Procesando el yuyu
Lo de EEUU
Son empresarios-Estado, tratados como Estados por los Estados, que por fin hacen la política que soñaron, sin regulaciones de ninguna índole. Estas cosas, el abandono de todo contrato social, suelen acabar mal
Guillem Martínez 22/01/2025
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1- La ceremonia de investidura –¿de coronación?– de Trump ha tenido la función para la que fue ideada: la creación de confusión. Absoluta y exitosa, de manera arrolladora. O, al menos, la prensa USA, europea y española, no se aclara –muy justificadamente, por otra parte– en el trance de fijar, en todo este laberinto de palabras y de decretos, cuántos decretos firmó, de manera efectiva, Trump a lo largo del día. Lo que nos lleva a la pregunta del millón, dos puntos, ¿qué pasó ese día?, ¿qué se decretó? y ¿qué explica todo eso?
2- En primer lugar es preciso establecer el género de lo vivido. Lo vivido fue la emisión de decretos presidenciales, si bien dramatizada. En lo que es un nuevo género. Teatral, no político. En política, lo que pasó fue, sencillamente, la firma de decretos, algo que el presi podría haber hecho de manera discreta y en, pongamos, la privacidad del WC Oval, si es que eso existe. Pero se decidió lo contrario. Se dividieron las firmas de los decretos en dos momentos dramáticos. A saber: a) un primer pack de firmas de siete órdenes ejecutivas en una cancha deportiva –vuelve el estadio, amiguitos– con olor de multitudes, en una especie de despacho de atrezo, colocado en un escenario, y con la familia imperial detrás, hierática, en la forma en la que aparece esculpida en el Ara Pacis de Augusto, el primero de los emperadores. Y, b), un segundo pack de 19 firmas en el interior de la Casa Blanca, mientras Trump hablaba solo –en modo toy-cazando-moscas–, o con los periodistas convocados. Tanto a) como b) tenían el sentido, supongo, de visualizar, de hacer vivir la emisión de leyes como algo que no sucede en el Capitolio, sino que es una iniciativa presidencial, no sujeta a ninguna ley, y que llega a la sociedad a través del propio presidente, o a través de periodistas acólitos.
3- Lo legislado por el presidente fue, en efecto, una catarata legislativa. Apabullante. Y, por ello, difícil no ya de intelectualizar, sino de inventariar. Como todas las cataratas, lo legislado fue también algo caótico, desprovisto de orden y de inteligencia, al punto de que lo legislado participaba, en ocasiones, de la ilegalidad, de la alegalidad, de la reiteración, de la propaganda sin aplicación real, de la anécdota y, a veces, del cambio legal efectivo.
4- Es difícil explicar lo decretado. The New York Times (TNYT), en un buen resumen, funcional, efectivo, interpreta que el caso de la cosa es revertir las políticas Biden y un cambio de rumbo en tres temas: migración, medioambiente y diversidad. El intento de este artículo no desdice esa opinión, sino que aporta otra: la aludida búsqueda de confusión y la improvisación legislativa, si no absoluta, sí notoria. El trumpismo sabe lo que quiere, sin duda. Y no está claro que quiera, o que tan siquiera haya meditado, todo lo que lo legisló hace unas horas. ¿Qué legisló en verdad Trump en todos sus decretos? Menos de lo aparentemente legislado. Diría que lo que sigue.
5- En primer lugar, se comió con patatas 78 órdenes ejecutivas de Biden, incluida la veintena de decretos que emitió en el último mes. Trump, vamos, se peló la protección de áreas marinas, la exclusión de Cuba como Estado terrorista, así como todo un pack de medidas para garantizar y proteger la diversidad, la igualdad, la cosa LGTBIQ y la cosa género. Zas. Se trata, en fin, de una decálogo, ciertamente efectivo, emitido en el Sportpalast –el locusfavorito de Goebbels– ante la multitud, que aplaudió pidiendo la guerra total contra Biden. Las dos partes del acto, más que legislar, parecía que querían dibujar, con decretos, el bidenismo, ese sanchismo americano. La ceremonia americana, por lo mismo, nos explica cómo sería, snif, la española.
6- Trump decretó también la congelación de contrataciones –hasta que el Departamento de Eficiencia Gubernamental/Musk abra la boca de la cara–, así como una congelación regulatoria para la vida y la economía. El mensaje era: aquí no va a regular ni el gato –ya veremos cómo se formula esto y hasta qué punto–. También decretó el fin del teletrabajo de los funcionarios.
7- Se decretó la lucha non stop contra la inflación. Así, a bulto, sin enumerar medida alguna y culpando de esa dinámica postpandémica mundial a Biden.
8- Se decretó abandonar los acuerdos de París. Lo que es una reiteración de la cosa antirregulación del punto 6. Vendrán más, no se lo pierdan.
9- Se decretó que el Gobierno no censuraría, y que velaría por la libertad de expresión. Algo, por otra parte, fijado en la ConstituciónZzzzz. En el mismo decreto –ay, uy– se dibujaban los bulos como una de las regiones de la libertad de expresión/socorro.
10- Se decretó el fin de la persecución política. Esto, que está garantizado en la Constitución, sirvió también para decretar la investigación de los investigadores de Trump en el pasado. Vamos, que, vía decreto, Trump se garantiza lo que el TS español puede hacer, a pelo, sin decreto alguno, con el fiscal general cuando investiga a un delincuente confeso relacionado con el PP.
11- Se decretó el fin del derecho de asilo. Se cancelan todas las peticiones al respecto por un tiempo. Veremos cuánto.
Queda declarada la “emergencia fronteriza con México”. Lo que permite movilizar al Ejército, seguir construyendo el muro y construir campos de concentración
12- Se decretó el cambio de los topónimos del Golfo de México y del Denali –el pico más alto de EEUU, en Alaska–. Se informó que se irían cambiando nombres, sin prisa, pero sin pausa. Estas medidas son de consumo interno / propagandísticas / es difícil que traspasen las fronteras de EEUU.
13- Indulto general o, en caso de pasote, cambio de condena, para los implicados en el asalto del Capitolio –más de 1.600 personas; se dice rápido–.
14- Creación de un nuevo tipo de funcionario –llamado Schedule F–, con menos derechos y sensible de ser despedido en caso de no ser fiel al Ejecutivo.
15- Queda declarada la “emergencia fronteriza con México”. Lo que permite a) movilizar al Ejército, b) seguir construyendo el muro fronterizo –olvidado ya cuando Trump 1.0; Biden, de hecho, construyó más muro que Trump, me apuntan; Steve Banon, el gran ideólogo del muro, recordemos, fue al trullo por quedarse con parte de la pasta destinada a esa obra; plan-plas-plas–, c) construir –glups– campos de concentración, el uso de drones y el transporte de inmigrantes. El tema inmigración, sumamente desordenado, aparece en varios decretos. Lo que es el sello de la improvisación.
16- Se decreta que se decretará –o se legislará; hoy no, mañaaaaaana; esa fórmula aparece mucho, ya verán– el sellado de la frontera sur, para “mantener la soberanía, integridad y seguridad de los EEUU”. La inmigración queda definida como delito. ¿Les parece escandaloso? Lo es. Si bien en Europa a la frontera sur se le llama Franco Sur –una definición aún más militar–, y también se habla del “tráfico de personas” –aquí no existe inmigración, sino eso– como actividad delictiva.
Se decreta la emergencia energética. EEUU produce petróleo como para una boda. Lo que indica que esto es para agilizar los permisos para nuevas perforaciones
17- Se decreta el fin de la regulación medioambiental –otra vez–, y se proclama la Edad de Oro de los hidrocarburos. Se emite también un ataque al coche eléctrico –uno de los negocios de Musk; aquí va a haber tomate–. Es, literalmente, “el fin del mandato del coche eléctrico”.
