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Las cosas son de quien las describe. En estas líneas les paso un par de descripciones del Régimen del 78/la cosa. Me temo que, a grandes rasgos, son las dos descripciones que existen en el mercado. Ponderar la robustez de una u otra descripción puede orientar sobre cómo está el mercado. En otro orden de cosas, les invito a disfrutar de este párrafo que ahora mismo está leyendo. Es el más corto.
Et in arcadia ego. El Régimen nace como superación pactada del franquismo. Es un paso que va de la ley a la ley. Aunque, por otra parte, eso pasa siempre, incluso si invades Polonia. En todo caso el caso español fue y es un éxito. Antes, nunca jamás se había dado que bandos beligerantes se dirigieran la palabra por aquí abajo. Si bien eso ha provocado una depuración absoluta de los temas sobre los que se dejó de hablar muy tempranamente. El éxito del Régimen está en su génesis. Un sistema de pactos entre dirigentes, copados por su sentido de responsabilidad histórico. Al resultado de ese pack de pactos se le llama espíritu de la Transición. Ese espíritu es superior a lo pactado. Explica lo que es un pacto, cómo hacerlo y, más importante aún, cómo no hacerlo. Es un espíritu de superación de dificultades, que engloba a la democracia española. Atacarlo o superarlo no es democrático. Criticar a las instituciones o, en ocasiones, simplemente informar sobre ellas, va contra ese espíritu. Las instituciones de las que nos hemos dotado son frágiles, y no hay que erosionarlas. Por eso, por ejemplo, no se sabe lo que cobra un diputado exactamente, o el presupuesto efectivo de la Casa Real. Hay que ir con pies de plomo, y procurar conservar esas instituciones democráticas que tanto sacrificio nos costaron. La Monarquía es una de esas instituciones democráticas que tanto sacrificio nos costaron. No es democrático ni responsable criticar las instituciones. ETA lo hacía. Por lo que criticarlas es ETA. El Régimen del 78 trajo la democracia. Una democracia imperfecta, como todas. Si todas son imperfectas, carece de interés intensificar la observación hacia esta, que es, lo dicho, un éxito. Bueno, eso sí, algún día se tendrá que reformar el Senado. Hay tiempo. También, muy importante, el Régimen del 78 trajo el Bienestar. El texto constitucional lo consagra. Parafraseando a la Constitución de la RFA. La Constitución española afirma que para el Bienestar el Estado empleará todos los recursos. En 2012, en medio de una crisis económica radical, se reformó la Constitución. Es sorprendente la reforma de un objeto irreformable. En su día se argumentó que no es tan sorprendente, que obedecía al espíritu de la Transición, que era un ejercicio de responsabilidad y unidad. Con la reforma, el Estado pasó de garantizar el Bienestar a garantizar el pago de deuda a los acreedores. Parece un cambio radical. Pero no lo es. Si lo fuera, los medios lo hubieran dicho. No lo han dicho, por lo que la reforma no invalida los éxitos anteriores ni, menos aún, los futuros, que algún día llegarán a un pueblo responsable, que sabe esperar. Ese cambio, que no es radical, no lo pidió ninguna institución externa. Sí, el FMI y Merkel hablaron con ZP al respecto. ZP también recibió una llamada de Obama. Lo explica ZP en sus memorias. Pero la Constitución se reformó para dejar claro nuestro compromiso con Europa. Italia, Grecia, Portugal, no lo hicieron. Puede haber alguna diferencia cultural, en efecto, con esas democracias. O no. Simplemente, nuestro compromiso con Europa es, en efecto, mayor. Últimamene sí, hay problemas. Se trata de visiones y opiniones emitidas por personas que no vivieron la Transición. Por lo que no son importantes. También hay problemas emitidos desde Catalunya, por personas poco formadas o antidemocráticas, que no entienden que la soberanía nacional recae en el pueblo español, que no vive allí. Por lo que tampoco son importantes. Algunas voces, dentro del trade mark pueblo español, hablan de una reforma constitucional. Se trataría de adaptar el texto a la reforma exprés, garantizar que una mujer puede ser Jefe de Estado. También se hablaría de dar un giro federal, de baja intensidad, a la territorialidad. En 35 años de éxito democrático no se han detectado, de hecho, otros problemas. Sí, ha habido corrupción. Se trata de conductas individuales y condenables. La corrupción, en fin, es una lacra mundial.
