exterminio
El asedio del norte de Gaza, donde “la muerte te acecha en cada esquina”
Miembros desperdigados por las calles, refugios calcinados y miles de personas atrapadas en los hospitales: testimonios palestinos revelan el escenario apocalíptico de la última campaña israelí
Mohammed R. Mhawish/ Ola Al Asi / Ibrahim Mohammad (+972) 29/10/2024
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El ejército israelí lleva más de dos semanas librando una de las campañas más despiadadas y destructivas de la guerra en el norte de Gaza. La población residente en Yabalia, Beit Lahiya y Beit Hanun está sufriendo un incesante asedio que bloquea el acceso a la comida, el agua y cualquier espejismo de seguridad. Los supervivientes relatan un escenario tan terrorífico como inconcebible: es tal la frecuencia de los ataques aéreos y los bombardeos que no pueden parar de temblar.
La ofensiva militar que el ejército israelí lanzó el 6 de octubre a primera hora ya ha asesinado al menos a 640 personas palestinas. Los testimonios sobre las zonas asediadas presentan un escenario apocalíptico con calles plagadas de cadáveres, que, debido a los bombardeos constantes, los equipos médicos son incapaces de retirar.
En los últimos días, el ejército de Israel ha publicado unos vídeos que muestran soldados acorralando a personas palestinas que se habían refugiado en campos de desplazados y obligándolas a marcharse hacia el sur, a la ciudad de Gaza. La Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés) calcula que solo el 18 de octubre unas 20.000 personas abandonaron Yabalia a la fuerza. Las imágenes que compartieron los soldados israelíes en las redes sociales parecen indicar que el ejército incendió los refugios para que la población palestina no pueda regresar.
El 23 de octubre se difundieron otros vídeos en los que se ve cómo el ejército israelí saca a punta de pistola a decenas de hombres palestinos de Yabalia, con los ojos tapados y las manos atadas. Es probable que el ejército los haya trasladado a centros de detención localizados en territorio israelí; instalaciones que acumulan denuncias de detenidos e informantes que han vivido de primera mano las torturas y los flagrantes abusos allí cometidos.
Los ataques sobre el norte de Gaza han limitado drásticamente el funcionamiento de los hospitales en las zonas asediadas. En una conversación con +972 Magazine, Mohammed Salha, doctor y director del hospital Al-Awda de Yabalia, ha afirmado que la situación del edificio es “catastrófica”. Hay aproximadamente 180 personas atrapadas en el hospital –entre personal médico, pacientes y familias desplazadas– y el ejército israelí está bombardeando las zonas aledañas. “Estamos esperando la muerte”, sentenció. “O un milagro”.
“Ya no tenemos con qué tratar a las personas heridas ni a las pacientes”, agregó Salha. “Escasean hasta los recursos para cubrir las necesidades básicas, como el agua o los medicamentos, y el generador del hospital se está quedando sin combustible. Si se termina, también lo harán las vidas de quienes dependen de los respiradores artificiales”.
Marwan Al-Sultan, doctor y director del hospital Indonesio, situado en las inmediaciones de Beit Lahiya, describió un panorama igual de desolador: “Los tanques israelíes han rodeado todo el perímetro del hospital y tenemos varios vehículos aparcados en la entrada”. El 19 de octubre, el Ministerio de Salud de Gaza informó de que las fuerzas israelíes habían bombardeado las plantas superiores del hospital, a pesar de que dentro se encontraban más de 40 pacientes y profesionales sanitarios. Dos días después, las tropas incendiaron una escuela. El fuego se propagó hasta los generadores del hospital, que quedó sin electricidad; es decir, totalmente inoperativo.
Aunque el ejército israelí exige la evacuación del hospital, tanto Al-Sultan como sus colegas se niegan a salir de ahí. “Hay 45 personas atrapadas en el hospital: 15 profesionales de la salud y 30 pacientes”, explicó. “Una de ellas falleció debido al corte de electricidad y la falta de suministros médicos. Tras el apagón total, las fuerzas de ocupación están impidiendo que los generadores vuelvan a ponerse en marcha. La vida de los pacientes corre peligro, sobre todo la de quienes se encuentran en un estado más vulnerable”.
