista por el ejército, la normal, mi padre tenía escopetas de caño recortado, tenía granadas, tenía picanas, que son con lo que se torturaba con una corriente eléctrica. Traía a casa cosas que no tenían origen cierto, por ejemplo relojes, máquinas de escribir… porque lo que pasaba era que, además, robaban en las casas en las que entraban para secuestrar personas; eran tan miserables que, además, robaban. Él traía esas cosas a casa, pero nadie preguntaba nada porque para nosotros estaba dentro de la lógica militar. A los ocho años, podría haber dicho “mira, pa, mira qué máquina de escribir”; pero desde luego nunca se me iba a ocurrir preguntar de dónde salió una máquina que estaba usada o dónde la encontró. Cuando era pequeño, lo veía normal, “papá es militar y trae estas cosas a casa”. Pero después, cuando eres adulto, te das cuenta de que hay cosas que no encajan, que algo no está bien. Y empiezas a tomar conciencia de todo ello, a atar cabos sueltos que se te quedaron en la memoria y te das cuenta de que ahí había algo más.

Llega el día de la verdad, que, en su caso, coincide con un programa de televisión.

Sí. Un programa de televisión en el que se está hablando sobre el centro clandestino de detención de la Quinta de Funes. Entonces, él dice claramente: “No van a encontrar nada, porque quemamos todo”. Ahí es cuando me doy cuenta de que él tenía otro nivel de actividad, otra cosa. Y me impactó. Pero, de todas maneras, yo seguía viviendo bajo el mismo techo, él me seguía financiando, porque yo era estudiante. En esos años tuvimos varias discusiones, pero la realidad era que yo seguía viviendo en su casa, dependiendo de él. Es decir, esto no iba de que un día rompes las estructuras familiares y dices que te vas. ¿Adónde me iba a ir? Yo era solamente un triste estudiante, no era otra cosa. Ni se me pasaba por la cabeza irme; así que tuve que aprender a convivir con eso.

Mi madre apoyaba todo lo que hiciera su marido, pero defendía a su hijo. Estaba en medio, y eso era difícil

Y su madre y su lugar en la familia.

Ella apoyaba todo lo que hiciera su marido, pero defendía a su hijo, a mí. Estaba en medio, y eso era difícil. Luego, con la muerte de mi padre, se acercó más a mí. Siempre había sido cariñosa, pero ahí comenzó a contarme cosas, hechos en los que él intervino, como la muerte de un vecino. Le daba miedo hablar. En algún momento le dije que debería contar lo que sabía, pero ya estaba muy enferma y no quise presionarla, yo no iba a ponerla delante de un juez a contar lo que sabía. Era mi madre, a uno no le sale hacerla pasar por eso. Si en una familia militar, padre y madre no están de acuerdo, no funciona nada. Ellos, claro, estaban de acuerdo, funcionaban como pareja y todo funcionaba.

¿Fue duro tener que enfrentarse al padre?

Es muy difícil, porque tienes que enfrentarte a una persona muy poderosa psicológicamente para ti. Porque una cosa es discutirle si es hincha o no de determinado equipo de fútbol, y otra cosa es discutirle si mató o no mató a alguien, si participó o no en la tortura. Yo le discutí si participó o no en la dictadura, pero no llegué a preguntarle si participó o no en secuestros, muertes, torturas o robos de bebés.

Una cosa es discutirle si es hincha o no de determinado equipo de futbol, y otra cosa es discutirle si mató o no mató a alguien

Cuando lo supe, no me sorprendió tanto. Pero apareció la necesidad de atar cabos, de hacer las conexiones necesarias para explicar tantas cosas.

