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NEGLIGENCIA MEDIÁTICA

Muerte de un mantero

La cobertura del fallecimiento de Mahmoud Bakhoun, ahogado en el Guadalquivir mientras era perseguido por dos agentes, demuestra que los medios difunden acríticamente las versiones policiales

Joaquín Urías 31/12/2024

<p>Portada del <em>Diario de Sevilla</em> del 31 de diciembre de 2024.</p>

Portada del Diario de Sevilla del 31 de diciembre de 2024.

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Mahmoud Bakhoun era vecino de la barriada de Los Pajaritos, en Sevilla, desde hace años. Nació en Senegal, pero las circunstancias lo llevaron a emigrar hasta aquí. No era lo que ahora llaman “un ilegal”; tenía permiso de residencia y de trabajo en regla. Sin embargo, últimamente estaba desempleado y se buscaba la vida vendiendo camisetas en la calle. Lo que la gente denomina “un mantero”.

El 29 de diciembre estaba dedicado a ello junto con otros compañeros en la céntrica y sevillana avenida de la Constitución. Los vendedores fueron sorprendidos por unos agentes de la policía local; algunos abandonaron sus mercancías, pero Bakhoun hizo un hatillo con ellas y echó a correr perseguido por los agentes. Lo siguiente que sabemos con seguridad de él es que, quince minutos después, murió ahogado en el río Guadalquivir.

La policía local dio cuenta de su fallecimiento con una nota de prensa titulada “Dos agentes de Policía Local se lanzan a la dársena del Guadalquivir para tratar de rescatar a un joven que se acababa de arrojar al agua”. La heroica hazaña se matizaba en el cuerpo de la nota, indicando que se encontraron en el muelle con esta persona que “ante la presencia policial comienza a correr”. A continuación, según esta versión oficial, se mostró nervioso y “con intenciones de lanzarse al vacío”. Inmediatamente  se arrojó al agua, pese a que en ella demostró una “evidente incapacidad para mantenerse a flote”, según la jerga policial. Los agentes entonces intentaron rescatarle, pero no le encontraron.

Numerosos medios de comunicación recogieron acríticamente la versión policial

Ese mismo día, y al siguiente, numerosos medios de comunicación recogieron acríticamente la versión policial. Pasadas veinticuatro horas, ABC, El Diario de Sevilla, El País, la Cadena Ser, Cuatro y otros muchos titulaban que el joven había saltado al río mientras huía. Ninguno de ellos recogió la versión de los familiares y amigos de la víctima. A ninguno le pareció extraño que una persona que no sabía nadar decidiera saltar a un río helado ante la presencia de unos policías que no iban, siquiera, a detenerlo.

A ninguno de estos medios le saltaron tampoco las alarmas por el hecho de que, esa misma noche, amigos del fallecido acudieran a la comisaría para pedir explicaciones. De hecho, publicaron esas protestas como unos graves desórdenes, a pesar de que el único incidente reflejado fue que uno de los compañeros del mantero fallecido arrojó un objeto contra un cristal de la sede policial que quedó agrietado, siendo detenido por ello. Del incidente daba fe un vídeo grabado por los propios policías desde dentro, que fue difundido en primera instancia por las redes sociales de Vox. Algunos periódicos no dudaron en atribuir en el pie de foto las imágenes a ese partido ultraderechista, aunque era evidente su autoría policial. No les mereció ninguna reflexión.

Parece que el sistema de medios de comunicación español se basa en difundir acríticamente las versiones policiales, incluso cuando se refieren a daños sufridos por personas bajo su custodia o que iban a ser detenidas. En las redes sociales, centenares de ciudadanos, guiados por los titulares de la prensa, arremetieron contra cualquiera que pusiera en duda ese extraño suicidio o pidiera una investigación.

Sin embargo, el caso está lejos de ser tan claro. Al día siguiente, los portavoces policiales comenzaron a cambiar su versión. Primero, saltándose la protección de datos y el deber de secreto profesional, filtraron que el vecino fallecido había sido condenado una vez por atentado a la autoridad. Aunque la condena fuera antigua y a pesar de que el delito de atentado en nuestro país, desgraciadamente, a menudo esconde excesos policiales, los medios entraron sin dudar en esa campaña de desprestigio. Algunos, prácticamente, vinieron a decir que eso explicaba la muerte. Un diario con grapa llevó ese dato en grandes letras a su portada. Parecía que el haber sido condenado hace años por discutir con un policía fuera una causa de suicidio plausible.

Poco después, la policía local reconoció que en verdad no se tropezó con Bakhoun por casualidad como decía su primer relato, sino que lo estuvieron persiguiendo durante un kilómetro y medio hasta el río. Si a alguien le parece raro que la policía local de Sevilla persiga con diversos medios, en pleno dispositivo navideño, a un mantero durante tan larguísima distancia, a muchos periodistas, en cambio, les parece algo lógico y normal. Al fin y al cabo, su diligencia profesional como informadores no les impide ir difundiendo como buenas versiones contradictorias, mientras vengan todas de la policía.

No hay explicación a que fuera perseguido con tantos medios policiales durante una distancia tan larga

Sin embargo, poco después la autoridad policial vuelve a cambiar su relato y saca a la luz que el joven no se arrojó al río desde el puente, sino que se colgó durante “minutos” de unos postes para amarrar barcos, desde donde cayó al agua.

A partir de ahí el asunto está lleno de interrogantes para todos, menos para la prensa. Nadie dice que Bakhoun fuera arrojado al río por la policía, pero no hay explicación al hecho de que fuera perseguido con tantos medios policiales durante una distancia tan larga. Tampoco está ya claro si saltó de un puente, como decía la primera versión, o se cayó por no poder aguantar más, como insinúa la tercera. Incluso creyendo la última explicación policial no sabemos cuántos minutos realmente estuvo esta persona colgando de un amarre sobre el Guadalquivir, ni cómo fue auxiliado en ese momento. Hay dudas incluso de si los policías se arrojaron al río inmediatamente o una vez que el cuerpo se había hundido. En fin, que la heroica acción policial pudo ser en verdad una suma de negligencias que terminaron con la muerte de una persona. O no. Sin una investigación profunda es difícil dar respuesta a tantos interrogantes.

Entre tanto, sin embargo, nuestros medios de comunicación deberían reflexionar acerca de cuál quieren que sea su papel en la sociedad. Pueden ser el perro guardián que vigila al poder y pone en evidencia sus excesos, o convertirse, simplemente, en portavoces acríticos del poder que se limitan a dar difusión a sus mentiras. Desde luego, si nuestros periodistas no se cuestionan las notas oficiales, no dan espacio a las versiones de todos los implicados en cualquier hecho y no señalan las contradicciones de la historia oficial, están destinados a lo segundo.

Los periodistas serios y comprometidos existen. Conozco a demasiados buenos periodistas, de los que no publican sin contrastar, como para conformarme con este nuevo mundo. Mahmoud Bakhoun era una persona abnegada, dispuesta a trabajar en lo que fuera para poder mandar dinero a su familia. No era el tipo de persona que ve a un policía y se tira desde un puente aunque no sepa nadar. Seguramente algunos periodistas creen que ser negro y africano es explicación bastante para cualquier irracionalidad si lo dice la policía. La realidad es, sin duda, mucho más complicada, y necesitamos saber de verdad qué le pasó a este vecino de Sevilla. La duda es: ¿hay alguien dispuesto a contarlo?

Mahmoud Bakhoun era vecino de la barriada de Los Pajaritos, en Sevilla, desde hace años. Nació en Senegal, pero las circunstancias lo llevaron a emigrar hasta aquí. No era lo que ahora llaman “un ilegal”; tenía permiso de residencia y de trabajo en regla. Sin embargo, últimamente estaba desempleado y se buscaba...

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Autor >

Joaquín Urías

Es profesor de Derecho Constitucional. Exletrado del Tribunal Constitucional.

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  1. pablo-luis-plo-alonso

    Dispuesto a contar ¿qué?, señor Urías. Usted lo dice: "numerosos medios de comunicación recogieron acríticamente la versión policial". 1) Son muchos los medios que informan mal, informan sin el menor rigor periodístico, no se molestan en contrastar datos, versiones o informes de parte; 2) Me pregunto si el problema está sólo en la capacidad de los "periodistas acríticos" que trabajan en esos medios o, como se afirma habitualmente, en los medios en sí (o en ambos) que lamen la mano de quien les da de comer y atosigan, hostigan y reprimen a los periodistas, al fin y al cabo éstos están en una empresa que está "obligada" a dar beneficios y en consecuencia ha de controlar a sus trabajadores; 3) Lo cómodo en el oficio periodístico, urgidos por la urgencia de las noticias, es ir a la fuente de información más habitual y publicar lo recogido, total se cumple con el papel de "informar" y los lectores-oyentes-televidentes nos lo tragaremos porque también somos acríticos; 4) ¿Quién va a tirar piedras contra su propio tejado?, ¿daría la policía una información que le incriminase?, ¿quién no va a creer a la policía que, dicen, está para guardar el orden establecido?, recoger la información de la policía y a la vez criticar dicha información ¿no puede ser peligroso? Son muy numerosos (no se si hay algún "Obervatorio de las actuaciones policiales" que lo acreditase) las actuaciones que, con error o sin él, han perjudicado hasta con la vida a bastantes ciudadanos, ni quienes tienen que velar por la correcta actuación policial, ni quienes tienen que juzgar sus actuaciones, ni tan siquiera buena parte de la población, somos capaces de enfrentar esas actuaciones policiales. Y es que es lamentable, pero, hoy en día, el cuerpo de la policía, en su conjunto, se aproxima más a un sistema totalitario que a las funciones de velar por la ciudadanía. Velar por la ciudadanía es tener una actitud de observación y servicio, lo otro es tener actitudes de prepotencia totalitaria.

    Hace 2 días

  2. manuel-ruiz-4086

    Esta pasada semana, caminaba por la avenida de la Constitución de Sevilla y un grupo de personas todas negras, corrían llevándose consigo sus pertenencias que tenían extendidas en sábanas blancas sobre el piso. Serían unos ocho y ahora me acuerdo de ellos leyendo la triste noticia. No hay derecho a que ocurran estos hechos totalmente evitables y se debería aclarar todo. Pero mucho me temo, que el corporativismo judicial y policial no ayudará en nada. Mención aparte de la infausta ley mordaza. Y qué decir de la prensa regada con subvenciones estatales y partidista. No tenemos defensa. Mi sentido pésame a la familia y amistades de Mahmoud.

    Hace 3 días

  3. jmfoncueva

    No me extraña lo más mínimo que no haya nadie dispuesto a contar lo que, posiblemente, más de uno vio. Si estaba vendiendo camisetas, sería en un horario en que hubiese bastante gente por la calle, pero la indiferencia de muchos, alentada por nuestros racistas patrios, totalmente inconscientes estos de que nosotros no somos, a los ojos de los guiris, nada de blancos y, por otro lado, esa ley mordaza que Sánchez afirmó derogar el primer día - mentira, Pedro - que considera la palabra de un policía cualquiera como un dogma de fe, desaniman a cualquiera. He tenido el honor de ser invitado por senegaleses a la celebración en un domicilio familiar de la fiesta del cordero. Al año siguiente no podía ir y me trajeron la comida a mi casa. Son, en su mayoría, gente esbelta que no bebe alcohol, casi ninguno fuma y, y esto es lo que importa, amables en grado sumo. Recibo con dolor esta noticia, de la que no sabía nada, y constato, una vez más, que el diario de la grapa es el máximo exponente de la ranciedad más extrema de España. Ahí se pudra toda esa gente mala. Esos hipermusculados, hipertatuados y rapados, que filtran a sus amigos de Vox las fotos (Tras esa filtración seguro que no corre ninguna toga). Mi más sentido pésame para toda esa buena comunidad, a la que tanto aprecio, y mi absoluta desconfianza en que se aclare el caso. Mientras, seguirán tiznando a algún capullo para que haga de Baltasar en los actos públicos. No olvidemos a Mahmoud. Salud y paz para la buena gente, para toda ella, del color que sea y sueñe en la lengua que sueñe. Mal acabamos el año.

    Hace 4 días

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