dignitos y coleando
CTXT: el making-of
Cuando dentro de 40 años el periodismo finalmente se vaya al carajo, algunos nostálgicos de lo que en otro tiempo fue el oficio más hermoso del mundo buscarán de madrugada en la deep web información sobre qué era aquello de CTXT
Gerardo Tecé 8/12/2024
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Esta pieza forma parte del libro CTXT, una utopía en marcha, en el que sesenta y siete firmas hablan sobre los primeros diez años de funcionamiento de la revista y su contexto político. Se puede comprar aquí.
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CTXT cumple diez años. Siendo ateo, reconozco que es un milagro. Díganme si no, qué palabra utilizarían para describir un proyecto periodístico basado en un modelo de negocio para echarse a reír. Oye, ¿y si, en plena época del muro de pago, damos todos nuestros contenidos en abierto? ¿Y si, en la era del clickbait, nosotros escapamos de titulares que buscan el clic fácil? Lo que pasó a continuación te sorprenderá: aquí seguimos una década después. Pobres, pero dignitos y coleando. Si tiene usted este libro entre sus manos algo de culpa habrá tenido en que hayamos llegado a este aniversario. A esta celebración en la que el cuerpo nos pide hablar de las maravillas de este medio de comunicación que entre todos hemos sostenido en el tiempo. De la calidad de sus artículos y del prestigio de los autores, de sus enfoques originales y sus análisis sosegados que aportan colesterol del bueno. De la cobertura que le damos a quienes menos voz tienen. De los compañeros de trabajo que tantas veces durante estos años han sido más familia que compañeros cuando las cosas venían mal dadas, o de una comunidad de lectores y suscriptores absolutamente anormal. Porque anormal es que financien este medio sin pedir nada a cambio, sin grandes ventajas sobre quienes nos leen sin pagar. Anormal es que, cuando nos equivocamos y mandamos un libro de más a sus casas, nos escriban para avisarnos del error y decirnos que ellos se hacen cargo de los gastos de devolución para que no desviemos un solo euro de nuestro objetivo: hacer periodismo. Cosas así pasan a menudo en CTXT y en esta celebración podríamos hablarles de lo que nos emocionan estos detalles y de mil cosas empalagosas. Pero yo, que respeto extremadamente al lector, sé bien que, cuando a uno lo invitan a un aniversario como este, no quiere ver las fotos acarameladas del viaje de novios, sino escuchar jugosos trapos sucios. Y allá vamos.
Cuando dentro de 40 años el periodismo finalmente se vaya al carajo, el número de clics logrados defina la verdad y Vito Quiles reciba el merecido premio Pulitzer, algunos nostálgicos de lo que en otro tiempo fue el oficio más hermoso del mundo buscarán de madrugada en la deep web información sobre qué era aquello de CTXT, ese proyecto romántico por vocación, anticapitalista por definición y de servicio público por convicción. Estoy aquí para evitar que lo idealicen. Para decirles que en CTXT no todo era tan bonito como parecía. Que en la redacción de CTXT no se escuchaba de fondo música clásica mientras se trabajaba, sino chillidos desquiciados si fallaba una ocasión clara el Atleti. En esta revista que tanto presume de valores democráticos, si alguno de sus periodistas se atreviera a confesarse madridista es probable que mañana mismo sufriera un despido inmediato que, para colmo, sería justificado como procedente. No ha pasado nunca porque directamente no hay periodistas del Real Madrid en CTXT. Miento. Creo que hay uno, pero el pobre evita hablar de fútbol del mismo modo que el negro de Vox evita recordar que viene de África.
Deben saber los estudiosos del futuro que este medio que ha hecho bandera de sus análisis reposados tiene como director a un señor con aspecto de embajador en París al que hay que sujetar entre cuatro cuando se calienta en redes sociales, cosa que sucede a menudo. Tras no pocas experiencias traumáticas en las que llegó a posar su dedo sobre el botón nuclear, se le han llegado a quitar las claves de la cuenta oficial de Twitter de esta revista. Prohibirle al director de un medio acceder a las redes oficiales del medio es, con total seguridad, un escenario inédito en el periodismo mundial. ¿Creen que todo es pasión por el análisis político y social? Eso es porque nunca han presenciado cómo un lunes por la mañana las editoras máximas de esta revista, guardianas de los estándares de calidad, se cortan las venas al grito de “yo no puedo con otro análisis de señoro, me quiero matar”. En CTXT cualquier mañana puede suceder que alguien avise de que la revista está caída porque nuestros servidores no son los de Amazon que digamos. ¿Se pone en marcha nuestro equipo de informáticos? Qué va. Una de las directoras adjuntas, que es periodista, pero también hackerpor algún motivo que nadie conoce y ella no cuenta, se pone a toquetear cosas indescifrables para un ingeniero informático y soluciona el problema con la misma facilidad con la que se podría tomar una cervecita en la playa de la Caleta. Y a otra cosa. Vivos de milagro, como decíamos.
En el día a día de esta revista, las conversaciones acerca de los artículos que van a ser publicados con rigor de BBC y elegancia de New Yorker se entremezclan con tengo que recoger al niño del colegio, espérate que tengo una gotera o se me ha roto el aire acondicionado. No es serio. Como no lo es que el nombre de ese grupo de Whatsapp de CTXT en el que se toman las decisiones editoriales jamás de los jamases se llame “Redacción CTXT”, sino que haya tenido una larga lista de nombres absurdos entre los que se encuentra –tome asiento, seguidor del periodismo de calidad– “Pollería Loreto”. Esto ha sucedido. Hemos debatido internamente sobre el auge del fascismo, los conflictos en el seno del feminismo o la urgencia climática bajo las siglas “Pollería Loreto” como si tal cosa. Si alguna vez un miembro de las cloacas del Estado utilizó el espionaje informático para seguir de cerca nuestras actividades subversivas, el día que vio que el principal flujo de información de esta revista circulaba por Whatsapp bajo el epígrafe “Pollería Loreto” se pidió la baja por depresión.
Para CTXT la visión de los jóvenes es una prioridad informativa. Al fin y al cabo son ellos quienes tendrán que gestionar lo que venga. Por ello buscamos continuamente la entrada de savia nueva en la revista. Dicho así suena bonito, pero, ¿y si les digo que en una reciente reunión entre esta revista y una de esas jóvenes periodistas dispuestas a aportar su prisma, el perro adjunto a dirección, un terrible caniche de unos 30 centímetros de altura, le asestó tremendo mordisco a esta chica ilusionada? Los problemas de la juventud son relativos. El acceso a la vivienda pierde importancia en cuanto el acceso a una vacuna antirrábica se convierte en prioritario. La periodista ya está vacunada y fuera de peligro, pero el caniche natural de Mijas, de nombre B.M.A. –lo estamos protegiendo mediante siglas para evitar la acción de la Justicia–, está sufriendo un severo castigo interno: no se le permite asistir a entrevistas de trabajo. Sí a las reuniones del Consejo Editorial formado por prestigiosos académicos que nos asesoran en asuntos clave. Con lo que fuma esa gente no apetece darles un mordisco.
El listado de trapos sucios es inmenso y los caracteres para denunciarlos son limitados. Aún así veamos el vaso medio lleno. A pesar de todos los despropósitos que ustedes acaban de conocer y muchos más que no conocen, hemos conseguido llegar hasta aquí. Gracias por acompañarnos. Han sido diez años estupendos y ojalá cumplamos juntos, como mínimo, diez más. Gracias por cuidarnos tanto y por querernos como somos: imperfectos, pero –creemos– buena gente.
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Gerardo Tecé escribe y forma parte del consejo editorial de CTXT desde 2015, y es autor del libro España, óleo sobre lienzo.
Esta pieza forma parte del libro CTXT, una utopía en marcha, en el que sesenta y siete firmas hablan sobre los primeros diez años de funcionamiento de la revista y su contexto político. Se puede comprar aquí.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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