“Solo nos queda la voluntad de respirar”
Nabil Al-Khatib, un hombre de 57 años, se había refugiado junto a su familia en una escuela de la UNRWA en Beit Lahiya cuando Israel empezó a bombardear la zona el 6 de octubre. “Nos parecía que en la escuela estábamos a salvo”, aseguró. Pero, de repente, se vino la artillería pesada. La metralla se dirigía hacia ellos e incluso provocó heridas leves a ocho de los hijos y nietos de Al-Khatib.
“Creímos que íbamos a morir”, prosiguió el relato, con la voz quebrada. “Se llenó todo de humo. Mi nieta más pequeña tenía tanto miedo que se aferraba a mí. Yo la estrechaba con fuerza y le decía que todo iba a terminar pronto, aunque no sabía si era verdad. Fue la noche más larga de nuestra vida”.
El amanecer tampoco trajo la paz, solo una breve tregua de los bombardeos. La familia aprovechó la suspensión de los ataques durante 15 minutos para huir. “Cogimos a los niños y lo que teníamos a mano y corrimos. Dejamos todo ahí: los medicamentos, la vida tal y como la conocíamos. Pero estábamos juntos y eso era lo único que importaba”, narró Al-Khatib. Poco después se cerró la ruta de escape y muchas personas quedaron atrapadas.
La familia consiguió encontrar refugio en una pequeña aula de la escuela Abu Zaitoun, cerca del campo de refugiados Al-Shati, al sur de Yabalia. “Llegamos a la ciudad de Gaza, pero no podemos estar tranquilos”, concluyó Al-Khatib. “Sé de gente que ya ha perdido todo: su casa, su familia, sus extremidades. Solo nos queda la voluntad de respirar, de seguir con vida hasta la próxima explosión”.
Bilal Salem, un fotoperiodista que ha documentado el rápido deterioro de la situación en el norte de Gaza, siente que cada minuto va a ser el último: “Escuchas el dron o el silbido de un misil y todo se convierte en polvo. Nos movemos entre las ruinas cual fantasmas, intentando capturar lo que queda de la vida de las personas, pero lo cierto es que casi ya no queda nada”, comentó a +972.
Su voz se entrecortó al hablar de los niños y de cómo se aferran a sus padres, buscando desesperadamente una protección que las familias no pueden brindarles. “Llevo toda la vida cubriendo lo que ocurre en Gaza, pero esto no es una guerra: es un genocidio. La muerte te acecha en cada esquina”.
Salem también habló sobre el coste personal de su trabajo: “Es difícil seguir cuando presencias una destrucción así. Ves cuerpos aplastados por los escombros, niñas y niños que han perdido alguna extremidad, gente desangrándose en la calle porque no queda nadie que pueda ayudarles. Es un infierno y la situación empeora día tras día”.
Pese a jugarse la vida diariamente, Salem sigue trabajando. “Los periodistas son objetivos de guerra”, reconoció sin ningún rodeo. “Nos consideran enemigos porque revelamos al mundo lo que está pasando en realidad. Son tantos los amigos que he perdido haciendo este trabajo que ya no llevo la cuenta. Cada vez que salgo, me pregunto si lograré regresar”.
“Los periodistas son objetivos de guerra”, reconoció sin ningún rodeo. “Nos consideran enemigos porque revelamos al mundo lo que está pasando en realidad”
El 23 de octubre, el ejército israelí afirmó que seis periodistas de Al Jazeera –que actualmente cubren el ataque en el norte de Gaza– pertenecen a Hamás y la Yihad Islámica. “Israel ha emitido declaraciones infundadas de este tipo en reiteradas ocasiones, sin aportar ninguna prueba fehaciente”, replicó el Comité para la Protección de los Periodistas. No obstante, la posibilidad de que el ejército cargue contra estos periodistas para reprimir aún más la cobertura de la campaña militar ha provocado inquietud en la comunidad.