Mi padre murió impune, no se le llegó a juzgar, aunque estaba ya en un caso de secuestro de bebés. No fue juzgado, porque toda la información del destacamento en el que estaba fue robada en 1984, un año después de terminar la dictadura. Cuando empiezo a indagar, hablando con los abogados de las asociaciones de madres en Rosario, me dicen que no había información sobre mi padre, nada de nada. Y a mí me parecía imposible porque él había trabajado treinta años en aquel lugar. Pues no había nada de nada. Incluso los jefes directos de mi padre que fueron juzgados y condenados dijeron en juicio que no se acordaban de quiénes fueron sus subordinados. Se encubren, yo a algunos les conozco porque iban a mi casa.

¿Por qué es importante el movimiento de los desobedientes, que existan personas, como usted, que señalen a sus padres como genocidas?

Ahí se dan dos cosas. Por un lado, la natural empatía por el dolor de otras personas y por su sufrimiento. Si uno no es empático con las personas a las que les han secuestrado, torturado, asesinado a sus hijos o familiares es muy difícil. Y por otro lado, el sentido de responsabilidad social, que podamos contar lo poquito o lo mucho que nosotros sabemos sobre lo que hicieron nuestros padres, sus tareas. En mi caso, empezó con unas fotos que estaban dentro de una caja de zapatos. Eran las fotos de familia, que un día empiezas a mirarlas con otros ojos y decides llevarlas a organizaciones de derechos humanos, o a hijos o madres en Rosario, en mi caso. Fotos en las que estaba mi padre con sus compañeros de destacamento que podrían servirles para ubicar a estos tipos en una sala de tortura; ésa fue mi primera intención. Eran solo dos o tres fotos, porque no se sacaban fotos entre ellos, pero se las llevé para aportar. Y las hijas de ese vecino que fue asesinado y que yo las escuchaba gritar cuando estaban secuestrando a su padre se ponen en contacto conmigo, y me piden que yo salga de testigo en la querella por el asesinato de su padre. Yo fui testigo en ese juicio y pude servir para que se viera cómo trabajaban la policía y el ejército juntos. Por muy poco que pueda aportar, ya es algo, además de buscar la memoria, la verdad y la justicia, y eso son palabras importantes.

Estos tipos ahora vienen a decir que hicieron bien. Nosotros somos sus hijos y sabemos lo mal que lo hicieron

Nosotros no somos un grupo de autoayuda, somos un grupo de acción política. Tenemos un gobierno negacionista que dice que lo que pasó en Argentina está muy bien. Por eso no nos podemos quedar con los brazos cruzados. Tenemos que contar lo que sabemos sobre los que asesinaron, torturaron y vejaron a personas. Y estos tipos ahora vienen a decir que hicieron bien. Nosotros somos sus hijos y sabemos lo mal que lo hicieron. Nosotros somos los hijos de los malos, qué nos van a decir. Somos los hijos del lobo feroz.

Está habiendo detenciones ilegales, no secuestros, pero sí detenciones ilegales en las manifestaciones. Desde el Gobierno se lanzan mensajes negacionistas. ¿Le preocupa esta deriva?

Ahora, con este gobierno, como son de derechas van a empujar esos límites para que las detenciones empiecen a ser legales y la gente se calle y no diga nada, porque seguramente se les tratará como terroristas, que es como calificaron a la última movilización en la plaza de mayo. Nos quieren poner en ese lado. Y todos los que nos movilizamos y luchamos social y políticamente por un país distinto somos terroristas y nos quieren llevar a ese lugar; claramente eso también va a pasar en Europa, que todos los que se movilizan por sus derechos van a acabar siendo terroristas. En esto hay que unificar criterios.

Las expresiones “atando cabos” y “haciendo memoria” son el resumen de esta conversación con un hijo que tuvo un padre que participó en todo lo participable para doblegar a jóvenes universitarios de ideas progresistas, involucrados en luchas a favor del socialismo o la justicia social. Jóvenes a los que, en el...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Ritama Muñoz-Rojas

Periodista y licenciada en Derecho. Autora de 'Poco a poco os hablaré de todo. Historia del exilio en Nueva York de la familia De los Ríos Giner, Urruti'.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí