Tiempos disruptivos
El pensamiento disruptivo está en el ADN de toda 'startup' de la era digital, y ese nuevo modo de pensar e innovar se transfiere a todos los sectores: transporte, educación, política, finanzas...
Carlos Fresneda 13/01/2015
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“No intentes cambiar un sistema, construye uno nuevo que haga que el anterior se vuelva obsoleto”
(Richard Buckminster Fuller)
Vivimos en tiempos disruptivos. Estamos inmersos en una crisis económica que es más bien una crisis sistémica, acelerada además por la revolución tecnológica. Curiosamente, el Diccionario de la Real Academia se resiste a aceptar aún la palabra disrupción, y prefiere remitirnos a disfunción, disyunción o irrupción (no es lo mismo).
Por lo menos el adjetivo sí está aceptado, y a él nos remitimos. Disruptivo: “que produce una ruptura brusca”. Y no sólo eso: la ruptura es al mismo tiempo amenaza y apuesta. Caos, confusión. Superación, separación. Punto y aparte. Desbaratar lo establecido. Purgar lo desfasado y viejo. Abrazar lo rabiosamente nuevo.
Algunas de las atinadas definiciones pertenecen a Eduardo Archanco, que ha escrito largo y tendido sobre la disrupción en elespectadordigital.com. Al fin y al cabo, nos recuerda Archanco, la humanidad ha evolucionado muchas veces a golpe de ruptura repentina, como la causada por la invención de la rueda, por la máquina de vapor o por la televisión, por no hablar de la irrupción masiva de los ordenadores o del advenimiento de Internet.
Ya puestos, una de las tecnologías más disruptivas de la Historia fue sin duda la honda de David. Recalca Archanco cómo en el 90% de las ocasiones es el gigante quien aplasta al enano, pero en el caso que nos ocupa es Goliat quien acaba disrupcionado (aunque a la Real Academia le cueste reconocerlo).
En cualquier caso, el concepto de “innovación disruptiva” no se popularizó en inglés hasta finales de los 90, cuando fue acuñado por el profesor de la Universidad de Harvard Clayton Christensen en The innovators’ dilemma. Hasta cierto punto, se trata de una puesta al día de la idea de la destrucción creativa, popularizada medio siglo antes por el economista austriaco Joseph Schumpeter, que lo definía como "el hecho esencial del capitalismo".
Frente a la idea de innovación evolutiva, que es la que siguen practicando la mayoría de las empresas, la innovación disruptiva apuesta por un nuevo modelo, frecuentemente apoyado en una nueva tecnología que convierte lo que existía antes en algo obsoleto. Lo ocurrido en el mundo de la música, con la agonía de los CD y otros soportes ante las nuevas maneras de distribuir la música vía Internet, es tal vez un ejemplo bien notorio.
En su libro Digital Disruption, James McQuivey pone al día el concepto y nos habla de las nuevas herramientas y plataformas, impulsadas por la última generación de "disruptores" que están causando ya un marasmo sector por sector. Al fin y al cabo, la música y la comunicación no han sido más que la punta del iceberg.
El pensamiento disruptivo está en el ADN de toda startup de la era digital, y ese nuevo modo de pensar e innovar se va transfiriendo por vasos comunicantes a todos los sectores de nuestra sociedad: desde el transporte a la educación, pasando por la política y por las finanzas.
Podríamos remontarnos a la disrupción causada por Google, por Facebook, por Twitter o por Skype, aunque vamos a centrarnos en dos bien recientes y asociadas a lo que se ha dado en llamar la economía colaborativa: Airbnb y Uber.
Desde su creación en el 2008 a partir de un colchón inflable en San Francisco (de ahí el nombre), Airbnb se ha convertido en la plataforma mundial por excelencia de alquiler de casas entre particulares, con 800.000 propiedades en 192 países. Su auge ha puesto contra las cuerdas a la industria hotelera, que ha impulsado campañas en contra del repentino rival en las grandes ciudades.
Más disruptivo y espectacular aún ha sido el despegue de Uber, la aplicación que conecta directamente a pasajeros y conductores. En apenas dos años, ha logrado movilizar a los taxistas de Londres y París, de Madrid y Barcelona, y de prácticamente todas las capitales del mundo, temerosos de quedarse en la cuneta. A finales de año, suspendió temporalmente, “por imperativo legal”, su servicio en España tras una sentencia judicial que instaba a la empresa al cese de actividad.
Llegados a este punto, y en medio del torbellino en el que estamos, conviene tal vez hacer un alto en el camino y preguntarse: ¿A quién beneficia la innovación por la innovación? ¿Estamos asistiendo realmente a un cambio del que todos podamos beneficiarnos? ¿Acaso la disrupción no es la máxima expresión de la competencia a ultranza?
“Vivimos efectivamente en tiempos disruptivos, y esto no ha hecho más que empezar”, advierte Ken Webster, organizador del Festival de la Innovación Disruptiva, celebrado el pasado otoño bajo los auspicios de la Fundación Ellen MacArthur. Con títulos como Acelerando la transición a la economía circular, La Revolución de los Recursos o Disrumpir o morir, está claro por dónde fueron los tiros del popular festival on line…
Admite sin embargo Webster que el énfasis en la disrupción no tiene por qué hacernos caer en la espiral del novismo, la novedad por la novedad, espoleada por el usar y tirar de la cultura hiperconsumista.