“Nadie hizo nada para salvarlos”
La enfermera Neveen Al-Dawasa quedó atrapada en el norte de Gaza durante 16 días, refugiada en la escuela Al-Fawqa de Yabalia. “No teníamos nada, ni comida ni agua”, contó a +972. “La gente asaltaba despensas para sobrevivir y, mientras lo hacía, el ejército israelí bombardeaba las puertas. Incluso bombardeó un pozo de agua en el que unos niños estaban llenando jarras. Ya no hay humanidad”.
El 21 de octubre, Israel bombardeó la escuela. “Fue un infierno”, aseguró, tajante y en un tono que denotaba profunda ira. “Nos dieron una hora para evacuar, pero empezaron a bombardearnos antes. Les dábamos igual”.
“Yo misma vi los cuerpos”, continuó. “Recuerdo unas 30 personas heridas y 10 cadáveres. Llamamos a las ambulancias, pero no tenían acceso a ese lugar”.
Tras el bombardeo, el ejército israelí amenazó de muerte a las personas supervivientes con drones y tanques para obligarlas a huir. “Nos dijeron que había un ‘paso seguro’, pero cuando intentamos salir, nos dispararon desde los tanques: ‘Volved adentro o disparamos’”, repitió Al-Dawasa, titubeando. “Nos trataron como a animales. O aún peor”. Al final, Al-Dawasa consiguió escapar del campamento de Yabalia el 22 de octubre y buscó refugio en el hospital Al-Ahli en la ciudad de Gaza.
Mosab Abu Toha, poeta palestino de Yabalia que ahora vive en el exilio, aprovechó las redes sociales para tratar de atraer la atención del mundo sobre la situación de las personas atrapadas en el norte de Gaza, entre las que se encontraba su propia familia. “La casa de mi tía y la familia de su marido están sitiadas por tanques y soldados”, escribió el 17 de octubre. “Los soldados israelíes están disparando hacia la planta baja. Tiene 5 hijos y en el edificio hay más de 30 personas, la mayoría de ellas menores”.
Al día siguiente, actualizó la información: “Comunico, con gran pesar, que mi prima Sama, de 7 años, ha sido asesinada en su casa por un ataque aéreo junto con 18 miembros de su familia, que es también la mía”. A lo que añadió: “Ayer conté lo que estaba pasando, antes de que bombardeasen la casa. Informé a todo el mundo de que había tanques y soldados asediando la zona. Pero nadie me escuchó. Nadie hizo nada para salvarlos”.
El portavoz de las FDI señaló en un comunicado que el ejército “estaba permitiendo la evacuación de los civiles para proteger su integridad, de manera segura y a través de rutas organizadas” y que está “en contacto permanente con la comunidad internacional y el sistema de salud para que las unidades de emergencia puedan operar sin interrupciones, garantizando el envío de equipamiento médico y el suministro de combustible”. +972 se ha puesto en contacto con el ejército para recabar información sobre los sucesos concretos que aborda este artículo; sin embargo, al momento de la publicación no había recibido ninguna respuesta.
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Este artículo se publicó en inglés en +972 magazine.
Traducción de Cristina Marey.
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Mohammed R. Mhawish es un periodista y escritor palestino originario de Gaza que actualmente vive en el exilio. Ha contribuido con su voz al libro A Land With A People — Palestinians and Jews Confront Zionism (Monthly Review Press Publication, 2021).
Ola Al Asi es una periodista independiente de Palestina, escritora, narradora y profesora de Inglés, y está afincada en Gaza.
Ibrahim Mohammad es un periodista independiente palestino de la ciudad de Gaza que trabaja con temas humanitarios y sociales. Es licenciado en Periodismo y Medios por la Al-Aqsa University.
El ejército israelí lleva más de dos semanas librando una de las campañas más despiadadas y destructivas de la guerra en el norte de Gaza. La población residente en Yabalia, Beit Lahiya y Beit Hanun está sufriendo un incesante asedio que bloquea el acceso a la comida, el agua y cualquier espejismo de seguridad....
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