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El fútbol recogió por fin el testigo de la actualidad rojiblanca tras varias semanas llenas de noticias sobre sanciones, recursos y propuestas de castigo, que tuvieron su epílogo final (por el momento) en la triste imagen de ver vacío el fondo sur del Metropolitano y saber que miles no pudieron disfrutar del partido por culpa de la inconsciencia de unos cuantos. Que el Leganés se pudiera aprovechar de las revueltas aguas era una posibilidad y puso mucho de su parte para que así fuera, hasta el punto de convertir el encuentro en un dolor de muelas para los rojiblancos, que con pico y pala y la energía de los cambios, en especial del menor de los Simeone, Giuliano, pudo acabar el choque sumando una victoria que huele a bálsamo.
El Atleti inició el partido con intención, pero sin ninguna mordiente. Volcó el juego de manera persistente por la banda izquierda, donde se juntaban Griezmann, Riquelme y un Galán muy activo que se movía no solo por el lateral, sino también por zonas interiores para sorprender. Pero la capacidad del equipo para superar líneas y desequilibrar a la defensa fue nula, dado el gran trabajo defensivo del Leganés, que no dejaba huecos. Por la derecha, Nahuel volvía a ser el jugador tímido que no se atrevía y a Correa no le salían sus intentos. Casi todos los ataques locales morían cerca del área.
Lo más cerca que estuvo del gol, y es mucho decir, fue en un intento de Sorloth, que remató flojo a las manos de Dmitrovic un balón centrado por Koke y que superó a Griezmann, y otro de Correa tras recoger un balón suelto y girarse en el área. Los de Simeone tenían el balón pero se agobiaban porque no sabían qué hacer con él y el Leganés disfrutaba defendiendo porque le salía el plan a la perfección.
Tan bien le iba que poco a poco fue cogiendo confianza y gracias al buen hacer y al despliegue físico, principalmente, de Cissé y Neyou, y a los detalles de calidad de Raba y Juan Cruz, fue pensando en hacer algo más que defender. En una buena presión alta, recuperaron el balón, Raba lo cedió dentro del área grande a Neyou, que sin oposición conectó un fuerte disparo que mandó el balón a la escuadra para poner el 0-1 en el minuto 34. La respuesta local se limitó a un nuevo remate mordido de Correa y un disparo de Riquelme que Dmitrovic envió a córner.
Simeone metió en el descanso a Lino por Nahuel, desplazando a Riquelme a la banda derecha. Que no era el día de Correa lo demostró echando fuera un mano a mano que le regaló Griezmann. El argentino fue uno de los que poco después se fue al banquillo junto a Riquelme y Koke, entrando en su lugar Giuliano, De Paul y Julián Álvarez. A veces los cambios funcionan y otras veces no. Esta vez sí dieron resultado porque dotaron de más energía al equipo, especialmente gracias a un Giuliano que, en una posición nueva para él, la de carrilero derecho, salió dispuesto a ganarse el puesto y a sacarle una sonrisa a su padre, haciendo bueno ese lema del club: ‘De padres a hijos’. Pronto se puso a ello, dando un pase de lado a lado en el área a Lino que el brasileño envió fuera al llegar una décima tarde.
Tras la lesión de Lenglet, al que se le cayó encima Witsel en un despeje, tuvo que salir Giménez en su lugar. Pasaba el tiempo y aunque el Atleti no dejaba salir al Leganés, no llegaban los goles. Hasta que en el minuto 69, Giuliano combinó con Witsel en el área y cerca de la línea de fondo el belga buscó a Griezmann, cortó un defensa y a la segunda si conectó con Sorloth, que de tacón puso el 1-1.
El protagonista estelar fue Giuliano, que salvó un envío largo de De Paul evitando primero que saliera de banda y luego por la línea de fondo, para remontar hacia el área y dar un pase que Griezmann transformó en el 2-1 al meter la punta de la bota y adelantarse a Dmitrovic. 81 minutos le había costado al Atleti mandar en el marcador.
Tras otro susto para los rojiblancos en forma de decisión arbitral (Munuera sacó la tarjeta roja a Griezmann por una entrada que no lo merecía y que tuvo que corregir el VAR para que se quedara en amarilla), y una caída de Munir en el área que no daba para penalti, la tranquilidad llegó en el añadido tras porfiar Julián Álvarez dos veces por un balón que terminó haciendo llegar a Sorloth para que el noruego hiciera doblete y pusiera el definitivo 3-1.
Una victoria que costó esfuerzo, sudor, y hasta lágrimas. Las de Barrios, que terminó el partido hundido al notar que seguramente se había vuelto a lesionar muscularmente. Un contratiempo que, esperando a ver qué tiene Lenglet, supone una cara factura. Más allá de los tres puntos para los locales, que no es poco, fue una tarde rara en el Metropolitano a pesar de celebrar el día de las peñas, amarga para muchos rojiblancos que no pudieron estar presentes y agridulce para los pepineros por la buena imagen dada pero por irse de vacío.
El fútbol recogió por fin el testigo de la actualidad rojiblanca tras varias semanas llenas de noticias sobre sanciones, recursos y propuestas de castigo, que tuvieron su epílogo final (por el momento) en la triste imagen de ver vacío el fondo sur del Metropolitano y saber que miles no pudieron disfrutar del...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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