“Lo que necesitamos son nuevas narrativas que puedan ayudarnos a canalizar un cambio positivo con todo lo que está ocurriendo”, asegura Webster. “Vivimos en un sistema que se vive de la explotación de recursos finitos y depende básicamente de una gestión de la escasez. El único y verdadero cambio de paradigma, a todos los niveles, ocurrirá si le damos la vuelta a la tortilla y creamos un modelo que gestione la abundancia”.
En el mismo barco navega Javier Creus, fundador de Ideas for Change, miembro de la comunidad de OuiShare y de la Open Knowledge Foundation. “Ha llegado el momento de repensarlo todo”, sostiene Creus, tendiendo puentes entre la vieja economía y el economía digital. "Estamos ante un nuevo modelo económico que afecta a los tres pilares del sistema: el capital, los recursos humanos y los recursos materiales”.
Disrupcionador a su manera, Creus ha estudiado 50 empresas que crecieron más de un 50% entre 2008 y 2012, y a su descubrimiento lo ha llamado “la fórmula del pentagrowth”. Habla Javier Creus de las cinco palancas del crecimiento acelerado, y a ellas se remite a la hora de aconsejar a las viejas compañías para que no se queden atrás: la capacidad de conectar (Connect), el modo de construir el inventario (Collect), el empoderamiento de los usuarios (Empower), la capacitación de otras empresas para que hagan negocios contigo (Enable) y la disponibilidad para compartir conocimiento abierto (Share).
“La disrupción son los cambios que no sabemos ver hasta que, lamentablemente, es demasiado tarde”, asegura Creus. “Ninguno de los que transportaban especias a precio de oro porque creían que conservaban los alimentos supieron pasarse a tiempo al transporte de hielo: estaba fuera de su radar. Pero tampoco ninguno de los que transportaba hielo se pasó al negocio de las neveras, y así sucesivamente hasta hoy”.
“Sólo vemos lo que esperamos ver”, advierte el fundador de Ideas for Change. “Lo que llega desde otro sitio, lo que crece de forma exponencial, lo que no es comparable a lo que conocemos se nos escapa”.
“Desde que se formulara la Ley de Moore por la cual la potencia de los procesadores se multiplicaría por dos cada dieciocho meses, todo lo que toca un microprocesador pasa a regirse por la misma ley y adopta desarrollos exponenciales”, asegura Creus. “Nosotros mismos, conectados en red, somos capaces de compartir lo que sabemos y generar la enciclopedia de referencia, con sus virtudes y sus defectos; o compartir un millón de viajes de coche en Europa en una sola plataforma (…). Pero también los robots avanzan a esta velocidad, igual que el coste de descifrar el código genético, o el de las placas solares de igual potencia”.
Los cambios disruptivos, según Creus, están más allá del concepto de competencia y “crean su propio espacio, generan inercia y aceleran hasta ser, en muy poco tiempo, el nuevo estándar. Los gigantes son grandes, pero también vulnerables; muchos sufren una enfermedad que les impide ver muy bien de lejos. Un blanco fácil para cualquier pastorcillo bien armado…”.
Desde la Universidad de Cambridge, John Naughton, autor de A brief history of the future, pone sin embargo el contrapunto y utiliza lo que está ocurriendo con Uber como advertencia contra la promesa de la Tecnoutopía (que por cierto ha sido también el tema de otra conferencia orquestada en Nueva York por el crítico social Jerry Mander, autor de En ausencia de lo sagrado).
Sostiene Naughton que Uber ha triunfado, entre otras cosas, porque los medios se han esforzado en presentarlo “como ejemplo del cliché de la innovación disruptiva que acuñó Clayton Christensen”. Naughton reconoce la “novedad” que introduce la plataforma, que permite al usuario tener un servicio económico de taxi haciendo “clic” en el teléfono móvil.
Pero en el fondo, asegura, estamos ante un nuevo intermediario que funciona bajo los esquemas del “capitalismo digital” que impera en Silicon Valley y cuya filosofía económica “encaja en los principios del neoliberalismo a toda costa”, sin tener en cuenta el impacto social, las necesidades humanas o las peculiaridades locales.
Vivimos en tiempos disruptivos, con una desigualdad económica creciente, con una precariedad ubicua y con un desempleo rampante. El viejo modelo está haciendo aguas ante nuestros ojos y el nuevo modelo que está emergiendo amenaza con llevarnos por delante. ¿Sabremos adaptarnos a tiempo?
El dilema de los innovadores (The innovator dilema). Cuando las nuevas tecnologías pueden hacer fracasar a las grandes empresas. Clayton Christensen. Ediciones Granica. Buenos Aires, 1999. The Innovator's Dilemma: When New Technologies Cause Great Firms to Fail. Clayton Christensen. Harvard Business Review Press, 2013.
Digital Disruption: Unleashing the Next Wave of Innovation. James McQuive. Amazon Publishing, 2013.
A brief history of the future: The origins of the Internet. John Naughton. W&N.
En ausencia de lo sagrado. Jerry Mander. Traducción de Ángela Pérez. Jose Olañeta Editor, 2008. In the Absence of the Sacred: The Failure of Technology and the Survival of the Indian Nations. Jerry Mander. Sierra Club Books, 1992.
“No intentes cambiar un sistema, construye uno nuevo que haga que el anterior se vuelva obsoleto”
(Richard Buckminster Fuller)
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