La ruptura. El Régimen del 78 supone también Constitución con menos soberanía del continente. Esa Constitución es una batalla en plena Guerra Fría. Refleja una lógica de una guerra finalizada, por otra parte, hace décadas. Un factor importante de aquella batalla fue la cooptación de los líderes locales. Por cooptación se entiende que los líderes fueron apelados a su responsabilidad y bla-bla-bla por parte de entidades externas. Pero también se puede entender que fueron pagados por ello -diversas fundaciones políticas alemanas, por ejemplo, declararon en 1994 haber entregado a líderes españoles, y sólo en los dos años anteriores, más de 1.700 millones de pesetas-. Puedes cooptar líderes. Es más difícil y caro cooptar partidos. Resultó más fácil y barato verticalizar los partidos –el PSOE, cuando existía, prohibió el voto directo e individual en sus congresos 1979, cuando en su seno se iniciaron y finalizaron, tímidas críticas al Régimen-. También es fácil rentabilizar la cooptación de líderes verticalizando, la política. En ese sentido, es significativa la importancia de una figura extraña en otras culturas políticas, como es el Secretario de Organización, que determina la elaboración de políticas locales –ejemplo de determinación de políticas locales: en el trance de votar el fin del bienestar, la forma de la democracia en Occidente, ningún diputado de los grandes partidos optó por la disensión, por otra cultura de la representación, por ser un problema individual. La verticalidad también se ve favorecida a través del sistema electoral: primacía del medio rural, listas cerradas y un sistema de recuento que intensifica el bipartidismo y la mayoría –explicación dramática: el ministro del ramo, cuando presentó el sistema electoral en 1977 ante la prensa, resumió su propuesta así: “Es muy sencillo. Ellos sacan 3, y nosotros, 5”-. La verticalidad supone una patología democrática. Pero también facilita otros traumatismos. Tanto poder, sin control y en el vértice, facilita la fricción en la cumbre de la pirámide, de la política y la empresa. Que resulta intensa. Metáfora de la intensidad: de las 35 empresas que conforman el IBEX, sólo 6 no están reguladas por el Estado, un indicativo de que el Estado es el socio necesario en los grandes negocios locales, que siempre suceden en las zonas de la economía regulada por el Estado. Que el político sea recompensado por ello en metálico o en especias -metálicas-, como puede ser su paso a la empresa a través de una puerta giratoria, sólo son preciosismos, que perfilan el dibujo y la magnitud del negociado. Un sistema nacido de la cooptación no da para mucho, moralmente. Quizás por ello nunca han dado mucho que hablar otras características del Régimen, como su escasa separación de poderes, o la existencia de un CGPJ único en Europa: mientras que esa institución sirvió, en otros Estados, para depurar el fascismo de su judicatura, al parecer aquí ha servido para prolongarlo y normalizarlo. El Régimen, no fue nunca, en efecto, un chollo. Fue tirando gracias a una cultura vertical, que penalizaba y desprestigiaba las críticas. Y a partir del pacto de la Transición. Pacto de la etc., sinopsis poco épica: os damos Bienestar y nos quedamos con el resto. Ese pacto murió, repentinamente, de forma abrupta, con la reforma constitucional exprés, el fin del Bienestar. Es posible que el Régimen no lo sepa, o aún no haya calculado la radicalidad de ese cambio. De los pactos de los 70’s, esa banda sonora continua que une éxito y responsabilidad, solo queda en activo, por transmisión, por cooptación o por cultura o interiorización de los líderes, la deslocalización de la política, en Europa y otras entidades ajenas. El Régimen está muerto. Murió en el momento en que el Estado cambió de función -cuando pasó a ser pagador de deuda, en vez de creador de bienestar-. En todo