18- Fin, para la inmigración, del acceso a la ciudadanía por derecho de nacimiento. Lo que es algo imposible, en tanto está protegido por la 14ª enmienda. A ver si lo consiguen y cómo. Se baraja hacerlo a la española, por cambio de interpretación del TS –el TC de allá–.
19- Se decreta que el fiscal general “pedirá pena de muerte siempre que sea posible”. Wala. En otro decreto –otra vez el desorden, la improvisación–, se garantiza que los Estados ejecutores de pena de muerte dispongan de un “suministro suficiente” de fármacos para la inyección letal.
20- Se decreta la emergencia energética. Algo sorprendente, pues hoy EEUU produce petróleo como para una boda y el precio de la gasolina es bajo. Lo que indica que todo esto es, simplemente, para agilizar los permisos para nuevas perforaciones. En otro decreto se permite perforar santuarios naturales en Alaska.
21- Se decreta la moratoria para la ayuda humanitaria. Por 90 días. Luego, ya veremos.
22- Decreto para que la cosa “América Primero” sea el llenapistas de la política exterior –como siempre en un Estado, por otra parte–. Lo que es, por otra parte, un preciosismo, sin desarrollar.
Abandono de la OMS. Lo que supondría una carnicería, en caso de otra pandemia
23- Creación de DOGE, el Departamento de Eficiencia de Musk. Su objetivo es la modernización tecnológica –y de los programas informáticos federales, lo que puede suponer el negocio en este negociado; hace escasas horas se ha anunciado, de hecho, un gasto de 500.000 millones de dólares en IA, que sería creada por diversas empresas; la de Musk sería una de ellas–. Esa oficina, ministerio, o lo que sea, será, parece, fundamental para la emisión de propaganda, al punto que se anuncia que su trabajo –la refundación del Estado– será culminado el 4 de julio de 2026, 250 aniversario de EEUU, el nacimiento de un nuevo EEUU.
24- Se decreta que en EEUU solo hay hombres y mujeres. Es decir, se decreta el borrado de personas trans y de otras identidades de género. En otros decretos se fija, nuevamente, que la Federación no participará –ni emitirá gasto alguno– de los conceptos igualdad, diversidad o inclusión.
25- Abandono de la discriminación positiva –por color de la piel, sexo o religión– en la contratación de funcionarios. Lo que es otra legislación, desordenada, para funcionarios. En otro decreto se accede a otra: se represalia a 51 funcionarios de inteligencia, acusados de haber colaborado en la derrota de Trump en 2020.
26- Fin de los programas para refugiados. Otra vez algo espectacular, si bien se trata de una moratoria de 90 días. En otro decreto se crea la fórmula ‘Quédate en México’: en caso de solicitud de asilo, el solicitante debe permanecer en México hasta que se diga lo contrario.
27- Se prorroga la existencia de TikTok. Unas horas después de ese aplazamiento por decreto se tiene conocimiento de la posibilidad de que la empresa sea comprada, para el dominio EEUU, por Musk, ese filántropo.
28- Abandono de la OMS. Lo que supondría una carnicería, en caso de otra pandemia. Iban a morir igual, etc.
29- Más sobre migraciones: primacía plástica –veremos si operativa– de la deportación, esa disciplina en auge. Importante: penalización, en la forma de retirada de fondos federales, para las ciudades poco beligerantes con la inmigración.
30- Decreto, poco nítido, que parece apostar por el veto de entrada a EEUU para determinadas nacionalidades. Se apunta a países de mayoría musulmana.
31- Decreto, nuevamente ambiguo, que aboga para que los cárteles sean considerados como organizaciones terroristas. Se fijan 14 días para ello. Otra vez se decreta que se decretará.