caso, no supo custodiar la democracia/el Bienestar. En su defensa, se ha de decir que ese nunca fue su negociado. Sólo ha sabido, y muy bien, custodiarse a sí mismo. Es decir, también a las empresas reguladas que ha rescatado, abandonando a su suerte, en ese trance, a capas llamativas de la sociedad. En esta crisis, el Régimen ha carecido de empatía social. En lo que puede ser un indicativo de que jamás la tuvo. Desde 2011, consecuentemente a su lógica, no ha reaccionado ante ninguna demanda ciudadana. Es muy probable que jamás lo haga. No entra, lo dicho, dentro de su negociado. La única demanda ciudadana aceptada por un gobierno local desde 2011 fue por parte de Govern de la Generalitat, que aceptó gestionar un referéndum sobre autodeterminación. Al parecer, ese Govern, identificado con el Régimen, más que gestionar, se ha apropiado de la demanda. Hasta que no haya un referéndum –homologable, vinculante, una respuesta democrática al recorte de la democracia, algo por lo que no está el Régimen ni el Régimen en Catalunya-, no se podrá saber si el Procés Català es un proceso ciudadano, o un conflicto entre élites hispanas. En un fin de Régimen, por otra parte, suele producirse ese tipo de conflicto entre élites.
-Usted se encuentra aquí. Bueno. La primera descripción ha sido la hegemónica durante 35 años. Se trata de una descripción no verificable en ninguno de sus puntos, por lo que es más relacionable con el mundo de la propaganda que con el mundo de la descripción. En lo que es un dato divertido, ha sido el límite de lo posible e interpretable durante décadas. Ha sido la cultura de la interpretación de cualquier fenómeno. Lo que sugiere que el Régimen del 78 no solo es una forma de entender la política, lo público, los negocios, sino que también es una cultura. Un sentido común, pero también un arte –por ejemplo, películas, novelas, periodismo-, cuyo objetivo es no superar los límites del Régimen y, en el trance de conflicto, darle la razón. La primera descripción ha vivido y vive en los medios. La segunda descripción, hegemónica en la sociedad en varias generaciones –sin otro dato que la observación, diría que hasta los 50 años-, no se ha producido en los medios, a los que no tiene acceso. No se sabe dónde se ha formado. Empezó a formarse en 2011, con el 15M, un objeto que sea lo que sea, es también, y sobre todo, una ruptura cultural, algo que no precisa para nada la cultura española de los últimos 35 años. Entre una descripción y otra no hay diálogo, en tanto que sólo una aparece en los medios. La otra sólo aparece en los medios para ser interpretada a la luz de la primera interpretación, lo que puede orientar sobre el carácter inamovible del Régimen y de su cultura. Cada interpretación está llevando a cabo un proceso constituyente. Uno supondrá la renovación del Régimen, adaptándolo a la ausencia del Bienestar, a la postdemocracia. El otro, puede significar la ruptura, votar la territorialidad, garantizar y ampliar los derechos implícitos en el Bienestar, adoptar nuevas figuras de la propiedad, como lo común, ampliar la democracia, adoptando nuevos tipos y mecanismos. Eso supondría, a su vez, un duro enfrentamiento, sin precedentes, con la UE, una institución no democrática. Las dos interpretaciones dibujan lo que está pasando en Europa, lo que puede modular el siglo XXI: una crisis de la democracia sin precedentes, que puede conducir a su recorte inaudito, o a una ampliación jamás vista.
Las cosas son de quien las describe. En estas líneas les paso un par de descripciones del Régimen del 78/la cosa. Me temo que, a grandes rasgos, son las dos descripciones que existen en el mercado. Ponderar la robustez de una u otra descripción puede orientar sobre cómo está el mercado. En otro...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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