32- Se decreta la ampliación del grupo que accede a la información confidencial del Estado. Veremos el porqué de ello demasiado tarde, supongo.
33- Se da marcha atrás al acuerdo de Biden con la OCDE, que fijaba los impuestos a las multinacionales en el 15% de sus beneficios.
Los aranceles para China crecerían un 10%, y para Canadá y México un 25%
34- Se decreta el América Primero en la política comercial. De manera sumamente contradictoria. Así, a) los antiburócratas crean una nueva burocracia –una Agencia Tributaria paralela, para recaudar aranceles–. Y b) se anuncia la revisión de los acuerdos con China, Canadá y México –UE no aparece; lo que significa nada en un texto improvisado–, si bien no se dice nada al respecto de lo prometido en campaña: que los aranceles para China crecerían un 10%, y para Canadá y México un 25%. Todo era mentira. O política, como dice el trumpismo en Catalunya.
35- Se decretan trasvases fluviales en California, para “poner a la gente por delante de los peces”. Quédense con esa frase. La oiremos por aquí abajo en caso de que PP cuelgue al Gobierno.
36- Cambios en el Consejo de Seguridad Nacional. Veremos la razón de ello demasiado tarde, etc.
37- Se decreta que los edificios federales deberán ser bonitos. Como defendía, en otra época y lugar, Speer.
38- Se regulan obligaciones y –a la baja– responsabilidades de los altos cargos de la administración.
39- Se decretan trabas a la energía eólica.
40- La bandera no deberá permanecer a media asta en ningún Estado hasta el lunes.
41- En efecto, como apunta TNYT, entre la opereta se dibuja, con mayor o menor nitidez, la cosa migraciones, la cosa diversidad y la cosa medioambiental. Pero más aún la cosa negocios –extracción de hidrocarburos y negocios a la sombra del Estado, que precisan ser Estado, como la renovación de programas informáticos de la Federación–, y la construcción de un Estado no neutral, a través de funcionarios no neutrales.
Para el líder lo importante es la creación de líderes libres ante la ley, la opinión, la fiscalización. Es el nacimiento de una oligarquía
42- El ‘América Primero’ de Trump, que queda por definir en política exterior, es posible que no sea más que el ‘Interés Nacional’ de Kissinger, aquella brutalidad sostenida y continuada. Veremos. Los decretos, en fin, dicen, dibujan poco. Lo que invita a recordar a Kissinger y su ‘Interés Nacional’, ese concepto indetallable, inconfesable.
43- En la confusión creada prima el nacionalismo. Esto es, otra vez, la confusión. Aún más confusión, por tanto. Y la contradicción. En el acto en el Sportpalast, por ejemplo, se habló de la lucha de EEUU en –sic– dos guerras mundiales contra el fascismo –“y el comunismo”, agregó Trump–, a la vez que Musk emitía saludos nazis. Todo cabe. Todo está permitido. La libertad de margen es absoluta. Para el líder. Quizás lo importante es eso. La creación de líderes libres ante la ley, la opinión, la fiscalización. Es el nacimiento de una oligarquía. No son los Krupp, empresarios que se meten en política para garantizar beneficios. Son empresarios-Estado, tratados como Estados por los Estados –por ejemplo, por la UE; es un fenómeno planetario–, que por fin son Estados y hacen la política que soñaron en su pequeño mundo imaginado, sin regulaciones de ninguna índole.
44- No sabemos nada de ese Estado. Salvo que algún día la bandera de México o de Canadá –es una metáfora– ondeará en las ruinas de su Reichstag. Estas cosas, el abandono de todo contrato social, suelen acabar mal, en fin.
1- La ceremonia de investidura –¿de coronación?– de Trump ha tenido la función para la que fue ideada: la creación de confusión. Absoluta y exitosa, de manera arrolladora. O, al menos, la prensa USA, europea y española, no se aclara –muy justificadamente, por otra parte– en el trance de fijar, en...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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